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9. En la cochera

Había tomado la firme decisión de reemplazar a Luan en el festival. Como le prometí a mi hermana, era mi turno de hacer feliz a Maggie con una inolvidable rutina de mimo. Ya tenía todo preparado: mi traje, la música de fondo (aquella melodía de Debussy acerca de un muñeco de trapo) y el deseo de igualar a mi querida maestra.

Solo había algo que no tenía: la aprobación de Maggie.

Tras habernos sorprendido a mi hermana y a mí en una escena que podía malinterpretarse con facilidad, con nuestros rostros demasiado cercanos, el ambiente en la casa se sentía extraño. Bastó con que la emo, Stuart y Lola nos hubieran visto (Leni y Lana ni siquiera entendieron la situación) para que el rumor se extendiera como gripe por toda la casa. Por supuesto, sin olvidar la escandalosa discusión que tuve con la comediante a la hora del postre, justo frente a mis padres... No era mi prioridad en ese momento, así que decidí concentrarme en la rutina.

Ni lento ni perezoso, me dirigí a la cochera familiar con todo el equipo necesario. Gracias a un vídeo que Leni grabó la tarde en que Maggie y Stuart nos visitaron, la elegante rutina de Luan estaba a mi vista, lista para ser de-construida y memorizada. Lástima que eso era solo fácil de decir.

Luan Loud es una chica excepcional. No solo tiene gracia para contar sus malos chistes, sino que la posee además para moverse. ¿Sabían ustedes que incluso recibió unas cuantas clases de ballet? Tenía un prometedor futuro como bailarina pero, según su maestra, "no se lo tomó en serio". Ja.

En cambio, yo poseo la delicadeza de un elefante en una cristalería.

https://youtu.be/3Nw_F02yOz4

En el primer intento, tropecé y dejé caer el pastel muchas veces. En el segundo, también. En el tercero, en un giro torpe lancé el bastón y salió hacia la entrada, donde alguien lo tomó firmemente con la mano. El resplandor externo me hizo difícil al principio reconocer esa figura. Se trataba de Maggie.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, con algo de pena.

—Me dijeron que habías venido a ensayar y, bueno, vine a decirte algo.

Me acerqué despacio. Ella habló.

—No sigas ensayando. O sea... Olvídate del evento.

Tras unos segundos en silencio, di mi respuesta.

—Lo siento, pero esto lo hago por Luan. Se lo prometí a ella, y voy a cumplirlo.

El semblante de ella cambió. Cerró los puños y dio un paso al frente.

—¿Por Luan? A ver, dime. ¿Qué pasó entre ella y tú hace un rato en su cuarto?

Le contesté con la verdad.

—Hablamos. Me habló de lo importante que será para ti ese acto, y por eso yo tomaré su lugar.

—¿Solo hablaron? Entonces, ¿por qué sus rostros estaban tan cercanos? ¿Por qué ella te veía así? ¿Por qué daba la impresión de que ustedes iban a...?

—¡Solo hablamos! ¡Ella es mi hermana! ¿Acaso lo olvidas? —interrumpí de inmediato, tratando de no perder el control.

—Es verdad. Pero no puedo negar lo que yo misma vi. Y quiero dejarte algo claro. Aunque Luan me besó y luego se arrepintió... No voy a rendirme. Estar con ella es tan hermoso... Verla feliz, escucharla reír, ser tomada de la mano por ella... Son cosas que quiero hacer por siempre. Es debido a eso que me molesta tanto verla lastimada por tu culpa. ¡La amo!

—Yo también la amo. Que no te quepa duda.

—Como hermano, lo entiendo. Pero ella me besó a mí. Eso jamás lo vas a experimentar. Jamás.


Desvié ligeramente la vista.


Maggie prosiguió: —¿Y sabes una cosa? En el pasado perdí a alguien a quien amaba, y fue muy doloroso. ¡Eso no va a volver a suceder! Espero que te haya quedado claro, estar repitiendo palabras me pone ansiosa.

No puse mucha atención a eso último que me dijo. Otra silueta familiar tras ella me robó la atención. Esa cabellera... Ese vestuario... ¿Acaso era... Benny? ¿Y Lisa le acompaña?


No. No era ese tipo. Era un cosa mecánica, al parecer armada de chatarra, que mi hermana menor traía halada de una cuerda. Su forma era perfectamente humana, e incluso caminaba con bastante naturalidad.

—Congénere —me dijo ella, —me he enterado de que tu sesión de práctica no está obteniendo resultados satisfactorios.

—¿Lisa? ¿Cómo te enteraste? ¿ Y qué es esa cosa? —fue mi reacción.

—Esta "cosa" es un autómata diseñado específicamente para recrear la rutina de mímica de Luan.

—O sea... ¿Un robot? —comentó Maggie.

Lisa continuó: —Dispensen por su aspecto poco agraciado, pero lo creé en media hora usando partes de otros robots. No obstante, al estar programado usando el video que Leni tomó la ocasión anterior, será de suma utilidad.

Dirigiéndose al Benny-Bot, añadió: —¿No es así, RMG-2? Saluda.

El robot hizo una reverencia. Lo admito: Se movió con naturalidad y gracia. Como lo haría Luan. El talento de Lisa es admirable.

Sentí la necesidad de preguntarle: —Gracias, pero... ¿A qué se debe que hayas hecho todo esto?

—Tal como lo expliqué antes, una parte significativa de la responsabilidad en cuanto al accidente de Luan recae sobre mi persona. Por ello, he decidido auxiliarte de este forma.

Me lancé a darle un abrazo. Segundos después de tener a mi querida hermanita en brazos, la oí quejarse mientras su rostro se enrojecía:

—¡Desiste, homo sapiens! ¡Alteras mi ritmo cardíaco!

Maggie solo bufó.

Después de esa cariñosa escena, decidí retomar el ensayo. Tomé el bastón, y Lisa ordenó:

—RMG-2, inicia rutina.

Mi primer intento fue fallido. Me costaba seguirle el ritmo al robot, el cual hacía la rutina a la perfección, y para colmo, volví a soltar el bastón, saliendo éste por la ventana y provocando el sonido hueco de un golpe y un quejido lastimero, pero bastante familiar. Tuve que asomarme a la ventana para comprobar mi sospecha.

¡Era Lola!

—¿Qué haces ahí? —me vi obligado a preguntar, aunque ya sabía la respuesta.

—Eh... ¡Hola, Linky! Estaba... Ah... ¡Buscando mi coche de princesa! Lana debió tomarlo sin mi permiso. ¡Pequeña traviesa!

—¿No está oculto tras ese arbusto? —dije señalando la porción de carrocería rosa que se notaba atrás de ella.

—¡Ah! Es... ¡Justo ese! ¡Ja, ja! Gracias, hermano mayor. ¿Qué haría sin ti?

—Lo sé. No tendrías a nadie a quien espiar. ¿Te enviaron las chicas, o nuestros padres?

Lola se puso de todos colores y empezó a sudar profusamente. De inmediato exclamó, señalando a un lado:

—¡Cuidado! ¡Es una nube de azúcar glas!

En menos de un segundo, aprovechó mi reacción aterrorizada para escapar hacia el otro lado. Bien pensado, Lols.

Corrí a recuperar el bastón, y al regresar, vi a Maggie charlando con Lisa. Justamente cuando enunciaba esa odiosa pregunta:

—Lisa... ¿Podría usar el robot yo también?

—Es afirmativo. Considéralo como una muestra de cortesía a un invitado de la familia.

Me interpuse entre ambas chicas y quedé frente a frente con la pálida.

—¡Un momento! ¿Acaso estás planeando...?

—Sí. Lo estoy pidiendo prestado.

—¡Aparte de eso! ¿Vas a practicar también?

—Y voy a participar en el festival. Si alguien hará feliz a Luan, seré yo. Es lo correcto. Por eso te digo que no participes. Olvida lo que le prometiste a tu hermana.

Eso último fue un grave error.

—Te equivocas. Nunca romperé una promesa de dar felicidad a mis hermanas, en especial a Luan. Me ha dado tantas alegrías y momentos especiales que me siento obligado a cumplir su deseo. Así que no olvides que te toca ser la espectadora de mi show.

Su rostro furioso dijo: —Oblígame.

Claro está que no iba a obligarla. Así que concluí diciendo: —En dos horas podrás ocupar el robot. Para entonces, ya seré un mimo experto. Uno que no podrás superar jamás.

—Eso lo veremos. Regreso en dos horas, perdedor —declaró Maggie mientras buscaba la salida.

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