ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᎠϴՏ
“ɛʟ ċaօs ɛs ʊռ áռɢɛʟ զʊɛ sɛ
ɛռaʍօʀó ɖɛ ʊռ ɖɛʍօռɨօ.”
Las piernas me temblaban a cada paso que daba, mis tripas se contraían y retorcían haciéndome sufrir, una gota de sudor rueda desde mi frente hasta mi mejilla, para después caer al piso. No soporto la tensión que hay en el ambiente, es asfixiante. Perdí la noción del tiempo y olvidé como se respira correctamente. Mordí mi labio inferior y apreté los ojos con fuerza, tengo que pensar en mi siguiente paso, no puedo tomarme a la ligera esta decisión.
Los chicos parecen estar igual que yo, dudosos, con signos de preocupación en sus rostros. Ninguno sabe cómo ocurrió, pero a nuestros pies hay una hoja de papel con las orillas quemadas, una hoja vieja en la que está escrito:
“Dejen de esconderse en el infierno. Los humanos están muertos, ahora solo falta Everly.”
Dos días después de visitar a Satanás, decidimos descansar aquí mientras ideábamos un plan para entrar al vaticano. Yo no lo conocía más que en fotos, al parecer la única persona que pudo visitar ese lugar fue Leviathan, quien no consiguió pasar la entrada por un hechizo. Ahora nos encontramos en una de las tantas habitaciones del castillo, ajenos a lo que sucede en la tierra, sin señales de otros demonios, o Lilith.
Por supuesto, solo duramos dos días en paz, pues acaba de llegar un mensaje de fuego, en el aire aparey una flama y del fuego salió la hoja con el mensaje. La nota me absorbió todo el aire y tranquilidad que me costó conseguir.
—No pueden entrar al infierno, no hay nada de que temer.
Solté una risa sin gracia, esta situación es tan surreal que aún no me lo creo.
—Tenemos que hacer algo ya, no podemos seguir así —mencioné. Recargué el peso de mi cuerpo en la pared y me dejé caer, al tocar el suelo con el trasero me acomodé hasta estar bien sentada, observando desde abajo a los chicos.
—Tiene razón, debemos recuperar lo más rápido que sea posible las alas de satanás para así nos ayude con Lilith y después arreglar lo que sucede en la tierra. Un paso a la vez —hablo Leviathan,
—Concuerdo con el —hable—. Ya está casi todo listo. Entramos al vaticano, recuperamos las alas y regresamos al infierno.
—No se dejen llevar, no es tan fácil como parece. No sabemos cómo pasar el hechizo que protege la ciudad del papa, además, no sabemos en qué parte exacta están —dijo Belial.
Recuerdos de mi plática con Warren llegaron a mi cabeza, lo puedo recordar hablando de unas alas en el vaticano. Tal vez no sea tan difícil saber dónde están.
—Se cómo podemos saber dónde están.
Los tres demonios se giraron a verme, serios y algo sorprendidos.
—¿Cómo? —cuestionó Lucifer.
—¿Recuerdas la vez que Warren me raptó? —me dirigí a Belial, quien asintió—, me dijo que cuando visito el vaticano lo llevaron a un lugar donde estaban unas alas, es posible que sean las de Satanás. Podemos buscarlo y hacer que nos diga cómo llegar a las alas.
—Hagámoslo —murmuró Leviathan.
—Muy bien, sé que estamos actuando rápido, pero no nos queda de otra. Podemos hacerlo de cualquier forma —me encogí de hombros.
—Estas en lo cierto, ¿Cómo pasaremos el hechizo? —cuestionó Luzbel.
—Ya pensaremos en eso —dije, poniéndome de pie y caminando a la habitación donde dormía. Necesito aprovechar lo que me queda de descanso.
—Saldremos en cinco horas, prepárense —ordenó Belial.
🔺⛤🔺
Repasé el plan en mi cabeza, se escuchaba más fácil de lo que parecía. En mi cabeza estaba segura de que podría, estoy segura de que me he enfrentado a peores situaciones y he salido viva, no creo que haya un cambio muy grande. Aunque no negaré que estoy nerviosa, no puedo dejar de pensar en cómo podremos pasar el hechizo del vaticano, me parece que es lo más complicado.
Tomé aire y bajé los escalones que le restaban a la escalera, estamos a nada de volver a la tierra, no sé qué es lo que me encontraré, no me agrada la sensación que estoy teniendo.
—¿Cómo te encuentras? —cuestionó Belial, interceptándome.
—No muy bien. Tengo miedo de como este la situación en la tierra.
—Todo estará bien, no hay nada que no podamos arreglar.
Me aclaré la garganta sin saber muy bien que decir, me ponía ansiosa no saber qué ocurrirá, tenía miedo de que lo de la nota fuera cierto. Su mano cayó en mi hombro y me jaló hacia su pecho, cubriéndome en un abrazo.
—Es hora de irnos —musitó contra mi oído, erizando mi piel.
Nos separamos al escuchar pasos acercarse.
—Tenemos todo listo, es hora de visitar la tierra —mencionó Leviathan. En sus ojos había un brillo que no supe descifrar, era parecida a la mirada que algunas veces encontraba en Belial cuando lo atrapaba viéndome.
Solté un suspiro acomodando la sudadera que traía puesta, algo rota y manchada de tierra, deseaba estar en casa durmiendo o en Hill's bebiendo alguna malteada mientras hablaba con Belial. Supongo que ahora solo son recuerdos vagos de la que alguna vez fue mi vida como humana "normal".
Mi pecho se contrajo dolorosamente, lastimaba recordar.
Leviathan sacó un frasco de su bolsillo y se acercó a la puerta de entrada, los dos demonios restantes lo siguieron, observando sus movimientos. Me creí fuera de lugar, no sabía que era lo que hacía. Belial se giró a mí, encontrándose una mueca de confusión en mi rostro. Se acercó a mi oído, estaba tan cerca que me pareció sentir sus labios tocando mi mejilla, tan rápido que opté por creer que fue un espejismo.
—Está haciendo un portal, es la forma más fácil de salir de aquí sin alertar demonios —susurró y de reojo miré a Leviathan abrir el frasco y murmurar un par de palabras en un idioma que desconocía, acto seguido bebió el contenido azul del frasco.
Cerro los ojos y me preocupe al verlo temblar ligeramente, estaba a punto de acercarme cuando Belial me tomó de la cintura y me pegó a él, negando con la cabeza.
—No es bueno distraerlo.
Asentí sin saber qué hacer, esperando expectante lo que sucedería a continuación. Al cabo de unos segundo caí en cuenta de que la mano seguía tomándome de la cintura, sentí arder el lugar que tocaba, como si en sus manos hubiera fuego.
Aunque hubiera momentos en los que deseaba que ese beso sucediera, en mi conciencia había algo que me impedía disfrutar esto. Tenía tantas cosas en la cabeza que no quería utilizar al demonio para sentirme mejor. Tampoco quería que la relación de nosotros se complicara si las cosas no se dieran, no podía imaginarme enfrentándome a todo esto sola, lo necesitaba a mi lado por más que me costara admitirlo, pero no de ese modo, no del romántico. En este apocalipsis no hay tiempo para una relación.
Aclaré mi garganta alejándome de Belial, fingiendo sacudir mi pantalón, al erguirme encontré a Leviathan abrir sus ojos y apuntar con las palmas de sus manos la entrada, al instante litros de agua azul eléctrico salieron disparados de ambas palmas, estrellándose estrepitosamente con la puerta, para mi sorpresa el agua no caía, la puerta parecía absorberla.
Segundos después el agua pareció tener fin y dejo de salir, el demonio sonrió victorioso y abrió la gran puerta. Entreabrí mis labios al notar que del otro lado una masa de colores azules parecía ser el muro, excepto que flotaba y se movía, como si una burbuja rellena de agua.
El primero en atravesarlo fue el, intente ser la segunda pero el más cerca del portal fue Luzbel. Lo atravesó sin problema dejándome con Belial en este enorme castillo oscuro y sombrío. Mi pecho se agitó y lentamente me giré a verlo, su mirada estaba puesta en el portal, aunque realmente parecía estar más lejos, completamente perdido en sus pensamientos, reflejando un sinfín de emociones en sus ojos, la más latente era la confusión, pero, ¿de qué?
Jalé su camisa de la manga y recobró la compostura en un milisegundo, dejándome sin habla.
—Vamos —masculló—. Solo imagina estar en tu hogar.
Inevitablemente al escucharlo decir eso, a mi cabeza llegó su rostro, reflejando el poder que tenía sobre mí, al punto de pensar en él como mi hogar.
Temblé ante ese pensamiento.
Hice tal cual dijo y atravesé el portal, notando una mano tomarme de la muñeca y descender hasta entrelazarse con la mía. Fueron unos segundos eternos, entré al portal y flote como si estuviera bajo el agua, después todo se puso negro y al segundo después aparecí en la sala de mi casa, o lo que quedaba de ella.
Mi corazón dio un vuelco al detallar mi alrededor, se encontraba oscuro como si fuera de noche —tal vez lo era—, el techo de mi casa estaba agujerado, parecía que en cualquier momento se caería lo que quedaba de techo, que era prácticamente nada. Las paredes estaban en un estado parecido como si una granada hubiese sido explotada aquí dentro.
Los cuadros que adornaban las paredes estaban sobre el piso, completamente rotos. La tv que adornaban la sala se hallaba en el piso, rota y con un agujero del centro, podía ver del otro lado. Me dolió ver todo completamente inservible.
Subí a mi habitación y todo estaba fuera de lugar, sacaron todo lo de mis cajones y lo tiraron, algunas otras cosas habían desaparecido. Apreté los ojos y regresé a la sala, encontrándome con la entrada de mi casa sin puerta.
Fijé mi mirada en los demonios, seguían estáticos en el centro de la sala, dónde antes había un lindo sillón y ahora no había nada, me observaban serios, casi esperando cuál sería mi siguiente paso.
—Acabemos con ellos —mascullé dejándome llevar por el enojo.
🔺⛤🔺
Luego de comer lo más decente que encontré en mi cocina, salimos a la calle, sin saber que esperar. Afuera el ambiente era denso, mi espada me pesaba al estar contraída, no logré relajarme, en la calle no había gente. Una lágrima corrió por mi mejilla creyendo que lo que decía la nota era cierto.
Hasta que un estruendo me hizo mirar a mi derecha con una velocidad sorprendente, casi temí romperme el cuello, había contenedores de basura completamente llenos, me acerqué esperanzada de que fuera un humano, cuando una rata de un tamaño para nada normal salió de un lado y corrió al otro lado de la calle, sobresaltándome.
—Vaya mierda, eso parecía un experimento científico fallido —exclamó un sorprendido Leviathan.
Negué con la cabeza y me acerqué a los demonios.
—Debemos encontrar a Warren lo antes posible, solo así podremos saber dónde encontrar las alas exactamente —indiqué.
—Deberíamos de revisar el lugar de donde te saqué, es posible que siga...
Belial calló abruptamente con la mirada clavada en el cielo, mis sentidos se alarmaron al notar como se tensaba.
—Escóndanse rápido —susurró, demandante.
No supe cómo esconderme y solo corrí a un lado del contenedor de basura y me pegué lo más posible, justo dónde ni la luz de las estrellas llegaba. Apreté mis puños y agudicé mis oídos, no tuve tiempo de ver qué era de lo que nos escondimos.
Algo pareció golpear el aire, me estremecí preparándome para pelear de ser necesario.
—¿Dónde estará esa mocosa? — resopló—. ¿A caso no piensa hacerse la heroína y regresar a la tierra?
Ángeles, pensé apretando mis puños, al punto de sentir como salía un poco de sangre.
—Tenemos que encontrarla, Miguel no nos aceptará de regreso si no la llevamos —respondió otro.
—Por el altísimo, desde que padre desapareció y él tomó el control se ha vuelto loco. Siempre encerrado en la habitación especial.
Uno de ellos soltó un suspiro.
—Vamos, aún no recorremos el bosque.
Resonaron un par de pasos y después un golpe en el aire.
—Se fueron —murmuré bajito, ni yo me había escuchado.
Salí de mi escondite y encontré a Belial balanceándose sobre sus pies con las manos en los bolsillos y la mirada en el cielo. Creó que escuchó mis pasos, ya que me miró.
—Vamos —me tendió su mano.
Ladeé mi rostro y quise preguntar por los otros demonios. Quise, porque respondió antes de poder preguntar.
—Se adelantaron.
Asentí y lo tomé. Me jaló de la mano y de un momento a otro ya estaba en sus brazos y mi rostro pegado a su cuello.
—¿Crees que pueda volar?
Se despegó de mí y clavó su mirada en mis ojos.
—No.
Miró alrededor y por un momento me distraje en su rostro, el aire lo despeinaba por completo y aun así seguía igual de atractivo que siempre.
Me reproché por pensarlo.
—Además, sé que disfrutas cuando te llevo entre mis brazos.
Oculté mi rostro en la curva de su cuello y apreté mis labios deseando esconderme.
Jamás lo aceptaría, pensé.
🔺⛤🔺
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