Capítulo 4:
VICENZO:
Cuando llego a casa mis padres no me dirigen la palabra. La emoción en sus rostros por cualquier encuentro entre su niña dorada y yo desaparece apenas ven mi expresión. Los saludo con un asentimiento y subo las escaleras de caracol directamente a mi habitación. Tonadas de música clásica llega a mis oídos cuando paso frente a la habitación de Penélope, pero no me desvío para molestarla porque estoy a un paso de desmayarme. He tenido que fingir delante de mis padres que la puñalada no está. En el camino recogí a Holly, una enfermera pelirroja bastante buena con la boca, y cosió mi herida de nuevo sin poder hacer mucho por el desastre en el que se convirtió, pero la debilidad seguía ahí.
Pude ir a mi departamento y follarla mientras me remendaba como a un muñeco vudú, ahorrarme la tarea de tener que ver a mis padres, pero no es la compañía que quiero. Necesito algo más. Esta casa me brinda tranquilidad. No puedo evitar ver la chaqueta del equipo de fútbol enmarcada en una de las paredes cuando entro a mi espacio. Salí el año pasado. En un par de meses me iré a la universidad. Si Arlette no se hubiera tomado un descanso de un año por la muerte de su madre estaría conmigo y con Francesco, lo cual sería una autentica desgracia. Ya había sido lo suficientemente malo tener que soportarla en los pasillos.
─¿Sí? ─contesto el teléfono sin mirar la pantalla.
─Me dijeron que estás en mi casa, ¿es cierto?
─Si te lo dijeron es porque sí, pero lamento informarte que es noticia vieja. Te aconsejo que le enseñes a hablar a tus perros. ─Me incorporo sobre mis hombros sobre el colchón. Me lancé a la cama─. ¿Por qué? ¿Tienes un problema con eso?
Francesco suspira.
─No, supongo que no.
─¿Para eso me llamas? ¿Ni siquiera me preguntas cómo estoy?
─Mala hierba nunca muere ─pronuncia en italiano. Se queda en silencio por un momento mientras escucho cómo enciende un cigarrillo─. Vicenzo Ambrosetti no dejaría de acabar una puta rusa ni aunque sus tres hermanos estuviesen apuntándolo.
─El plan inicial era dejarme ahí para siempre. ─No puedo evitar reír recordando cómo querían cortar mi pene y dejárselo dentro hasta que se pudriera, una lección tanto para ella como para mí─. Habrían tenido que ingresarla a quirófano para poder sacarlo.
─¿Tan pequeño es?
─No, todo lo contrario. La habrían desgarrado. Soy el único que conoce el truco.
Francesco ríe.
─Estás demente.
─¿Por follar a la hija del viejo Greg?
─No. ─Una pausa en la que imagino que está tomando otra calada─. Por aparecerte en mi casa a las tres de la mañana y quedarte por dos jodidos días seguidos sin permiso de mi tío.
Presiono mis labios.
─Estaba herido, Francesco. No pude haberle hecho nada.
─¿Pero eso no es algo que deseabas ocultar de tus padres?
─Lo diré si es necesario. ─Maldita sea. No quiero hacerlo, pero lo prefiero a ser enemigo de Carlo por algo que ni siquiera pasó o deseo que pase─. Te estaba buscando a ti.
─Lo sé.
─¿Entonces por qué desconfías de mí?
─Arlette no es fea, Vicenzo. ─No puedo contradecirlo─. Y tú, amigo mío, eres un puto. Si haces tu magia con las prostitutas de tu padre puedo esperar cualquier cosa de ti.
Tampoco puedo negarlo.
─Bueno, está bien, pero sabes que no la veo así ─miento y ambos lo sabemos─. Ella es como Penélope para mí, Francesco.
─Al menos ten la decencia de esperar que esté frente a ti para que me cagues la cara. ─Gruño. ¿Por qué tiene que conocerme tan bien?─. Arlette es preciosa, Vicenzo. Ni siquiera yo puedo verla como mi prima algunas veces. Me cuesta trabajo. Tú más que nadie lo sabe.
─Eso es porque no lo son.
─Primos terceros cuenta como primos.
─No lo hace, Francesco.
─Como sea ─gruñe─. El asunto importante aquí es cómo piensas que mi tío pase esto por alto cuando hay un montón de testigos de tu estadía en su casa que trabajan para él.
─También los hay de que estaba herido.
─Te aconsejo que seas lo suficientemente hombre y se lo cuentes antes de que se entere, si no es que no lo sabe ya ─dice antes de colgar con una seca despedida─. Adiós. Nos vemos en el bar de tu padre cuando regrese a Chicago.
No me molesto en responder porque ya la llamada está terminada. Siguiendo su consejo, marco número de Carlo tragando el jodido nudo en mi garganta. Nunca pensé que nadie me aterrorizaría más que mi padre hasta que vi a Carlo en acción. Aunque son contadas las veces que se mancha las manos con sangre, cuando lo hace no te deja dormir por las noches pensando cómo puede ser tan retorcido.
─¿Algo sucedió con Arlette? ─pregunta cuando responde al segundo timbre.
Empezamos bien.
─No.
─¿Con tu padre? ¿Están todos bien?
─Sí, estamos todos bien. ─Me incorporo─. Solo quería llamar para disculparme por haber irrumpido en su casa. Tuve un problema en el que salí herido y pensé que Francesco estaba ahí, pero la que abrió fue su hija. Ella se portó muy amable y llamó a un médico de La Organización cuando me vio, pero no sucedió nada indebido. Se lo juro.
─Define amable, niño.
Mierda.
─Me dio comida y techo.
─¿Ella te la dio?
Arrugo la frente.
─¿El qué? ¿La comida?
─Sí.
─No, señor. Pude comer por mi propia cuenta.
─¿Fósil estaba con ustedes?
─En todo momento ─le respondo recordando las palabras del viejo diciendo que trabaja para los Vólkov, por lo que nunca delataría a Arlette ante su padre diciendo algo que pudiera meterla en un lío.
─Bien, lo pasaré esta vez, pero que no se repita a menos que quieras que te asesine ─escupe─. Sabes que Arlette no puede recibir visitas a menos que Francesco o yo estemos presentes. Aún no están casados, Vicenzo, respétala. No dejaré que hagas que mi niña quede como una puta.
¿En qué siglo estamos? Lo olvido cada vez que hablo con él.
─Entendido, señor.
─¿Tu padre sabe que te peleaste con los hijos de Gregori?
Jadeo. ¿Cómo es que los Cavalli saben todo? Eso ni siquiera pasó en su parte de la ciudad, dónde, por cierto, nunca hay problemas.
─No, señor.
─Te aconsejo que se lo digas antes de que se entere en el próximo consejo. No me extrañaría que estén pidiendo tu cabeza, pero nada que no podamos arreglar. De nuevo. ─Bosteza. Aunque a ti te gustaría no hacerlo─. Buenas noches, niño.
Tampoco me tomo la molestia de responder porque tiene la misma costumbre de Francesco de tener la última palabra porque sí y, al parecer, también de aconsejarme. Desciendo la mirada solo para encontrarme con que mi herida se ha abierto por tercera vez y está sangrando. Me levanto como puedo y salgo al pasillo. De no ser por las transfusiones que me hicieron en la casa de Arlette estaría muerto en este momento. Mancho las fotografías y retratos con la sangre en mis manos intentando estabilizarme a lo largo del trayecto.
Papá alza sus cejas cuando me ve. Mamá corre a ayudarme.
─Vin, bebé, ¿qué te pasó? ─Toca mi frente─. Tienes fiebre.
─Me metí con la hija de Gregori. Sus hermanos nos vieron. Me dieron una paliza. ─Apoyo mi cabeza en el pecho de mamá cuando me obliga a sentarme en el sofá y me abraza acariciándome la espalda─. Lo siento, papá.
Constantino, que no había hecho ni un solo movimiento en mi dirección, termina su conversación con el médico de La Organización pidiéndole que se dé prisa y me mira con desaprobación. En ningún momento ha soltado su trago de licor. Ha visto cosas peores y sabe que no moriré por un corte, pero lo he decepcionado.
─¿Luego de follar con la rusa fuiste a casa de Carlo?
─Pensé que estaría Francesco.
Papá estrella el vaso contra el suelo. Mamá se estremece con el sonido de los cristales rotos, pero no dice nada al respecto. Comparte su molestia. Estoy seguro que una vez sane lanzará al menos una docena de ellos a mi cabeza por lo idiota que he sido, pero lo prefiero a tener problemas más tarde por la misma estupidez.
─Estás castigado, Vicenzo. ─Va hacia su mini bar de nuevo y se sirve otro vaso. Mamá ejerce presión sobre mi herida para detener la hemorragia─. Cuando te recuperes trabajarás conmigo.
Aprieto los dientes mientras asiento.
Él prometió que no empezaría en el negocio hasta que terminara la universidad, que me daría estos dos meses libres sin molestarme con asuntos de La Organización para respetar nuestro acuerdo porque para ambos es importante que tenga un título, pero eso ha terminado. Ahora estoy seguro de que tendré la mejor despedida de casa de todos los tiempos.
****
No es hasta el martes por la mañana que puedo moverme sin sentir que me desmayaré. Aún necesito reposo, pero eso a papá no le interesa cuando me encuentra desayunando en el comedor con Penélope y mamá. Sigue tan molesta por lo sucedido que no mete las manos en el fuego por mí como usualmente haría debido a que para ella nunca seré lo suficientemente mayor para esto.
─Ponte un abrigo ─ladra antes de salir por la puerta principal.
Como veo que tiene prisa para ir a cobrar su siguiente deuda, tomo una cazadora que colgué hace unas semanas en el armario junto a las escaleras y lo sigo tras despedirme de Penélope. Cuando intento darle un beso en la mejilla a mi madre ella lo esquiva. Eso me parte el corazón, pero sigo adelante con el que promete ser un día de mierda sabiendo que pronto se le pasará.
─¿A dónde vamos? ─le pregunto cuando entro en el asiento trasero de una antigua limosina de la que no quiere desprenderse porque dice que lo hace sentirse como Al Capone.
No aparta su vista del periódico para contestar.
─¿Crees que después de lo que hiciste mereces una respuesta?
─Padre...
─No, Vicenzo. No puedes hacer tu mierda y pretender que tu madre y yo te apoyaremos. ─Por fin enfoca sus ojos negros en mí─. No solamente es acostarte con una mujer cuyo padre es un miembro importante de La Organización, es todo el escándalo que viene después. Careces de autocontrol. Tomas decisiones sin medir las consecuencias. Alguna vez fui joven, sé lo que hacen las hormonas a tu edad, ¿pero no puedes simplemente estar con alguna de las chicas con las que estudiaste? ¿Con una puta del club? Cuando nos volvamos a reunir seguro me dirán el precio que tendré que pagar porque no pudiste medirte, otra vez, y yo tendré que pagarlo, otra vez, porque eres sangre de mi sangre y nunca dejaría que nada te pasara.
─Lo siento.
Papá niega. Aún no ha terminado.
─Y ese es el problema, Vicenzo, que no siempre estaré ahí para hacerlo ─gruñe─. Así que deja de comportarte como un niño a menos que quieras que en serio te corten la garganta y te desmiembren. Dios sabe que yo lo haría si no fueras mi hijo. ─Aprieta sus manos en puños que arrugan el papel─. Conviértete de una vez en el hombre que tu madre y yo soñamos que seas. Sé que puedes hacerlo porque te hemos dado todas las herramientas. No nos decepciones más.
Miro por la ventana al no poder sostener el peso de su mirada.
─No lo haré.
Hace un sonido con la garganta con el que sé que me escuchó.
A excepción de los días que pasé en casa de Arlette, nunca he sido una persona que duerme demasiado. Suelo levantarme todos los días a las seis de la mañana para entrenar hasta que todos están despiertos. Incluso cuando era un niño me quedaba por horas mirando el techo esperando que los demás hicieran ruido para levantarme. Es por eso que bajé cuando me sentí lo suficientemente recuperado como para mirar algo que no fuera mi habitación, pero miento si digo que ya estoy bien. Aún me cuesta respirar y mentalmente aún no he asimilado la rabia hacia Arlette por ser el centro de todo este problema. Si no fuera por ella podría comprometerme libremente con cualquier puta que me diera la gana sin que mis padres me miraran como si solamente valiera para sostener su mano. Soy como una jodida feminista luchando por sus derechos en este momento, pero no puedo evitarlo.
Soy un ejecutor.
Un torturador nato adicto al olor de la sangre.
No un cascarón vacío, como dijo Arlette, que irá de su mano y le dejará tomar todas las decisiones con respecto a sobre lo que sea que le dé la gana poner sus sucias garras. Papá y mamá no lo dicen, pero sé por qué la aman.
Piensan que no tengo lo que se necesita para ser el jefe.
Piensan que ella es todo lo que me hace falta.
Al diablo.
─Hemos llegado ─anuncia papá cuando nos estacionamos frente a un lujoso edificio en el centro de Chicago.
****
La situación se resume así.
El hombre le debe dinero a mi padre, alrededor de un millón de dólares, que apostó durante un juego de póquer con la esperanza de recuperarlo. Es un cliché, así que no pasó, por lo que en estos momentos me encuentro presionando un cuchillo contra su garganta mientras Constantino inspecciona las fotos de su familia con interés fingido. Sé que le gusta torturar a los tipos, a fin de cuentas es un monstruo, pero odia involucrar inocentes. Tiene consciencia. Mamá lo ayudó a tenerla, demostrándome cada día que todos merecemos luz aún si hemos pasado años en un callejón oscuro haciendo mierda.
¿Quién hará eso por mí si me caso con Arlette?
Dudo que ella esté para mí en ese sentido o en cualquier otro. En lugar de sostener mi mano y recordarme que aún soy digno de cosas buenas, probablemente me sumergiré más hondo en el pantano estando a su lado. Me convertiré por completo en la parte predominante de mí que disfruta con los estremecimientos del hombre cuya vida está en mis manos. Este es uno de los nuevos edificios de Carlo, así que la seguridad es ciega en lo que a nosotros se refiere, por lo que podemos hacer lo que sea con él ya que todas las oficinas son insonorizadas debido a que fueron construidas por un capo. Pensar en ello me excita. Pone una erección en mis pantalones que luego tendré que apagar con porno o con una prostituta. Puedo mentirme a mí mismo y tener un conflicto diciéndome que no me gusta ser un Ambrosetti y lo que ello conlleva, pero sería mentira.
Nací para esto.
Lo único que pido es tener una dulce chica en casa que me ayude a deshacerme de la sangre cuando llegue.
─Necesito unos días más ─ruega con voz ronca y entrecortada─. Tendré tu dinero en menos de una semana. Lo juro.
Papá niega.
─Lo siento. Tienes una esposa inteligente. ─Papá sonríe ampliamente─. Sí, Kyle. Me acerqué a tu familia antes de venir.
El idiota se resiste, por lo que ejerzo aún más presión con el filo. Funciona. Se relaja contra mí, pero debido a su pequeño momento queriendo ser el héroe ganó más dificultad para respirar. No pienso retroceder. Una vez empiezo no me detengo hasta que la emoción acabe o papá ordene que me retire. A veces lo hace, lo que es una mierda, pero por lo general el destino de las personas que visitamos ya está escrito. La razón por la que los Ambrosetti tenemos tanto éxito como prestamistas es simple.
No damos segundas oportunidades.
Cumples el plazo o no lo haces.
─Tu esposa me pagará con el dinero que le dé el seguro por ti. Lloró un poco cuando se enteró del problema en el que te habías metido, pero se enojó irracionalmente al saber que vendiste la casa en la que ella y sus hijas viven hace meses. Al parecer tu vida es lo único que te queda con lo que podrías pagarme. ─Arruga la frente─. Diría que fue un placer hacer negocios contigo, pero no lo fue. ─Me mira─. Hasta el infierno.
Deslizo la hoja horizontalmente antes de que empiece a luchar. Siento cómo su piel se abre y la sangre mancha mis manos, caliente y espesa, a medida que profundizo el corte. Aunque la mayoría de los padres de La Organización mirarían a sus hijos con satisfacción, Constantino solo ataja los guantes de látex que usé cuando se los lanzo y me tiende una toalla con la que limpiarme el pecho. Espera que me vista en silencio. Sin darme las gracias por hacer el trabajo sucio. Sus hombres entran para limpiar el desastre con ácido disfrazado de desinfectante mientras el deudor agoniza. Lo rodeo con indiferencia, molesto, para irme como la mierda de aquí. Incluso después de lo que hice por él sigue resentido conmigo por lo de Arlette.
Las amo, pero tengo que estudiar.
Capítulo dedicado a Days_Kary <3
No olviden comentar si quieren ganar dedicación en el siguiente.
El próximo POV de Arlette estará interesante.
PD:
¿Cuál es su favorito?
ACEPTO CUALQUIER FANART CON MUCHO AMOR. También si tienen idea de quién podría ser Vicenzo en la vida real u otros personajes, lo tomaría mucho en cuenta.
Hasta mañana.
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