Capítulo 2:
ARLETTE:
La zona Ambrosetti no es tan linda como la Cavalli. Son barrios de clase media. Corrientes. Como papá, Constantino Ambrosetti hace gran parte de su fortuna en las empresas que tiene en el extranjero, permaneciendo limpio en Estados Unidos, dónde no hace una gran inversión. En Chicago, particularmente, solo posee apartamentos de alquiler y negocios básicos. Supermercados. Tiendas de ropa. Gasolineras. Lavanderías. Son dueños de algunas cafeterías en el centro y un par de clubes en la vieja área de los Vólkov, la cual ahora es manejada por el segundo al mando del abuelo, que es dónde están las discotecas y pubs más frecuentados y dónde se mueven más el negocio de venta de drogas, pero nada más.
─Llegamos, señorita Arlette ─dice Luc antes de bajarse del asiento trasero y abrir mi puerta alrededor de veinte minutos después de que arrancamos, puesto que el tráfico estuvo ligero.
No debería ir delante. Va contra las normas de seguridad, pero desde que empecé en el preescolar y Fósil me llevaba sin papá, tomé su sitio. Era la única forma que había de que no llorara cuando me dejaran allí por medio día, por lo que nadie nunca se atrevió a llevarme la contraria a menos que deseara regresar a casa sin cumplir la misión de llevarme al preescolar.
─Trae a todos los chicos ─le pido con una sonrisa antes de entrar.
Fratello's es un sitio pequeño, exclusivo, en el que no entras a menos que formes parte de nuestro mundo. Puedo decir que aquí es dónde se juntan los miembros de La Organización de una manera más casual por el día, tanto agentes de lavado de dinero como mafiosos y otro tipo de hombres involucrados en actividades ilegales. Es un sitio seguro para hacer transacciones, pero el pase para poner un pie dentro es costoso. La casa se lleva un diez por ciento de cualquier negocio que se cierre dentro, puesto que todos ellos serán supervisados y asegurados por ellos, el éxito garantizado y el riesgo a estafa o detención nulo.
Nadie se atrevería a molestar a un Ambrosetti.
Mientras el fuerte de papá es producir grandes cantidades de dinero a partir de un dólar, el de Constantino es generar respeto a partir de la intimidación y el miedo.
─Quiero medio plato de lasaña y ensalada césar, por favor. Para beber... una limonada estará bien ─le pido con amabilidad al mesero, quién toma mi pedido antes de dirigirse a la media docena de hombres que me acompañan.
Fósil ordena lo mismo, solo que con una ración de costillas añadida, antes de dirigirse a mí.
─¿Cómo estuvo la reunión con el señor Astori?
Presiono mis labios juntos, viendo mi propio ceño fruncirse en el reflejo de la copa con agua frente a mí. Esa es una pregunta que aún me hago a mí misma. ¿Cómo estuvo la reunión con Marcelo? Ni siquiera creo que cuente como una reunión debido a que realmente no discutimos nada relevante. Solo hablamos de Vicenzo y de que nunca podré sostener un libro de contaduría frente a todos. Nada que no se sepa ya. Solo me llevó a comer helado. Le hizo un favor a papá.
Nada más.
─Bien. Es agradable.
Fósil asiente.
─No encuentro nada en él que merezca mi desprecio. Le ha sido fiel a tu padre desde que empezaron a trabajar juntos.
Leal a papá. Leal al dinero. Leal al poder.
Definitivamente mi mafioso favorito.
─¿Eso cuándo fue? ─pregunto en voz baja, cuidándome de la cercanía de Luc y de las personas que nos rodean, las cuales no son precisamente corderos.
Fósil arruga su frente ya de por sí arrugada por la edad.
─¿Hace cinco o seis años? Creo que estaba en Francia, acompañándote a la maldita cosa de ballet, cuando Jimmy me contó por teléfono que Carlo le dio refugio al nuevo Capo di tutti capi de Chicago ─soltó─. Pero estoy casi seguro de que ya se había ido cuando volvimos. Lo recordaría en esa época si hubiera estado cerca de ti. Recuerdo cada cara que se te acerca.
─¿Tan joven? ─murmuro más para mí misma que para él.
Fósil afirma.
─Es el más joven en alcanzar ese escalafón en la ciudad.
Marcelo debe tener alrededor de treinta años, quizás un poco más, por lo que debió haber estado a mediado de sus veinte cuando se apoderó de la Cosa Nostra. El que mi padre le hubiera dado refugio significa que había sido perseguido después y que no tenía nadie para proteger sus espaldas en ese momento, lo que quiere decir que se hizo con el poder sin ningún tipo de aviso o preparación con la herramienta más básica del hombre.
La violencia.
Al igual que en cualquier área del crimen organizado, hay tres maneras de ascender: por herencia, trabajando duro mientras rezas para que no te maten o termines en prisión en el proceso o escalando puesto en puesto cortando cabezas, tomando lo que quieres y lidiando con las consecuencias. Papá proviene de un linaje. Al igual que mamá, es un príncipe del área oscura de Chicago que ascendió a rey una vez su padre, quién no conocí, murió. Constantino, en cambio, fue aprendiz de otro socio de La Organización que lo tomó de las calles cuando era tan solo un niño. Como el hombre nunca tuvo hijos, le dejó todo, incluyendo su apellido, al morir. Fue su premio por todos los años de lealtad.
Es lógico que Marcelo, lleno de fuerza bruta, haya escalado de esa manera. Tomando su apariencia como punto de referencia, tiene sentido. Es un hombre cuyas manos pueden romperte el cuello como si fuera un palillo de dientes, aunque seguramente hubo balas en el proceso. Hago una mueca. Realmente no me interesa la historia. Lo que quiero saber es qué tipo de unión tiene con el linaje Cavalli. Papá nunca se arriesgaría a traer a un prófugo de la mafia siciliana a nuestro hogar sin una buena razón. Más aún cuando La Organización es particularmente sensible a este tipo de situaciones. Si hay un heredero este tiene un tiempo concedido para hacer justicia que debe ser respetado por todos, por lo que papá debió haber observado desde lejos sin involucrarse en el asunto. Marcelo no pudo reclamar nada hasta que la vieja línea de sucesores estuviese muerta, lo que significa que los asesinó a todos, ¿pero con ayuda de mi padre? Recuerdo un poco ese viaje a París. Duré allí dos semanas con Fósil y Petrushka recibiendo clases privadas con la mejor instructora de todo el mundo porque en la escuela de ballet de Chicago le dijeron a mi padre que tenía dos pies izquierdos. No creo que haya estado todo ese tiempo jugando cartas.
De todos modos, los miembros de La Organización no son idiotas. Si no hicieron nada al respecto seguramente fue porque querían muerto al antiguo capo por sus propios intereses. Dejo de pensar en Marcelo, mi padre y asesinatos cuando mi lasaña llega. Viene con una nota en un sobre rosado. La desdoblo. Todos en la mesa se tranquilizan cuando ven que mis labios se curvan en una sonrisa al identificar la letra de Constantino.
Para mi hija mayor, nacida en la casa Cavalli por error.
Con amor,
Cons.
Mi mano se envuelve alrededor de la cadena que vino escondida en el doblaje de la cartulina. Constantino es el mejor amigo de papá, pero su afecto proviene de amor que siente Aria, su esposa, por mí. Antes de que apareciera Beatrice, Aria pasaba tres de los siete días de la semana llevándome de compras, a clases de baile y a otras actividades de chicas por la tarde en una misión personal de apaciguar la ausencia de mamá. A veces, cuando hacía algo que le recordaba a su mejor amiga, lloraba, lo que en un principio hizo que papá estuviera un poco reacio a dejarla pasar tiempo conmigo. Aún llora su pérdida. Ella y mamá tuvieron una amistad fuerte, casi como hermanas, que nunca he entendido debido a que los rusos y los italianos no se llevan particularmente bien. Esa amistad fue el motivo por el que ella y papá se conocieron cuando Constantino se convirtió en el esposo de Aria. El matrimonio los ayudó a enfrentarse a la ira Vólkov cuando mamá rechazó su compromiso con un prospecto ruso para contraer nupcias con un rizos de oro italiano, como el abuelo le decía. Mark, sin embargo, me amó cuando nací y logró perdonar a papá por robarle a su hija sin autorización. La felicidad solo duró hasta que decidió que un evento de caridad era un buen lugar para desaparecer, llevándose con él la cordura de mamá y mi oportunidad de contar con una familia grande y una vida mínimamente normal.
Siempre digo que no lo conocí porque no recuerdo nada de él. Murió cuando tenía dos años. Solo sé que fue un tipo frío, audaz e impecable en los negocios, cuyo padre, mi bisabuelo, fue uno de los fundadores de La Organización. Me habría gustado conocerlo. Papá menciona que me parezco a él cuando me ve haciendo tarea o leyendo los libros.
─Está bastante bien ─dice Luc sin dejar de mirarlo.
─Lo está ─digo─. Es precioso.
Le doy vuelta al collar frente a mis ojos, apreciando el dije frente a mí, sin tener ni idea de qué he hecho para merecerlo. Claramente es una reliquia familiar. La cadena está hecha de oro rosado. Pesa mientras permanece envuelta en mi mano. El dije es del tipo de joya que usaría. Un diamante blanco depositado sobre una lágrima de oro rodeado de otros diamantes más pequeños. Es delicado y femenino. En honor a Constantino y en agradecimiento al detalle que tuvo conmigo, le pido a Fósil que lo abroche en mi cuello en caso de que nos crucemos de salida. Combina con la falda que estoy usando, negra de cuero, y el sencillo jersey blanco. Este es el tipo de conjunto que uso para ir a la escuela, el cual suelo combinar con botas, como ahora, o zapatos altos.
Justamente cuando terminamos de salir lo que preví es lo que sucede. Constantino deja de atender una reunión junto a las mesas de billar y se acerca con los brazos abiertos. Le devuelvo el abrazo. Lo admiro casi tanto como a papá. Le guardo cariño a Aria. Lo único que le reciento es haber tenido un hijo casi de mi edad. Eso y haber aceptado comprometerlo conmigo cuando ni siquiera sabía si en un futuro le gustarían las mujeres.
─Mia bella, luces más deslumbrante que la última vez que te vi. Aria enloquecerá cuando te vea. Eres su adoración ─suelta echándome un vistazo, sus manos sosteniendo mis hombros, antes de abrazarme de nuevo con fuerza. Constantino no es bueno manteniendo su ascendencia italiana oculta. Es una muestra de afecto viviente con las personas que aprecia. Con las que no... no tanto─. Una lástima que Vicenzo no esté aquí para saludarte. ¡Solo Dios sabe dónde está ese muchacho a esta hora! ¡Un viernes!
Pongo los ojos en blanco.
Solo Dios y la rubia de tetas enormes con la que sea atrapado esta vez, pienso ya acostumbrada a los chismorreos. Esto es común los viernes. También los sábados. Domingos. Lunes.... a veces los miércoles también. Lo peor es que es un fanático de los clubes de los Vólkov y generalmente ese apellido sale a relucir junto con el suyo, atacándome por dos flancos diferentes.
Sí.
Vicenzo no es tan bueno como yo, que no es que sea la mejor, escondiendo lo mucho que me odia por la decisión que tomaron nuestros padres.
─Muchas gracias por el detalle que has tenido conmigo, Constantino. Ha sido muy bonito de tu parte ─le agradezco una vez me concede espacio para respirar.
─De nada, hija. Es una reliquia de la madre de mi tutor que no es del agrado de Penélope y decidí dártela. Eres de la familia. La mereces tanto como cualquier otra Ambrosetti. ─Penélope es su hija de once años que, seguramente, prefiere una muñeca por encima de una joya llena de polvo e historia, aunque a su edad yo estaba obsesionada con tener la letra más bonita de todos porque seguía creyendo que era una princesa, por lo que habría tomado el collar. No lo veo como una decisión justa, aún así─. Ahora veo que fue la elección correcta. Se ve preciosa en ti.
─De nuevo, muchas gracias. ─Le sonrío de la manera más dulce y agradable que encuentro─. Me encantaría quedarme a hablar, sabes que siempre disfruto de una conversación contigo, pero he tenido un día difícil. Es tarde y papá...
Constantino junta sus cejas grises.
─¿Tu padre sigue prohibiéndote salir después de las ocho?
Afirmo.
─Sí.
Él bufa.
─Lo entiendo. Considérame parcialmente ciego hasta que Penélope se case con un buen hombre y creo que aún así siempre mantendré un ojo puesto en ella. Pero Carlo... ─Niega─. El comportamiento de tu padre es psicópata. ─Me abraza con fuerza por tercera vez─. La próxima vez que te obligue a ir a casa temprano pregúntale qué edad tenía tu madre cuando la ayudaba a escaparse de la casa del viejo Mark para ir a nadar en mi alberca. ─Me mira fijamente antes de depositar un beso en mi frente. Vicenzo heredó sus ojos negros sin fondo─. Hasta el próximo miércoles, supongo. Tu padre nos invitó a mí y a los chicos a cenar. Ha pasado un tiempo, ¿no?
─Sí ─respondo sintiendo la repentina urgencia de irme. La idea de ver a Vicenzo siempre me da náuseas─. Hasta entonces, Constantino. Fue un placer.
─Igual, bella mía.
Sintiendo cómo todos a mi alrededor me miran, todos esperando que me quiebre, que explote, que saque una granada y nos asesine a todos, llego hasta la camioneta donde Luc ya está sosteniéndome la puerta para entrar y dirigirnos a casa.
****
Vivimos en una mansión sin patio delantero en Gold Coast con vista al mar. Es la casa en la que crecí, la casa en la que mamá se quitó la vida, dentro de territorio Cavalli. Una vez llegamos me doy cuenta de que Petrushka se ha quedado dormida, puesto que no está esperándome en la sala de estar con algún crucigrama que no completó durante el día y quiere que termine por ella. La enorme cantidad de ventanas en la construcción victoriana y la entrada doble serían un error si los vidrios no fueran a prueba de balas y las puertas de metal no pesaran casi una tonelada, resultando imposibles de derrumbar. Estar aquí es como habitar una enorme caja fuerte de tres pisos y terraza. Las habitaciones de papá y Beatrice están en el segundo nivel, junto a la de Flavio y la que están preparando para el bebé. Francesco duerme en el primero cuando está en casa ya que ahora tiene un apartamento en el centro. Antes su cuarto era el mío, pero después de que trabajó para conseguir su propio lugar me dejó el cuarto de arriba, por lo que ahora tengo la mitad del tercer piso, compartido con la biblioteca, mi estudio y la oficina de papá, y una parte de la terraza para mí sola. Podría decirse que poseo un hala entera para mí. La piscina está en el sótano, junto con un jacuzzi y el estacionamiento subterráneo con todos los juguetes con ruedas de papá.
A penas llego robo una botella de vino del bar y me dirijo a la terraza. Ahí me apoyo en la baranda mientras tomo un par de copas apreciando la vista. El sonido de las olas. La paz. De alguna forma mis antepasados lograron que la propiedad, situada en un barrio común, alcanzara los veinte millones de dólares. Desde entonces se enfocaron en embellecer y poseer todo a su alrededor para que aumentara su valor. No somos dueños Chicago, pero puedo decir a ciencia cierta tenemos compradas y arrendadas sus mejores partes. Lincoln Park. River North. Old Town. Cuando me case con la Casa Ambrosetti, además de ellas, podré alardear de mi control sobre Roscoe Village y Streeterville.
Si algún día recuperara mi patrimonio Vólkov, lo que no tengo pensado hacer, tendría Belmont y casi todos los barrios bajos.
Estaría al mando.
****
Es normal que no pueda dormir por las noches y me despierte alrededor de la una o dos de la mañana. Lo que no es normal es que alguien lance piedras desde a la calle hasta mi ventanal sin resultar herido de gravedad en el proceso. Primero, creí que era físicamente imposible que un ser humano tuviese la fuerza para ello. Segundo, se supone que hay un ejército manteniéndome a salvo. El único en el que confío plenamente es en Fósil, sé que él nunca dejaría que nadie se me acercara, así que, ¿dónde diablos está? En lugar de pegar un grito me levanto y me froto los ojos para comprobar que lo que escuché, el impacto de algo pequeño contra el cristal, es cierto. Lo confirmo al levantarme y asomarme, momento justo en el que otra piedra es lanzada. No puedo abrir la ventana porque es blindada y pesa demasiado. Tomo mi bata y me dirijo al pasillo para ir por las escaleras a la primera planta.
Allí me encuentro con Petrushka luciendo alarmada y Fósil con su arma desenfundada, junto a los guardaespaldas de papá despertando de su sueño en los muebles del salón para unirse a la masacre. Luc, sin embargo, duerme sobre su estómago en el sofá. Uno de ellos intenta despertarlo, pero niego. Si hay una balacera espero que muera por quedarse dormido en el trabajo. Es algo que va más allá de mí. Es sobre lealtad. En lugar de estarme cuidando podrían estar haciéndose cargo de Flavio. Lo asesinaría sin dudar si algo le sucediera a mi hermano por su culpa.
─¿Qué es ese maldito ruido? ─pregunta Fósil mirando hacia el techo, su arma apuntando hacia la puerta─. La persona que lo está haciendo está en un punto muerto de las cámaras. Aprovechó el hueco en la vigilancia del cambio de guardia para acercarse. Llamé para que nos den un vistazo desde afuera, pero mis informantes tardan en llegar.
El ruido se hace más fuerte. Petrushka grita, sus ojos bañados en lágrimas. Cuando la veo llorar decido que he tenido suficiente. Sin importarme una mierda la mirada de Fósil, la cual dice claramente que me quede tras él, tomo una decisión.
─Son piedras chocando contra mi ventana ─gruño alejándome y siendo seguida por dos de los hombres a la oficina de papá.
Decir que aquí hay solo un arma es mentira. Tiene una colección entera, pero el arma está guardada en un maletín debajo de un recuadro de mármol en una de las esquinas. Es una GLOCK 32 airsoft ya cargada sin registrar. No existe. Es completamente perfecta para asustar a quién sea que haya decidido molestarnos. Cuando regreso a la sala Fósil sigue apuntando hacia la puerta del lado derecho, desde donde se oyen ruidos de movimiento, mientras que todos los demás están vigilando los accesos. El intruso está, como dijo, en un punto muerto. También hay un par de ellos arriesgándose yendo a la terraza. Al verme alza las cejas.
─¿Si quiera sabes usar eso?
Es una semiautomática, por lo que halo la corredera y luego la suelto para cargar un casquillo en la recámara y apunto hacia la puerta de la misma manera que él lo hace, mi posición para disparar impecable.
─¿Eso responde tu pregunta?
─¿Cuándo demonios tomaste clases de disparo?
Te pierdes de mucho cuando te tomas vacaciones del negocio. Fósil casi nunca lo ha hecho, pero una de un par de veces que me ha dejado papá me mantuvo cien por ciento pegada a su costado y me hizo ir a clases de disparo porque no había ninguna otra actividad padre e hija que le llamara la atención.
─Mantente atrás ─le digo a Petrushka, ignorando su pregunta, quién asiente y se dirige al sofá, antes de introducir el código de seguridad y abrir la puerta.
A penas se dan cuenta de mis intenciones todos me cubren. Aún así puedo identificar el cuerpo que se encuentra del otro lado. También puedo ver que no está bien. Su mejilla está ensangrentada y le cuesta moverse. Está apoyado en uno de los postes de mi escaso patio delantero de dos metros mientras su mano ejerce presión sobre una herida en su costado, la cual ha teñido su camiseta blanca de rojo. Sus cejas desordenadas y gruesas se alzan en medio de una expresión de dolor cuando me ve, su mirada en el arma que apunto en su dirección, la cual bajo.
─¿Está Francesco? ─pregunta en un jadeo.
─No ─respondo secamente─. Llegas tarde. Se fue esta madrugada. ─Me doy la vuelta. Miro a Fósil antes de continuar mi camino hacia las escaleras. Mis ojos, al pasar la adrenalina, vuelven a sentirse pesados. Es solo mi prometido─. Seguiré durmiendo. Pídele al doctor que venga con urgencia. Ha perdido mucha sangre. No llames a Constantino o a mi padre a menos que Vicenzo te lo pida. ─Lo observo por encima de mi hombro. Luce tan débil─. Estoy entendiendo que esto es una visita casual, ¿no?
Casual quiere decir a escondidas de nuestros padres.
─Lo es ─gruñe suavemente.
Fósil asiente a mis órdenes, así que voy hacia las escaleras. Dejo la pistola en el estudio de papá antes de regresar a mi habitación y continuar mi sueño, uno dónde Vicenzo no existe, en el que definitivamente no acaba de llegar a mi casa ensangrentado, y mamá nunca se suicidó, sino que nos dejó por un stripper, en paz.
¿Les va gustando la novela hasta ahora? Yo la amo, espero que ustedes también
Capítulo dedicado a shwvis por sus múltiples comentarios <3
Hasta pronto.
NO OLVIDEN DEJAR UNA ESTRELLITA O COMENTARIOS (la que deje + se gana una dedicación)
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