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7. Algodón de azúcar

Por fin lo he encontrado. Está sentado en un banco en la plaza del pueblo. Llevo buscándolo un buen rato, más de quince minutos, pero lo he encontrado. Tiene sus codos apoyados en sus rodillas y sus manos en la cabeza. Me va a explotar el corazón de verlo así. Es que no se me va de la cabeza la cara de desilusión con la que me ha mirado antes Me acerco a él recuperando la respiración y me pongo delante suya. Pau levanta la cabeza y cuando me ve y se queda sorprendido de tenerme delante.

- Violeta

- Me ha costado encontrarte, no te creas -me dejo caer a su lado en el banco. Pau se gira y me mira con tristeza en sus ojos- ¿qué haces aquí?

- No sé...bueno sí. Tenía ganas de estar solo

- ¿Quieres que me vaya?

- ¿Quieres irte tú?

- No, por eso te buscaba

- Pues antes bien que te has ido de mi lado. -miro a Pau y su tono va con algo de reproche, y no puedo negárselo

- Lo siento. Yo...lo siento, supongo que tú amiguita Ivana me ha puesto un poco de los nervios y necesitaba alejarme...

- Habérmelo dicho y yo te hubiera acompañado. Aunque bueno, te has acabado largando con ese tío... ¿estás con él?

- No, no estoy con él. Si estuviera con él no estaría buscándote como una loca Pau -podría mentirle y decirle que si. Pero no puedo, cuando se trata de Pau, y aunque no esté segura de que lo que hago está bien, no puedo mentirle

Pau me mira y lo veo sonreir un poco, algo que me alegra.

- Te vi mientras te daba un beso en el cuello

- Lo sé. Eso fue una gilipollez por mi parte. Podía haberme enrollado con Robert, pero...

- ¿Pero?

- Ay, Pau, no me hagas decirte a la cara que tienes la culpa de que no deje que ningún tio se me acerque...

Pau me mira sorprendido pero su cara ahora ya no está triste. Me levanto del banco y le tiendo mi mano.

- Venga, vamos. Me apetece un montón un algodón de azúcar, así damos un paseo

Pau se agarra de mi mano y se levanta del asiento. Me mira a los ojos y si, ahora sí que sonríe. Caminamos hacia el puesto de algodón de azúcar de la plaza. Compro uno y empezamos a andar dando un paseo. Mis dedos arrancan trozos de algodón y me relamo los dedos de lo bueno que está. 

- ¿Sabes que es súper-erótico ver como te chupas los dedos mientras te comes el algodón? -me dice Pau haciendo que yo me sonroje viendo como él come también

- Estoy inmunizada a ti Pau Francisco. Puedes decirme lo que quieras que no me vas a poner nerviosa

- ¿Segura? -Pau alza una de sus cejas y me mira riéndose- ¿estás segura que no hay nada que pueda decirte que haga que te tiemble todo el cuerpo?

Aprieto mis labios mirándolo y decido no contestarle porque él sabe que me diga lo que me diga, va a hacer que me sonroje. Él me mira y se ríe

- ¿Porqué Ivana y ayer Sandra te llaman Fran? Me dijiste que tus amigos te llaman Pau

- Precisamente por eso, no son mis amigas... -Pau coge otro trozo de algodón y se lo lleva a la boca relamiéndose los labios por el azúcar

- ¿Ivana y tú...?

- No

Nos quedamos los dos en silencio. Simplemente paseando por las calles del pueblo las cuales están llenas de gente. Terminamos de comernos el algodón y vamos a una fuente a lavarnos las manos. Le digo a Pau que quiero ver los puestos de bisuteria y de abalorios y él me lleva hacia allí. Me encantan los puestos de artesanía

- Por cierto -me dice Pau mientras pone una mano en mi cintura para guiarme a través de la gente- el sábado que viene nos vamos a Valencia por mi cumpleaños. Manu y Ferrán se han empeñado en que lo celebremos allí. Hay una especie de evento musical en la playa de la Malvarrosa. Nos iremos en el AVE a mediodía para llegar por la tarde...

- Pues que guay -le digo mirando los puestos de colgantes y anillos

- Me gustaría mucho que te vinieras con nosotros...bueno, y Lena también, aunque seguro que Manu ya la ha invitado -me giro para mirar a Pau un poco sorprendida por su invitación

- No sé Pau. Me da un poco de corte

- Ya nos conoces a todos Violeta. Vendrán un par de amigos más con los que entreno todos los días, buena gente. Ya verás, lo pasaremos bien. Nos vamos a quedar a dormir allí en un albergue. Hemos alquilado unas tiendas de campaña

Miro a Pau y lo veo mirarme muy ilusionado. De pronto levanta una de sus manos y acaricia mi mejilla en un gesto que me parece extremadamente dulce.

- Por favor, ven. Me encantaría que vinieras -sentir sus dedos en mi mejilla acariciándome con tanta ternura hace que me derrita por completo. Mirarlo a esos ojazos azules, hace que no pueda negarle nada

- De acuerdo iré

Pau deja escapar una sonrisa que me hace sonreír a mi también. Seguimos mirando los puestos un rato más. En uno de ellos veo un anillo de violetas muy bonito. 

- ¿Te gusta? -me pregunta él poniendo su cabeza en mis hombros. Su aliento cosquillea mis mejillas y hace que sienta un ligero escalofrío en mi cuerpo

- Es muy bonito

- Pruébatelo

- No, no hace falta

- Venga si -Pau le hace un gesto al chico del puesto señálándole el anillo. El chico lo saca del cilindro donde lo tiene puesto y me lo tiende. Lo cojo entre mis dedos y de cerca todavía es más bonito. Lo deslizo en mi dedo anular de la mano derecha y lo alzo para verlo- te queda muy bien. ¿Me dices cuanto vale, por favor?

- 20 euros -le contesta el chico

Pau saca su cartera y yo lo detengo con la mano antes de que lo haga

- Pau no

- Si

- Oye, que no hace falta que me lo regales

- Si, si que hace falta, porque cada vez que lo mires quiero que recuerdes el momento exacto cuando te lo pusiste por primera vez en tu dedo, y eso te llevará a acordarte de mi

Trago saliva y miro a Pau a sus ojos. Me lo está diciendo tan serio y de una manera tan dulce, que no puedo menos que aceptar. Le paga al chico del puesto y salimos de allí para volver a la feria. Y yo cada vez que puedo no dejo de mirar lo bonito que es el anillo. Me doy la vuelta en mitad de la calle y me pongo enfrente de él.

- Gracias. Es el regalo más bonito que me han hecho nunca

Me pongo de puntillas y me acerco a él para darle un beso en la mejilla. Pau aprovecha y me coge de la cintura para darme un abrazo muy fuerte. Me dejo envolver por sus brazos, por su cuerpo que se amolda perfectamente al mío y por su respiración en el cuello que tantas cosas me están haciendo sentir. Nos separamos y nos miramos fijamente a los ojos. Sintiendo que en este momento no hay absolutamente nadie a nuestro alrededor y que sólo somos nosotros dos. No puedo seguir engañandome más. Me gusta, me gusta mucho Pau, más todavía de lo que pensaba. Pero estoy muerta de miedo, por todo, pero por todo. Por su edad, por mi, por lo que pueda pasar...

- ¡Estáis aquí! -la voz de Manu llamándonos nos saca de nuestra particular burbuja. Lena y él llegan hacia nosotros cogidos de la mano. Alzo una de mis cejas para mirar a mi amiga la cual me sonríe 

- Si, estamos aquí -le contesta Pau sin dejar de mirarme. 

Nuestros amigos llegan y Lena enlaza su brazo con el mío riéndose. Nos abrazamos las dos sin dejar de reírme. Está tan feliz la puñetera. De pronto suena una canción que me encanta en una de las casetas de detrás nuestra. Es de Rigoberta Bandini. Le cojo la mano a Lena y miramos a los chicos.

- ¡Me encanta esta canción! -les chillo a todos mientras salgo con Lena corriendo hacia dentro de la caseta para bailar

La cojo de la mano y nos ponemos a saltar y bailar como locas. Manu y Pau vienen también riéndose detrás nuestra. Se ponen a nuestro lado y yo no me lo pienso. Me doy la vuelta y pongo mis manos en el cuello de Pau. Es muchísimo más alto que yo, pero mucho. Él pone sus manos en mi cintura y nos movemos los dos al ritmo de la música. Muevo mi cabeza riéndome y sin dejar de bailar. Pau baila muy bien, algo que me sorprende bastante. Me mira con una gran sonrisa y si, no lo puede evitar, me está mirando el escote, otra vez.

- Paulino, Paulino 

Pau me estrecha entre sus brazos haciéndome girar. Creo que este es uno de esos momentos que no voy a olvidar nunca, el estar bailando con él, despreocupada, sin importarme nada ni nadie. 

Más tarde...

Leo llamó a Lena para decirle que él se íba ya a casa. Nosotras decidimos quedarnos con los chicos e irnos más tarde en el cercanías. Volvimos a la caseta con el resto de sus amigos. De allí nos fuimos a otra donde no paramos de bailar. Me bebí una copa más. Aunque mi tolerancia al alcohol es bastante alta, no me apetecía nada emborracharme. Sobre todo cuando Pau y yo no  nos separamos en toda la noche, ganándome las malas caras de la rubia de bote. Al final, nos quedamos los cuatro, Lena, Manu, Pau y yo.

A eso de las 6 de la mañana nos fuimos a la estación de tren del cercanías. Manu y Lena no se habían soltado de la mano en ningún momento. Pude hablar con ella en los baños y me dijo que todavía no había pasado nada entre ellos pero que necesitaban estar agarrados. Manu se estaba comportando con ella de maravilla, sin forzar nada, despacio y a su ritmo. En la estación había bastante gente que hacía lo que nosotros, volver a casa. Cuando llegó el tren, Pau me cogió de la mano y tiró de mi para entrar en el vagón. Yo no podía parar de reír porque él buscaba un asiento como loco. Le había dicho que me dolían ya un montón los pies de tanto bailar, y que me moría por estar sentada. El rubio encontró un sitio y se sentó tirando de mi para que me sentara sobre sus piernas. Puse una de mis manos en su cuello para no caerme y él se agarró a mi cintura. Esta noche era de lo más normal sentir sus manos en mi. Me estaba acostumbrando a su contacto.

- ¿Estás bien? -me pregunta Pau poniendo una mano en mi muslo desnudo. Su mano es muy suave y me toca de una forma muy delicada

- Si, lo estoy, ¿Y tú?

- Me lo he pasado muy bien esta noche

- Yo también

Pau y yo nos miramos. Dejo que acaricie la piel desnuda de mi muslo. Sus dedos trazan círculos en el y me tiene perdida. Esta es una de esas veces que deseas que no haya nadie cerca, que su mano suba mucho más arriba y perderme en él y en lo que me está haciendo sentir. Pero estamos en un puto tren lleno de gente, y si, lo de siempre, es menor, soy su profesora, su madre confía en mi para ayudarle a estudiar...¿Y yo que hago? dejar que este chico me toque, me abrace, me hable de esa manera que tiene tan directa de expresar lo que quiere. No estoy siendo nada madura. Me estoy dejando llevar por ¿mi corazón? o quizás pot otras partes de mi cuerpo. Trago saliva sintiéndome culpable. Estar en sus rodilla y sentir como me toca no ayuda nada. Miro mi anillo de violetas y me viene a la mente sus palabras. Ese ha sido un momento realmente bonito, y es con lo que me voy a quedar.

El resto del viaje en tren lo hacemos en silencio. No puedo evitar suspirar un par de veces. Pau se ríe de mi por ello. Llegamos a nuestra estación y nos bajamos. Tenemos que andar como un cuarto de hora a nuestras casas. Manu se encarga de acompañar a Lena a la suya, así que Pau y yo andamos hacia la nuestra. Estoy deseando llegar a mi casa y acostarme, me muero de sueño.

- Llevas mucho rato callada Violeta -me dice Pau mientras camina con las manos metidas en los bolsillos

- Estoy cansada

- ¿De verdad?

- De verdad

- No sé, me da la sensación de que tu cabecita ya está pensando de nuevo y que ya estás arrepentida de algo... -Pau me mira y esboza una ligera sonrisa. Le devuelvo la sonrisa porque ha dado en el clavo

- Me lo he pasado esta noche muy bien contigo Pau

- ¿Pero?

- No lo sé Pau. De verdad que no lo sé. Tengo 25 años y me estoy comportando como una adolescente de 18. Mi cabeza es un auténtico lío. Porque me gusta estar contigo, pero...

- ...no dejo de tener 17 años...

-Si, si. Y además, soy tu profesora. Tu vecina. Tu madre confía en mi para que me apruebes

- Y por ahora lo estás haciendo muy bien

- Ya. Pero no puedo evitar sentirme así, sentir que no estoy haciendo las cosas bien del todo

- Mira Violeta. No estás haciendo nada malo, ninguno de los dos. Así que deja de comerte tanto la olla, porque no te está dejando disfrutar de las cosas...

Miro al suelo y me callo. Ya hemos llegado a nuestra casa. Suspiro con fuerza porque una parte de mi no quiere que esta noche termine y dejar de estar con Pau, pero mi parte racional puede mil veces más. Entramos al portal y llamamos al ascensor. Cuando viene, él le da al botón del ático. Me quedo mirándolo algo confundida.

- Sólo quiero acompañarte a casa, no te asustes

- No estoy asustada, no en ese sentido Pau. Joder, si es que ya no sé ni lo que siento...

- Mira, si tanto te agobias. Conque seamos amigos, me conformo, ¿vale?

- ¿Lo dices en serio? -miro a Pau muy sorprendida por sus palabras y una parte de mi hasta algo decepcionada, una parte muy grande por cierto

- Si, si te quedas más tranquila. Seremos amigos. Prefiero eso a no tenerte para nada

Llegamos a mi planta y salimos del ascensor. Saco las llaves de mi casa algo nerviosa. Abro la puerta y me apoyo en el marco de la puerta para mirarlo.

- Pues amigos entonces -le contesto

- Buenas noches "amiga" espero que duermas bien

- Yo también espero que descanses

Pau me sonríe y se da la vuelta para meterse de nuevo en el ascensor. Cierro la puerta de casa y apoyo mi cabeza en ella.

 ¿Porqué coño no le como la boca y punto? 

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