六 Aire fresco
El ajetreo del nuevo año escolar comenzó a disminuir a lo largo de la semana, llevando a una calma total el domingo. Muchos se quedaron en sus habitaciones haciendo las tareas de la semana o simplemente descansando, mientras otros decidieron pasar la tarde en la playa con sus amigos y acompañados por el tutor de grupo.
Jangmi se quedó encerrada, saliendo solo a comer a la espera de que el día acabara de una buena vez para irse a dormir y dejar de pensar en que al día siguiente se publicaban los resultados de las audiciones en el tablero del comedor.
Pensó en escribirle a su madre para contarle cualquier trivialidad y así distraerse un rato, pero decidió esperar al día siguiente para comunicarle el resultado, fuera cual fuera, y no dejarla en suspenso.
Hubo un momento en el que Sachiko, Minho y Jihyun la invitaron a la playa con el resto, pero no se sentía con ánimos para nada de eso. Había recogido el futón solo porque, si no lo hacía, se iba a llevar un regaño de la profesora Hamasaki si se aparecía por ahí, pero le hubiera gustado pasar el día echada sin hacer nada en el cómodo futón en lugar de estar en el suelo de tatami sintiéndose como una miserable.
La tarde caía cuando un grito de rabia llamó la atención de todos en la casa. Cuando Jangmi abrió la puerta de su cuarto, vio a Nana correr por el pasillo y salir hacia alguna de las demás casas. Los chicos se agruparon a una distancia prudencial de la puerta que separaba el área de las chicas para ver qué ocurría, mientras todas se acercaron a la puerta de Ryuko, quien revolvía entre sus cosas con furia.
—¿Qué pasa? —preguntó Taro a la distancia.
—¡Alguien me robó mi collar! —respondió Ryuko con un grito.
—¿Estás segura de que no está por ahí? —preguntó Sachiko con calma.
—¡Ya hice el maldito encantamiento invocador! ¡Ya desarmé mi jodido cuarto y no está! ¡Quien sea que lo tenga, o lo regresan o haré que lo expulsen de la escuela!
—¡¿Qué son esos gritos?!
Todos se paralizaron cuando la profesora Hamasaki llegó junto a Nana, vistiendo ropa de dormir y con una obvia molestia.
—Me robaron el collar —dijo Ryuko en voz más baja.
—¿Qué propones entonces? —cuestionó la profesora.
—¿Disculpe?
—Ya estás lo suficientemente grande para encontrar soluciones por tu cuenta, Hirai.
—Pues... revise en los cuartos de todos.
—Alto, Ryuko —interrumpió Minho desde el pasillo— Solo las chicas pueden entrar ahí, así que debió ser una chica.
—¡Y qué si tiene un cómplice! —chilló con rabia— ¡Apuesto a que tú se lo estás ocultando a Hanako!
—Hirai, estás haciendo acusaciones infundadas, y son graves —intervino la profesora, con poca paciencia— ¿Cómo estás tan segura?
—Se pasó todo el día en la casa mientras todos estábamos en la playa. Tuvo tiempo.
—¿Es cierto, Sen?
—Sí, señora. Estuve todo el día aquí, pero no salí de mi cuarto.
—¿Hay alguien que lo confirme?
Ella miró a Sachiko con un deje de súplica.
—Yo vine una vez, pero no quiso salir —respondió la chica con timidez.
—¿Cuánto tiempo estuviste aquí?
—N- No más de diez minutos —dijo bajando la cabeza.
—¿Tienes algún inconveniente con que revise en tu habitación?
Negó con la cabeza sin más opción. Todas las chicas se juntaron en su puerta, con Ryuko al frente y la profesora detrás de ambas.
—¡Accio! —dijo Ryuko señalando la habitación con su varita.
Nada sucedió.
—¡¿Dónde lo escondiste?!
—¡No lo tengo!
Entró en el cuarto y empezó a volcar las cosas sin creerle. De alguna manera se había convencido a sí misma que Jangmi era la culpable, y nadie la sacaría de ese pensamiento a menos que le restregaran el collar en la cara.
—¡Hirai! —gritó la profesora— Ya ha quedado claro que el collar no lo tiene ella.
Ryuko se detuvo con frustración. Todas las chicas vieron el estropicio en el que se había convertido su cuarto. La chica regresó a su habitación sin haber recuperado el collar, pero habiendo conseguido un enorme escándalo. Jangmi cerró la puerta tras de sí con suavidad, y organizó todo con ayuda de la magia. Estaba ya bastante agotada de todo como para hacerlo por sí misma.
Su teoría del robo se desmontó de inmediato cuando la profesora Hamasaki también revisó los cuartos del resto. Los demás chicos habían estado fuera de la vivienda todo el día en grupos, e incluso habían pasado todos juntos la tarde en la playa, así que todo indicaba que Ryuko había perdido el collar por sí misma. Aun así, a la mañana siguiente no le quitó la vista de encima, pensando todavía que, probablemente, uno de sus compinches coreanos le había ayudado a ocultar su crimen.
Las campanas sonaron un poco temprano para el gusto de todos. Se levantaron llenos de pereza matutina para ponerse en marcha. Cuando todos estuvieron listos, caminaron hasta el palacio para el desayuno, y algunos se pararon al mirar el tablero de anuncios, pero todavía no habían puesto la lista que esperaban.
—¿Cómo se supone que voy a comer tranquila? —se quejó Jangmi
—¿Voy a tener que darte de a bocados? —reclamó Sachiko, jalándole la oreja como si fuera su madre.
Y al final casi lo tuvo que hacer. Jangmi se pasó el desayuno observando la mesa de sexto año y la mesa de profesores, expectante a cualquier movimiento de los sempai o del profesor Asahi, pero los tres siguieron comiendo tranquilamente.
La campana volvió a sonar cuando la hora del desayuno terminó y los alumnos empezaron a dirigirse hacia sus aulas. Algunos ya iban subiendo las escaleras cuando un chico de segundo año gritó.
—¡Ya tenemos equipo de Quidditch!
Entonces todos aquellos que habían hecho las pruebas para cualquiera de los clubes bajaron corriendo en contra de la corriente, y se aglomeraron alrededor del tablero, bloqueando la salida al chico, que intentaba llegar a tiempo a su clase mediante empujones débiles a los alumnos mayores.
Jangmi y sus amigos llegaron con esfuerzo hasta el frente. Varios chicos celebraban haber quedado en el equipo de Quidditch, mientras otros casi salían llorando. Tardaron un buen rato en el que pudieron ver las reacciones de algunos hasta encontrarse, también junto a Ryuko y Nana, frente a las listas de nombres.
Minho y Jihyun se fijaron en la de Quidditch mientras Jangmi y Sachiko miraban la del club de música. Ninguno de los dos candidatos encontró su nombre tan rápido como sus amigos, quienes empezaron a gritar de alegría y a saltar para abrazarlos formando un círculo de felicidad en medio del vestíbulo.
Los alumnos que aún salían del comedor los miraban con extrañeza. Para ellos era una simple lista de admisión, pero para los que celebraban era una victoria más grande: los habían valorado por su talento, haciendo de lado su procedencia. Eran los primeros coreanos en entrar a los clubes que requerían audición.
—¡Adivinen quién tiene su primera práctica de Quidditch esta tarde! —gritó Minho mientras agarraba con su brazo por el cuello a Jihyun y le frotaba la coronilla con el puño— ¡Felicidades, pequeño Jihyun!
—¡Te lo dije! ¡Te lo dije! —dijo Sachiko con alegría, subiéndose a la espalda de su amiga sin importare que el kimono se abriera.
—¡Sachi! ¡Cuidado!
Bajó a su amiga con toda la delicadeza que pudo y le acomodó el kimono con una sonrisa. Sin importarle nada, abrazó con fuerza a Jihyun para celebrar ese logro mutuo.
—¡Ustedes cuatro! —gritó la profesora Asou desde la salida del comedor— ¡La campana sonó hace rato! ¡Vayan a clase ya!
Salieron corriendo escaleras arriba y llegaron al quinto piso justo cuando la profesora Hamasaki abría la puerta del salón de pociones. Se apresuraron a ponerse en la fila y girar la tablilla con su nombre en el tablero de asistencia, todos con una enorme sonrisa en el rostro que los demás no dejaron pasar.
—De acuerdo, jóvenes —exclamó la profesora cuando todos estuvieron adentro— Quiero iniciar la clase felicitando a los estudiantes que lograron entrar a los clubes tras sus pruebas. Hirai, Katayama, Sen y Goto, Felicidades. —La clase les aplaudió por un instante, hasta que la profesora se aclaró la garganta para llamar su atención— Agradecería que contuvieran su emoción por el resto del día y celebren en su tiempo libre. Ahora vamos a preparar la poción agrandadora.
A pesar de la petición de la profesora, varios de sus compañeros los felicitaron nuevamente en el camino al armario de ingredientes, lanzándoles un papel arrugado a sus cabezas o en el fregadero para los calderos.
Ryuko no parecía del todo satisfecha. Seguramente odiaba la idea de que unos coreanos habían invadido los equipos a los que también pertenecía, además de haber perdido un collar que, según una conversación entre Ryuko y sus hermanos que había oído Taro y se había encargado de esparcir, había sido de su madre.
El día pasó rápidamente. Terminaron las clases a las cinco de la tarde y cada quien se fue hacia el área del club que les correspondía ese día. Jihyun salió corriendo a la vivienda junto a Ryuko para cambiarse de uniforme y recoger sus escobas. Sachiko y Jangmi subieron a la biblioteca, donde tenían el club de lectura y Minho bajó al primer piso para el club de duelo.
Ambas habían elegido ese club porque el horario les favorecía para pasar un buen rato juntas, además de que Jangmi tendría más tiempo para aprender Kanji que desconocía y mejorar de paso el japonés. Aunque prefería el coreano, no podía ignorar que tenía bastantes problemas en la escuela por no entender del todo el idioma, principalmente escrito.
El club de lectura era pequeño, y más que todo destinado a recomendar autores y libros entre sus miembros y a favorecer que todos escribieran algo. Compartían espacio y charlas con el club de periodismo, que por lo general eran más ruidosos al compartir sus ideas, además de que muchos practicaban para ser el narrador elegido de los partidos de Quidditch.
Cuando llegaron al dormitorio, completamente agotadas del día nublado que predecía una noche lluviosa, Jangmi se encerró en su cuarto, y aunque los párpados le pesaban, le escribió una carta a su madre.
Querida Omoni.
La primera semana siempre se pasa volando. Ojalá el resto del año fuera igual para poder verlos a todos al fin.
El sábado fue la audición del club, y pese a estar muerta de los nervios, hoy me enteré que me aceptaron, y Jihyun entró al equipo de Quidditch ¡No te imaginas el escándalo que hicimos en el vestíbulo! Al final nos ganamos un regaño de la profesora Asou.
Una compañera...
Unos golpes suaves en la puerta interrumpieron su escritura. Cubrió el texto en coreano con una hoja blanca y se levantó para abrir la puerta. Encontró a Ryuko con la cabeza gacha, acompañada por la profesora Hamasaki. Tras de ellas, en el jardín, empezaba a caer una suave llovizna.
—Lamento interrumpir, Sen. Hirai debe decirte algo.
Ambas miraron a la chica, Jangmi con extrañeza y la profesora con un poco de enojo y severidad. Por la puerta del pasillo se asomaban varias cabezas de los chicos, mientras las chicas salían con disimulo de sus propias habitaciones.
—Hanako, lamento haberte culpado sin razón —empezó su disculpa—. Encontré el collar en el campo de Quidditch durante la práctica. Se me habrá caído en la prueba y no me di cuenta. Te ruego que perdones mi actitud.
La chica se arrodilló en el suelo, haciendo una profunda reverencia y suplicando perdón. Todos tenían los ojos como platos, y algunos abrieron la boca por la sorpresa. Ryuko jamás se había disculpado con nadie por nada. Seguramente el escándalo que armó el día anterior, llamando a la profesora y revolviendo sus cosas, había hecho que Hamasaki la obligara a disculparse, pero algo era algo.
—Em... si, no hay problema. P-puedes levantarte, Ryuko, no hay necesidad de tanto. —Fue lo único que acertó a decir.
Aunque la hubieran obligado, al levantarse Jangmi pudo ver un arrepentimiento real pero discreto en sus ojos hasta que se giró hacia sus compañeros.
—Espero que me perdonen por el escándalo que armé ayer —dijo haciendo una reverencia más sencilla, y yéndose a su cuarto de inmediato.
Todos se despidieron de la profesora Hamasaki con el mismo gesto de respeto y regresaron a lo que hacían. Jangmi sonrió y continuó escribiendo.
Una compañera perdió su collar ayer. Nos acusó a casi todos, en especial a mí y a Minho, de habérselo robado, pero al final lo encontró en el campo de Quidditch, así que todo se resolvió.
Sorprendentemente nos ha estado yendo muy bien este año: Entré al club, Jihyun al equipo y Minho es el representante de nuestro grupo. Espero que las cosas sigan mejorando para todos en los siguientes años.
Ahora me preocupa que no soy capaz de entender la mayoría de libros de texto sin preguntarle a Sachiko. Espero poder lidiar con eso este año y tener buenos resultados.
Mañana es el primer ensayo del club, así que deséame suerte.
Con cariño, Jangmi.
Dobló la hoja con guías de la mejor manera que pudo y la metió en un pequeño sobre. Con su varita sirviendo como paraguas, corrió hasta la pajarera antes de que la tormenta empeorara y el paiño no pudiera llevar el mensaje.
Próximo Capítulo: 2022-03-13
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