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VIII. Dos Cisnes

Dalhyun se había saltado varios pasos del ritual típico de una boda. Lo suyo con Sunhee había nacido del amor. Había omitido la solicitud del permiso al padre de la novia por medio de una carta, y solo la entregó después de que Sunhee ya hubiera aceptado para no quedar mal con su futuro suegro.

Una adivina, amiga de su abuelo, había determinado que el décimo era el mejor mes para que se casaran con base en la fecha de nacimiento de Dalhyun, y pese a la nieve que cubría toda la ciudad y el frío les llegaba hasta los huesos, ninguno de los novios se opuso. Querían casarse cuanto antes.

La noche anterior, Sachiko y ella acompañaron a su madre y abuela hasta la casa de Sunhee para entregarle la caja Ham, y ella les permitió a ambas ver el contenido ante la enorme curiosidad que sentían.

—¿Qué es esto? —preguntó Jangmi, pero Sunhee no le pudo responder por la emoción, así que su abuela lo hizo.

—Son los documentos del enlace. Debe guardarlos para siempre.

—¿Y esto? —preguntó Sachiko cuando Sunhee sacó un par de telas, una de color azul y una de color rojo.

—Son nuestro ying y yang, Sachiko —respondió la abuela—. Son el equilibrio para su matrimonio.

Sunhee no cabía en sí de la felicidad, mientras Dalmi pasó toda la velada con una cara sombría que a nadie se le escapó. Antes de salir de regreso a su casa, Jangmi vio cómo su madre hablaba con la futura novia en susurros, ambas con gesto serio.

Ya en casa, Jangmi no pudo evitar preguntarle cuando se encontraron solas por un momento mientras Sachiko se duchaba.

—Omoni ¿Todo está bien con Sunhee?

—¿Por qué lo preguntas?

—Actuabas extraño cuando le dimos el ham.

—Bueno... es que... envidio esa alegría. Se lo dije después para que no me malentendiera, hija. No tengo nada en contra de ella. Solo que a mí también me hubiera gustado casarme.

—Todavía puedes hacerlo.

—No creo que nadie quiera casarse conmigo.

—¿Por qué no?

Sachiko entró al cuarto en ese momento, pues siempre que pasaba las vacaciones ahí, dormía con ellas. Jangmi le dirigió una discreta mirada asesina y la chica volvió a salir, excusándose con que había olvidado su cepillo en el baño.

—Omoni.

—No creo poder ser feliz estando casada ahora, eso es todo.

—Omoni. No tienes que ocultarme nada. No creo que sea por eso —reclamó.

—Te prometí que te lo diría el próximo año —zanjó con seriedad—. Respeta mi tiempo, Jangmi.

Dejó el asunto así para no pelear la noche antes de un día tan especial para toda la familia, así que se puso a revisar el hanbok que usaría al día siguiente: Era blanco, Con un leve tono verde claro en la chima y bordados más intensos de hojas al viento. El de su madre estaba colgado a un lado, de color gris y con la chima pintada de flores blancas. Jangmi había decidido prestarle uno a Sachiko, un jeogori blanco con un borde azul en las mangas, el color favorito de su amiga, que combinaba con el de la chima, en la que había un montón de camelias blancas pintadas.

La mañana llegó con rapidez para ellos. Todas se trasladaron a la casa de la familia Yoon muy temprano para ayudar a preparar todo, en especial a la novia. Cuando llegaron, Sunhee ya llevaba un hermoso hanbok de rojo intenso con bordados dorados de flores en toda la chima. Su madre empezó a peinarla mientras Dalmi la maquillaba con delicadeza y con una sonrisa en el rostro.

Al terminar con eso, salieron al patio interior, y con la llegada del abuelo, éste anunció oficialmente el compromiso a los padres de Sunhee y a sus ancestros.

Pese a ser una ceremonia seria, ni Jangmi ni Sachiko pudieron evitar reírse en el momento en que Dalhyun entró a la casa vestido con un hanbok azul oscuro y cargando un ganso blanco, el cual le entregó a la novia con alegría mientras el animal graznaba y pataleaba para escapar. Ambas se ganaron un regaño de Dalmi de inmediato, pero los novios también se echaron a reír por la situación.

La boda continuó con las reverencias de los novios, que tradicionalmente era su primer saludo oficial, aunque absolutamente todos sabían que ya se conocían desde hacía ya bastante tiempo. Ambos bebieron el mejor soju destilado que había hecho el abuelo recientemente y solo para esa ocasión, uniendo así sus vidas para siempre.

Se sentaron en el interior de la casa, y los novios hicieron profundas reverencias frente a los padres de cada uno, quienes después de un rato empezaron a lanzar azufaitas y castañas a la falda de Sunhee, que Dalhyun sostenía por un extremo.

—¿Para qué es eso? —preguntó Sachiko.

—Se supone que predice cuántos hijos van a tener. Las castañas son las niñas, y las azufaitas los niños.

Al final habían atrapado en la tela diez de cada una.

—No creo que sea muy exacto...

—¿Veinte? Pobre Sunhee...

Al finalizar esa ceremonia, Jangmi cantó Arirang como le había pedido Dalhyun, solo que aquella vez agregó una estrofa que le había enseñado Minho de una versión del sur cuando la escuchó cantando mientras barría la casa: En pleno invierno, cuando veas una flor, por favor piensa en mí.

A todos les encantó, pese a que su voz era más bien melódica y nada se parecía a las cantantes de música tradicional a las que estaban acostumbrados.

Llegada la noche, la familia Seon salió de la casa junto a la nueva integrante, despidiéndose de la familia Yoon con la promesa de cuidar de ella. Fue un mar de lágrimas, pero Dalhyun se pasó todo el camino reconfortándola cuando no le daba las gracias a un vecino que los veía y los felicitaba.

Aunque buena parte de sus tradiciones había sido prohibida por el ejército, las bodas y funerales seguían respetándose, así que cuendo se cruzaban con un militar, este se limitaba a felicitarlos.

Debido a la llegada de Sunhee, les había tocado reacomodar todo, disponiendo un espacio para que ella guardara su ropa y sacando a Dalson de esa habitación. Por fortuna para todos, no había sido complicado convencerlo de que durmiera en la sala en lo que encontraban una alternativa, teniendo acceso a la cocina y a la comida sin que los demás se enteraran.

Dalson le hizo una señal a su hermano y lo llevó a una esquina del patio, donde todos pudieron ver cómo Dalhyun le lanzaba una leve amenaza, señalándole con el dedo mientras el otro reía.

—¡Jangmi! ¡Ven un momento! —pidió Dalson.

Ella corrió desde la mesa hasta la puerta del patio, deteniéndose ahí para no salir al frío de la noche solo porque Dalson quería molestar a su hermano.

—Querida sobrina ¿Conoces algún hechizo para que no se oiga nada desde fuera de una habitación? —preguntó y luego soltó una risotada, mientras Dalhyun lo miraba con reproche— Ya sabes, para evitar ruidos molestos.

Ella no pudo evitar reírse en respuesta.

—Anjing. Espero que funcione, tío.

La única novedad durante el mes siguiente de clases fue la recaída de su abuela. Su madre fue amable y le mantuvo informada de todo cuando regresó a la escuela. Habían acordado entre todos que Sunhee se quedaría en la casa a cuidarla y encargarse de todo mientras los demás trabajaban, y con sus conocimientos de medicina mahonai, había logrado que la abuela bebiera una infusión que mejoró su salud un poco.

Estaba en su habitación en la escuela, escribiéndoles una carta cuando un zumbido extraño inundó los oídos de todos desde el cielo. Un ruido que Jangmi jamás había escuchado. Muchos alumnos se asomaron por las pequeñas ventanas, salieron al jardín ornamental o a los patios interiores de sus casas para ver lo que ocurría, y encontrándose con un espectáculo terrorífico.

Por el cielo pasaron aviones bombarderos estadounidenses. El terror se instaló en las mentes de todos los alumnos, quienes salieron de las casas corriendo en todas direcciones.

Jamás habían pasado cerca de la isla. Antes los habían podido ver desde los enormes barcos portaaviones atravesando el mar para acercarse a Japón sin gastar tanto combustible, despegando desde ahí para bombardear las ciudades y evitando a la armada imperial, que se había retirado de Filipinas hacía varios meses.

Jangmi salió de la casa corriendo, viendo en todas direcciones para entender qué pasaba. Los aviones volaban por sobre sus cabezas con un zumbido amenazante. Ella jamás había tenido que vivir eso, pero muchas de las familias de sus compañeros sí habían estado bajo un bombardeo.

La mayoría salían de las viviendas a gran velocidad en busca de refugio, arrastrándose debajo de la terraza de las diversas construcciones. Entre ellos vio a Jihyun debajo de las escaleras del Onsen, desde donde le hacía señas para que se ocultara ahí.

En un momento, pudo vislumbrar a lo lejos las siluetas de algunos de sus compañeros de curso, quienes miraban aterrados hacia algo en el mar.

Corrió con todas sus fuerzas hasta allá, con la intención de agarrar a Sachiko y Minho del brazo para llevarlos a un sitio seguro y jalarles las orejas por estar embobados viendo los portaaviones, pero al llegar quedó paralizada por el miedo.

Había una enorme cantidad de barcos que no habían visto antes, con artefactos extraños de los cuales no tenía ni idea de para qué funcionaba, pero si el ejército los llevaba mientras volaban aviones bombarderos no podía ser nada bueno. Cuando recuperó un momento de lucidez, arrastró a sus dos amigos al mismo lugar en el que estaba Jihyun. Los demás también empezaron a correr, metiéndose donde podían por la cantidad de alumnos que ya se habían resguardado.

Desde el Onsen pudieron al director Katayama llegar al área residencial junto a la señora Kondo y el señor Matsubara. Los profesores llegaron de distintas direcciones, principalmente del palacio, y empezaron a lanzar encantamientos protectores para cubrir esa zona.

Tras un rato, los tutores de cada grado los ayudaron a salir de debajo de las casas, reuniéndolos a todos cerca del centro como solían hacer cuando había un terremoto.

—Voy a llamar a lista para verificar que todos están aquí —dijo la profesora Hamasaki cuando ya estaban formados en dos filas.

—Ni siquiera los temblores asustan tanto —dijo Jihyun.

—Los temblores son más normales que esto —respondió Jangmi en un susurro— ¿Qué eran esos barcos?

—Nada bueno, Hana —respondió Taro—. Lanzacohetes.

—¿Qué es eso?

—Son bombas, pero más largas y pueden apuntar a un objetivo con más precisión que una bomba ordinaria lanzada desde un avión.

La profesora Hamasaki los mandó a callar cuando el director Katayama se paró frente a todos con solemnidad. Por inercia, todos se inclinaron con respeto hacia el director.

—Por lo reciente de esta situación, la naturaleza de la proximidad de los estadounidenses a la isla es desconocida. Sin embargo, una reacción de pánico como la que se ha vivido no puede repetirse —enfatizó con energía—. Parece que la información entra y sale de sus cabezas como un gusano que deja una manzana. Desde su ingreso se les instruyó en el protocolo de evacuación.

—Profesor —dijo Uchiyama desde su grupo—, con todo respeto, esta situación es extraordinaria. Todos hemos visto al menos un bombardeo, o hemos visto nuestras ciudades vueltas cenizas... Entendemos el peligro, y esta escuela no cuenta con sótanos para evitar las bombas. Era una situación desesperada...

—Señorita Uchiyama, los estadounidenses jamás atacarán esta escuela por el simple hecho de que no pueden verla —respondió con cierta calma—. Para ellos, unos mahonai del otro lado del mundo, pero mahonai, a fin de cuentas, esta isla está desierta. Es un simple adorno en el paisaje. En su mente, no tiene sentido desperdiciar unas bombas en una isla deshabitada.

—¿Entonces por qué hicieron encantamientos protectores? —preguntó Aikawa.

—Dígame, señor Aikawa ¿Habrían salido todos de sus refugios con solo nuestra palabra en un momento de pánico? Claro que no —respondió de inmediato— La mente no funciona de manera racional en ese estado, y por eso han ocurrido muchas tragedias.

Hizo un gesto con las manos y la barrera se empezó a desvanecer lentamente desde la cúpula hasta el suelo.

—Les pido que regresen a sus actividades con normalidad, y que un incidente como el de hoy no se vuelva a repetir —ordenó con tranquilidad—. Los jóvenes del concejo estudiantil se reunirán con todo el cuerpo docente el sábado después de la sexta campana para discutir un asunto que afecta a todo el alumnado —finalizó y caminó de regreso al palacio con los estudiantes haciendo una reverencia tras de él.

Se quedaron inmóviles hasta que todos los profesores ya habían regresado al edificio principal, y entonces empezaron a murmurar teorías.

—¿A dónde creen que van? —preguntó Jihyun con miedo.

—No puede ser muy lejos —concluyó Yuki— Los aviones ya volaban de antes, así que no temen que el combustible se agote en medio del mar cuando regresen.

—¿Creen que van a atacar Ogasawara?

—Son aldeas muy pequeñas, no creo que les den importancia. Siempre van por las grandes ciudades —dijo Ryuko— Además, por la dirección en que iban, no creo que les interese mucho.

—¿Qué es lo más cercano en esa dirección? —preguntó Jangmi.

—Lo más importante es Osaka, pero está toda Shikoku y ciudades más allá.

—No creo que pasen de Iwo Jima —dijo Taro con cierta calma—. Tienen radares en la base aérea y bastantes soldados...

Todos cayeron en cuenta de las intenciones de Estados Unidos en ese momento. Conseguirían una base aérea más cercana a Japón para expandir sus bombardeos y reducirían el ejército imperial de un solo golpe. Si conquistaban la isla, Japón ya tendría la guerra perdida.

—Prende la radio —ordenó Ryuko.

❀La caja Ham es una tradición de las bodas coreanas de antaño, donde la familia del novio le regalaba a la novia una caja con los elementos que narré, además de objetos para el hogar y joyas si se lo pueden permitir.

❀La chima es la falda del hanbok de mujer.

❀En las bodas se solía entregar un ganso como deseo de longevidad y prosperidad como pareja. Actualmente, en las bodas de estilo tradicional, se usa la figura de un ganso de madera, pero antes era uno real.

❀A los estudiantes les enseñan los "tres no": No correr, No gritar, No empujar. Se usa mucho en las evacuaciones en Japón para los terremotos.

❀Existen dos islas llamadas Iwo Jima: Una es la que se localiza más al sur, y es en la que está la escuela, por eso su nombre es Minami (sur) Iwo Jima. La otra se encuentras más al norte, tiene un terreno plano y un volcán extinto. Se usó como base aérea en la segunda guerra mundial. Ambas islas pertenecen a la prefectura de Ogasarawa de Tokio, por más que se encuentren en pleno mar.

Próximo capítulo: 2022-09-25

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