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dos

Las clases habían terminado hacía casi dos horas y Soobin se estaba terminando de preparar para partir a la casa de Arin.

Se había duchado, vestido, peinado y perfumado especialmente para esa tarde. No tenía una razón en particular, él solo deseaba verse bien.

Agarró otra mochila, guardó su laptop, una libreta, un par de plumas y lanzó su celular dentro también para después colgarla en los hombros.

Salió de su habitación y solo le costó tres pasos cruzar el pasillo para tocar la puerta de la habitación de su prima, Yoojung. Le había pedido de favor si podía darle un aventón a la casa de Arin, ya que ella tenía coche y él no tenía ganas de tomar el bus.

—¿Listo? —la chica abrió la puerta y preguntó, Soobin solo asintió, aferrándose a los cordones de la mochila.

Bajaron las escaleras y cruzaron el recibidor para salir por la puerta principal. Se montaron al coche y el trayecto lo pasaron cantando y bailando canciones que pasaban en la radio, ambos eran realmente fans del kpop y se sabían la mayoría de canciones y coreografías.

—¿Es aquí? —Yoojung deslizó sus lentes de sol por el puente de su nariz, inclinándose para ver la casa. Soobin no pasó por alto el asombro en su voz cuando asintió en respuesta y preguntó por qué. —Vine a una fiesta que alguien de la universidad organizó hace como dos semanas.

—¿Cuando manejaste ebria y casi atropellas al perro de la vecina con tu mamadisimo KIA? —Soobin se rió palmeando el tablero del auto, recordando esa vez cuando su prima llegó en la madrugada con la vecina detrás de ella discutiendo y Yoojung solo le cerró la puerta en la cara y se tiró en el sillón a dormir.

—Seh, fue una noche salvaje —murmuró casualmente y se encogió de hombros. —Me invitó Changbin pero estoy casi segura que Yeonjun fue el anfitrión. No lo sé.

Soobin solo la escuchó pues realmente no tenía mucho que aportar en la conversación, el regañó por conducir en estado de ebriedad ya se lo había dado, como el más responsable de los dos y con los padres de ella ausentes de su vida, tuvo que. Si sus tíos y la madre de Soobin tenían algo algo común, era la gran ausencia que mantenían en la vida de sus hijos.

La madre de Soobin siempre estaba viajando. Que pasara dos semanas en Corea en compañía de su hijo, Soobin lo creía imposible. Joohyun siquiera quiso comprar una propiedad a su nombre porque ella en serio nunca estaba en el país, en cambio, le pidió a su hermano que acogiera a su hijo con él hasta que terminara los estudios. Y Seungwan y Mark, padres de Yoojung, también nunca estaban en casa, se ocupaban los días metidos en las oficinas de su empresa. Era rarísimo el día que se tomaban de descanso. Siempre más pendiente de la empresa que de su única hija.

Yoojung y Soobin habían aprendido a sobrevivir con la compañía del otro.

—¿Quieres que te venga a recoger? —ella le preguntó. —¿A qué hora?

—Antes de las siete está bien —contestó abriendo la puerta y bajando del auto. Se inclinó antes de cerrar la puerta. —¿Podemos cenar tteokbokki, Yooyu?

—Joder, por favor.

Soobin se rió ante la emoción de su prima y se despidió de ella con una sonrisa, Yoojung le mandó un beso volador y le dijo que le llamara cualquier cosa, antes de arrancar.

Caminó por el patio delantero hasta la puerta y se sacudió la ropa y verificó el olor de su aliento antes de chocar su puño contra la madera. Checó la hora en el reloj en su muñeca y maldijo levemente al ver que estaba doce minutos después de la hora que había acordado, Soobin odiaba ser impuntual. Sin embargo, eso no impidió que Arin lo recibiera con una gran sonrisa cuando abrió la puerta.

—Soobin, pasa, pasa —le dijo alegremente haciéndose al costado. —Subamos a mi habitación.

El chico la siguió por detrás realmente sin saber cómo actuar o qué decir. Él no era exactamente una persona tímida, pero tampoco era alguien extrovertido. Soobin toda su vida se había enfocado en ser alguien bueno, era un buen estudiante y aunque su madre no le había dejado demostrárselo, consideraba ser un buen hijo. Eran lo único a lo que se dedicaba y creía ser bueno en ello.

Soobin sonrió ligeramente cuando estuvieron dentro del cuarto de Arin. El lugar era muy limpio, muy sencillo, muy lindo. Era casi como esa sensación que Arin transmite con solo verla. Tranquilidad.

—Puedes sentarte ahí, ahora vuelvo —la chica señaló la silla blanca frente al escritorio en la esquina del lugar, antes de salir de la habitación. Soobin se sentó colocando su mochila sobre sus piernas, sacando su portátil y encendiéndola.

El pelinegro levantó su cabeza cuando escuchó a Arin de regreso; ella entró empujando una silla similar en la que él estaba aunque esa era de color negro, hasta colocarla un lado suyo. —Tuve que tomar la de mi hermano, para no bajar hasta la cocina por una —explicó tomando asiento y estirándose para agarrar su laptop también.

Comenzaron a trabajar en un silencio pulcro, aunque no sé encontraban incómodos, solo estaban muy concentrados en lograr la primera parte de lo que iba a ser su proyecto semanal. Cuando se decidieron, Arin se encargó de mandar el mensaje por el grupo de chat de la batalla que había decidido para que el profesor lo viera y festejaron porque nadie había escogido la batalla que ellos eligieron.

Continuaron trabajando mientras compartían ideas y páginas web con información esencial, pasaron poco más de dos horas dedicadas exclusivamente a elaborar el primer reporte de su proyecto hasta quedar completamente satisfechos.

Soobin agradecía que Arin fuera tan perfeccionista como él lo era, y ella también agradecía lo mismo.

—¿Ya te vas a ir? —la pelinegra no pudo evitar preguntar formando un ligero mohín cuando ambos terminaron de ordenar todo y Soobin tuvo sus cosas guardadas en su mochila.

Él miró el reloj en su muñeca. —Mi prima quedó de venir a las siete, pero aún faltan veinticinco minutos —hizo una mueca enseguida. —Supongo que tendré que tomar el bus.

Arin negó enfáticamente. —Puedes esperarla —sugirió. —Horneé unos brownies hace un rato y no hay nadie en casa que pueda probarlos, ¿no quieres quedarte hasta que tú prima venga y hacerlo tú?

—No quiero ser una molestia.

—No seas bobo —le golpeó débilmente el brazo mientras se reía. —No lo eres, además no me gusta mucho estar sola y mi hermano no vendrá hasta dentro de un rato.

Soobin la miró interrogante mientras se lo pensaba pero terminó riendo de la ternura que le causaba el rostro suplicante de Arin, así que tuvo que aceptar aquella propuesta.

Bajaron a la cocina y tomaron asiento uno junto al otro con el plato de brownies en medio de ambos. Soobin no se pudo contener a darle un par de halagos a Arin por tan delicioso postre que había horneado, logrando un sonrojo en sus pómulos y él no pudo encontrar ese acto más lindo.

Estuvieron hablando de cosas muy triviales y riendo hasta que sus mejillas ardieron. Ambos se preguntaban porque no eran amigos desde antes si notaron enseguida lo mucho que habían congeniado y la gran química que tenían.

El par guardó silencio cuando desde donde estaban escucharon la puerta abrirse y cerrarse abruptamente. —¡Yewon, buscan a alguien afuera!

Soobin permaneció estático al escuchar la voz masculina, pero nadie apareció en su campo visual. Como si esa persona que habló hubiese entrado y hubiese seguido de largo hacia las escaleras, teoría que confirmó cuando el silencio los inundó después de eso.

—Es mi hermano —Arin le restó importancia sacudiendo su mano y volteando la mirada. Se puso de pie caminando hacia la ventana tras de ellos que daba a la calle de enfrente. —Supongo que es tu prima.

El pelinegro se levantó colgando la mochila en su hombro. Arin lo acompañó hasta la entrada principal y los dos se despidieron con sonrisa en el rostro quedando de verse mañana en la escuela y volver a reunirse para continuar su proyecto.

—¡Conozco es sonrisita! —exclamó Yoojung en cuanto Soobin se montó en el coche. —Te conozco, primo. You're whipped.

—¡Cállate, Yooyu! No es cierto —el pelinegro se cruzó de brazos. —Psicópata.

—¡Ey! —la mayor le lanzó un golpe en el hombro antes de poner en marcha el coche. La chica carraspeo antes de ponerse modo sería. —Así que... estás enamorado de la hermana de Yeonjun.

—¿Quién?

—El hermano mayor de, ¿Yewon? —Soobin asintió ante la duda, escuchándola. — Acabo de toparmelo, llegué justo cuando él estaba por entrar y estábamos hablando. Ahora estoy segura que él fue el host de la fiesta loca.

—No estoy enamorado de ella, Yooyu. De hecho, creo que ella está enamorada de mí —confesó Soobin recordando la conversación con Yeji y ese lindo comportamiento que Arin tenía con él, aunque se cuestionaba si ella era así exclusivamente con él o era su naturaleza con todos, pues sabía lo buena persona que Arin era.

—No —la castaña alargó la silaba mostrandose sorprendida y su primo se rio divertido por la reacción y solo asintió. —Yeonjun va a matarte.

—¿Disculpa?

—Él es raro —explicó, encogiéndose de hombros y Soobin frunció el ceño, pidiendo más información. —, pero en una forma sexy. Como sexymente raro.

Soobin la miró sin entender realmente a qué se refería. —Tú eres rara. Como raramente rara —comenzó a reír ante la mirada incrédula que Yoojung lanzó al frente, sin despegar la vista del camino. —¿Aún estamos yendo por tteokbokki?

—Y unos malditos kimbab también, bebé —dijo Yoojung sacudiendo la cabeza de lado a lado, emocionada por comer.

Soobin sacó su celular cuando éste vibró en el bolsillo de su pantalón.

Negó con la cabeza bloqueando la pantalla y se dio cuenta que justo habían llegado al puesto de comida ambulante donde preparaban deliciosamente una de sus comidas favoritas. Luego fueron a un seven-eleven a comprar kimbab y algo de beber.

Soobin comió tranquilamente en compañía de su prima mientras miraban esa famosa serie de la que todos hablaban últimamente pero él no se pudo concentrar pensando en todo lo que había pasado ese día.

Una sonrisa inconsciente creció en su rostro.

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