~9~
Aria.
Al llegar a la recepción cancelé mi cuenta y me fui de ahí hasta mi auto.
Malcom me seguía callado con las maletas detrás de mí sin formular palabra alguna, era mejor así. Después de que me las subió al maletero le agradecí y me fui. No me gusta nada el cómo se me están dando las cosas, el saber que un chucho estaba en este hotel, me tomó desprevenida, pero tendría que haberme dado cuenta.
Me siento una estúpida por eso.
Una camioneta color negra venía de frente por el otro carril, mientras yo estaba detenida en un semáforo, me quedé embobada mirando al hombre que lo manejaba. Era realmente guapo, para qué mentir, cuando nuestras miradas se encontraron sentí que me quedaba sin aire, su mirada traspasó todo mi ser, sintiendo que se me eriza cada vello de la nuca. En mi vida me había pasado tal cosa, trague saliva al ver como el auto avanzaba lento y él hombre manejaba sin quitar su mirada de la mía, me atraía como un imán.
Un sonido de bocina me hizo regresar a la realidad, miré hacia el frente y me di cuenta que el semáforo ya estaba en verde. Que tonta.
Avance lentamente hasta que el auto frente a mí aceleró, dobló la esquina y me alejé de ahí a máxima velocidad.
¿Quién sería ese hombre? ¿Por qué me quedo mirando así?
Llegue a una plaza y estacione el auto frente a lo que parecía ser un café-bar. Tome mi maleta pequeña y baje con ella cerrando con seguro el auto. Mire a ambos lados de la calle y pase hacia el café, empuje la puerta y al hacerlo el olor a café, vainilla y otras esencias me resultaron sumamente placentero, había poca gente ya que era pasado el mediodía, tenía bastante hambre, vi una mesa vacía y camine hasta ella. Deje sobre la mesa mi pequeña maleta, donde tenía mi laptop, mi celular y otras cosas que necesitaría para ver si mi plan a ultimo minuto había funcionado.
Saqué todo lo que había dentro y me coloque los auriculares en los oídos mientras dejaba que se encendiera la laptop. Una chica se acercó a mí y me sonrió falsamente, tal vez estaba cansada.
— Hola. Bienvenida ¿Qué desea ordenar? — preguntó ella sin prestar mucha atención. Rodee los ojos al ver como mascaba chicle como si fuera una loca.
— Hola. Primero, por favor tira ese chicle, pareces una vaca mascando pasto — la chica frente a mí al fin me miró a los ojos y vi cómo se ruborizo completamente. Mire la carta que había estado en la mesa junto a mi laptop, me importaba una mierda lo que hiciera, sin embargo que lo haga de esa manera era molesto — y segundo quiero un expreso y una rebanada de pastel de frambuesa — dije levantando mi mirada. Ella aún completamente roja anoto todo rápidamente y se fue de ahí.
¡Uy! La avergoncé.
Me concentré en conectar mi laptop con el wifi que había libre en este lugar y me conecte a las dos mini cámaras que deje instaladas en la habitación del hotel. Sí, algo me decía que Jackson me estaba mintiendo, y me quedó más que claro al ver lo que aparecía en la pantalla.
En ella se veía a un Jackson acostado todavía en la cama con el ceño fruncido y un poco asustado, junto a él estaba Camila mirando expectante al hombre frente a ellos.
Era un hombre rubio de porte imponente y rasgos muy marcados, miraba con seriedad al chico frente a él. Subí el volumen de mi computadora para poder oír que era lo que pasaba. Jackson se levantó de la cama rápidamente y se volvió a sentar, al parecer se había mareado. El hombre se acercó a Jackson dándole una mirada fulminante a Camila, la cual bajó la cabeza y se removió incómoda.
Si que era intimidante.
Por la puerta en ese momento pasó otro hombre un poco más joven, observando todo con ojo crítico, eso sí me preocupo, era seguro que estaba buscando alguna cámara y rogaba a dios que no las encontrara. Caminó por toda la habitación con las manos detrás de su espalda, entretanto el otro se acercó a los pies de la cama y cruzó sus anchos brazos esperando una respuesta.
Madre mia, que brazos, su camisa estaba enrollada en sus antebrazos y un tatuaje resaltaba en una de sus manos, su cabello rubio estaba un poco despeinado y aun asi lucia increible.
— ... contéstame — demandó con una voz ronca y potente, se me erizaron todos los cabellos al escuchar su voz — ¿qué demonios le hiciste? — le pregunto ahora a la morena. La muchacha negó rápidamente y se levantó de la cama. Jackson se levantó como pudo y tomó el brazo del hombre para que lo mirara a los ojos.
— Ella no fue Alpha, fue una cazadora que anda buscando la manada más fuerte — dijo en un tono más bajo.
Vaya, con que él era su dichoso Alpha. Sonreí al darme cuenta que mis sospechas me estaban encaminando por muy buen camino.
La chica regresó con mi pedido, y yo seguí con lo mío.
— ¿Cómo era?
Regresaba del baño, luego de unos minutos allí, a Camila no la podía ver, se había alejado a uno de los puntos ciegos de mi cámara al igual que el otro chucho.
— Morocha, ojos azules, alta y muy, pero muy mandona y presumida — se mofó el chucho. ¿Estaba hablando de mí? — la verdad se parecía un poco a ti y a alguien que una vez conocimos — dijo el lobo encogiéndose de hombros — ¿Y Camila? — pregunto ahora cambiando su expresión de divertida a preocupada.
— Dijo algo de ir a trabajar.
Entonces si se había ido, seguramente fue cuando la chica me trajo mi pedido.
— Caccian, ella es mi Mate, quiero llevarla a la manada cuanto antes.
¿Caccian?
Con que ese era el nombre del Alpha. Me llamaba demasiado la atención ese hombre. Tenía un aire de misterio que lo envolvía y lo hacía ver mucho más guapo de lo que era. Agite mi cabeza quitando esos estúpidos pensamientos.
Era el mismo nombre que me dijo Celen, pero ¿Serán la misma persona? No creo que en este lugar haya tantos con un nombre así. ¿Será él al que vine a buscar?
Era increíblemente atrayente su físico, lo poco que podía ver de sus ojos y su voz más que nada.
Pero... no estaba aquí para andar pensando en esas tonterías.
Tenía una misión y yo no fallo jamás.
Después de un rato vi como ellos se retiraron y así vi cómo se me escapaba la oportunidad de seguir espiando sus conversaciones. Al menos ya sé que ellos saben más de lo que dicen. El Alpha me será de muchísima ayuda. De eso estoy más que segura.
Guarde todo en mi pequeña maleta y me levanté del asiento, camine hasta la barra y me acerque hasta donde estaba uno de los que atendían el lugar.
— Disculpa — llame la atención del chico frente a mí que estaba de espaldas al mostrador. El chico se giró y me regaló una media sonrisa.
— Señorita, ¿Se le ofrece algo más? — preguntó él tomando un paño y comenzando a pasarlo por el mostrador sin quitar su mirada marrón de la mía.
— Sí, quería saber si por aquí se alquilan cuartos, no quiero ir al hotel — mentí. El chico se quedó pensando hasta que me sonrió.
— Sí claro. Justo al lado hay una señora que alquila. Si quiere vaya y pregunte en una de esa tiene suerte.
— Gracias — sonreí. El chico asintió y después de despedirme salí del local.
Afuera estaba mucho más oscuro de lo normal, ya que se avecinaba lluvia. Una gran tormenta tal vez.
La suerte esta vez estuvo de mi lado. Al fin. La dueña del pequeño complejo de habitaciones había estado reacia a darme alguna llave, alegando que no me conocía y que seguramente era peligrosa. Claramente mi atuendo la dejó bastante descolocada, pero después de mucho insistir y de rogar, aceptó, a regañadientes, pero acepto. De mala gana me dio las llaves y me condujo para la parte trasera de la gran casa, por un interminable pasillo llegamos a lo que sería un pequeño patio, al centro había una fuente que no tenía agua, a los costados había plantas en grandes macetas, tres pequeños árboles, y un camino empedrado que nos condujo hasta un cuarto bastante apartado.
Mejor. Pensé.
Me abrió la puerta y después de darme una dura mirada, la cual supuse, (queriéndome intimidar) se fue a paso rápido. La verdad es que esa señora podía hacer de todo menos intimidar, era bastante baja de estatura y delgada. Tenía el pelo atado en un bajo moño y tenía muchísimas canas mescladas con su cabello negro. Vestía de forma elegante y portaba unos lentes redondeados en el puente de su nariz.
Me había concentrado en tratar de ver si había alguien más a parte de ella y de mí, pero hasta ahora no pude ver a nadie más.
Suspire.
Me había instalado hace más de una hora y me encontraba en la pequeña cocina preparándome algo de comer. Hace más de media hora había comenzado una intensa lluvia, los truenos y relámpagos habían hecho que la luz de la pequeña casa se cortase. La casita en sí estaba en penumbras, pero yo tenía varios tubos donde al agitarse se creaba una luz blanquecina, iluminando así un poco la estancia.
**
Los días pasaron, todo parecía encontrarse en calma. Me había ocupado de seguir a la pareja y a su Alpha y otro hombre desde la lejanía, no quería que se me escaparan, por nada del mundo dejaría que se vayan sin mí.
Hans me había enviado más insumos y armas para estar más preparada ante cualquier cosa, pero me advirtió que no regresará a la base por nada del mundo, no me explico el porqué, pero tampoco replique, dado que era una orden directa de él y no como padre si no como el director que era.
Millones de preguntas se acentuaron en mi cabeza, pero ninguna había obtenido sus respectivas respuestas.
Mi mayor problema era que me encontraba totalmente alerta y que no podía dormir, ya que, al hacerlo unos sueños, o pesadillas me comenzaban a atacar y terminaba por despertarme toda sudorosa y temblando.
Esas pesadillas habían comenzado después de verlo a él. Al Alpha.
Se trataban de imágenes confusas y mezcladas, voces que no conocía me susurraban cosas, ideas, me dejan más dudas cada vez que pasaban.
Mire mi reflejo en el pequeño espejo del baño, había terminado de darme una ducha después de regresar de andar como por tres horas siguiendo a los tortolos, al parecer su relación de Mates iba viento en popa, la cuestión era que al Alpha solo lo había visto tres veces en total.
Había escuchado varias de sus conversaciones, las cuales más se trataban de algunas cosas de ellos, al parecer eran "citas", en una de esas "citas" Jackson le había dicho que pronto tendrían que irse, pero no especificó cuándo y es por eso que me encargue de conectar mi computadora a las cámaras de la entrada del Hotel, por cualquier cosa tenía todo ya en mis maletas y mi auto listo para cualquier huida inesperada, así como también comida, agua y mantas. No sé a qué me estoy enfrentando y si es que mi corazonada va a dar resultado. Pero aun así no me voy a rendir.
En mi reflejo no me sorprendí al ver las ojeras leves bajo mis ojos, mi cabello estaba más largo y estaba muy descuidado, tomé un peine y comencé a peinarlo, lo tenía hasta casi la cintura, pero así me gustaba.
Mis ojos azules se encontraban cansados por no dormir, pero ya tendría tiempo. Salí del baño y busqué ropa cómoda para ponerme, no había muchas diferencias en ellas, todas eran del mismo color, negras.
Cerré la puerta de la pequeña casita y caminé por el patio hasta llegar al pasillo que me llevaría a la puerta de la salida. Mientras caminaba una sombra se hizo presente por el rabillo del ojo, seguí caminando sin dejar de estar atenta, no me fio de los nuevos inquilinos de la señora.
Cuando estaba llegando a la puerta un susurro cerca de mi oído me hizo detener y mirar hacia atrás.
No había nadie.
"Cuidado cazadora"
Se escuchó de nuevo esa voz, gire de nuevo mi cuerpo tratando de captar a alguien, pero nadie estaba a mi alrededor. ¿Qué fue eso?
Observe cautelosa y lista para cualquier cosa, sea lo que sea que me haya estado susurrando no debe de estar muy lejos.
Volví a rehacer mi camino hasta la puerta y la abrí totalmente, el cuarto donde la señora se queda está justo a la entrada y es por eso que siempre la encuentro mirando por la ventana, pero esta vez no. Y eso es demasiado raro. Me encojo de hombros y salgo con rumbo al bar-café de al lado, mi nuevo lugar favorito.
Mi celular vibra antes de que consiga traspasar la puerta y veo que es Hans. Atiendo.
— Hola mi amor — dice con voz grave. Se que está sonriendo. Sonrió también.
— Hola papi ¿cómo estás? — pregunto mirando a mi alrededor atenta a cualquier cosa.
— Bien, amor. ¿Cómo vas con la misión?
— Bien, ningún cambio hasta ahora — un mal presentimiento hace que se me erice toda la piel de mi cuello.
Frunzo el ceño observando todo, en eso veo que se comienzan a acercar Jackson, Camila y ¿el Alpha? Dejo de prestar atención a mi entorno cuando nuestros ojos se encuentran.
Es el mismo hombre que vi desde mi auto y otra vez esa electrizante conexión aparece, aún están muy lejos de mí, el único que me ha visto es él, es por eso que es mejor que me vaya de este lugar. ¿Dónde estará el otro hombre?
— Hija, ¿me estás escuchando? — escucho la voz dura de mi padre a través de la línea, pero solo atine a cortar la llamada y comenzar a alejarme en sentido contrario hacia algún lugar lejos de ellos. El viento me llega de frente y me hace cerrar los ojos ante lo repentino que fue.
Miro hacia atrás y veo que el Alpha está parado y con los ojos cerrados como ¿aspirando el aire? Frunzo el ceño y cuando vuelve a abrir los ojos me mira con un nuevo brillo en ellos.
¿Brillo? ¿Como diablos puedo ver eso desde esta distancia? dejo de ver hacia atrás y me pierdo entre el mar de gente que aparece frente a mí. Mi corazón late desbocado y mi respiración se agita a medida que comienzo a caminar más y más rápido, quiero y necesito escapar ¿escapar de qué? ¿De él? No puede ser, no puede ser ¿Sera? No, no. Claro que no.
Yo no escapo de nadie, ¿Pero qué demonios me pasa?
"Corre cazadora, que el lobo quiere comerte" vuelvo a escuchar detrás de mí. Giro mi cabeza un poco y ahí lo veo, viene rápidamente, casi corriendo. ¿Me está persiguiendo? es claro que si, que tonta pregunta.
Regreso mi mirada al frente y esquivo a varias personas que vienen de frente, a algunas las paso tan rápidos que me estrello con ellas, pero no me importan, cruzo las calles rápidamente y me pierdo en el mar de gente que está saliendo de sus trabajos, miro a tras de mí y me cercioro de que haya perdido al loco que me estaba persiguiendo, pero cuando lo vuelvo a ver entre el mar de gente, observando con sus brillantes ojos me entra un escalofrío. Su mirada promete tanto, tantas cosas buenas como malas.
Suspiro y sigo caminando, hasta que veo un pequeño parque que está bastante lleno de gente con muchos niños que van y vienen. Miro detrás de mí y lo veo siguiéndome a una buena distancia.
No queda de otra, tarde o temprano tendré que enfrentarlo, y que mejor que en un lugar público.
Camino hasta una banca y me siento a la espera de que él llegue. Tengo los nervios de punta. Tal vez sea porque es la primera vez que un hombre me pone de esta manera. Ansiosa. Le doy la espalda al camino y centro mi mirada en la plaza, no es muy grande, pero está totalmente llena de niños y niñas jugando en los pocos juegos, algunas personas se encuentran sentadas en las bancas observando a los niños, otras están besándose o demostrándose cariño mutuamente. Un escalofrío me produce una pequeña brisa, y con ella me trae consigo un perfume riquísimo, cierro los ojos y me concentro en sentir más, es tan embriagante, hasta que siento como alguien se posiciona detrás de mí, no abro los ojos, algo me dice que es él.
Lo siento acercar su rostro hasta mi altura, está detrás de mí, y su calor arrollador, más su perfume me dejan totalmente atontada y sin fuerzas, sin ganas de alejarme.
— Mía... — susurra en mi oído con voz calma y grave — solo mía — exclama antes de dejar un pequeño y dulce beso en mi cuello haciendo que se me erice hasta el último vello de mi espalda. Abro mis ojos y veo como él camina lentamente hasta quedar justo frente a mí.
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