14 | No es un simple collar
—La relación de los Dumont con las brujas del Sol comenzó un tiempo antes de la muerte de tu tío. Ava y Mathieu llevaban unos cuantos meses manteniendo una relación amorosa y ambos sabían de los poderes del otro. Pero la envidia empezó a hacer mella en Ava, que veía como tu tío iba adquiriendo cierto grado de poder al que ella era incapaz de llegar. —Gauvian le dedicó una mirada a Annabelle como preguntándole si seguía la conversación, y esta asintió en señal de respuesta.
—Pero... ¿Todo eso qué relación tiene con las brujas del Sol?
—Tranquila, jovencita, que la historia aún continúa.
—Está bien. ¿Y cómo sigue? —La impaciencia empezaba a florecer, pues lo que Annabelle ansiaba eran respuestas a todas las preguntas que volaban por su cabeza.
—Ava Dumont se fue alejando poco a poco de Mathieu, hasta tal punto de cortar de raíz su relación. Tu tío en aquel momento no entendió la razón del cambio tan drástico de Ava, y para su mala suerte, tampoco llegó a descubrirla más tarde pues la muerte le sorprendió de forma repentina. Esa mujer había hecho un trato con las brujas a cambio de más poder.
Annabelle levantó la mano como queriendo añadir algo. Gauvian paró de hablar cediéndole el turno a la joven.
—¿La vida de mi tío fue el precio que pusieron?
Gauvian asintió.
—Las brujas del Sol utilizaron la muerte de tu tío para trasvasar sus poderes al cuerpo de Ava. Pero no fue lo único que le exigieron a Ava, el trato tenía trampa —declaró el minino. Se estaba dando cuenta al ver las miradas confusas que le dirigía Annabelle, que para ella todo esto era nuevo. Ni su tía ni sus padres se habían parado a contarle la historia. Annette en cierta ocasión le dijo que todo requería su tiempo y que a veces la verdad es muy difícil de enfrentar.
—¿Cuál era esa trampa?
—Ava tenía que conseguir un objeto para ellas, algo que según decían había pertenecido a su familia desde hace siglos, si no era capaz de lograrlo la magia que había absorbido empezaría a rechazar su cuerpo hasta tal punto de acabar con su vida.
—No lo logró —susurró Annabelle. De haberlo hecho Ava estaría viva y el altar que le había dedicado Coraline a su hermana jamás existiría—. ¿Y cuál era ese objeto?
—Un collar.
—¿Todo por un collar? —preguntó Annabelle sin entender. La muerte de su tío había sido fruto del ansia de poder. Él, sin quererlo, había pagado los platos rotos del juego sucio de la magia negra.
—No es un simple collar, Annabelle —murmuró Gauvian. Después le indicó que se agachara para susurrarle algo al oído—. Ese collar puede traerte de vuelta a la vida.
Después de que Annabelle Leblanc saliera huyendo de su casa, Coraline subió inmediatamente a la habitación de su hija para comprobar cómo se encontraba. Había escuchado los gritos de Elisa desde la cocina, y aunque en un principio quiso acudir en su ayuda, prefirió dejar que ella solucionara el problema por su cuenta. Cuando vio que las cosas no mejoraban se animó a ir, pero en ese momento observó como Annabelle bajaba las escaleras con rapidez dispuesta a abandonar la casa.
Cuando esta se encontraba sosteniendo el picaporte, habló. Se dio cuenta de que la joven parecía temblar un poco, y eso le provocó que una sonrisa se formara en sus labios. Le tenía miedo. Pero ese atisbo de pánico desapareció enseguida, pues la muchacha recobró la compostura de un momento a otro. No supo qué decir cuando Annabelle pronunció sus últimas palabras antes de irse de allí, pero algo logró llamar su atención: el nombre de Annette.
Llegó a la conclusión de que su tía le había llenado la cabeza con estupideces sobre su familia, y aunque estuvo tentada a ir tras ella, al final decidió que no merecía la pena. Ya se lo cobraría en un futuro.
Elisa se encontraba tumbada en la cama en dirección a la ventana, por eso cuando su madre entró en la habitación no se percató de su presencia. Coraline tocó el hombro de su hija y esta tardó en darse la vuelta.
Su cara reflejó cierta preocupación cuando contempló los ojos hinchados de Elisa. Había estado llorando y eso solo provocó que el odio por los Leblanc se incrementara.
—¿Estás mejor, cariño? —preguntó pasando una mano por su cabello.
—Bueno. —No era la respuesta que esperaba, pero al menos Elisa estaba mejor, así que por el momento le valía.
—Annabelle es una completa idiota. Ni siquiera sé por qué me hice su amiga. Aunque quizá tiene razón en algo... ¿Mamá, tú piensas que no soy capaz de escuchar cuando los demás hablan?
—¡Claro que puedes! —exclamó Coraline tratando de desechar esas ideas absurdas de la cabeza de su hija—. Annabelle no sabe lo que dice, así que es mejor que no le hagas caso.
—Pero... Analizando las cosas en frío, creo que yo también tengo algo de culpa en lo que ha ocurrido. No sé... Creo que quizá lo mejor sea hablar con ella para aclararlo todo.
Eso pilló por sorpresa a Coraline. Había estado escuchando a su hija durante toda la discusión, y realmente percibió un gran enfado por su parte, por eso ahora era incapaz de entender por qué estaba dando marcha atrás. ¿En serio quería arreglar las cosas con Annabelle? ¿Cómo podría convencer a Elisa de que eso no era una buena idea? Los Dumont y los Leblanc no estaban hechos para ser amigos. No quería tener que enfrentar otra muerte como la de su hermana Ava, al menos esta vez la muerte se encontraría en el bando opuesto.
———♦———
Sé que dije que no sabía si iba a poder actualizar esta semana, pero al final he logrado sacar un hueco.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Lograrán las brujas del Sol hacerse con el collar? ¿Arreglarán Annabelle y Elisa sus diferencias o Coraline encontrará la manera de evitarlo?
¡Nos vemos en el próximo capítulo! 💙
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