05 | La seguridad del hogar
Pese a la negativa de Larissa Leblanc a que su hija se fuera a vivir con su tía, para Gustave Leblanc fue toda una alegría. Cuando la joven les comunicó su idea de mudarse con Annette al Barrio Francés, el hombre no pudo sentirse más feliz. Tras la muerte de su hermano Mathieu a manos de una bruja llamada Ava, trató por todos los medios de mantener alejada a su hija de todo aquello que tuviera que ver con la magia, pero ahora todo era diferente, sabía que ella pertenecía a ese mundo tanto como él y que apartarla de una parte de su vida era algo imposible.
Annabelle había visto la versión más triste de su padre cuando sucedió la muerte de su tío, y aunque entendía su tristeza, pues perder a un hermano era un dolor demasiado grande, no le gustaba en absoluto ver que cada vez que su padre sonreía, eran sonrisas vacías. Por eso, cuando le dio la noticia de que dejaría Baton Rouge para irse con Ette a trabajar a su tienda, su corazón se llenó de alegría al ver la sonrisa de Gustave.
Ahora, con los nuevos acontecimientos que rodeaban a la familia Dumont, Annette se puso en contacto con su hermano para informarle de cómo se encontraban las cosas actualmente.
—Parece que los Dumont han vuelto a rememorar el pasado —habló la mujer entre susurros. No quería que Annabelle estuviera al tanto de esa conversación. Al menos no aún—. ¿Me has escuchado, Gustave?
Tras varios segundos en los que no obtuvo respuesta, Annette volvió a insistir.
—Gustave, ¿estás ahí?
Sabía que se encontraba al otro lado del teléfono ya que podía oír su respiración, pero se estaba empezando a preocupar de que su hermano no contestara.
—Estoy aquí, Anne —respondió al fin—. ¿Por qué dices eso de los Dumont?
Annette suspiró en señal de alivio. Se apartó unos segundos el teléfono y echó un vistazo a su alrededor esperando no toparse con la mirada curiosa de Annabelle, cuando se percató de que seguía sola, volvió a pegarse el aparato a la oreja.
—Tiene un plan, Gustave. Un plan para desenmascarar a su amiga Elisa.
Esa última declaración logró captar la atención de Gustave, ya que ahora parecía mostrar más interés en la conversación.
—¿Qué ha sucedido con Elisa?
—Parece que oculta algo. ¿Crees que hay alguien más detrás de eso? ¿Coraline tal vez?
—No lo sé, Annette, podría ser...
Annette pareció meditar antes de continuar hablando, y la idea que pasó por su cabeza la obligó a compartirla con su hermano.
—Eve.
—Si Eve está buscando venganza, las cosas están más complicadas de lo que nos imaginamos. La venganza es muy peligrosa —declaró Gustave.
—Lo sé. He advertido a Belle de que tenga cuidado, pero ya sabes cómo es tu hija. Además, Gauvian la está vigilando. De momento no debemos preocuparnos, pero sí ir con cautela.
—Mantenme informado, ¿de acuerdo?
—Lo haré, Gustave. Da recuerdos a Larissa de mi parte.
—Como siempre. Hasta pronto, Anne.
Los carnavales estaban a la vuelta de la esquina, y aunque Annabelle no era una fanática de ellos, le había prometido a Elisa que este año se disfrazaría, además, pensaba poner en marcha su plan, así que debía de sacar las ganas de donde fuera necesario.
Desde aquella vez en que Elisa se presentó en su casa para aclarar las cosas, todo había vuelto a la normalidad entre ellas, al menos su amiga lo veía así. El problema es que a Annabelle cada vez le costaba más fingir ciertas actuaciones. Se estaba cansando un poco de esa situación y no se le daba demasiado bien fingir que estaba feliz.
—¿Te gusta este, Belle? —Elisa la miraba mientras sostenía un disfraz de vampiro entre las manos.
Annabelle contempló el disfraz, y después de darle un pequeño repaso, negó.
—Mejor sigamos mirando.
Elisa bufó en respuesta mientras lo colgaba de la barra. ¿Por qué se quejaba tanto? A fin de cuentas era ella la que le había insistido para ir cuando sabía que no le gustaba en absoluto.
Annabelle se alejó unos metros de su amiga y empezó a echar un vistazo por su cuenta. Quizá así encontraría algo y acabarían lo más pronto posible.
—Elisa, ven. Creo que lo he encontrado.
Elisa se dio la vuelta y caminó hasta ella. Torció la cabeza cuando contempló un disfraz de bruja en las manos de Annabelle.
—¿En serio? —preguntó no muy convencida de la elección que había hecho su amiga.
—¿No te gusta?
Al ver la mirada que le dio Elisa se dio cuenta de la respuesta. No le gustaba, pero esa fue la idea cuando escogió justo ese disfraz, quería ver la reacción de su amiga.
—Me lo llevo —declaró Annabelle con fingido entusiasmo.
En realidad no le gustaba, pero debía elegir uno, además, al menos había valido para disipar una duda que llevaba varios días rondando por su cabeza. Cada día estaba a un paso más cerca de creer un poco en esas historias que le contaba su tía de pequeña.
———♦———
Tengo un dilema con esta novela, y es que hay mil ideas que rondan por mi cabeza pero a veces no encuentro la manera correcta de plasmarlas 😅.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Las cosas se están poniendo más interesantes como os dije 😏. ¿Quién es Eve y por qué estaría buscando venganza? ¿Qué sospechas creéis que tiene Annabelle sobre Elisa?
¿La balanza se inclinará hacia los Leblanc o hacia los Dumont?
¿A qué bando pertenecéis vosotros? ¡Os leo! 💜
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