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04 | Lindo gatito

Los padres de Annabelle se dieron cuenta de que su hija era peculiar. Ya desde muy pequeña no se parecía mucho a los otros niños de su edad. Cuando aún era una niña y su madre se colaba en su habitación cada noche para desearle dulces sueños, siempre veía que esta dormía con la ventana abierta. También se sorprendía cuando le preguntaba que si no quería que revisara el armario en busca de algún monstruo.

—No hay ningún monstruo, mamá —respondía siempre la pequeña entre risas.

Después de un tiempo dejó de hacerle ese tipo de preguntas, porque vio que Annabelle no era como los demás niños. Ella parecía no tener miedo de la oscuridad y de todo lo que implicaba. Otra cosa que no entendía era por qué su hija se negaba a dormir con la ventana cerrada y cada vez que hacía el intento de bloquearla, Annabelle le tomaba del brazo para impedírselo.

—Déjala abierta. Me gusta así.

Ahora, después de muchos años, Annabelle seguía manteniendo esa manía, y como cada noche la ventana de su habitación permanecía abierta. Pero su sorpresa fue tal cuando salió del baño y vio a un gato encima de la repisa de la ventana, que tuvo que taparse la boca para no emitir ningún ruido. Annette estaría durmiendo y no quería ser la causante de su despertar.

El minino parecía mirarle con curiosidad, y aunque en un primer momento no se atrevió a acercarse, al final se animó y se encaminó hacia la ventana. Tuvo que sentarse en la cama para poder acariciar su pelaje. Era más negro que la oscuridad. Un pensamiento cruzó su mente al darse cuenta de ello. ¿Cómo podía haber gente que pensara que un gato negro da mala suerte? ¡Si era precioso!

Le dedicó una tierna sonrisa al animal que parecía disfrutar de sus caricias.

—Eres un lindo gatito.

Supo que ese calificativo no le había gustado en absoluto porque vio su cola ponerse tiesa y se alejó de Annabelle.

—Yo... —comenzó a hablar la joven. Pero realmente no sabía qué decir. ¿Pedir perdón? ¡Si era un animal! Realmente se estaba volviendo loca si pensaba que el animal fuera a responderla.

—No soy lindo gatito. Mi nombre es Gauvian.

Annabelle no cupo en su asombro cuando vio al minino hablar. ¿Lo había soñado? Por un momento pensó que podría ser una alucinación y que la causa sería alguna planta que cultivaba su tía en la tienda, pero después descartó esa idea. ¡Annette no cultivaba ese tipo de plantas!

—¿Te comió la lengua el perro, muchacha?

Pegó una especie de brinco al escuchar su voz de nuevo. Seguía sin creerse que fuera de él de donde procedían esas palabras. Lo más probable es que todo fuera un sueño del que despertaría en algún momento.

¿Y había dicho perro?

Desde que era muy pequeña había escuchado ese refrán, y en todas las versiones posibles de la frase en ninguna aparecía «gato». Pero bueno, el gato estaba hablando con ella, ¿acaso había algo más extraño que eso?

—Es gato, no perro —corrigió al animal.

Gauvian le enseñó los dientes en señal de que no le había agradado para nada su corrección.

—¡Qué muchacha más insolente! —exclamó, y Annabelle temió que su tía pudiera escucharlo—. Los gatos no comemos lenguas.

Annabelle se dijo que no merecía la pena ponerse a discutir con él, es más, todavía seguía algo contrariada por el hecho de estar manteniendo una conversación con un animal. Si se molestara en compartirlo con alguien, lo más probable es que la tacharan de loca.

Gauvian hizo el amago de hablar, pero entonces la puerta de la habitación se abrió y una somnolienta Annette apareció al otro lado.

—Belle, cariño, ¿qué haces? —La mujer parecía verdaderamente cansada, y Annabelle sintió una punzada de culpa cuando contempló los ojos de su tía. Seguramente se había despertado por ella.

No supo responder a su pregunta. Si le decía la verdad, podría acabar en un manicomio, y no quería eso, pero si le mentía... Annette era demasiado lista y terminaría descubriendo su mentira, así que optó por la opción más arriesgada: contar la verdad.

—Yo... —No era capaz de encontrar las palabras correctas, y cuando giró su cabeza en busca de Gauvian se dio cuenta de que el hueco que antes ocupaba el animal estaba vacío—. Contemplaba las estrellas.

«Excusa de mierda» resonó una vocecilla en su cabeza.

Annette miró a su sobrina y negó con la cabeza entre risas.

—Estás loca.

Concordaba con su tía, pues creía que estaba comenzando a volverse un poco loca, pero al menos había evitado tener que darle una explicación a Ette. No todo había salido mal. Así que después de que Annette le diera las buenas noches y volviera a cerrar la puerta, cayó de espaldas a la cama.

Esa noche pensó en el gato parlanchín hasta que el sueño pudo con ella. Después todo se volvió negro, tan negro como el pelaje del animal posado en su ventana.

———♦———

¡Un gato que habla! Me apetecía muchísimo incluir algo así en la novela, además, me encantaba Sabrina y quería hacer una referencia a Salem. ¿Quién pensáis que es Gauvian? ¿Alguien le habrá hechizado y por eso ha adoptado esa forma?

Annabelle piensa que se está volviendo loca con los últimos acontecimientos que está viviendo. Ahora a parte del plan para destapar a Elisa se suma el gato parlanchín 😂

Como siempre, espero vuestros comentarios 💙


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