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Natalia Fraticelli

Por patri_new 


Natalia Fraticelli lleva diecinueve años muerta; los únicos acusados del caso cumplieron una pequeña condena pero fueron dejados en libertad por «falta de sustancia» en la causa y, posteriormente, declarados inocentes.

Natalia Fraticelli tenía solo quince años cuando fue encontrada muerta en su propia cama, con una bolsa de plástico en la cabeza y las manos atadas.

Una de las hipótesis habló de suicidio.

Inexplicable ¿verdad?

No tanto si tenemos en cuenta que el señor Carlos Fraticelli, papá de la niña, era Juez de Instrucción Penal en la Provincia de Santa Fe. Aunque no se salvó de ir a prisión y meterse los fueros donde menos le da el sol, fue liberado a los pocos años y, como se señaló anteriormente, declarado inocente.


Pero vayamos al principio y desarrollo de esta tragedia que conmovió los titulares de todo el país aquél 20 de mayo del año 2000.

El juez Fraticelli, junto a su mujer, Graciela Dieser, una entrerriana que había conocido en la facultad, y los dos hijos, Franco y Natalia, conformaban una bonita familia que vivía en una bonita casa en la pequeña localidad de Rufino, Provincia de Santa Fe. Tenían, como era de esperarse, un excelente estatus social, muchos amigos en el poder —y en otros sitios—, y una gran consideración por parte de sus vecinos.

La señora Fraticelli —Graciela— al parecer, padecía ciertos problemitas psicológicos por los cuales pretendía mostrar, a costa de lo que fuera y en pos de la carrera de su marido, una familia perfecta, que se viera bien en las reuniones sociales, en los grandes eventos y, si se presentaba el caso, en las tapas de alguna revista. Así, mantenía una estricta vigilancia sobre sus vástagos para que no cometiesen torpeza alguna: no engordar —sobre todo Natalia, que debía verse como una princesita—, sacar buenas notas en sus estudios y en fin, sobresalir en todo lo bello que puede «mostrarse» en la vida.

Ella misma, dicen, se sometía a dietas imposibles para mantenerse delgada y joven. «A Carlos no le gusta verme gorda», solía decirles a sus amigas. Estas mismas amigas que declararon poco después que la personalidad de Graciela Dieser había ido cambiando los últimos años, seguramente por la alta ingesta de pastillas y psicofármacos que tomaba en vías de mantener su cuerpo lo más esbelto posible.

En realidad, a su esposo, el juez, poco le importaba de ella, ya que mantenía una relación paralela con una mujer llamada Mirta Elguero.

Cabe destacar que el hijo mayor de la pareja, Franco, que por entonces contaba con diecisiete años, era adoptivo, mientras que Natalia, de quince, tenía un leve retraso madurativo debido a una meningitis que sufrió cuando era niña.

Más niña.

«Natalia es un balazo que no sabemos para dónde va a salir», contó una testigo que le escuchó decir a Graciela Dieser en una fiesta, en medio de una pelea con su esposo. Se sospechaba que uno de los puntos de discusión entre el Juez y su mujer era la insistencia de ésta para internar a la chica. Sacarla del cuadro familiar.

Un testigo mencionó que en los últimos carnavales, Natalia había bañado con la clásica espuma a una inspectora de tránsito y que, al regresar a la casa, su madre le propinó una feroz paliza ya que «esas no son cosas para que la hija del Honorable Juez esté haciendo por ahí». Los que conocieron el ámbito privado de la casa y debieron declarar, señalaron que estas situaciones se repetían hasta el cansancio.

Los exámenes psiquiátricos hechos a Dieser y los testimonios colectados en la causa confirmaron, días más tarde del crimen, lo expresado por el Juez Risso a poco de iniciarse la pesquisa: «En esa familia, Natalia sobraba, ya que obstaculizaba el proyecto de familia perfecta que tenían los Fraticelli». Tal vez por esa misma razón, fuera que se mencionaba siempre a Franco como único hijo del matrimonio. El día que Carlos juró como juez, Natalia fue la única ausente; la habían enviado a casa de unos amigos.

El «balazo que podía dispararse hacia cualquier lugar» sería —según los investigadores— el despertar sexual de Natalia, que tenía aterrada a toda la familia, especialmente a su madre, temerosa que la chica apareciera con algún «regalito» el día menos pensado. O se pusiera de novia con algún chico de lo más inapropiado.

El viernes 19 de mayo del 2000, la jovencita fue a visitar a una amiga que vivía cerca de su casa, regresando a las siete de la tarde.​ Los testigos que la vieron afirman que estaba de buen ánimo.

Según declaró Graciela Dieser, antes de las doce de la noche la chica se fue a dormir. Franco se hallaba en casa de su abuela, lo cual era algo habitual puesto que no se llevaba bien con su madre.

¿El juez? Con su amante, Mirta, en un hotel alojamiento.

Y Graciela, al parecer, se hallaba allí mismo, en su casa, pero con un íntimo amigo, el kinesiólogo Edgardo Martín.

Ese sería el panorama de aquella noche de viernes, diecinueve de mayo.

El juez declaró que regresó a su hogar pasadas las dos de la mañana, algo achispado por el alcohol consumido, que se fue directo a su cuarto. Alegó que escuchó a alguien bajar desde la terraza una vez que estuvo metido en la cama y que estaba seguro que se trataba del kinesiólogo. Se ve que mucho no le importaba porque, lejos de asomarse a constatar qué ocurría, se tapó hasta la cabeza y se durmió.

Luego existen declaraciones contradictorias sobre si Natalia, a la mañana siguiente, fue encontrada por su padre o por su madre.​ El juez dijo que fue él, y que al encontrarla todavía con calor corporal, decidió llamar al médico Hugo Costa en lugar de a la policía.​ Pero el doctor declaró que para cuando llegó a la escena, Natalia estaba fría y llevaba varias horas muerta. Tenía una bolsa plástica en la cabeza y las manos atadas.

A pesar de esto, se habló de un posible suicidio, debido a que no se encontraron señales de violencia en la escena.​

Ehhhh... ¿la bolsa en la cabeza y las manos atadas?

Se consideró también un posible robo seguido de muerte, que era lo que sostenía el matrimonio, apoyándose en los objetos encontrados en la habitación —las bolsas y el pañuelo con que la ataron— y diciendo que, aparentemente, faltaba dinero en la vivienda. También se barajó que se tratara de un ajuste de cuentas, debido a las investigaciones del juez sobre prostíbulos de la zona.​ Pero la policía no encontró cerraduras forzadas ni vidrios rotos, ni rastros de violencia. Por ello, por las contradicciones que se observaron en las declaraciones de los padres de la fallecida, las investigaciones fueron virando su eje y se centraron en la propia familia.

Los forenses que participaron de la pesquisa determinaron que la adolescente presentaba síntomas de asfixia. Desde el inicio de los peritajes se manejó como hecho posible el que los padres estuvieran relacionados con la muerte de Natalia.

Una de las hipótesis de la justicia fue que los problemas madurativos de la muchachita afectaban el estatus social al que aspiraba la pareja y por lo tanto, habían decidido deshacerse de ella.

Carlos Fraticelli fue destituido antes de ser enjuiciado junto a su esposa. Además, debido a que Rufino es una localidad de muy pocos habitantes rodeada por ciudades de similares características, los demás jueces del distrito se declararon incompetentes para llevar la causa, por tener una relación de afecto o aprecio con el acusado, por lo que el entonces gobernador, Carlos Reutemann, ordenó que fueran juzgados por magistrados de otro distrito judicial de la provincia.

La autopsia del Instituto Médico Legal de Rosario concluyó que la muerte se produjo por estrangulamiento mecánico, donde el cuello de la víctima había sido apretado entre tres y cinco minutos.​

Sin embargo, el médico forense a cargo de esa autopsia declaró posteriormente que el hueso hioides había sido roto por él durante la manipulación del cuerpo.​

Increíble.

Por otro lado, la autopsia encontró que además de los medicamentos que tomaba diariamente Natalia, había ingerido Uxen Retard, un antidepresivo contraindicado para personas con su condición, dado que puede causar efectos secundarios importantes que incluyen la muerte.​ No se descartó que los medicamentos le fueran administrados por una tercera persona.

El kinesiólogo Martín estuvo a un paso de ser imputado y siempre se creyó que sabía más de lo que había declarado.

Dijo este señor, que el día del crimen salió de Rufino a las 9.30 rumbo a General Villegas y a Banderaló, en el límite entre Buenos Aires y La Pampa, para vender su auto, y que en el camino —cerca de las 10.30—, pasó por Emilio Bunge para buscar a un amigo.

Según su relato, a la salida de Banderaló la policía lo detuvo: «¿Usted es de Rufino... ¿Conoce a un abogado con una hija con problemas? Tiene que llamar a su casa, pasó algo».

La policía es a veces tan amable.

Al juez Risso la historia le sonó inverosímil. Y los detectives sospecharon que ese viaje podría encerrar otro fin: la venta del auto. Creyeron que podría haberse llevado algún elemento de la escena del crimen.

Martín tenía acceso a la casa y alguna oculta relación con la señora Graciela. Según fuentes de la investigación, a las 14.30 del 20 de mayo, cuando la policía trabajaba sobre la escena del crimen, Martín atendió un llamado en el teléfono de Fraticelli.

Amigos íntimos.

Finalmente, nada se pudo comprobar y el hombre fue dejado en libertad.

El 14 de mayo de 2002, Fraticelli y Dieser fueron condenados a prisión perpetua como coautores de homicidio doblemente calificado. Si bien las defensas de los integrantes del matrimonio insistieron en que se trató de un caso de suicidio por ingesta de medicamentos y apelaron la sentencia en todas las instancias de la Justicia provincial, las presentaciones siempre fueron rechazadas.

El caso tuvo un vuelco cuando llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el 8 de agosto de 2006 el máximo tribunal anuló la sentencia y ordenó que se dicte un nuevo fallo. Entonces, Fraticelli y Dieser obtuvieron la libertad condicional y rehicieron sus vidas por separado: ella en la ciudad de Rafaela, y el ex juez junto a su nueva pareja y ex terapeuta, Norma Tejedor.

La Corte afirmó que la falta de certeza sobre la acusación a Fraticelli hace imposible destruir la situación de inocencia. Y agregó que a pesar de los años transcurridos desde la muerte de Natalia, nunca existió otra hipótesis incriminatoria de la Fiscalía.

El 11 de abril de 2012 , a poco más de un mes de cumplirse doce años del crimen de la chiquita, Graciela Dieser apareció sin vida en el departamento que habitaba en la ciudad de Rafaela , de donde era oriunda. A las pocas horas de ocurrido, se confirmó que el motivo de su muerte fue el suicidio, debido a que dejó cuatro cartas explicando su decisión. En una de ellas decía que extrañaba muchísimo a su hija.

El 18 de febrero de 2016 La Corte Suprema dejó firme la absolución de Carlos Fraticelli y de su esposa por el crimen. El fallo cerró definitivamente el caso y le asignó fuerza de «cosa juzgada», es decir que ya no hay más instancias judiciales en las que las absoluciones de Fraticelli y su difunta esposa Graciela Dieser puedan ser revertida.

Natalia lleva diecinueve años muerta. Tenía el pelo rubio y los ojos claros. Y se reía mucho. Sus supuestos asesinos fueron declarados inocentes. Y, aunque no caben dudas que fue asesinada, su caso fue cerrado y archivado. Ya nadie investiga. Y nadie paga por su prematura muerte.

Naty querida, descansá en paz.

Fuentes:

*Wikipedia: Caso Fraticelli.

*Infobae: El caso Fraticelli.

*La Nación. Quince años después, quedó cerrado el caso Fraticelli. José E. Bordón.

*Semanario Colón Doce: Caso Fraticelli: sexo, mentiras y dinero.

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