patri_new

Hubiera querido escribir sobre esta muerte el mismo día en que me enteré que había sucedido, el sábado veintitrés de febrero último. Hoy agradezco no haberlo hecho, porque estaba demasiado enojada, demasiado estupefacta. Y hubiera dicho cualquier cosa.

Hoy, ya pasado un mes de los acontecimientos, si bien cuesta ordenar la cantidad de información, la cabeza está un poco más fría —pero no con menos bronca— y puedo hablarlo desde otro lugar, con algo más de distancia.

Natacha murió el mes pasado. Y fue un shock, para mí y para todos los argentinos que tuvieran un televisor en casa o una cuenta medianamente activa de twitter. Porque, además de muchas otras cosas, Natacha era mediática, es decir, una persona que aparecía en los medios de comunicación. Rodeada siempre de escándalos. Molesta para muchos.

La primera sensación que tuvimos todos ante la noticia fue: «la mataron». Porque estamos demasiado y tristemente acostumbrados a que cuando alguien molesta a ciertas cúpulas de poder, «se suicida» o «aparece muerta». Y Natacha se había metido con peces gordos.

Era una mujer muy joven, solo cuarenta y un años tenía al momento de su fallecimiento. Tenía dos hijos, hoy de 20 y 12 años.  El menor era hijo del actor Adrián Yospe, fallecido en 2011 a causa de un cáncer.

Natacha había nacido en agosto de 1977, fue modelo, actriz, vedette, trabajadora sexual, guionista y conductora de radio y televisión argentina. Eso dice wikipedia. Yo, personalmente, supe de ella cuando se desató el escándalo que la colocaba como amante del ex futbolista, devenido comentarista deportivo, Diego Latorre. Los entredichos con la esposa del mismo, las denuncias cruzadas, los audios viralizados, y los titulares en cuanto programa televisivo hubiere, me hicieron conocerla por fuerza. Y así nos sucedió a muchos.

Natacha era, ni más ni menos, la «kilombera» de la tele.

El sábado 31 de marzo del año pasado, acusó de pedofilia, trata, corrupción de menores, abusos sexuales y encubrimiento a periodistas, políticos, religiosos, actores, conductores y productores de televisión, nada menos que en la mesa de Mirtha Legrand; obligando a su anfitriona, una de las primeras damas de la tv argentina, a salir una semana después, a pedir disculpas públicas sobre lo sucedido en su programa. Fue la única vez que Legrand hizo algo así. Y es que la descarada Jaitt había denunciado que todo eso sucedía en los infantes semilleros del Club Atlético Independiente de Avellaneda. Pero eso no era todo. El problema fue que nombró personas. Hombres que utilizarían esos deleznables servicios. Y que ¡oh, horror!, eran amigos y conocidos de la señora Mirtha. Por eso la diva de los almuerzos se disculpó y pidió perdón entre lágrimas a esos amigos, por haber permitido que, en su mesa, se enlodaran sus nombres. ¡Qué descaro, pobre gente, con tanta plata que tienen, venir a hablar así de ellos!

Después de la denuncia, Jaitt comenzó a recibir amenazas. Obvio. Y lo hizo saber a todo el mundo:

Asimismo, a principios de enero, Jaitt denunció que fue violada por dos amigos al quedarse dormida en la vivienda de uno de ellos. Nadie le creyó, gran parte del público se burló de ella. Aparecieron memes por todos lados.

Antes, había denunciado a alguna ex pareja por violencia de género.

Natacha era una persona que rompía la agenda mediática. En el programa «Podemos Hablar», hizo fuertes declaraciones sobre la prostitución vip en Argentina, consideraba que era necesario legalizarla, para combatir las mafias, la trata y los proxenetas.

La modelo realizaba continuos posteos en sus redes sociales contra la violencia de género ya que tal como lo denunciara, ella misma había sufrido abusos físicos y psíquicos de diversas índoles.

Sobre alguno de estos temas, tenía que ir Natacha a declarar el lunes 25 de febrero. Dos días antes apareció muerta en un salón de fiestas en Benavídez.

De ahí la indignación. De ahí la desconfianza, de ahí las comparaciones con, por ejemplo,  el caso del fiscal Alberto Nisman que iba a denunciar a la entonces presidenta de la Nación un lunes y «se suicidó» el día anterior.

El cuerpo de Natacha Jaitt fue encontrado cerca de las dos de la madrugada en una casaquinta donde funciona un conjunto de salones para eventos. No se le encontraron heridas ni marcas de forcejeo.

El cuerpo médico forense de San Fernando determinó que murió como consecuencia de una «insuficiencia respiratoria por edema agudo de pulmón secundaria a falla multiorgánica».

La modelo había acudido allí en compañía de su amigo Raúl Velaztiqui Duarte a encontrarse con el dueño del local Xanadú a fin de montar un nuevo negocio. Según se sabe, hubo consumo de drogas y alcohol, otra prostituta, más amigos que fueron y vinieron en moto, y la posibilidad de que el dueño del salón considerara la oportunidad de tener sexo con ella, cosa a la que Natacha no se habría negado. Subieron juntos a un dormitorio, ella se desnudó —siempre de acuerdo a las declaraciones, repito: el caso es demasiado reciente—, y cuando el hombre, Gonzalo Rigoni, se dispuso a comenzar su tarea, ella convulsionó sobre la cama y murió. Rigoni dice que creyó que sus movimientos se debían a un ataque de sensualidad o algo por el estilo, y que luego se quedó dormida. Decidió dejarla tranquila y bajó sonriente por la escalera. Velaztiqui —el sujeto que había ido con ella— al parecer, ya quería marcharse del lugar, así que viendo que Natacha no bajaba, la llamó por teléfono y, ante la falta de respuesta decidió subir. La encontró muerta. Se llamó al 911 y llegaron, en consecuencia, médicos, policías y ambulancias.

Pero, ya para entonces, dos personas se habían ido del lugar en moto. Otro salió rápidamente en su auto, Velaztiqui se guardó el celular de Natacha y un policía fotografió el cuerpo muerto con su celular para compartir la foto vía whatsapp con un periodista que no tuvo mejor idea que publicarla. Por suerte, primó el sentido común de quienes la vieron y la pronta denuncia hizo que la imagen fuera borrada de la web. El policía en cuestión fue dado de baja ¡Una buena!... Aunque nadie sabe, en este país, si un policía dado de baja sea una buena idea...

No está de más aclarar que los testimonios de los presentes en esa noche no coinciden y que incluso, merced a esa espantosa fotografía, se sabe que el cuerpo no se encontraba de la misma forma en que declararon los testigos.

Los peritajes encontraron drogas y alcohol en el cuerpo de Jaitt, la investigación sigue en curso y por supuesto, todavía no hay un culpable. Quién sabe si lo habrá alguna vez.

Natacha había comenzado su carrera en España, hacia donde había viajado sola, con diez dólares en el bolsillo, se inscribió en Gran Hermano y fue la primer extranjera en llegar a la final. Después participó en varios programas televisivos, muchos de ellos de corte puramente sexual. Finalmente regresó a la Argentina a continuar su carrera televisiva, plagada de escándalos, de gritos y de denuncias. 

Era mediática, sí. Era escandalosa, sí. Era molesta, sí. Le caía mal a la mayoría de la gente —me incluyo—, sí. Pero tenía derecho a vivir. Porque era una persona. Buena o mala, no lo sé. ¿La mataron? Tampoco lo sé. Sí sé que su muerte hizo ruido. Mucho. Y me golpeó, porque la había visto hacía poco denunciar a Actrices¹ por la falta de apoyo ante su violación. Porque ví en las redes las burlas hacia su persona, porque leí comentarios que me dieron vergënza ajena. Porque se la deshumanizó cuanto se pudo, porque hay gente que, en las redes, se vuelve carroñera, se regodea con el dolor del otro, sin tomar en cuenta que no sabe nada de ese otro. Por eso quería escribir sobre ella.

El tiempo dirá si fue o no, un asesinato. O no lo dirá nunca. Como tantos otros. Pero no quería pasarla por alto.

¹.Actrices Argentinas es un colectivo que nació en abril de 2018 impulsado por la necesidad de aportar a la coyuntura histórica que representa que el Proyecto de Ley por la legalización y despenalización de la interrupción involuntaria del embarazo finalmente haya ingresado en el Congreso de la Nación (Extracto de la Información en la página de Facebook del colectivo).