La masacre de Flores
Por DCASleer
El 17 de febrero de 1994 a las 3.30 de la madrugada, Matías Bagnato colgaba de la terraza vecina, pegado al infierno donde ardía su casa con su familia entera.
Un tiempo atrás, la fábrica de zapatos de José Bagnato, el papá de Matías, atravesaba una crisis económica. Necesitaba un préstamo para seguir adelante. Así fue que la necesidad lo conectó con lo impensable: Conocer al monstruo que los haría vivir una película de terror, en la vida real.
Norma Calzaretta, la suegra de José Bagnato que vivía con ellos, ofició de contacto entre éste último y Fructuoso Álvarez González, asturiano, yerno de un primo de Norma. La relación se profundizó con el tiemp pero algún malentendido (o alguna avivada) a la hora de realizar el préstamo, llevó a Fructuoso a reclamar una suma final de deuda cuya diferencia era insalvable: el prestamista reclamaba 300 mil dólares, mientras que Bagnato decía que la cifra no llegaba a 90 mil.
Imagínense ser parte de esta familia, y recibir regularmente llamadas telefónicas en las que te respiran antes de cortar, o cambian la voz y amenazan a tu familia diciendo: "Van a morir quemados".
Ahora imagínense recibir esas llamadas, pero del psicópata que agredió a tu abuela, por lo cual tuvieron que denunciarlo a la policía, que recibe coimas del psicópata.
Fructuoso citó a Norma para "arreglar nuestro problema" y cuando la abuela le dijo que su yerno no iba a pagarle la cantidad que reclamaba porque él jamás le había prestado ese monto, estalló. La arrastró de los pelos por la casa y la tiró sobre una mesa donde había una línea de polvo blanco.
Norma se salvó esa noche porque su familia la fue a buscar y Alvarez González se escapó por los techos.
Fueron a hacer la denuncia y uno de los policías le dijo a otro:
—¿Sabés quién es al que denuncian, no? Es el dueño de Cassandra.
Así se llamaba un cabaret que él tenía. Y entonces los policías, no hicieron nada por ayudarlos.
Como en una película de terror, estaban desamparados, a su suerte. Nadie los protegería.
Eso es lo que vivieron en aquella familia. La abuela siempre les advertía sobre Fructuoso y lo capaz que era de cumplir sus amenazas (porque ella lo había visto drogado). Pero Fernando de catorce años era el que más presentía el peligro en aquellas acciones del "monstruo" (como le llamaban ellos). Decía que tenía miedo a Fructuoso y no quería dormir solo. Así era que habitualmente le pedía a Matías, de dieciséis años, que lo dejara dormir en su cuarto con él. Cosa que había conseguido en varias oportunidades.
Norma había enviudado hacía un año y, para los días anteriores al hecho, había acordado un viaje a Mar del Plata con amigas. Allí se encontraba en aquella fatídica noche en que, por puro azar, evitó el aterrador destino que debió atravesar su hija, su yerno, sus nietos y un amiguito del más chiquito.
Las últimas horas de la familia unida, era una noche de festejos en que Mati había conseguido su título de auxiliar de abordo con sólo 16 años. Sus padres estaban orgullosos. Su hermanito Ale estaba feliz de pasar una noche de piyamada en compañía de su amiguito.
Todos juntos vieron el partido entre Independiente y San Lorenzo, en una época donde las casas tenían como mucho dos televisores y en que era el único entretenimiento audiovisual. Las familias se ponían de acuerdo sobre qué ver y lo hacían reunidos junto al aparato. Con las emociones efervescentes del encuentro concluido, la familia se fue a dormir.
Fer, a diferencia de otras noches, se sintió más tranquilo o, simplemente, hizo lo que tenía que hacer: se fue a su dormitorio solo.
Ale, el hermanito de nueve años, se acostó en la misma cama con su amigo Nico. Dormirían juntos.
Pero algo ocurría en la casa. Una entidad diabólica los acechaba.
Un aroma extraño incomodó a la mamá de Matías.
—¿Qué es ese olor? —preguntó Alicia a su hijo mayor que salía de fumar un cigarrillo en el baño.
Matías se acercó a la puerta de su habitación, donde permanecían acostados sus dos padres, y olisqueó.
—Es desodorante de ambientes, vieja. ¡No rompás! —le contestó, seguramente queriendo tranquilizarla.
Matías volvió a su dormitorio y, aunque nunca lo hacía, cerró la puerta y se durmió escuchando música.
Pero él no sospechaba que, quizá en ese mismo momento, "el monstruo" rondaba la casa. Un vecino lo vio merodear con un bidón. Pero ¿qué podía anticipar aquella persona?
Nadie se imaginaba que Fructuoso había irrumpido sigilosamente en la casa, con fósforo líquido, un potente agente incendiario de extendido uso militar. Tal vez silencioso como una serpiente, tal vez mientras dormían, el asesino subió a la planta alta y roció el líquido incendiario en las habitaciones. Seguramente relamiéndose por lo que iba a ocasionar, por tenerlos inadvertidos en sus garras.
Ya a la salida, regó la planta baja, seguramente para cerrar cualquier escape.
Nadie sabe lo que se le pasó por la cabeza al "monstruo" al momento de encender la llama. Pero sí sabemos que éste monstruo no es un personaje inventado. Es simplemente un hombre, un ser humano. Los peores monstruos si los hay.
El humo adormeció a la familia en un principio. Ale y Nico durmieron, uno junto al otro, el sueño eterno. Jamás despertaron cuando las llamas alcanzaron sus cuerpitos indefensos, inocentes.
Fernando, quién temía más al monstruo, se despertó ardiendo. Seguramente no podría respirar, con un calor insoportable, en algún momento le llegó la consciencia y comprendió lo que le ocurría.
—¡Me quemo, me quemo! —gritaba y despertó a Matías que lo avasallaba un calor agobiante, la garganta atorada sin poder respirar.
—¡Con los chicos no! ¡Con los chicos no! —gritaba su madre mientras ayudaba a Fernando. Lo llevaba al baño y abría la ducha para apagarle el fuego y el ardor. Quizá lo tomó inmediatamente al salir de su cuarto, quizá dejó a su hijo mojándose mientras buscaba el antiguo celular "ladrillo" para pedir auxilio mientras revisaba a su hijo menor y corroboraba la fatalidad, ya no había nada qué hacer por él, sólo podía asistir a quién volvía a ser su hijo menor.
Se recostó junto a un quemado y asustado Fernando, intentando salvarse de las llamas y calmarle el ardor a él, mientras se aferraba a aquel teléfono para conseguir ayuda.
¿José habría revisado a su hijo más chico y a su amiguito, los habría visto envueltos en llamas, o simplemente no los habría podido despertar? Lo cierto es que desesperadamente buscaba una salida para su familia tratando de abrir la reja de la ventana.
Casi sin fuerzas Matías reaccionaba al terror que acaecía afuera de su puerta y que lo acechaba: abrió la ventana y tomó un poco de aire. Con la mente apenas más despejada, debido al oxígeno conseguido, levantó la persiana. Tener la cama ubicada debajo de la ventana le salvó la vida.
Sacó medio cuerpo afuera prácticamente sin conocimiento, recién ahí empezó a oxigenarse. Comenzaba a entrarle algo de aire en los pulmones. Vio a un vecino en la calle, desesperado.
—¡Matías salí, salí rápido! ¡Se quema todo! —le gritaba el hombre.
Matías no entendía nada. No creía que fuera verdad. Aquello no estaba pasando. Tal vez seguiría soñando, estaba en una pesadilla.
Miró la ventana de la habitación de Fernando y vio que salía una llamarada azul que le pareció un soplete. De golpe escuchó un ruido terrible, como si se derrumbara todo. Se sacó la remera, tomó todo el aire que pudo y miró hacia la puerta de su cuarto donde veía luz por debajo.
—¡Mis papás están despiertos! —le gritó al vecino— ¡Hay luz en su cuarto!
No entendía que esa luz que veía por debajo de la puerta, era fuego.
Lo único que quería, era estar con su mamá y su papá, y que lo abrazaran. Tenía miedo, terror. Nunca en su vida había tenido una sensación así.
No quería abandonar la casa, sabía que toda su familia estaba adentro. Quería hacer algo. El humo negro era cada vez más espeso y el calor aumentaba pero no le importó, no podía dejarlos ahí y decidió volver.
Se tapó la boca y fue a buscar a sus viejos.
Movió el picaporte, caliente seguramente, y la puerta se abrió con tanta fuerza como si explotara. Una enorme llamarada le prendió fuego el pelo y lo arrojó al piso.
Mientras intentaba apagarse la llama de la cabeza, veía una lengua de fuego que trepaba por el techo de su habitación, por el placard, por las paredes, por todos lados.
Se desesperó. Empezó a gritar:
—¡Papá, mamá! ¡Salven a mis hermanos! ¡No vengan a mi cuarto! Fer, Ale. ¡Yo puedo salir solo! ¡Estoy bien! —Los nombró uno por uno, una y otra vez. Casi sin aire y sin voz no paraba de gritarles.
No los escuchó responder. Quizá por ello sus padres permanecieron ayudando a su hermanito quemado y tratando de abrir la reja. Pero el ruido era ensordecedor, vidrios que explotaban, cosas que se desplomaban.
—¡Fer! ¡¿Me escuchás?! —repetía incansable hacia dónde suponía que se encontraba su hermano. La habitación junto a la de él.
Nunca respondió, nadie le respondió, nunca jamás.
Tenía que salir sí o sí. No tenía aire. Si hubiese podido respirar, seguramente hubiera intentado volver a buscarlos. Pero se ahogaba y el fuego lo empujaba hacia la ventana, como si lo expulsara de la casa.
Se paró sobre un cantero pero apenas salió se quemó la correa de la persiana y se derrumbó detrás suyo. Se cerró separándolo del infierno. Solamente podía avanzar. Ya no podía mirar atrás a su cuarto, al fuego, a su familia.
Hacia abajo, vio que una llama salía de la ventana del comedor y empezaba a incendiar las plantas del cantero, donde él se encontraba, quemándole los pies. El fuego también empezó a salir por la ventana de su cuarto y le abrasaba la espalda.
Empezaba a quemarse vivo. Ahí fue cuando decidió saltar.
—¡No saltes Matías! ¡La vereda está en llamas! ¡Te vas a quemar más! — advirtió el vecino que al menos le brindaba compañía y consejo.
El "monstruo" había cerrado todas las salidas. Había planificado cada detalle para que nadie se salvara. Pero subestimó a Matías, quien luego contara todo éste relato en una nota a TN.
No recuerda bien cómo, pero se colgó de la terraza vecina hasta que llegó un policía y lo ayudó a descolgarse de la baranda.
En ese momento fueron todos al fondo de la terraza desde donde se veía la parte trasera de su casa.
—¡Ya salí papá, mamá! ¡Ya salí! —gritaba Matías— ¡Los bomberos están en camino! ¡Aguanten que ya vienen!
Sólo quería que supieran que él estaba bien y que enseguida los irían a ayudar, a salvar de toda aquella pesadilla. Quería tranquilizarlos.
Las llamas salían por todos lados mientras Matías gritaba y gritaba.
Nunca respondieron. Ninguna de las veces desde que lo hiciera en el interior de la casa.
Matías sentía que se desmayaba por la falta de oxigenación, no podía respirar bien, le ardía todo, se quería morir.
Quería verdaderamente morirse y seguía gritando.
Una escena desgarradora para quienes intentaban contenerlo y seguramente ya veían lo que él no quería.
No podía creerlo. Para él era algo irreal. No podía ser todo tan trágico. Ser testigo impotente de la tragedia.
Quería romper todo, al salir a la calle pateaba los autos de la desesperación, lo tenían que agarrar entre varios porque lo único que quería era volver a entrar y sacar a su familia de ese infierno.
Por muchos años se sintió culpable. No entendía cómo había decidido salir de ahí, cómo los había dejado adentro, cómo no había hecho nada.
Hoy entiende que fue una reacción totalmente instintiva de supervivencia. No fue racional o calculado. Pero le costó mucho entenderlo así.
Hasta el olor del incendio tenía presente al momento de relatarlo a TN.
Cuando llegaron los bomberos, la policía y varias ambulancias, lo metieron en una de éstas y le dieron oxígeno, para calmar el principio de asfixia que tenía.
Los bomberos apagaron las llamas mientras entraban a buscar supervivientes.
Matías vio que un bombero negaba con la cabeza cabizbaja cuando se asomaba del cuarto de su hermano Fernando, donde no había nadie. Pero ese "no" evidenciaba la destrucción imposible de salvar.
Otro bombero se acercó a Matías, tratando de consolarlo, mintió:
—Quedate tranquilo, no había nadie en la casa. Seguro se habían ido a comer afuera. Tranquilo.
Pero esa mentira (que el bombero no sabía cuán evidente era para Matías porque tenía la certeza de que su familia estaba en la casa) fue la que lo hizo comprender: Había quedado solo para siempre.
El cuerpo de Alicia (40 años) apareció dentro de la bañera en el baño, sosteniendo a su hijo Fernando de 14 años y al celular "ladrillo" con el que habría intentado pedir ayuda. Es lo último que tocó y por eso Matías lo guarda. Murió asfixiada por el humo, intentando salvar a su hijo.
Fer murió en los brazos protectores de su mamá.
José (42 años) murió agarrado de la reja de la ventana, intentando arrancarla para poder salvar a su familia. Seguramente el humo lo desmayó.
Ale y Nico fueron los únicos que murieron carbonizados juntos en las camas, sin haber vivido la pesadilla conscientes.
Matías se conforma pensando que peor hubiese sido que alguno sobreviviera y sufriera el horror de pasar meses en terapia intensiva con todo el cuerpo quemado. Además que, al asfixiarse, se desmayaron y ya no sintieron dolor.
Matías seguía buscando justicia al momento de la nota.
El asesino fue capturado cuatro días más tarde del horror y condenado a perpetua en noviembre de 1995. Pero por ser ciudadano español, gracias a un tratado, en 2004 fue extraditado a España para que completara la pena allí.
Matías buscaba justicia porque en Argentina, hasta hace muy poco, las víctimas tenían menos derechos en un juicio penal que las garantías del acusado. No contaban con un abogado de oficio más que el fiscal que opera por el Estado, y el Estado no siempre comprende la situación de una víctima. Tampoco se la tenía en cuenta en los juicios de apelación, ni se la notificaba sobre nada que tuviera que ver con el victimario. No tenía ningún tipo de injerencia ante los jueces de apelación subsiguientes, que jamás escuchaban a las víctimas para impregnarse del horror vivido, más que en las frías palabras de un expediente, si es que lo leían.
Gracias a su lucha, éste desinterés por la víctima está cambiando. Pero para ello, él debió vivir otro horror. Cuando aún faltaban varios años para que cumpliese su condena definitiva (reducida con el repugnante beneficio del 2x1 para presos de buena conducta) y como si se tratara de la segunda parte de aquella mala película de terror, una madrugada, a la misma hora en que él colgaba del techo del vecino aquella horrorífica noche, sonó el teléfono de su casa.
—Preparate, porque estás muerto como los otros — escuchó con una voz aterradora al levantar el tubo.
Se enteró de que el asesino de su familia estaba libre antes de tiempo de la peor manera. Con voz tenebrosa, González repetía:
—Uhhhh... se murieron todos...están todos muertos... Uhhh.... se quemaron todos.
Ningún juez, ningún abogado, nadie tenía ninguna obligación (ni voluntad) de hacemérselo saber para estar preparado.
El monstruo que debía estar en una cárcel española, había burlado a la justicia de ambos países. Pero, como es un psicópata, no se conformó con gozar de su libertad anticipada.
Inmediatamente empezó a llamar por teléfono para amenazarlo. Llamados cortos. Preguntaba por Matías, le decía "estás muerto" y le cortaba.
Matías solicitó información al juez Axel López, pero le respondieron que no podían darle información. Él insistió y le dijeron que estaba preso en España. Hasta que por fin no pudieron esconder más la desidia judicial por la que un asesino múltiple quedaba libre antes de tiempo y lo asumían.
Recibió por parte de la Justicia española, la libertad definitiva en 2008, seis años antes de lo debido, tres años falseados en la fecha declarada por el monstruo y duplicados por el beneficio del 2x1, que para hacer el cálculo de los años cumplidos en prisión consideró el 21 de febrero de 1991 como fecha original de su detención, cuando en realidad fue apresado el 21 de febrero de 1994.
Además, antes de eso, en la Argentina se le había aplicado la "ley del 2x1" para el cómputo, pero con una fecha de detención ntambién falsa (21/2/1993).
El monstruo psicópata volvió a hacerle revivir el horror a su víctima sobreviviente, apenas estuvo libre por un error judicial.
En 2011, Matías hacía un año que estaba con custodia, preso en su propia casa.
Muchos nos dábamos cuenta entonces, que para la justicia argentina, "perpetua" no significaba lo mismo que en español: que dura y permanece para siempre.
Por esa fecha, el juez nacional de ejecución penal N° 3, Axel López ordenó la recaptura de Alvarez González, tras descubrir las irregularidades en su liberación. Nunca contestó el pedido de Migraciones de 2008 hecho por el múltiple asesino para volver al país. ¿Y qué? ¿Entonces deciden dejarlo ingresar "por las dudas"? Quizá no y simplemente ingresó con documentos falsos. Pero lo cierto es que el juez no respondió a lo que habría sido una prevención y actuó el mismo año en que Matías denunció en el reality "Gran Hermano" en el que participaba para hacer visible su lucha sobre las amenazas que recibía desde hacía dos años. Recién ahí hace algo. Después de que Matías le advirtiera por alrededor de dos años de que lo atormentaba y que estaba libre.
—Estoy tapado de expedientes y, la verdad, me lo morfé —le contestó a Matías cuando le inquirió su desidia.
—En el caso de que me matara, ¿tenés consciencia de que hubiese sido porque te lo "morfaste" —le recriminó indignado.
—Es la verdad, estamos tapadísimos de expedientes —replicó el juez que tuvo varios casos de asesinos o violadores liberados que reincidieron.
— No voy a parar hasta destituirte —le juró.
Pero, aún habiéndose unido a otras víctimas, fue defendido por el ex juez garantista de la Corte Suprema, Eugenio Zafaroni, y fue absuelto en el juicio político realizado en 2015.
Respecto del monstruo psicópata y asesino múltiple, el titular del Juzgado de Ejecución Penal N° 1 de la Capital José Pérez Arias ya había rechazado su pedido para conseguir su salida anticipada, algo que fue cuestionado por la defensa que decidió apelar a la Cámara. El recurso le fue negado nuevamente en 2017 y Álvarez González, seguirá detenido en el penal de Ezeiza hasta más allá de 2020.
Desde 2008 que la justicia victimiza doblemente a Matías, porque debe estar luchando año tras año para que no lo liberen. El asesino hasta orquestó su extradición, haciendo residir una temporada a su hermana en España para simular un lazo familiar allí.
En 2016 el monstruo había pedido las salidas transitorias. Matías buscó firmas y juntó 188.000.
En 2017 se sancionó la Ley de Víctimas que establece a la víctima como Parte del proceso hasta la última instancia. El Código Penal le quitaba el estatus de Parte a la víctima, una vez que la sanción quedaba firme, y por lo tanto no se la escuchaba.
—Cuando yo les hablé (a los jueces) estaban mudos, mi caso es el primero donde una víctima habla en Casación, estaban helados. Creo que ellos captaron bien mi mensaje. Mi intención es que se hagan carne de lo que yo vivo desde chico y por qué razón estoy pidiendo que no dejen libre a este monstruo —explicó al diario Perfil.
Matías sabe que el monstruo tiene, como materia pendiente, matar a toda la familia Bagnato.
El monstruo Fructuoso González hoy en día no tiene a nadie fuera de la cárcel. No tiene ningún lazo afectivo. No tiene nada que perder.
—... su odio es tan grande y, como todo psicópata, no va a parar hasta terminar con lo que tiene en su mente podrida —confesaba Matías a TN.
Matías todavía se pregunta de aquella noche: ¡¿Me habrán escuchado? ¿Habrá escuchado mi mamá que yo estaba bien?
Fuente:
https://amp.tn.com.ar/policiales/la-noche-tragica-de-la-masacre-de-flores_773135
https://www.clarin.com/policiales/miedos-Abu_0_N1VoMT9Nb.amp.html
https://www.clarin.com/crimenes/Paso-paso_0_HkHfyh2nPmx.amp.html
https://www.clarin.com/policiales/imagenes-horror-masacre-flores_0_SydPK7poz.amp.html
https://www.clarin.com/crimenes/Siento-Justicia-asesino_0_HJIfk323wXe.amp.html
https://amp.diariopopular.com.ar/policiales/fructuoso-alvarez-el-autor-la-masacre-flores-seguira-preso-n308346
https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2018/05/11/el-autor-de-la-masacre-de-flores-seguira-preso/?outputType=amp-type
http://m.diarioveloz.com/notas/141663-matias-bagnato-dolido-la-absolucion-axel-lopez-cada-error-este-juez-es-un-muerto
https://amp.lne.es/asturias/2011/12/05/detenido-argentina-asturiano-quemo-vivos-cinco-miembros-familia-1994/1166615.html
http://m.perfil.com/noticias/sociedad/el-calvario-de-matias-bagnato-el-asesino-de-toda-su-familia-podria-quedar-libre.phtml?rd=1
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