11. FLASHBACKS
El ruido estridente del cante de unos pájaros me despierta. Abro mis ojos y la luz cegadora se abre paso en la habitación. La cortina es demasiado traslúcida y eso hace que entreabra los ojos, cegada por los rayos suaves del sol. Me encuentro muy cansada y tengo mucho dolor de cabeza. Carraspeo y empiezo a moverme adormilada. Giro un poco mi cabeza sobre la almohada y empiezo a estirarme. Cuando consigo abrir los párpados totalmente y ver con más claridad, me topo con su rostro. La cara de Alex está a solamente unos centímetros de la mía y puedo juzgar por su respiración calmada que está durmiendo plácidamente.
Escucho su respiración. Me quedo un momento admirando su rostro tan perfecto y... ¡carajo!
¿Qué pasó anoche?
Un temblor repentino se apodera de mí en el mismo instante en el que recupero un poco mi conciencia y empiezo a recordar fragmentos de la noche anterior. Doy un brinco cuando siento su cuerpo impetuoso moverse a mi lado y noto su mano alcanzándome por debajo de la manta suave. Alex acaba de colocar sus dedos sobre mi abdomen. Echo la manta a un lado con desesperación y constato que estamos los dos completamente desnudos, e incluso su miembro está erguido. Posiblemente, debido a mi movimiento brusco, lo acabo de despertar. Entreabre los ojos, semidormido, y se apoya en el antebrazo.
—Buenos días —dice con un hilo de voz.
En este momento noto pequeñas agujas en mi cabeza y siento un dolor severo de estómago. La cabeza me está dando vueltas y el temor de que anoche pudo pasar algo se apodera de mí.
—¿Nos acostamos? —le pregunto rápido y lo fijo con la mirada.
No recuerdo casi nada y mis sesos estallarán de un momento a otro. Este queda sorprendido con mi pregunta tan inesperada y se apoya en sus brazos, elevando más su cuerpo. Al mismo tiempo, comienza a frotarse los párpados con una mano.
—¿Qué quieres decir? —carraspea.
—Alex... nos acostamos, ¿verdad? —estoy consternada y arrepentida por mi estupidez y mala decisión de probar el maldito alcohol en la fiesta. De lo contrario, no estaría en esta situación y no tendría tantas lagunas mentales.
¡Mierda!
—¿Es tu manera de darme los "buenos días"? —dice enseguida y roza mi cintura con su brazo fibroso. De alguna manera, me obliga a tumbarme de nuevo sobre la cama. Me atrae hacia él y siento la calidez de su cuerpo.
—Contéstame, por favor... —le digo y me esfuerzo en recordar qué narices pasó anoche.
Todo esto es una señal bastante clara de que no me puedo volver a pasar con el alcohol. No me faltan más de dos copas para quedar anulada y eso no es nada bueno para mí.
—¿En serio me estás preguntando eso? —dice este y entrecierra los ojos. Me mira curioso—. ¿No recuerdas nada?
Empiezo a tener flashbacks. Ahora mismo me tiene pegada a él y el tacto de su piel hace que me acuerde de fragmentos sin ninguna lógica sobre lo sucedió: sus brazos sujetándome, sus labios sobre mi cuello, su manera de embestirme, sus dedos invadiéndome, la humedad de su lengua, su respiración sofocada, mi trasero chocando contra el armario con cada estocada suya en mi interior... ¡oh no!
—¡Sí que lo hicimos! — exclamo y me apoyo de nuevo en mis antebrazos —¡Jo- der!
—¡Aylin! —escucho su voz y noto como se le escapa media sonrisa. Está extrañado por mi actitud.
Quito la manta que nos arropa de un golpe y me levanto de la cama arrepentida. Lo miro desconcertada y maldigo en mi mente.
—¡Al final falté a mi palabra! ¡Al final lo conseguiste! —digo enloquecida y me llevo las manos a la cabeza, poniéndome de pie.
—¿De qué hablas? —me pregunta este y también da un salto de la cama hacia mí.
Observo que sus facciones han cambiado ante la incertidumbre. Intenta agarrarme con sus manos y cuando bajo mi vista, observo su dureza, ¡Joder! Es insaciable este hombre. O eso, o es normal que despierte como una moto por la mañana. ¡Qué mierda sé yo de hombres!
Oh.... un momento... ¿Y si volverá a intentarlo de nuevo?
—No te acerques —le amenazo y levanto mis brazos, al mismo tiempo que abro mis ojos con temor, todavía sin poder creer lo insensata que fui.
Respiro hondo y la sangre empieza a correr velozmente por todo mi cuerpo. ¡Que maldito desliz tuve! ¡Qué imbécil fui, carajo! ¡Qué débil soy! Al final me acosté con el hombre que me amenazó con una maldita pistola y que anoche mintió que me amaba, por tal de llevarme a la cama. Y por lo que se ve, lo consiguió.
—Aylin, no me jodas... —lo escucho hablar desorientado—. Sabes que lo disfrutaste tanto como yo.
—Sí, tanto que no me acuerdo de nada, ¡fíjate! —le contesto de vuelta para que no piense que me tiene comiendo de su mano.
Realmente fue un error. Miro el suelo y estoy viendo toda nuestra ropa esparcida y de repente... hay algo que me llama la atención. Su corbata.
—¡Me ataste con tu maldita corbata!
Ya lo recuerdo todo. Lo recuerdo a él sobre mí, diciéndome que juntara las manos. Tuerzo mis rasgos con estupor y vuelvo a levantar mi vista hacia él.
—Sí, ¿algún problema?
—Te aprovechaste de mi estado e hiciste lo que te dio la gana conmigo —añado mientras doy otro paso hacia atrás. Miro en dirección al baño. Me quiero alejar y poner en orden mis pensamientos. Definitivamente, no entraba en mis planes ceder.
—¡Por ahí no paso! —lo escucho rugir y se lanza a mí, pero no le da tiempo a alcanzarme.
Me meto en el baño deprisa y le cierro la puerta en la cara. Rezo por dentro que esta tenga un cerrojo. Y sí, lo tiene ¡Menos mal! Lo echo enseguida, con el corazón latiendo deprisa. Veo y escucho cómo Alex mueve el pomo de la puerta del baño con violencia.
—¡Abre la maldita puerta! —su voz ronca grita desde fuera.
—¡Déjame tranquila! —le grito de vuelta.
—No me merezco esto, ¡diablos!
—¡Tienes lo que te mereces! Desde la noche que me secuestraste, no paras de presionarme y ponerme al límite, aun sabiendo que no estaba dispuesta a acostarme contigo. Escucho que golpea la puerta con su puño y su voz suena demasiado violenta. Está muy enojado y me está entrando miedo.
—¡Pues aclárate, maldita sea! Tu cabeza y tu cuerpo no concuerdan mucho —grita fuera de sí—. ¡No me tientes, Aylin te lo advierto!
—¡Yo soy la que controlo y decido sobre mi cuerpo! ¡Y de verdad no quise que ocurriera lo de anoche! —contesto de vuelta a través de la puerta de madera. Estoy asfixiada por el llanto y el malestar. Me estoy arrepintiendo enormemente y eso hace que me entren ganas de llorar.
—¡Pues déjame decirte que anoche no parecía eso cuando me suplicabas que te follara! —afirma este con voz severa desde el otro lado.
—¡Eso no es verdad!
—Sigue engañándote sola... pero no vuelvas a jugar conmigo, ¿queda claro? —avisa con dureza —¡Demonios!
Se me corta el aliento y permanezco un momento en silencio, intentando recordar. Y sí... tiene razón. Recuerdo todas las sensaciones perturbadoras que provocó en mí, sus dedos agarrando mi pierna y su miembro en mi abertura. Posiblemente se lo dijera.
—Vete —le digo derrotada.
Solamente necesito quedarme sola. Pego mi espalda a la puerta del cuarto de baño y escucho sus pasos alejándose fuera de la habitación. Da un portazo que hace que pegue un brinco. Le doy al agua de la bañera. Necesito quedarme unos largos minutos yo conmigo misma y aclarar todo lo que me está ocurriendo. Esto es demasiado y me encuentro muy perdida ahora mismo.
Tras llenar la bañera, me sumerjo en el agua caliente y apoyo mi cabeza en el filo. Para empezar, recuerdo con nitidez lo que ocurrió en la fiesta de los Morrison, hasta cierto punto. Hasta el momento en el que terminamos de bailar y me dirigí a la barra. Ya estaba un poco mareada por las varias copas de ponche, pero lo que hizo que desconectara fue el tequila. Acumulé toda la frustración y los celos que sentí al verlo cerca de esa mujer y solamente quería olvidarme. Olvidarme de que estoy atrapada, olvidarme de que me está obligando a hacer cosas que no me gustan, como por ejemplo acompañarlo a fiestas de negocios. Olvidarme de que se está paseando conmigo como si fuera un trofeo. Sin embargo, no soy su esposa y ni siquiera su novia. Todos saben que está casado, pero yo lo acompaño a todos los lados. ¿Qué carajo puede pensar la gente? Que soy su amante, una mujer que posa de "asistente" y que tiene a su antojo cada vez que le apetece. Sí, una zorra. Y este pensamiento me enfurece más de la cuenta.
¿Qué debo hacer? ¿Cómo hacer que mi mente y mis principios salgan victorioso si tengo la tentación a mi lado en todo momento? ¿Cómo es posible que en unos pocos minutos tu mundo se derrumbe de tal manera? Tenía una vida, unos planes... Cuánto me arrepiento haberme quedado a hablar con él aquella jodida noche, en la fiesta del señor Sanders. Si en ese instante hubiese sido más sensata y hubiese ido de vuelta a la fiesta con Adam, nada de lo que vino después hubiese ocurrido.
¡Pero no! Y aquí estoy, lidiando con un sentimiento que es más poderoso que yo y con un hombre que decide en todo momento por mí.
Me sumerjo más en el agua ya templada de la bañera y el agua sobrepasa mi cuello. Estoy tan sumamente perturbada por lo intensos que han sido estos últimos días, que me entran unas ganas tremendas de morirme y de olvidarme de todo y de todos. Cierro los ojos. No quiero pensar en lo que me espera, solamente quiero borrar todo de mi cabeza. Y ... la imagen de mis padres aparece en mi mente. La alegría que desprenden mientras me sonríen y abren sus brazos hacen que vuelva a la tierra. Tengo que seguir mi camino y sé que tarde o temprano me libraré de él.
Al cabo de unos largos minutos salgo de la bañera y me envuelvo una toalla alrededor de mi cuerpo. Pego mi oído en la puerta y no se escucha nada. La abro unos centímetros y barro la habitación con mi vista. No hay nadie, así que pongo mis pies descalzos fuera del baño. Seguramente Alex está abajo. Me acerco a la cama y noto que esta está ya hecha, nuestra ropa está ordenada. En medio del colchón hay una bandeja con el desayuno y una nota, en la que pone: "Tienes cuarenta minutos para desayunar y hacer las maletas. Salimos hacia Boston".
Es cierto... hoy volvíamos a Boston, pienso y me animo a mí misma pensando que volveré a ver a mis amigos y de alguna manera convenceré a Alex dejarme viajar a Long Island.
Vuelvo a mirar la dichosa bandeja e identifico mi cartera, la reviso y noto que tengo toda mi documentación, mis 20 dólares y... una tarjeta bancaria dorada que desconozco. ¿Será la tarjeta bancaria de la que me habló? Al lado también hay un bote de analgésicos y un vaso de agua. Este jodido hombre piensa hasta en mi dolor de cabeza, vaya. Es muy completo en todo. Menos en el amor... se me ocurre de momento. Deduzco que está intentando suavizarme, como siempre hace después de una pelea. Pero esta vez no le funcionará.
Abro las puertas del armario y saco la maleta de dimensiones medianas. Su ropa ya no está y a diferencia de cuando hemos venido a Toronto, a la vuelta sí tendré una maleta bastante cargada con todas las compras que hice dos días atrás. Empiezo a empacar, no antes de ponerme un vestido corto de lana gris, de cuello redondo y mangas largas, es muy suave y parece que abriga bastante. Después, me coloco unas medias de pierna completa, no de media pierna como al dios Ares le gusta.
¡Que se joda! Piensa mi mente, que está más encabronada que yo. Además, se puede ir al carajo con sus exigencias. Me miro los pies y opto por ponerme unas botas marrones que me llegan por encima de las rodillas. No me puedo echar perfume porque no compré ninguna fragancia, pero mi cuerpo todavía desprende el olor del gel de ducha olor lavanda.
Cuando lo tengo todo listo, me siento sobre la cama y empiezo a desayunar, aunque primero me tomo el analgésico. Vuelvo a tocar mi frente, necesito que se me quite el dolor cuanto antes. Agarro mi móvil y noto que no hay mucho movimiento en el grupo de WhatsApp de Los Fantásticos de H, tal y cómo nos hemos apodado. Al tener días libres en la universidad, estamos todos bastante desconectados. Sonrío. Pulso el número de Berta, y respiro acelerada, ya que estoy ansiosa de escuchar su voz. Ayer nada más le escribí unos mensajes y llamé a mis padres, no tenía muchas ganas de darle explicaciones. Y lo cierto es que Bert no es una de aquellas personas que quede contenta con unas pocas explicaciones. Sé que me supondrá a un completo interrogatorio.
—¡Lyn! Dios mío, por fin puedo hablar contigo —escucho a mi querida amiga, que descuelga casi al instante.
—¡Bert! —exclamo muy contenta de oír su voz en el teléfono.
—¿Qué tal todo? —pregunta con tanta intensidad, que me deja sorda por unos instantes—. ¡Cuéntame! —chilla de nuevo—. Ayer nada más me dijiste que estabas con el profesor Woods en Toronto, y que lo estabas pasando muy bien.
—Así es, Bert. Estoy muy bien, no te preocupes.
—Pero nena, ¿qué coño pasa? El padre de Bram me dijo que no podías volver a nuestro cuarto en la residencia. Después de la fiesta, me trasladaron a otra habitación.
—Sí, sé que nos tuvimos que mudar, ¿estás bien? —pregunto intranquila.
—Sí, fenomenal. ¡Cómo para no estarlo, nena! Nos trasladaron al ala oeste —escucho su risa.
—¿Ala oeste? ¿Dónde están todos los pijos? —pregunto desconfiada, mientras termino de tomar mi café. Es casi la hora de irnos.
—¡Ahí mismo! —confirma esta.
—¿Es en serio? —me quedo embobada en el teléfono.
Desconocía este detalle, Alex no me dijo nada.
—Tan en serio que tenemos cada una nuestra habitación, aparte de un pequeño salón, una cocina dos veces más grande de la que teníamos y un baño súper genial. La ducha tiene hasta hidromasaje y música.
Me quedo a cuadros.
—Vaya Bert... no tenía ni idea —estoy más que asombrada por esta novedad.
—¿No te contó nada el profesor? —pregunta muy suspicaz.
—La verdad es que no, se le habrá pasado... —contesto precavida, intentando que mi amiga no se diera cuenta de que, en realidad, mi relación con Alex no es nada normal.
—Oye cari, dale las gracias de mi parte, porque además la habitación está pagada hasta junio. Y con lo cara que es...
¡Carajo! ¡No me lo puedo creer! Alex no me contó absolutamente nada y lo malo es que no puedo delatarme delante de Bert. Si le dijera que no lo sabía, se daría cuenta de que algo anda mal enseguida.
—Se lo diré, descuida—me tiembla un poco la voz—. Alex quería recompensarnos después de la molestia por la que nos hizo pasar.
—¡Alex! Uy, uy, uy. ¡Necesito detalles, nena! —dice esta con poco disimula y esa gran locura que tanto la caracteriza.
—En realidad no hay mucho que contar... —comento cortada.
—Presiento que el profe está perdidamente enamorado de ti y te pidió una oportunidad, ¿verdad ragazza? —dice esta con mucha alegría y su tono suena travieso.
—Algo así... —respondo rápido y me rio con amargura, intentando reprimir las lágrimas.
Me sabe muy mal tener que mentirla. Pero... ¿cómo narices podría contarle a mi amiga quién es en realidad el profesor, que me tiene aquí en contra de mi voluntad, que me acaba de meter en una secta y que encima anoche me acosté con él? No puedo preocuparla.
Intento hacer desaparecer el jodido nudo que tengo en la garganta.
—¿Bram te ayudo con las maletas?
—No, cari. Bram tenía cosas que hacer y no estuvo mucho en la fiesta. Me dijo que tenía unos asuntos pendientes. Solamente vino el señor Sanders para arreglar la documentación.
—Ahmmmm —murmuro intrigada y le doy un bocado al sándwich que tengo delante.
—Pues quien me ayudó en realidad fue un tal Liam, un tipo enviado por el profesor Woods. Me dijo que era su amigo. Él realizo el pago y me ayudó a trasladar todas las cosas.
Me encojo de hombros.
—¿Liam?
—¿No sabes quién es?
—Ni idea.
—Bueno, tampoco te pierdes tanto. Es un capullo, de hecho, nos pasamos casi todo el tiempo peleando, más que hacer la mudanza. Imagínate el panorama: yo con unas cuántas copas demás en el cuerpo y el tipo ese metiéndome presión. Le dije que ya me mudaría al día siguiente, pero ¡ni caso!
Me sale una risa. Como echaba de menos las cosas de mi ragazza loca.
—Es que el tipo está como loco, es un idiota arrogante —añade esta con voz de pito.
Loco y arrogante como su amigo... pienso por dentro.
—¿Estás en Staten Island con tu familia?
—Sí —contesta mientras mastica, escucho su voz distorsionada—. Pero Lyn, cuéntame... ¿qué pasa con el profesor? ¿de dónde salieron esas amenazas?
—Es una larga historia, ya te contaré cuando vuelva —analizo en mi mente que tendré que inventarme algo.
—¿Y cuándo será eso?
—Esta semana. Nos veremos el lunes, ¿de acuerdo? —le digo.
Repentinamente, escucho unos golpes en la puerta.
—Bueno, Bert te tengo que dejar ahora.
—No me has mandado ni una foto Lyn, dijiste que te lo estabas pasando muy bien —escucho su voz de niña pequeña.
—Sabes que no soy mucho de fotos —le recuerdo—. ¡Cuídate, muchos besos!
—Abrazos de oso nena. ¿Y debería decirte "enamorada" en vez de "ex santurrona"? suelta una carcajada insinuante.
—¡Prefiero ex santurrona! —musito en el teléfono y suelto una pequeña risa. Pego mis labios a mi móvil y le doy unos besos sonoros. Colgamos enseguida.
Enamorada... intento que mis neuronas no se queden KO.
¡Joder! Ex santurrona hace que me sienta poderosa y correspondida, al menos.
Agarro el pomo de la puerta y ahí está uno de los agentes de Alex.
—Señorita... —dice este y agacha un poco la cabeza—. Es la hora de irnos. La ayudo con las maletas.
Tras informarme sobre nuestra partida, agarra la maleta que tengo al lado de la cama y empieza a tirar de ella escalera abajo. Recojo mi bolso y miro la habitación para asegurarme de que no se me olvida nada. También recojo la bandeja y la dejo en la cocina.
Conforme me dirijo al coche, observo que Alex me está esperando ya dentro del 4X4, en los asientos de atrás. Me monto en el automóvil y saludo por educación, pero solamente el otro agente me contesta. Lo miro de reojo, mientras me abrocho el cinturón de seguridad y noto que está muy centrado en su iPad. Ni siquiera levanta la vista hacia mí, deduzco que está muy enojado por lo ocurrido esta mañana. Al instante pienso que, de hecho, es mejor así. Por lo menos sé que de esta manera no intentará nada conmigo y estoy a salvo.
Por lo menos por un tiempo.
⏩⏩⏩⏩⏩⏩⏩⏭️⏩⏩⏩⏩⏭️⏭️⏩
¡Hola hola!
EN BREVE veréis que pasará a 13.000 metros del suelo, pasarán muchas cositas entre estos dos dioses 👏👏👏 También tendrán su "guerra" en el cielo, como debe ser jajajja
¡ESTAD ATENT@AS!
Gracias por vuestras visitas y votos ❤️❤️❤️
Os recuerdo que me podéis seguir en Instagram : @miss_red_writer, si queréis un contacto de manera más directa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro