Capítulo único
Atsushi.
Sentía que no podía más, cada respiración que daba parecía aumentar la sensación de asfixia, el miedo, la responsabilidad, la voz de su maestro repitiendo aquellas palabras que lo motivan y a la vez son una pesada carga, reglas que se volvieron una responsabilidad a cumplir, por eso en un intento de calmarse corrió, corría lo más rápido que su cuerpo sin transformación y su dificultada respiración le permitían, no pensaba huir, pero desea un momento, aunque sea breve, pero un momento de tranquilidad, sólo un poco de paz mental para poder recuperar el aliento y enfrentar el porvenir, no planeaba huir, sólo quería un respiro. Se detuvo al detectar un olor agradable, el olor del mar, caía la tarde y la playa carecía de gente, sólo se escuchaba el ruido de las olas chocar y el de algunos pájaros trinar. Respiró profundamente introduciendo aquel aire salado a su sistema, se quitó los zapatos y dejó sus pies descalzos empezando a caminar por la áspera y extrañamente suave arena, cerró los ojos concentrándose en el sonido del mar, su olor y la sensación bajo sus pies que pronto se tornó más fría, abrió los ojos de sorpresa, había llegado a la orilla y las olas mojaban de vez en cuando sus pies. Caminó por la orilla que tocaba el agua, con los ojos cerrados y caminando apaciblemente, le hubiese encantado ir con Kyoka, aunque estar ahí solo tampoco se sentía mal, era agradable, un pequeño momento para él, un momento en soledad que no odiaba, algo nuevo por explorar, sólo él y el sonido del mar.
Siguió recorriendo la playa sin notar que no se encontraba en total soledad si no que unos ojos color gris lo observaban desde una no muy larga distancia, extrañamente sin intención de dañarle, en efecto, se trataba de Akutagawa Ryūnosuke quien no esperaba encontrarse con aquel muchacho, estaba decidido a realizar un ataque sorpresa, pero se detuvo al ver al joven tan calmado recorriendo el lugar sin alguna preocupación, por una extraña razón transmitía paz, un aura que era imposible ignorar, calmosa, produciendo un extraño sosiego en él, se sentó a una corta distancia, dejando que el aire meciera su cabello y permitiéndose abrazar por la apacible atmósfera que rodeaba a su rival, lo observa continuar con su recorrido, entonces siente que es un momento sólo para él y qué tal vez no debería estar presenciando aquello, se siente como si el chico quisiera estar solo, sin embargo, tampoco siente rechazo por su presencia tal vez aún no detectada, así que decide disfrutar de eso ¿Cuántos momentos de tal paz ha tenido su vida? Todo está tan pacífico que ni siquiera siente molestia por ser el hombre tigre quien le produce aquello, sólo disfruta del ambiente creado por éste y de la imagen hasta cierto punto hermosa de aquel hombre albino recorriendo la playa en un precioso y magnífico atardecer, junto con el aroma y sonido del mar, el hermoso trinar de aves camino a su hogar y la quietud de la ciudad, quizá es esto lo que llaman "la calma antes de la tormenta", pero ahora, sólo se limita a observar, a admirar manso a su rival, sólo un momento, lo que dure el breve instante que pueda ver a Jinko antes de que éste desaparezca en la lejanía de la orilla como si de una ilusión se tratase, efímera y grácil ilusión llevada por el viento y la tranquilidad, una imagen digna de admiración extrañamente producida por un joven torpe, aunque admitía, asombroso.
Jamás podría olvidar aquella imagen producida en una tarde cualquiera, sería algo que se guardaría para si, ignorando quien era el creador y protagonista, sería un secreto que cada uno guardaría para si mismo, por qué esa imagen había sido creada para eso, para disfrutar en soledad, para que sólo ellos mismos la pudieran apreciar por su cuenta, un momento sólo para ellos y secreto incluso entre ellos, momento que jamás se repetiría, pues aquel pelinegro moriría poco después, sonriendo quizá por aquel último instante de paz brindado por su compañero y rival.
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