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27. 幽玄 Yūgen

Cayó de bruces contra el piso con el rostro desencajado.

—¡Nooo! —gritó forzando al máximo sus pulmones. Las lágrimas rodaron por su cara y su mente se nubló. Hoseok.

La pelea pareció detenerse y casi todos pararon lo que estaban haciendo para mirar a HyungWon que miraba el reloj hecho pedazos entre sus manos.

Kihyun se acercó cauteloso y le tocó el hombro.

—Wonnie... ¿E... estás bien?

HyungWon no pareció escucharlo. Sólo miraba los vidrios roto y presionaba los botones compulsivamente, pero no sucedía nada.

No supo cómo llegó a su casa. Ya no le interesaba nada. Hoseok se había ido. Ya no tenía más razones para seguir despertándose. Se le encogió el corazón de solo pensar en que no vería más esa sonrisa hermosa ni besaría esos labios dulces ni despertaría entre esos amorosos brazos. No. Nada tenía sentido ya. Los días que siguieron apenas si salía de la habitación. Su madre ya no sabía qué hacer. Sólo se arrastraba al baño cuando lo necesitaba y comía porque alguien le embutía comida en la boca.

Una tarde, no pudo precisar cuánto tiempo después de lo que había pasado en la universidad, Kihyun subió a su habitación. Se sentó a su lado. Ver a HyungWon en ese estado era alarmante a esas alturas.

—Wonnie... —Kihyun le apartó el pelo de la cara e hizo una mueca preocupada—. ¿Co... cómo estás? —HyungWon apenas si movió los ojos. Kihyun suspiró derrotado. —Escucha, tienes que levantarte.

—Él se ha ido —balbuceó con la voz ronca del llanto—. Ya no lo volveré a ver jamás.

Kihyun no sabía qué decir o hacer para animar a su amigo. Había pensado en esa historia disparatada que le había contado aquella vez, pero por supuesto su cerebro práctico y racional no lo dejaba creer ni una de esas palabras. Pero después de ver a su amigo casi sufrir un colapso por ese reloj, ya no estaba muy seguro de que todo lo que le hubiera contado fuera producto de la imaginación de su amigo. Miró alrededor de la habitación y se levantó hasta la placa de corcho que estaba sobre la pared sobre el escritorio. Había fotos, de Wonnie y del chico Hoseok, dibujos del reloj, anotaciones, un mapa de los distritos de Corea y más fotos. Wonnie y Hoseok montando bicicletas, luego Hoseok y otro chico rubio que Kihyun no conocía y que era, a todas luces, extravagante. Wonnie a orillas de un lago con Hoseok abrazándolo...

Ya no sabía qué pensar. Pero de lo que si estaba seguro era de que tenía que ayudar a su amigo. Tomó una de las fotos de la pared y se giró.

—Búscalo.

HyungWon parpadeó como dándose cuenta de que había alguien en la habitación con él.

—Ki... —murmuró.

—Busca a Hoseok.

HyungWon se incorporó de a poco.

—¿Qué haces aquí?

—Escucha, Won... Si todo lo que me contaste sobre Hoseok y el reloj es cierto... Búscalo.

HyungWon sacudió la cabeza y los ojos se le cristalizaron.

—No. Él me pidió que no lo hiciera.

—¿Y si nunca vuelves a esa época?

—Ya no volveré. El reloj quedó inservible.

—Por eso. Imagina que él siguió esperándote en su tiempo y tú... tú no volviste a aparecer. Búscalo ahora y dile lo que sucedió.

Hubo una llama de interés en los ojos de HyungWon. ¿Y si Kihyun tenía razón? Al menos podría verlo y decirle que el reloj se había roto.

Se levantó como si alguien lo hubiera pinchado y abrió su ordenador.

—Tae dijo que había cinco personas con ese nombre —dijo tipeando con velocidad. Kihyun sonrió. Al menos, Won ya estaba fuera de esa cama.

—Pero si tú sabes donde vive. Vamos hasta allá.

HyungWon se giró y asintió en silencio.

—¿Tú vendrás conmigo?

Kihyun se apresuró a asentir.

—Claro. Yo también quiero conocer a Hoseok.

Sonrió por primera vez en mucho tiempo. Se puso las zapatillas y preparó su mochila.

—Ki... ¿Crees que funcionará?

Kihyun se encogió de hombros.

—No lo sé. Pero debes agotar todos los medios.

Ambos bajaron las escaleras apurados y la madre de Wonnie se sorprendió de ver a su hijo dar señales de vida.

—Ma, saldremos unas horas. Volveré para la cena —gritó agitando el brazo. Su madre no pudo siquiera preguntar cómo se encontraba. Kihyun le hizo una seña con el pulgar arriba y salió de la casa.

—Bueno —dijo parándose al lado de su amigo que miraba hacia la calle—. Tú dirás...

—Un taxi. Tomaremos un taxi.

Kihyun se dejó llevar. Nunca había ido al distrito de Gwangjin-gu, pero de pronto se sintió animado y excitado. No se caracterizaba por ser una persona aventurera, pero ver a HyungWon más animado, hizo que de alguna manera su corazón latiera contento.

No les tomó mucho tiempo llegar. HyungWon miraba todo con renovado interés.

—¿Sucede algo?

HyungWon miraba hacia todos lados.

—Es tan extraño... —dijo rascándose la nuca— esto lucía muy diferente en los '80s.

'Eso fue... curioso' —pensó Kihyun. Todavía estaba algo escéptico.

—¿Es por aquí?

HyungWon asintió. Aunque todo lucía diferente aún podía reconocer ciertas casas que no habían cambiado con el tiempo.

—Si. Es por esa calle —dijo señalando hacia la esquina de donde se encontraban y empezando a caminar.

Kihyun iba viendo todo con interés cuando chocó de lleno con la espalda de su amigo que se había detenido de golpe.

—Wonnie, ¿qué dem...? —levantó la mirada frotándose la frente. La cara de su amigo reflejaba un evidente miedo. Miró hacia donde Wonnie estaba mirando y creyó entenderlo todo.

Wonnie tenía los ojos fijo en un espacio donde sólo crecía la maleza. Un terreno vacío, deshabitado y cercado por un alambrado metálico. HyungWon corrió hasta ahí y se aferró con ambas manos al alambrado.

—No, no... Esto no puede ser cierto —repetía una y otra vez.


Kihyun llegó a su lado y miró el lugar.

—¿E... Es aquí? —preguntó cauteloso.

HyungWon asintió. Las lágrimas volvieron a salir descontroladas.

—Espera, no desesperes. Tiene que haber alguna explicación —pero Kihyun sí estaba desesperado—. Ven, preguntemos. Alguien tiene que saber algo.

Agarró a HyungWon de la mano y lo arrastró a la casa más próxima. Respiró con calma y tocó el timbre. Unos segundos después, una mujer de aspecto severo abrió la puerta. Kihyun puso su mejor sonrisa.

—Buenos días, señora... —dijo haciendo una reverencia casi exagerada. La mujer lo miró de arriba abajo.

—No queremos comprar nada —respondió empezando a cerrar la puerta. Kihyun movio las manos al frente.

—No, no. No venimos a vender nada, señora. Sólo quería preguntarle si usted conoce a la familia que vivía en ese lugar —dijo señalando el terreno vacío.

La mujer levantó las cejas.

—Eso está así hace años.

—Pero alguna vez hubo una casa, ¿no es así? —insistió.

—Oh, sí... no recuerdo mucho. Mi madre vivía aquí y yo me mude hace poco.

—¿Podríamos hablar con su madre?

La mujer frunció los labios.

—Ella murió.

Kihyun se tapó la boca y luego empezó a disculparse frenéticamente.

—Lo siento, lo siento.

La mujer se cruzó de brazos.

—Está bien, no se preocupe. Ahora con respecto a su pregunta, creo que la señora Lee podrá ayudarlo. Vive en la casa de enfrente. Es un poco vieja y está algo sorda, pero ella sabe todo lo que pasa en Gwangjin‐Gu.

Los dos le agradecieron y Kihyun empezó a caminar hacia la casa de la anciana.

—Ki —murmuró Wonnie— tengo miedo...

Kihyun se volvió y abrazó a su amigo.

—No te desanimes. Tiene que haber una explicación para todo esto. Vamos.

La vieja señora Lee era una ancianita diminuta que apenas los vio los hizo entrar a su casa que estaba llena de gatos y plantas y los llenó de galletas. Kihyun estaba encantado con la hospitalidad de la señora ya que le recordaba a su propia abuela.

—Aigoo, pero que muchachitos tan lindos son —decía la viejita arrastrando los pies por la casa y buscando cosas en los armarios. —Hace ya mucho que nadie viene a visitarme. Mis nietos viven al otro lado del mundo y mis hijos ya ni se acuerdan de esta vieja. Ya casi no recuerdo cuando fue la última vez que unos chicos tan jóvenes han venido a verme. Me recuerdan mucho a esos dos muchachitos que solían venir a regar mis plantas y a leerme por las tardes... Hace ya tanto tiempo de eso.

HyungWon le echó una mirada a Kihyun y este se aclaró la garganta.

—Tiene usted una casa muy linda y... pintoresca.

—Muchas gracias, querido.

—Nosotros nos preguntábamos si usted podría decirnos algo sobre la casa que estaba en el terreno de enfrente.

La viejita ladeó la cabeza.

—¡Oh, la casa de los Shin!

HyungWon saltó en su silla.

—Si, los Shin. ¿Usted sabe dónde están ellos?

—Aigoo, una historia muy triste la de esa familia. La mujer, no recuerdo bien su nombre, recuerdo que era una belleza. Eran una familia muy feliz hasta que ella murió... El chico era un encanto también.

Era. La anciana había usado la palabra era. HyungWon cerró los ojos con fuerza.

—¿Recuerda el nombre del chico? —preguntó con un hilo de voz.

La mujer estuvo un rato pensando.

—Hoseok. Así se llamaba. Un encanto y hermoso como una flor recién nacida.

Kihyun abrió los ojos desmesuradamente. Lo que había dicho Wonnie estaba resultando ser cierto.

—Señora... ¿Usted sabe dónde está el ahora? —preguntó Kihyun mordisqueando una galleta.

—Oh... No. Nadie lo sabe. Desapareció hace mucho tiempo...

幽玄  Yūgen

Literalmente quiere decir profundo o misterioso, y se refiere a un conocimiento del universo que evoca sentimientos emocionales que son inexplicablemente profundos, y que es demasiado misterioso para las palabras. Como por ejemplo la triste belleza de sufrimiento humano.

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