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25.物の哀れ Sensibilidad

Mono no aware (物の哀れ) significa empatía o sensibilidad. Aunque sin duda esta breve descripción no le hace justicia, pues su significado va mucho más allá. Se refiere a la capacidad para conmoverse ante lo efímero de la vida y el amor.

—¿Estás bien? —preguntó su madre una mañana. HyungWon estaba recostado sobre la mesa, con la cabeza apoyada en sus brazos.

Asintió sin ganas y su mamá se acercó para acariciarle la cabeza.

—¿Peleaste con tu chico?

—No. No es nada, mamá.

Su madre fue hasta la cocina y apareció a los minutos con dos tazas humeantes.

—Toma —dijo tomando asiento frente a él.

Se enderezó y apoyó las manos en la taza.

—Vamos, suéltalo.

HyungWon se quedó unos momentos con la mirada fija en el humo que se levantaba de su café pero finalmente levantó los ojos y la miró.

—Me despidieron —dijo.

Su madre asintió, mirándolo comprensivamente.

—No te preocupes. Ya encontrarás otra cosa.

—Y los chicos no me hablan —continuó con la voz apagada.

—¿Quieres contarme qué pasó?

HyungWon alzó los hombros.

—Es mi culpa. Yo... no tengo cabeza para nada. Sólo quiero estar con Hoseok.

Su madre se quedó en silencio y finalmente agarró una de las manos de su hijo entre sus manos.

—Te gusta mucho, ¿no es así?

HyungWon asintió.

—Estoy enamorado, ma. Nunca me había pasado algo así.

—Puedo entender eso. A todos nos pasó alguna vez. ¿Cuándo lo traerás? —su madre sonrió—. Estoy muriendo por conocer a mi yerno.

Una sensación angustiante le apresó la garganta y sus ojos se nublaron.

—No... me temo que eso no será posible.

Su madre se sorprendió con la respuesta.

—Empiezo a pensar que hay algo más que no quieres contarme. Hijo, ¿este chico... emm, tiene algún problema con que lo conozcamos?

HyungWon resopló. No sabía cómo explicarle a su madre que su novio, estaba en otra época. Y que en la actualidad, sería incluso más grande que ella.

—No, no... Es complicado —terminó por decir—. Vive algo lejos.

—Tú vas siempre para allá. Él también podría hacer el esfuerzo, ¿no crees?

Por supuesto que las palabras de su madre tenían toda la lógica del mundo, pero intentar explicarle lo de las 'dimensiones' alternas era algo, desalentador, por decirlo de alguna manera. En el hipotético caso de que ella le creyera, lo cual creía algo menos que imposible, tampoco podría ayudarlo a resolverlo. Su vida actual estaba desmoronándose poco a poco y él no sabía cómo afrontar todos los problemas que tenía. Se había quedado sin trabajo y sin amigos. Su novio estaba décadas atrás y por más de que le diera vueltas y vueltas al asunto, siempre se encontraba con más dificultades. Era cansador vivir en dos realidades, agotador tener que vivir a escondidas, no poder ver a su novio cuando quería (que era todo el tiempo), no poder responder a preguntas obvias ni poder presentarle al hombre que amaba a sus seres queridos. Toda su vida estaba patas para arriba y se sentía agotado mental y físicamente. Tenía que empezar a tomar desiciones, por más dolorosas que fueran.

—No te preocupes, mamá. Estaré bien.

Su madre no le creyó mucho, pero le aconsejó que hablara con sus amigos.

—Están juntos desde pequeños —dijo— no dejes que el enojo los separe. Ellos te quieren.

Su madre tenía razón. Estaba dejando todo de lado por un amor que sabía que no tenía posibilidades de un futuro. Subió las escaleras y se echó en la cama boca arriba, sacando su celular para mirar las fotos que había tomado de los dos a lo largo de todos esos meses. No pudo evitar soltar algunas lágrimas. Lo que estaba a punto de hacer era doloroso y estaba seguro de que con el tiempo dolería más. Pero dicen que cada cosa tiene su tiempo y su amor estaba en medio de dos. Y él debía elegir.

Tocó el timbre y esperó. El señor Shin abrió la puerta y sonrió al verlo.

—¡Wonnie! ¿Cómo estás? Hace algunas semanas que no te veía. ¿Todo en orden? —preguntó el hombre alegremente invitándolo a pasar.

—Si... Yo he venido a ver a Hoseok.

—Se fue al lago. Hace un día estupendo. No sabía que vendrías. Toma la bicicleta y ve a buscarlo. Les prepararé el almuerzo.

Incluso pedalear se le estaba haciendo pesado. Había repasado las palabras que diría y estaba nervioso y desolado. Pero sabía que debía hacerlo. Hoseok merecía un amor completo. No uno a medias y él no podía ofrecerle nada.

Se sabía el camino de memoria y cuando llegó a claro del bosque donde solían ir y vio a Hoseok recostado a la orilla del lago, tarareando una canción y moviendo los pies, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos.

El ruido que hizo al pisar las hojas y las ramas con la bicicleta hizo que Hoseok se incorporara alarmado. Pero pronto una sonrisa preciosa escaló a su rostro cuando vio de quién se trataba.

—¡Hey! ¿Qué haces aquí? —preguntó con alegría mientras se ponía de pie de un salto y corría a su encuentro.

No le dio tiempo a HyungWon ni de dejar la bicicleta cuando lo abrazó con fuerza y le dio un beso que le quitó el poco aliento que le quedaba.

—No sabes lo mucho que te extrañé —dijo Hoseok refregando la nariz en su cuello.

HyungWon tragó saliva con fuerza y levantó una mano para apoyarla en el pecho de Hoseok.

—Hoseok... —susurró. Este se alejó apenas y lo miró.

—Wonnie, ¿qué sucede? ¿Está todo bien? —la preocupación en su voz hizo que todo se sintiera mil veces peor.

Asintió como pudo pero no pudo evitar quebrarse al mirarlo a los ojos.

—Yo... he venido a despedirme...

Hoseok frunció el ceño por un segundo, intentando asimilar las palabras que estaba diciendo su novio.

—¿Qué dices, Wonnie? —dijo con una media sonrisa que desapareció al instante al ver que HyungWon bajaba la mirada.

—No vendré más... —la voz se le quebró y parpadeó varias veces para ahuyentar las lágrimas.

Hoseok miró hacia un costado sin decir nada. Finalmente exhaló y sonrió.

—Ven, acompáñame a un lugar...

HyungWon no dijo nada, solo se dejó llevar de la mano por el bosque. Caminaron por unos minutos largos y llegaron a otro claro donde había más rocas y la vegetación era más frondosa.

—¿Y este lugar? —preguntó mirando alrededor.

—Es un lugar al que solía venir cuando estaba algo triste —respondió Hoseok quitándose la playera.

—Nunca me habías traído antes.

Hoseok sacudió la cabeza.

—No tenía motivos para venir últimamente. Aunque supongo que ahora vendré más seguido...

HyungWon suspiró.

—Hoseok... no tienes que hacer esto...

—¿Y tú sí? ¿Sólo te irás así, sin mirar atrás?

HyungWon se dejó caer de bruces.

—Yo... yo lo siento. Todo esto se me fue de las manos. Perdí el control de mi vida, Hoseok. Me quedé sin amigos, sin trabajo...

Hoseok estuvo un rato parado sin decir nada, mirando el agua.

—Yo no pertenezco aquí.

Hoseok asintió y caminó hasta el lago, adentrándose de a poco. HyungWon lo miraba con la cara surcada de lágrimas. Unos minutos después salió caminando despacio hacia él que lo miraba como si fuera la cosa más brillante del mundo. Y en cierta forma lo era. En su mundo, Hoseok era el sol.

—Yo lo entiendo, Wonnie... —dijo cuando llegó a su lado. Llevó sus manos a su cuello y se quitó el colgante de luna—. Quiero darte esto.

HyungWon negó con la cabeza.

—No. No puedo aceptarlo, de ninguna manera.

—Quiero que tú lo tengas... —Los ojos de Hoseok estaban un poco colorados y se notaba que estaba haciendo esfuerzos para no llorar.

—Era de tu madre, Hoseok —HyungWon le tomó la mano y se la apretó.

—Ella lo entenderá. Quiero que tengas algo para que me recuerdes.

—¿Cómo podría olvidarme de ti, bebé? —se inclinó y le tomó la cara entre las manos. —Te amo, Hoho. Te amo como nunca amé a nadie... pero sabes que esto pasaría tarde o temprano. Yo... yo ya no sé qué más hacer.

Hoseok lo abrazó y se quedaron así, llorando uno en los brazos del otro.

—Quiero que seas feliz, Wonnie. Y cuando pienses en nosotros, no pienses en tiempo pasado. Solo piensa en lo felices que fuimos juntos. Sólo te voy a pedir que cuando vuelvas a tu tiempo, no me busques...

HyungWon se lo prometió, pero por dentro estaba hecho pedazos. Miró ese rostro que tanto amaba por algún rato, intentando grabar cada detalle en su memoria.

Estuvieron así durante mucho tiempo, diciéndose adiós en silencio y cuando cayó la tarde, Hoseok se levantó y se sacudió la ropa.

—Bien, es hora de volver a casa.

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