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19.ちびる Labios

[HyungWon]

Una vez que se dio cuenta lo que estaba haciendo, Hoseok se alejó unos pasos, con la mirada llena de terror.

Yo no había reaccionado. Aún estaba procesando el beso.

Se llevó ambas manos a la boca.

—Wonnie, Wonnie... Lo siento, por favor, no me odies... —estaba fuera de sí, nervioso y exaltado.

Me acerqué y lo agarré de las manos.

—Hey, hey, cálmate —dije intentando transmitirle seguridad—. Fue solo un beso.

Me miró y negó con la cabeza.

—No, Wonnie... Realmente lo siento, no sé qué... —lo callé con otro beso. Un beso suave, un beso casto. Sus ojos se abrieron demasiado así que lo solté.

—¿Ves? Un beso.

Pasó uno de sus dedos por sus labios, quizás intentando darle un significado a lo que estaba pasando.

—¿Quieres hablar de esto? —pregunté sacándome la mochila y sentándome en su cama.

Unos segundos después se sentó a mi lado.

—Dijiste que te sentías confundido —empecé.

Asintió y me miró. Era tan lindo.

—Yo... Aish, no lo sé, me siento medio idiota por lo que voy a decir pero... Creo que quizás me gustas un poco —sus mejillas se encendieron. Al ser tan pálido, el rubor resaltaba demasiado en su piel. Me dio ternura y quise reír por su expresión, pero no era el momento. Hoseok estaba confesándose conmigo. Me sentí todo feliz y poco faltó para echarme encima suyo.

—¿Quizás te guste un poco?—pregunté.

—Sí. Bueno, no sé. ¿Es raro?

—No lo sé, sólo tú puedes decirlo. A mí me gustas, quizás más que un poco.

Listo. Lo había dicho. Vi su nuez de Adán moverse intentando pasar saliva.

—¿En serio? —preguntó abriendo más los ojitos. Asentí.

—Sí.

Nos quedamos silencio un rato, pero luego de un rato me miró y sonrió.

—Somos dos idiotas —dijo—. Tenemos veinte años y estamos actuando como si tuvieramos trece —se rascó la nuca. Lo vi morderse los labios y la sangre se agolpó enseguida, dejándolos rojos.

—Hoseok, ¿puedo besarte? —la pregunta en si era bastante inocente, después de todo Hoseok nunca había estado antes con un chico y no quería apabullarlo con mis intenciones.

Me miró y asintió despacio. Así que me moví apenas un poco más cerca y me incliné hacia él, mirando su hermosa boca. Sus labios eran suaves y esponjosos. Perfectos. Al principio, se quedó quieto, debía ser extraño para él. Deje un par de besos tranquilos y me alejé para mirarlo. Tenía los ojos cerrados y los puños apretados. Pero al ver que ya no estaba cerca suyo abrió los ojos.

—Lo siento —dije—. Debe ser raro para ti.

—Raro no es exactamente la palabra. Es nuevo... Nunca había besado a un hombre antes —soltó una risita nerviosa que me hizo sonreír también.

—Si. Puedo entenderlo. Pero una vez que ya estás ahí, es una boca más.

—Supongo. Pero me gustaría hacer algo...

Lo miré esperando que continuara, entonces giró todo el cuerpo para quedar frente a frente, subiendo las piernas arriba de la cama y estiró una mano. Dudó un poco, pero yo le sonreí y entonces asintió. Pasó el pulgar por mi labio inferior y no pude evitar suspirar. Su cabello blanco caía desordenado por su frente y con un dedo le aparté un mechón para poder ver sus ojos. El beso que siguió lo empezó él. Cerré los ojos, abriendo apenas la boca y me deshice en un gemido bajo sobre sus labios. Su boca acarició la mía, gentilmente y entonces sus labios cubrieron los míos por completo. Hoseok era un besador experto. Su lengua se sentía cálida y se movía con movimientos lentos que hicieron que mi ansiedad se disparara por probarlo más profundamente. Apoyé una de mis manos en su cuello, acariciando su nuca y de paso reteniéndolo más cerca.

Cuando cortamos el beso, su mano seguía en mi cabello y la mía en su cuello.

—Si —dijo—, definitivamente es como yo pensaba.

Me quedé mirándolo sin saber muy bien cómo interpretar sus palabras. Y entonces sonrió y me dio un piquito.

—Besas muy bien.

El alivió cruzó mi cuerpo. Por un segundo pensé que iba a decirme que prefería seguir besando chicas.

—Tú también besas muy bien —confesé y escondió la cara entre sus manos. Era gracioso y devastadoramente tierno que tuviera esas reacciones tan puras con el tamaño de gladiador que tenía. Me daban ganas de abrazarlo y encerrarlo en una cajita de cristal por lo hermoso e inocente que era.

Me eché a reír y unos golpecitos se escucharon en la puerta.

—Pasa papá —dijo Hoseok sin dejar de reír.

—Ya esta la cena —anunció—. Supongo que vas a quedarte, ya es tarde para que te vayas, HyungWon.

Hoseok me miró y me guiñó un ojo. Ahora no quería irme por nada del mundo. Le agradecí al señor Shin y bajamos los tres a la sala. Hoseok se sentó a mi lado y cuando su padre se metió en la cocina, aprovechó y me dejó un beso fugaz en la mejilla.

—Gracias por quedarte —dijo apretando mi mano bajo la mesa. Mi cuerpo bailaba de felicidad.

La lasagna del señor Shin estaba deliciosa y la conversación con los dos hombres era más que agradable. Yo nunca había tenido un padre, pero de haberlo tenido me hubiera gustado que fuera como el señor Shin. Bromeaba mucho con su hijo y repartía consejos a ambos por igual. Cuando acabamos la cena, ayudamos a levantar la mesa y acompañé a Hoseok en la cocina mientras él lavaba los platos. Hoseok por momentos se acercaba a mí y me frotaba los hombros o la parte baja de la espalda, en gestos totalmentes desprovistos de lujuria o lascivia, simplemente él era así, afectuoso y gentil. Y yo no podía estar más encantado con él. Un poco más tarde nos despedimos de su padre y subimos para tomar un baño, ya que habíamos estado de camping y nuestro único baño de aseo había sido el lago.

Cuando terminé de bañarme y entré a su habitación, lo encontré acostado, con los auriculares puestos y tarareando una canción. Su uniforme de dormir era un short. Uno muy colorido, pero que yo encontraba muy sexy. Dejé la toalla a un lado y me subí a la cama.

—¿Qué escuchas? —le pregunté quitándole un auricular.

—Deep Purple —dijo—. ¿Qué quieres hacer? Podríamos jugar videojuegos, pero habría que bajar...

—O podríamos besarnos un ratito más —dije con timidez. Lo cual me tomó por sorpresa porque yo jamás sentía vergüenza por casi nada. Pero Hoseok me gustaba demasiado y ese beso que habíamos compartido horas antes había sido maravilloso, pero había sido uno solo.

Dejó el celular sobre la mesa de luz y se volvió a acostar de lado, mirándome.

—Me gustaría —dijo. Su sonrisa hizo cosquillas en mi interior. Puso una mano en mi mejilla y me acarició el pómulo con el pulgar y me acerqué al tacto. Se sentía muy bien. Con un pequeño movimiento se acercó y dejó un beso pequeño y luego otro más y otro...

Al besarlo sentí algo en mi interior que me tomó por sorpresa. Podía verme a su lado, podía ver sus ojos cerrados y sus largas pestañas moviéndose imperceptiblemente, su piel cremosa y pálida, sus antebrazos tensándose por el movimiento de sujetar mi espalda para acercarme a él. Era como si me hubiera separado de mi cuerpo y estuviese viendo todo desde arriba. Nuestros cuerpos juntos en la cama, el sonido apagado de los besos... Y sin embargo yo estaba sintiéndolo todo. Abrí los ojos, medio asustado por lo que acababa de sentir y Hoseok se alejó un poco, frunciendo el ceño.

—¿Estás bien? —preguntó con temor.

—Sí... —respondí recomponiéndome de la impresión. Tomé su barbilla entre mis manos y lo volví a besar.

Sea lo que fuere que había pasado, no debía importarme. Por primera vez en mi vida mis emociones estaban a flor de piel y no había otro lugar o dimensión donde quisiera estar. Solo en esa cama con él.

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