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18.ひみつ Secreto

[HyungWon]

—Esto es hermoso —dije y era verdad. Nunca había estado tan en paz en ningún lado. Mi época era bastante más ruidosa y contaminada. Estar ahí, acampando a la orilla del lago, con la luna alzándose en todo su esplendor, su reflejo como una mancha plateada sobre el agua, las estrellas titilando en el cielo negro, con el sonido de los grillos y las luces de las luciérnagas era algo casi mágico.

—Si lo es —dijo Hoseok a mi lado. Estábamos los dos, acurrucados juntos bajo una manta colorida mirando hacia el cielo—. Solíamos venir mucho con mis padres.

Giré la cara para mirarlo y abracé mis rodillas. La luz de la luna iluminaba su rostro, dándole un aspecto espectral y hermoso. Me encontré perdido en su voz. Hoseok hablaba de manera suave y tenía una voz muy dulce. Me gustaba mucho y en parte, eso me asustaba demasiado. A cada rato debía recordarme a mí mismo que yo no existía en su tiempo y, en el mio, éramos dos desconocidos.

Me contó cómo su mamá era la entusiasta de las acampadas y que, cuando estaba viva, se aseguraban de hacerlo al menos una vez al mes. Vi que le dolía hablar de ella, pero a la vez, su sonrisa me decía que necesitaba hacerlo.

—Gracias por traerme aquí —le dije. Sonrió mirándome y movió una mano apoyándola en mi brazo. Estaba fascinado. Como si nos encontráramos en una burbuja propia. Mis ojos viajaron a su mano y sin querer suspiré. No sé por qué lo hice, pero no estaba pensando en nada más que en lo feliz que me sentía. Me hubiera gustado encapsular ese momento para poder revivirlo cada día, eternamente. Él y yo, juntos. Al final, sus ojos siguieron la dirección de los míos y se apresuró a retirar su mano.

—Lo siento —dijo. Fruncí el ceño.

—¿Qué sientes? —estaba algo decepcionado de que hubiera retirado su mano. No entendí su reacción, pero era obvio que estaba avergonzado.

—Yo... —empezó a decir, pero luego negó con la cabeza—. No es nada, ¿quieres que entremos a la carpa? Tengo algo de sueño.

—Adelántate. Me gustaría quedarme un rato más. Iré en unos minutos —dije volviendo la mirada al lago. Una sensación de tristeza me invadió de repente y por primera vez desde que había caído en esa época me puse a pensar si estaba bien lo que estaba haciendo. No estaba buscando nada, al menos eso creía en ese momento.

Al principio todo era tan novedoso que no dudé en seguir 'viajando', pero con el correr de los días mis sentimientos fueron cambiando. Cada vez que volvía a mi tiempo sentía que algo me faltaba y me encontraba soñando con volver atrás. Los pequeños destellos nostálgicos, el querer volver a ver a Hoseok iban haciéndose cada vez más fuertes y estaba seguro de que iba a terminar haciéndome daño.

—¿Estás seguro? —lo escuché preguntar a mis espaldas. Asentí sin mirarlo y oí sus pasos alejándose de mí.

Estuve largo rato meditando sobre lo que me estaba pasando, pero aún no lo entendía bien. A la madrugada me levanté para volver a la carpa. Los tres chicos dormían tranquilamente y me acurruqué en un rincón intentando enterrar algunas ideas molestas que estaban asomándose por mi cabeza.

Al día siguiente, todo iba de maravillas con el único detalle de que Hoseok estaba algo raro. No quise molestarlo con mis preguntas así que luego de algunas respuestas cortas de su parte, decidí dejarlo en paz y divertirme con Sejun y Min. Jugamos pelota, nadamos, intentamos pescar, comimos papas asadas y cantamos a todo pulmón, pero había una espinita que estaba haciendo que mi aire fuera más difícil de respirar. Hoseok. Había momentos en que se echaba a caminar solo o lo encontraba sentado con la cabeza gacha y los hombros caídos.

Al final del día, cuando ya estábamos juntando las cosas para volver, me acerqué a preguntarle.

—Hey —dije golpeando su hombro suavemente. Se giró y me dió una sonrisa que bien podría haber sido una mueca de disgusto. Me sentí ligeramente ofendido por el gesto, pero de nuevo, decidí que debía dejarlo pasar—. ¿Estás bien?

—Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas? —su mirada volvía a estar al frente, concentrado en ajustar las correas de la bolsa donde habíamos guardado la carpa.

Sonreí y me acerqué para rodearle los hombros con mis brazos, pero apenas sintió mi toque se alejó como si alguien lo hubiera pinchado con algo. Me asusté por su reacción. Hoseok siempre había sido muy físico conmigo, cosa que me encantaba y el que hubiera reaccionado así, me sorprendió y me desconcertó en partes iguales.

—Hoseok, ¿qué sucede? —dije cruzándome de brazos.

—Nada, lo siento. Sólo... a veces me incomoda que seas tan cariñoso. No quiero que malentiendas las cosas.

Sentí un tirón en la boca del estómago y mi barbilla tembló. Miré hacia un costado, avergonzado y con unas terribles ganas de llorar.

—Lo siento —dije intentando darle una sonrisa comprensiva—. Yo no pensé que te molestara... —quería desaparecer y hubiera sido una ocasión más que justificada solo que Min y Sejun estaban allí también y mis cosas estaban en la habitación de Hoseok.

—Wonnie... —dio un paso adelante, pero me di la vuelta y me acerqué a Min que estaba teniendo problemas con las cañas de pescar.

—Déjame que te ayudo con eso —dije intentando distraerme de las palabras de Hoseok y de paso no largarme a llorar.

—Estas aparatos del demonio, me ponen de mal humor —dijo el rubio riendo. Entre los dos terminamos de meter todo en la van y al final los cuatro partimos.

Hoseok me echaba miradas apenadas de vez en cuando, pero me concentré en la conversación que estaban teniendo los otros dos. Dejamos a SeJun en su casa y al final Min nos dejó en la casa de Hoseok.

Min me abrazó para despedirse y le agradecí por el fin de semana. Luego la camioneta se perdió en la noche.

—Mi papá está en casa, le avisaré que te quedarás a cenar.

—No, Hoseok —dije adelantándome a la puerta—. Yo... Yo debo irme.

Levantó la mirada que estaba pegada al suelo.

—¿Te vas? Creí que ibas a quedarte todo el fin de semana. Apenas es sábado.

Tragué con fuerza. Las palabras que me había dicho horas antes aún estaban dando vueltas por mi cabeza.

—Si. Lo sé. Pero creo que es mejor que me vaya. La pasé muy bien.

—Wonnie, yo...

La puerta de entrada se abrió y el señor Shin se nos quedó mirando.

—¿Qué hacen ahí parados? —preguntó.

—Estábamos por entrar, papá.

—¿Cómo estás HyungWon? —preguntó haciéndose a un lado para dejarnos pasar.

—Muy bien, señor. Gracias.

—¿Te quedas a dormir esta noche? Hice lasagna.

Hoseok me miró.

—Lo siento, me encantaría, pero no puedo quedarme esta noche. Solo iba a subir a recoger mis cosas.

—¡Qué lástima! —el señor Shin me palmeó el hombro y asintió, comprensivo—. Pero tienes que venir otro día y te quedas. Me gusta que los amigos de Seokkie nos visiten.

Prometí volver y luego subimos a su habitación.

Apenas entré abrí mi mochila y comencé a guardar algunas cosas.

—Wonnie...

—¿Mm? —contesté ajustando tiras de la mochila y asegurándome de haber guardado todo.

—No quise decir lo que dije.

Lo miré, Hoseok se retorcía los dedos contra la ropa.

—Está bien, no te preocupes —le dije. Me puse la mochila.

—En serio.

Tragué con fuerza.

—Escucha, no tienes que disculparte. Yo no me di cuenta que te estaba molestando con mis demostraciones de afecto —intenté sonreírle sinceramente—. A veces soy molesto, mis amigos me lo dicen también.

—No, no quise decir eso.

—Sé lo que quisiste decir, Hoseok. Sé que no estás acostumbrado a ese trato entre hombres. A veces me confundo y pienso que estoy en mi época —solté una risita.

—No tengo nada en contra de ti, lo sabes.

Asentí y estiré una mano.

—Lo sé. Tranquilo. Bien, ahora me iré.

—No, Wonnie, espera —dijo acercándose a la puerta y apoyándose en ella. Me crucé de brazos.

—¿Qué haces?

—Estás enojado.

—No lo estoy, Hoseok. Ahora en serio, déjame pasar, debo irme...

Se acercó a mí y para mi sorpresa, me rodeó con sus brazos y apoyó la cara en mi pecho.

—Perdóname. No te vayas. Soy un estúpido.

Intenté aflojar el agarre y alejé mi cabeza un poco.

—Ya está, Hoseok. No es para tanto.

—Sí lo es —se alejó un poco de mi, apenas dos pasos y se limpió una lágrima.

—Hey, ¿por qué lloras? —no pensé que iba a ponerse de esa manera.

—No quiero que pienses que me molestas.

—Hoseok...

—Wonnie, es todo lo contrario. Yo creo que estoy confundido.

Sus palabras me dejaron helado.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir, Seokkie?

Tomó aire y lo dejó salir ruidosamente. Dos segundos después, sus brazos estaban enredados en mi cuello y sentí sus labios sobre los míos.

Entonces mi corazón dejó de latir.

No sé por qué sigo actualizando esta historia, pero es que me gusta tanto jajaja. Amo a estos personajes y amo como me siento cuando la estoy escribiendo. Aunque nadie la lea. ❤️

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