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16.うれしい Feliz

HyungWon y Min se encargaron de acomodar la sala una vez que todos se fueron. Para cuando terminaron, había dos bolsas grandes de basura apiladas en el costado de la casa.

—Bien —dijo Min estirándose— creo que me iré a casa. ¿Tú qué harás?

HyungWon miró hacia la casa y se encogió de hombros.

—Creo que me quedaré esta noche. Hoseok no se veía muy bien.

—No te preocupes. No tiene mucha tolerancia al alcohol y no tomó mucho. Mañana lo tendrás saltando por todas partes de nuevo. —El chico sonrió y le palmeó el hombro—. Entonces, qué descanses. Si quieres, mañana podemos hacer algo.

HyungWon asintió.

—Seguro. Le diré a Hoseok. Nos vemos mañana... u hoy.

Se despidieron y HyungWon se metió en la casa. Hoseok estaba durmiendo despatarrado en el sillón de la sala. La remera se le había subido un poco y se veía la línea de la pelvis. Un pedazo de piel blanca y firme. HyungWon suspiró. Quizá se lo quedó mirando un poco más de lo conveniente.

—Hey, Hoseok —se acercó y le tocó el hombro suavemente.

No hubo respuesta. Le tocó la mejilla, dando pequeños golpecitos cariñosos. Hoseok se movió y abrió un ojo. Y sonrió.

—Wonnie... Todavía estás aquí.

—Es muy tarde. Vamos a tu habitación.

Hoseok asintió y se sentó, restregándose los ojos.

—¿Qué hora es?

—Son las cuatro de la mañana. Vamos arriba.

Hoseok se levantó y se tambaleó ligeramente. HyungWon se apresuró a ayudarlo. Le pasó un brazo por la cintura y afirmó el agarré.

Cuando llegaron, Hoseok se dejó caer como un costal de papas. Quizás debería irse a su casa. Se acercó a la cama y le quitó los tenis a su amigo. Y luego el short, sabía que Hoseok dormía en ropa interior. Un rubor inesperado lo asaltó desprevenido cuando estaba bajando la prenda por las piernas musculosas de Hoseok.

—Te extrañé.

HyungWon levantó la vista. Hoseok tenía los ojos cerrados y buscaba a tientas la almohada.

—Gracias por volver. Ahora ven a la cama.

HyungWon sonrió y se quitó las tenis para recostarse a su lado.

Intentó no sentirse demasiado feliz por la cercanía de Hoseok, pero era imposible. Había estado pensando en él toda la semana. Sabía que nada iba a resultar de su pequeño enamoramiento con el chico de los '80, pero al menos podía disfrutar de su amistad. Necesitaba convencerse de eso. Cerró los ojos e intentó relajarse hasta que sintió el pesado brazo de Hoseok en su abdomen.

Se quitó el reloj. No podía arriesgarse a tener un accidente y desaparecer durante la noche. No cuando Hoseok se aferraba a su cuerpo de esa manera. Se acomodó un poco y apoyó la mano en la espalda de su amigo. Y se durmió.

Quería reír. Pegó un manotazo al aire.

—¡Ouch! —se escuchó una risita. HyungWon abrió los ojos. Hoseok estaba subido a horcajadas sobre él. Ni en sus mejores sueños le había pasado algo así. No entendía nada.

—Hoseok...

Esa sonrisa de ojos alunados lo hizo sonreír también.

—Tienes el sueño super pesado. Hace por lo menos quince minutos que estoy haciéndote cosquillas.

—¿Sí? —preguntó sin atreverse a moverse. A decir verdad estaba muy cómodo en esa posición.

Hoseok asintió y al final se bajó de encima suyo. HyungWon protestó violentamente. Por dentro.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó.

—Muy bien —respondió Hoseok rebuscando en su placard—. Solo tomé un poco demás. No estoy acostumbrado.

—La resaca es lo peor. Así que me alegra saber que a ti no te afecta como a mi.

—Anoche no tomaste mucho.

—Tomé, pero no demasiado. Alguien tenía que cuidar de tu ebrio trasero.

Hoseok soltó una risita encantadoramente musical.

—¿Hice algún papelón?

—Nada grave. Deberías ver los nuestros. Igual la última vez que me embriagué terminé aquí. Así que supongo que no resultó tan mal después de todo.

Hoseok sonrió y le tiró una muda de ropa.

—No sé si te quedará. Pero dudo que hayas traído traje de baño.

HyungWon miró la ropa.

—¿Traje de baño?

—Iremos a nadar —anunció su amigo con una sonrisa digna de cualquier comercial de pasta de dientes.

Una hora y media después ambos bajaban las escaleras con sus mochilas al hombro.

Agarraron las bicicletas y pedalearon hasta la casa de Min. La casa en cuestión era una construcción de piedra macisa de dos plantas. A HyungWon le sorprendió la cantidad de plantas que había en la entrada.

—La mamá de Min tiene un pequeño vivero —le comentó Hoseok dejando la bicicleta a un costado de la casa. Se paró en la puerta y tocó el timbre. Una mujer rubia y muy hermosa abrió la puerta.

—¡Hoseok! —la mujer abrió los brazos cubiertos de pulseras de fantasía y Hoseok se apresuró a abrazarla.

—Hola tía —dijo. Luego se giró y tomó del brazo a HyungWon para acercarlo a ellos—. Él es mi amigo Wonnie, vino a visitarme unos días.

La mujer asintió con una sonrisa y lo miró de arriba abajo.

—¡Pero qué preciosidad de chico! Mi Min tiene los amigos más guapos del mundo. Pasen. Les prepararé algo para que lleven al lago.

Subieron al cuarto de Min y este estaba cantando a todo pulmón tirado en la cama con unos auriculares gigantes. Tenía puesta una remera que le llegaba a la cintura con un número estampado en el pecho y unos pantalones azules holgados. Hyungwon aún tenía problemas para adaptarse a esa moda aunque le resultaba agradable a la vista no podía dejar de pensar que ese estilo de ropa en su época eran poco menos que disfraces. Hoseok pateó el pie de Min y este se sobresaltó.

—Pareces un gato al que lo agarró un tren —dijo Hoseok riendo.

—¡Cállate, perra! —Min le tiró con la almohada. —Hola, Wonnie. ¿Nos vamos?

Ambos asintieron y Minhyuk agarró su mochila.

—¿A dónde iremos? —preguntó HyungWon viendo que los chicos pensaban llevar algunas cosas que claramente no podrían llevar en las bicicletas.

—Acamparemos en el lago —respondió Hoseok plegando unas sillitas de metal para empezar a bajar hacia la salida.

—¿Cómo llevaremos todo esto en bicicleta?

—Iremos en la mini van de mi mamá —dijo Min—. Mi tío ya la habrá traído.

La mini van en cuestión era una combi Volkswagen roja y blanca. HyungWon había visto muy pocas en su época y quiso tomarle una foto.

(Mini van de Min)

(Ropa de Min)

—Ok, ¿listos? —Min terminó de cargar las cosas y abrazó a su madre.

—Cuídense. Coman y diviértanse. —Dijo la mamá de Min abrazándolos a los tres.

—¿Iremos solo nosotros? —HyungWon estaba entusiasmado. Nunca había acampado en su vida y no sabía qué esperar.

—Mmm —Min quitó la vista de la calle un momento y lo miró—. ¿Te gustan los hombres?

Hoseok abrió la boca, sorprendido y avergonzado de la osadía de su amigo. Pero HyungWon se echó a reír.

—Sí. Me gustan los hombres. ¿A ti?

Min soltó una carcajada y con una mano se señaló.

—¿Te queda alguna duda?

Ambos rieron. Hoseok suspiró aliviado. Min podía ser muy directo a veces.

—Entonces podríamos pasar por SeJun. Te encantará. Es muy divertido y lindo... —dijo codeándolo amigablemente. HyungWon se puso colorado.

—Min, Wonnie tiene novio —dijo Hoseok—. Deja de querer emparejar a todo el mundo.

Min lo volvió a mirar.

—¿Tienes novio?

—Tenía. Lo dejamos la semana pasada.

Hoseok lo miró con las cejas levantadas.

—Wonnie, no lo sabía. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, no te preocupes. Al final resultó que no era para mí —Sonrió y le guiñó un ojo a Hoseok que asintió con los labios apretados.

—Con más razón debes conocer a SeJun
—resolvió Min y a las pocas cuadras estacionó frente a una casa muy linda de color bordó. —Ya vengo.

Salió de la camioneta y se dirigió a la puerta.

—Hey —Hoseok le tocó el antebrazo. HyungWon suspiró despacio—. No le hagas caso a Min. Tiene una extraña obsesión por hacer de celestina de todo el mundo.

—No me molesta —dijo encogiéndose de hombros— mi amigo Joo es igual. Él fue el que me presentó a HyunWoo. Pero igual no estoy en ese plan ahora. Aunque no le digo no a un chico lindo.

Hoseok sacudió la cabeza y se echó hacia atrás en su asiento. De golpe ya no estaba tan seguro de querer que Sejun se uniera a la salida.

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