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13. ルナ Luna

[HyungWon]

—Por favor, descansemos un rato, Hoseok
—dije tomando aire. Él parecía respirar por los dos, fresco como una lechuga. El sol estaba pegando fuerte y su piel blanquísima estaba tiñiendose ligeramente de rosa. Su sonrisa era tan linda y grande que contagiaba la buena onda. Sonreí también.

—¿Cómo puedes estar tan cansado? Solo hemos caminado casi media hora —preguntó sentándose a mi lado y abanicándome con ambas manos.

—Mi único ejercicio consiste en bajar las escaleras de mi casa y tener sexo. Así que lo siento, pero mi estado físico no es el mejor para este tipo de cosas —suspiré recostándome sobre una roca—. ¿Cuánto tiempo se quedará tu primo?

Hoseok se recostó a mi lado y cruzó la manos en su abdomen.

—Creo que una semana, es el hermano de mi mamá el que viene con mi tía y Hoshi, mi primo.

—¿La extrañas mucho? —pregunté mirando hacia el cielo.

—Sí. Todos los días. ¿Tú extrañas a tu papá?

Negué con la cabeza.

—No. No lo conocí. Se fue cuando yo era muy pequeño para recordarlo y murió hace un tiempo, pero no lo conocí realmente. Solo tengo fotos suyas.

—Yo también tengo sus fotos y esto —dijo sacando una cadenita por el cuello de su remera. Era un dije con una luna dorada.

—Es muy lindo —dije apenas tocándolo con la punta de los dedos—. ¿Tiene algún significado?

—El apellido de mi mamá era Moon. Ella me decía que yo era su luna porque le daba luz en los momentos en que se encontraba a oscuras —su voz se quebró y sus ojos se humedecieron—. Lo siento —dijo limpiándose los ojos con el dorso de la mano.

Apoyé una mano en su mejilla y se la acaricié con el pulgar.

—Nunca te disculpes por extrañarla.

Asintió y volvió a sonreír.

—Gracias —dijo.

Estuvimos un rato en silencio hasta que se incorporó y me miró.

—¿Cuándo volverás?

Me senté también y me encogí de hombros.

—No lo sé, supongo que tendré que esperar a que se vayan tus tíos.

Asintió y frunció la boca.

—Voy a extrañarte. Te vi casi toda la semana HyungWon.

—Hoseok, dime Wonnie. Todos me llaman así —me miró y asintió—. Creo que podríamos intentar ver si puedes viajar tu también, ¿no?

—Me gustaría, pero seguramente moriría de la impresión en tu época.

—Bueno, al principio a mí también me resultó todo extraño. Hasta llegué a pensar que eras de esos locos fanáticos de lo vintage.

Hoseok soltó una carcajada.

—Pero tú allá en el futuro tienes toda clase de cosas para saber cómo fue, digo, como es esta época. Yo no. Solo puedo guiarme por las cosas que tu me muestras ahora. Pero hasta hace una semana atrás, yo solo podía imaginarme cómo sería tu época. Es raro y aterrador a la vez. ¿No crees?

—Si lo pones así, sí. Da un poco de miedo.

—Wonnie, ¿crees que yo viva en tu tiempo?

Lo miré extrañado.

—Me refiero a, por ejemplo, si tú me buscaras allá en el 2019...

Sacudí la cabeza.

—No lo haré. Te lo prometí. Y, para serte sincero, creo que no podría soportar eso. No ahora que te conozco a mi edad.

—¿Viviré en el mismo lugar? ¿Estaré casado? ¿Tendré hijos?

Tragué con fuerza. No quería pensar en un Hoseok de cincuenta años. Mucho menos en imaginarlo con una esposa. No lo buscaría.

—¿De veras quieres saber todo eso? —le pregunté.

—¿A tí no te gustaría saber qué será de ti en el futuro? —Hoseok estiró una mano para quitarme una hoja del cabello y contuve la respiración.

—No sé, aún estoy procesando el hecho de que no existo en tu tiempo. Faltan más de diez años para que nazca.

Ambos abrimos los ojos y nos quedamos pensando en eso.

—No había pensado en eso —susurró—. Es increíble. —Se levantó y estiró la mano para ayudarme a levantar—. Creo que es hora de que volvamos, mis tíos no tardan en llegar y tú tienes que volver.

—Tienes razón. Vamos.

Lo seguí intentando seguirle el ritmo y no caer rodando por el camino.

—Si vienes la semana que viene me gustaría llevarte a un lugar —dijo tomándome de la mano para ayudarme a bajar por el camino empinado.

—Está bien, aunque si es para hacer más ejercicio, no puedo asegurarte que volveré —Hoseok me golpeó el hombro amistosamente y rio casi todo el camino.

—Eres un exagerado —dijo—, pero prometo que es la clase de ejercicio que te gustará.

Por un segundo me cruzó la idea de que estaba proponiéndome algo entre las sábanas y me entusiasmé un poco demasiado. Luego me di cuenta de que tengo la mente muy sucia y estaba poniéndole el filtro triple X a cualquier cosa que salía de su boca.

—Eh, aclara eso para no pensar mal —dije. De nuevo me miró desorientado hasta que cayó en lo que había dicho y en cómo sonaba eso en doble sentido y se puso todo colorado.

—No, quise decir, ejercicio de mover el cuerpo...

Sonreí porque cada vez la embarraba peor con sus palabras y mi mente pornográfica no le daba tregua.

—No, eso sonó mejor en mi cabeza, quiero decir que... aish, me refiero a que...

—Ya, ya —le palmeé un hombro— tranquilo, entendí. Tú solo dime qué necesito para hacer esos ejercicios que van a gustarme —le guiñé el ojo y empecé a correr hacia nuestras bicicletas.

Hoseok me alcanzó a los pocos minutos y aún estaba rojo como un tomate. Era adorable.

Pedaleamos de vuelta a su casa y cuando llegamos nos fuimos directamente a la cocina. Hoseok preparó limonada y subimos a su habitación.

—Hoseok, no te olvides de guardar todo lo que traje hoy —señalé la mochila y las cosas que estaban esparcidas por la cama.

—Si, no quiero imaginarme de que Hoshi encuentra algo de esto. No podría sacármelo más de encima —dijo empezando a guardar las cosas en su placard.

—Ok —miré el reloj y vi que casi era hora de ir a trabajar— yo debo irme ahora.

Asintió y se acercó para abrazarme.

—Entonces nos vemos la semana que viene —le pasé las manos por los brazos y desordené su cabello plateado—. Cuídate, come bien y no te enfermes. Volveré en una semana.

Se alejó de mi unos pasos para darme espacio para desaparecer y levantó la mano.

—Adiós, hasta la semana que viene. ¡Trae ropa cómoda!

—¿Vamos a necesitar ropa? —dije riendo a carcajadas al ver que volvía a sonrojarse—Adiós, mojigato. —Saludé levantando la mano.

—Adiós, pervertido —dijo llevándose ambas manos a las mejillas.

Apreté el botón y estaba devuelta en mi vida. Lejos de Hoseok.


—Me alegra que me hayas llamado

—HyunWoo lo abrazó por la cintura y recostó la cabeza en su hombro—. ¿Puedo quedarme a dormir? No tengo ganas de manejar a esta hora.

—Claro. Mi mamá no viene hasta el sábado.

—¿Irás mañana a la fiesta?

HyungWon asintió.

—¿Tú?

—Sí, Jooheon está insoportable desde hace una semana con la dichosa fiesta. Si no vamos, nos matará.

—Ni que lo digas.

—Tienes el cuello y la cara colorada, ¿estuviste al sol?

Sonrió. Había estado al sol. Con Hoseok.

—Si, salí a caminar con un amigo —respondió.

—¿A caminar? No sabía que te gustaba salir a caminar, podríamos hacerlo un día si quieres. O a correr.

—Se me ocurren otro tipo de ejercicios que me gustaría hacer contigo —dijo girándose para encontrar la boca del moreno.

—Me gusta como piensas. Bien, ¿listo entonces para empezar? Tengo una rutina en mente que estoy seguro que disfrutarás...

De golpe unos calzoncillos rojos tomaron por asalto su imaginación. Bueno, siempre podía estar con Hoseok en su cabeza.

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