004.ばん Anochecer
Salí del baño con la cabeza que parecía un bombo de carnaval y me senté en la sala. Miré mis manos, estaban sucias de tierra. Había sido un sueño de lo más extraño. Pero había sido tan real...
—¿Por qué tienes las manos sucias?
—preguntó Kihyun entrando a la sala restregándose los ojos del sueño. Lo miré, aún descolocado por lo que había soñado.
—Me quedé dormido en el patio.
Kihyun dijo "Ah" y se metió en una de las habitaciones. Me levanté y busqué a HyunWoo por todos lados pero no lo encontré así que agarré mi teléfono que estaba en el bolsillo de mi chaqueta colgada en el perchero y llamé un taxi. Cuando llegué a casa, mi mamá estaba haciendo unas cosas en su computadora cuando crucé la puerta. Se sobresaltó.
—¿Qué haces a esta hora? —preguntó mirándome como si hubiera visto al Yeti.
—Emm, había mucha gente en lo de Tae, así que mejor vine a dormir a casa...
—¡Estás todo sucio, hijo! No quiero saber por dónde te revolcaste. ¿Eso es tierra?
—Subiré a ducharme —anuncié empezando a subir las escaleras.
Me desvestí y me metí al baño. Cerré los ojos, apoyando la frente en los azulejos. Había sido todo tan vívido... Igual intenté no darle mucha importancia a eso. En definitiva no era la primera vez que me quedaba sugestionado con un sueño. Pero lo raro era que podía recordar todo. Hoseok. Esa era el nombre del chico del cabello platinado. Era una lástima que sólo fuera producto de un sueño. Era un chico agradable y atractivo... Y que no existía.
Suspiré y cuando salí del baño me senté en la cama mientras me secaba el cabello. La remera de Judas Priest estaba hecha un bollo en el suelo. La agarré y me la llevé a la nariz. Olía a bosque. Me tiré en la cama a repasar cada detalle de ese sueño y me habré quedado dormido porque me despertó la voz de mi madre y cuando abrí los ojos ya el sol estaba escondiéndose.
Mi teléfono vibraba sobre la mesa de luz.
[¿Cómo amaneciste? Anoche estabas en otro mundo...]
Era HyunWoo. [Estoy bien... ¿por qué te fuiste sin mí?, nos hubiéramos seguido divirtiendo...]
[Me echaste diciendo que te quedabas a dormir allí y yo tenía práctica con el equipo temprano. ¿Quieres que nos veamos hoy?]
[No puedo. Mañana tengo examen. Pero podríamos vernos en la semana. ¿Qué dices?]
[Seguro. Mándame un mensaje y pasaré a buscarte. Descansa y suerte mañana...]
Sonreí y bajé a cenar.
—Te gusta este chico, ¿no? —preguntó con una sonrisa cómplice.
La miré. —¿HyungWoo? Sí, no sé. Recién nos estamos conociendo.
—Bueno, de a poco. Tienen todo el tiempo del mundo. Ah, te lavé la ropa que trajiste de la fiesta. ¿Judas Priest? ¿Al fin entraron en razón y ya escuchan buena música? —se burló y empezó a levantar servir la cena.
—Es de... un amigo. Creo.
Luego de terminar de cenar, ayudé a mi mamá a levantar las cosas de la mesa y finalmente decidí irme a la habitación.
—Voy a estudiar un rato.
—Está bien, cariño, yo me iré a acostar temprano, estoy cansada. Te veo en la mañana entonces. —Me dio un beso y subí las escaleras. La remera blanca estaba doblada sobre el escritorio.
Me puse unos pantalones cómodos y una playera y me senté a estudiar. No llevaba una hora estudiando cuando empecé a sentir sueño. Agarré la remera de Judas que mi mamá había lavado para usarla como almohada, agarré el reloj para poner la alarma y...
Me desperté con el ruido de los grillos. Miré a mi alrededor, la remera de Judas estaba en el piso, y mi reloj también. ¿Qué diablos? Me levanté y agarré mis cosas. Estaba oscureciendo y no tenía idea dónde estaba. Era un vecindario tranquilo. Casas lindas, autos clásicos. Una persona pasaba pedaleando una bicicleta roja.
—Disculpe —dije dando un paso hacia la calle. El hombre se sobresaltó—. Em... ¿me podría decir dónde estoy?
El hombre me miró de arriba abajo como si estuviera loco.
—¿Acaso te golpeaste la cabeza, muchacho? —preguntó mientras me echaba una mirada reprobatoria. Por un momento me hizo acordar a Kiki.
—No, yo... me perdí. Como sea, ¿dónde diablos estamos?
—Gwangjin-gu...
¿Otra vez? ¿Por qué siempre despertaba en ese lugar? Jamás había ido allí en la vida real, sabía que HyunWoo era de ese distrito pero... ¡Eso es! ¡HyunWoo! Solo tenía que llamarlo y listo. En definitiva los sueños se pueden manipular. Le agradecí al hombre y palpé mis pantalones buscando mi celular. No estaba. ¡Idiota! Lancé una maldición por lo alto y empecé a caminar. Iba mirando todo alrededor para ver si veía algún teléfono. Hasta que algo llamó mi atención. Reconocía ese parquecito. Era donde me había despertado a la mañana, el parque donde conocí a ¿Hoseok? ¿Cómo podía ser eso posible? Ok. Era un sueño. Por supuesto que no había lógica en todo eso. Decidí hacer el camino que había hecho con Hoseok en la mañana, era increíble cómo recordaba todos los detalles. Unos minutos después estaba frente a su casa. ¿Qué debía hacer? Me acerqué a la entrada y decidí arriesgarme. Golpeé la puerta y esperé, abrazado a la remera sin saber qué debía hacer. Hasta que la puerta se abrió y un hombre alto me saludó.
—Buenas noches —Saludó en un tono amable.
—Hola, digo buenas noches, em... ¿Podría hablar con Hoseok?
Era una locura. El hombre me miró unos segundos y se hizo a un lado. —¿Eres su amigo?
Asentí con rapidez y me indicó que lo siguiera al interior de la casa.
—¡Hoseok! —gritó.
Mi corazón empezó a latir con rapidez. ¿Y si no me recordaba? Después de todo era mi sueño, no el suyo.
—¡Qué! —se escuchó desde arriba.
—Un amigo tuyo vino a verte.
Silencio. Luego se escucharon unos pasos apresurados y Hoseok apareció por las escaleras. Con el torso desnudo y un short. Casi se me desencaja la mandíbula.
—¿HyungWon?
Levanté la mano tímidamente y sonreí.
—Hola...
—Hijo, yo tengo que terminar algunas cosas para el trabajo, así que vayan a tu habitación.
Hoseok asintió y me agarró del brazo. Subimos a su habitación y cerró la puerta.
—HyungWon, ¿Qué haces aquí?
—Yo... —bueno, no tenía idea qué decir— yo... vine a devolverte la playera.
Eso es. Bien pensado. Hizo una mueca.
—Em, gracias pero, ¿estás bien?
—Si, claro. —Respondí paseando la mirada por su habitación—. ¿Por qué lo preguntas?
—Eh, estás en pantuflas —bajé la mirada a mis pies y me eché a reír.
—Oh, sí... bueno —Hoseok se cruzó de brazos y sus biceps saltaron de sus brazos. Debía matarse en el gimnasio para tener semejante cuerpazo—. Yo... yo... —al final decidí que no tenía por qué mentir ya que todos soñamos, ¿no? —Está bien, no tiene sentido mentir. Mira, la verdad es que no sé cómo llegué aquí, ni siquiera vivo en el mismo distrito —me rasqué la cabeza—. En un minuto estaba estudiando en mi cuarto y al otro desperté a unas cuadras de aquí.
Debía sonar como un lunático. Al menos la cara de Hoseok decía eso.
—Dices que te quedaste dormido y despertaste aquí. HyungWon, ¿estuviste bebiendo otra vez?
—¿Qué? No, no.
Hoseok seguía esperando mi explicación.
—Bien —dije al final. Era obvio que todo debía sonar como un disparate—. Lo siento, toma —estiré la mano con la playera. La tomó pero siguió mirándome con desconfianza—. Yo me iré ahora, ¿puedes abrirme?
—¿A... ? ¿A dónde irás? —preguntó despacio. Me encogí de hombros.
—Bueno, no estoy seguro, creo que podría ir a la casa de HyunWoo.
—¿Quién es HyunWoo?
—Mi novio.
Su boca se abrió en una O perfecta.
—¿Tú...? —de golpe su actitud había cambiado. Se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada y me volvió a mirar—. ¿Te gustan los hombres? —la pregunta salió en un susurro y me causó gracia.
—Si —dije—. ¿Por qué? ¿Eso te molesta?
—pregunté poniéndome a la defensiva. Quizás su familia era muy conservadora y no estaba acostumbrado a hablar con personas gay.
Sacudió la cabeza y se sentó en su cama. Me quedé parado a su lado.
—No, no es eso... Es solo que... bien.
—Entiendo —dije intentando que no se sintiera mal— no te preocupes, estoy acostumbrado a que la gente reaccione así.
—No, no —se apresuró a decir— es decir, está bien que lo seas, no pienso juzgarte por eso. Después de todo no elegimos a quién amar, ¿no?
Amar. —Supongo.
—¿Y hace mucho que son novios con HyunWoo? —me miró expectante. Su curiosidad me dio ternura porque sus ojitos se abrieron de manera que le daba un aspecto muy inocente. Teniendo en cuenta que estaba casi desnudo y tenía un cuerpo escultural, ese gesto quedaba como fuera de lugar en su cara. Sonreí.
—Bueno, a decir verdad aún no es mi novio. Sólo dormimos juntos algunas veces.
Ahora sus ojos casi se salen de sus órbitas y un rubor escaló por sus mejillas blancas.
—¿Te sientes bien? —le pregunté preocupado por el súbito color en su cara.
—Eres muy directo —dijo. Luego sonrió.
—¿Quieres algo de tomar?
—Bueno...
—Espera aquí, no irás a irte de nuevo, ¿no?
—A menos que me tire por la ventana... Estaré aquí cuando regreses.
Cuando salió de la habitación aproveché para echarle un vistazo un poco más detallado a su habitación. Las paredes estaban cubiertas de pósters. Led Zeppelin, Jimi Hendrix, T-Rex, Bowie. Había un gran pedazo de pared cubierta con fotos polaroid. Me acerqué a verlas. Hoseok sonriendo con un chico rubio de pelos parados con gel, Hoseok disfrazado de Marty McFly, otra de un grupo de chicos en patines.
—Aquí tienes —dijo cuando entró con una bandeja con dos vasos de jugo y algunos sandwiches.
—Veo que te gusta Volver al futuro —dije tomando un vaso.
—Oh, sí. Es mi película favorita.
—Bueno, yo solo la vi las dos primeras, mi amigo Chang es fanático también...
—¿Las dos primeras? —preguntó frunciendo el ceño—. Te estás confundiendo con otra película...
Unos golpecitos en la puerta y el padre de Hoseok se asomó.
—Siento interrumpirlos, pero hubo un problema en la oficina y debo ir a arreglar unas cosas.
—Está bien, papá. Ve tranquilo, yo estaré aquí con HyungWon.
—Mejor. Así no me sentiré tan mal por irme y dejarte solo... —luego me miró—. Ha sido un gusto, eres bienvenido cuando quieras.
Agradecí y el señor se fue. —Tu papá parece cool.
—Es el mejor... Oye, ¿tienes que irte ya o quieres que hagamos algo?
Miré el reloj, eran casi las once de la noche. Aún tenía algo de tiempo.
—Puedo quedarme un rato más.
—Genial, pondré algo de música.
Saltó de la cama y fue hasta una cómoda. Yo no podía dejar de admirar ese cuerpo de infarto. Y su palidez era increíble. Me daban ganas de pasar la mano por su piel para ver si era tan cremosa como parecía.
—¿Quieres escuchar algo en especial?
—preguntó con una sonrisa.
—Lo que tu quieras está bien.
Era un sueño raro y extrañamente placentero. Y no tenía prisa por irme.
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