Marinette sabía sobre las leyendas tejidas al rededor de los Miraculous de la catarina y el gato negro.

Había escuchado de Tikki que el destino de sus portadores estaba siempre enlazado de por vida, al principio le irritaba un poco que se diera por sentado que se enamoraría de Chat Noir pero algunos años después de saber eso ya no le molestaba.

Con los años llegó a entender que tener el destino entrelazado con el de otro no siempre significa amor romántico.

También podía significar ser amigos y un equipo perfecto para toda la vida. Con el tiempo la idea de estar conectada a Chat Noir de manera irrevocable ya no le molestaba.

Al menos no cuando era tan feliz, solía sentirse un poco atada a Chat Noir, el chico que era su compañero y a quien apreciaba infinitamente pero que nunca había llegado a amar.

Pero incluso si lo hiciera, si se enamorara existiría siempre la duda de si se sentiría obligada por las circunstancias y no por un sentimiento Real. Y no es que dudara del destino y su existencia pero no estaba dispuesta a dejarse llevar de nuevo por esas ideas.

No cuando la felicidad se presentaba ante ella día a día y no la sola promesa de un futuro fijado por las fuerzas mayores o como sea que las personas quisieran llamarlas.

Ella estaba decidida a que viviría día a día tomando sus propias elecciones sin tomar en cuenta las supersticiones.

Ella había amado a Adrien y no había sido mutuo. Ella había sido amada por Chat Noir y de nuevo no había sido mutuo. Ese era su destino, ser amigos.

Ella era amiga de Adrien y también de Chat. Ya no soñaba con una casa, con un jardín, hijos, perros y un hámster. Y hacia tiempo que Chat había dejado de coquetear con ella, suponía que fue en la época en que Viperion apareció.

En un principio habían intentado fingir ser solo compañeros de batallas pero con el tiempo fue inevitable que la confianza que ya tenían entre ellos se filtrara en sus interacciones como heroes.

Lanzarse a atacar confiando en que el otro cuidaba su espada. Mirarse y comprender el plan del otro sin necesidad de palabras, preocuparse demasiado en ocaciones y luego estaban los toques inevitables.

Como por ejemplo a el le encantaba acariciar su cabello al final de una batalla ganada, colocaba de vuelta los mechones de su cabello que se soltaban y sus manos y hombros se rozaban constantemente cuando estaban juntos.

Y ella misma no podía evitar su sonrisa al verlo llegar, ni la dulzura en su voz al hablarle, tampoco podía evitar recorrer con la mirada el perfecto cuerpo de su novio. Su espalda y abdomen perfectos que las parisinas habían tomado como objeto de deseo para su molestia personal.

No lo había notado hasta que Alya le mostró fotografías pero ella tenía una fijación por apoyar sus manos en los hombros o espalda de Viperion constantemente y también de mirarlo más de lo profesionalmente aceptable.

Todos, incluso Queen Bee parecían saber que estaban juntos, estaba segura que todos a esas alturas sospechaban que ellos estaban juntos también en sus vidas civiles.

No estaban lejos de la verdad pues ella estaba por mudarse al departamento de Luka, el departamento estaba bastante cerca de la universidad que eligió y sus padres estaban de acuerdo con que ella se mudara con su novio siempre y cuando los visitaran los fines de semana para pasar tiempo en familia.

Ella no se tomaría la molestia de maldecir al destino, ella elegiría día a día confiar en el amor que sentía por Luka, en la confianza mutua y en sus vidas juntos que si bien no eran perfectas si era lo mejor que le había pasado y no se arrepentía de elegir a Luka como su compañero de vida.

Chat era su amigo y deseaba que pronto encontrara alguien que lo hiciera tan feliz como merece ser, aún que el no poder revelar sus identidades le impedía conocer muchos detalles.

Adrien también era un amigo muy querido para ella en esos momentos y le deseaba toda la suerte del mundo en su nueva relación con Kagami.

Los había visto juntos y eran adorables, Alya le había dicho que sentía que el chico era Kagami y Adrien era la jovencita virginal en ese noviazgo y había intentado negarlo mientras los veía caminar juntos frente a ellos.

Lo había intentado y resignado a que era verdad al ver a Adrien caminar un poco distraído y ser atacado por algunas fans bastante estridentes.

Kagami había permanecido a su lado estoica y firme. Lo había visto tomarse fotografías, firmar libretas e incluso a una chica en un brazo pero cuando todo estaba listo la vio suspirar y tomarlo de la mano para llevárselo con tal firmeza y autoridad que ninguna fan había intentado seguirlos.

Kagami era valiente y no se sentía incómoda o particularmente tímida de demostrar que Adrien era su novio incluso rodeada de fanaticas intimidantes.

Además parecía ser una chica dulce, tan protegida como Adrien pero que había desarrollado un carácter fuerte y valiente que la hacía la pareja perfecta para un chico tan dulce e ingenuo como Adrien, sonrio un poco al pensar que Kagami era una princesa perfecta para salvar a ese príncipe particularmente ingenuo al que solo le faltaba hablar con los animales.

Marinette miró hacia atrás al escuchar el sonido tan conocido de una motocicleta y sonrió antes de mirar a Alya y Niño que caminaban junto a ella y sonreírle señalando a Luka que la esperaba con un casco rosa pálido en sus manos y despidiéndose de sus amigos corrió hasta su novio que la esperaba con sus ojos fijos en Luka y su maravillosa y brillante sonrisa.

Marinette conocía sobre el destino y también sobre el libre albedrío. Ella personalmente prefería el último, elegir por sí misma la había llevado a esa felicidad embriagadora a la que no deseaba renunciar jamás.