A veces en la vida los seres humanos tenemos que hacer elecciones. Yo tenía que elegir: entre mantenerme serena, o cagarme en la ropa interior.

Estaba aterrada, a punto de desplomarme en el suelo porque mis piernas perdieron la fuerza para mantenerme de pie, el corazón me latía tan rápido que llegué a pensar que en algún momento se me saldría del pecho.

Lonna estaba tendida en el suelo, sin reaccionar, y me aterró aún más la idea de que estuviese muerta, aunque no creo que un vampiro muera por una torcedura de cuello.

—Una humana —comenzó a decir aquel ser—, en la Ciudad Maldita. —Caminó lentamente hacia mí, que no podía desacelerar los latidos de mi corazón, ni deshacerme del miedo que me calaba hasta los huesos—. Tu aroma, es un agorero¹ presagio —pronunció a centímetros de mí—. Daría todo lo que tengo, toda mi riqueza, solo por probar una gota de tu sangre.

Mi cabeza estaba a la altura de su pecho y mis ojos, abiertos hasta más no poder, fijos en Lonna tendida en el suelo, suplicaban que se despertara, o que un milagro me salvara de esta situación.

Las palabras de la persona... del ser que tenía frente a mí, me erizaron la piel, incluso el alma. Su piel, desprendía un suave aroma a jazmín que por momentos me hacía olvidar mi miedo, como si me adormeciese; un aroma que se hizo más potente, a tal punto que mis párpados se cerraron y sentí que mi cuerpo se rendía, se desvanecía y yo caía.

—¿Se puede saber qué haces? —escuché su voz, la de mi señor, al mismo tiempo que sus brazos me sostuvieron.

—¿Así es como saludas a tu hermano mayor? —preguntó el ser desconocido y me sorprendí, más no hice ningún gesto o mueca que lo demostrara.

—¿Y así es cómo tú saludas a tu cuñada? No creo que deba recordarte el motivo por el cual te invité a esta ceremonia, Jin.

—Tae Hyung, uniéndote a esa chica estarás provocando la ira de nuestro padre y además, vas a desatar una guerra en este infierno. Con solo olerla, puedo decir que es la joya perfecta y te la querrán quitar. La Ciudad Maldita, sola, no bastará para protegerla.

—Y por eso estás aquí, ¿no? —Me cargó en sus brazos—. Quiero que Seong-yeog² le pertenezca a Rumier.

—Dime que es una broma —sentí molestia en sus palabras—. ¿Quieres que le de el «Santuario» de la Senda del Paralelo a una humana?

Mi señor comenzó a caminar, conmigo en sus brazos, en la misma dirección a la que me dirigía con Lonna.

—Las Cortes Verdes tiene influencia en toda la nación, tú controlas la Senda del Paralelo en nuestra región y...

—¡¿Acaso te das cuenta del gran disparate que estás diciendo?! —Sentí el enfado en su voz, pero al mismo tiempo, su preocupación—. Nos estarías condenando a todos Tae Hyung. No puedes. No debes. Padre, ha negociado con un Chih-mei³.

La marcha se detuvo, sentí mi cuerpo ser agarrado con fuerza. La verdad no entendía de qué se trataba la conversación entre ellos, ni por qué yo podía provocar un desastre en el reino vampírico.

«¿O acaso, fui comprada por más de una razón?».

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una sonora carcajada de mi señor, y la fuerza que sus brazos imprimían sobre mi cuerpo fue cediendo, al mismo tiempo que se desvanecía el efecto que aquel aroma a jazmín había provocado en mi ser.

—Sin duda creí que su carta contra mí serías tú —habló mi señor, aún riendo—; pero ese vejestorio tenía un haz bajo la manga.

—No hables así de nuestro padre —le recriminó—, siendo su hijo menor, te ha dado más poder que a mí y más libertad.

—No me jodas Jin —lo escuché resoplar por la nariz en señal de molestia—, a mí solo me regaló una ciudad, a ti te dio el poder de controlar el flujo entre las naciones, los negocios, la información. Esta ciudad para mí, es lo mismo que un juguete para un niño. Pero eso va a cambiar, porque tengo a Rumier.

Tras escuchar esas últimas cuatro palabras, sentí que algo en mí se descontroló. Y aunque me era extraño que mi señor hablara en total libertad estando yo presente, me preocupaba el hecho de estar siendo utilizada para resolver un conflicto familiar.

Sé que no tengo derecho a reclamar nada, pues me enamoré de un desconocido, dueño de mí, y que me halla convertido en su emperatriz, no asegura que mis sentimientos sean correspondidos.

—Mi señor, puede bajarme ya —rompí el silencio que por segundos sepultó el sitio donde nos encontrábamos.

Mis pies tocaron el suelo con suavidad. Una vez de pie, alisé mi vestido con las manos y alcé la vista, encontrándome con dos ojos a tono con el color del rubí, que me observaban con incredulidad.

—Rumier, ¿estuviste despierta todo este tiempo? —me preguntó mi señor y asentí con la cabeza.

—Wow, pues hermanito, ciertamente tienes la joya más preciada del Bajo Mundo y sí, debes conservarla a como de lugar.  

Glosario de términos:

1– Agorero: adjt. que anuncia o predice males o desgracias.

2– Seong-yeog: literalmente "santuario". Una casa libre o refugio de la Senda del Paralelo.

3– Chih-mei: un "Alzado de la tumba". Vampiro norcoreano.