8. Eres único
— JooWon, creo que te equivocaste de habitación – dije quitándome los audífonos y dejando el Ipod sobre la mesa de noche.
– No, definitivamente esta es la que estaba buscando – exclamó en tono sensual sentándose a mi lado.
– No pretenderás dormir aquí ¿verdad? – pregunté haciéndome el desentendido.
– No pretendo precisamente dormir JiMin – respondió poniendo su mano sobre mi muslo – ¿sabes?, has sido mi fantasía los últimos diez años de mi vida y ahora quiero hacerla realidad.
– JooWon, está aquí toda mi familia, incluido mi hermano y es tu amigo
– Todos están en sus recámaras – se sentó sobre mí – prometo no hacer ruido – añadió y me besó apasionadamente.
Puse mis manos en su cintura y le correspondí el beso, que diferente era su sabor al desconocido de anoche, su forma de besar. Empezó a lamer y mordisquear mi cuello, estaba logrando excitarme, pero nada comparado a las caricias que él me provocaba, estaría a mil con él si me mordiera, pero... ¿Qué estaba yo haciendo?, ¿comparándolo?, jamás había hecho comparaciones antes, me quedaba claro que cada persona era única, ¿por qué ahora pensaba en él y deseaba que fuera el que estuviera ahí?
La chica subió a mi oreja y la lamió, absorbió el lóbulo, yo estaba estático, como nunca, mi cuerpo estaba ahí, mi mente a kilómetros.
– Me he reservado para ti, quiero que seas el primero, como siempre lo soñé – susurró en mi oído trayendo mi mente de regreso.
Y, sin saberlo, me dio la clave para detenerla, así que la cargué y la puse a mi lado, me levanté de la cama y me llevé una mano a la cabeza, haciendo mi cabello para atrás.
– ¿Qué pasa?, ¿nunca has estado con una virgen? – preguntó inocentemente.
– Joowon, la primera vez en la vida de una mujer es importante, tiene que ser especial, es algo que siempre recordará.
– Lo sé, por eso quiero que sea contigo – exclamó hincándose en la cama para alcanzarme, pero yo me hice para atrás.
– No es buena idea – aseguré.
– ¿Por qué no?, ¿no te gusto? ¿no me encuentras atractiva?
– No es eso, eres muy hermosa. Pero mereces que tu primera vez sea única – guardé silencio buscando las palabras adecuadas – mereces que sea con alguien que te quiera, y no con quien está pensando en otra persona.
– ¿Qué?, ¿estabas pensando en alguien más? – preguntó desconcertada y desilusionada.
– Sí, no voy a mentirte, por eso no merezco que me entregues tu inocencia, espera a que llegue el indicado, el hombre que te quiera y que esté feliz de ser el primero en tu vida, yo no soy ese hombre.
– No sabía que tuvieras pareja, eso sí es una sorpresa, el inconquistable Park JiMin al fin ha sido cazado.
– No es mi pareja – dije sin pensar.– aún – añadí sorprendiéndome a mí mismo.
– Entonces no hay ningún obstáculo para hacerlo conmigo.
– Hay más de uno Joowon, eres amiga de Jungkook, estamos en la casa de mis papás, tú y yo no somos nada y aunque todavía no sea mi pareja está en mi mente, no quiero perjudicarte, será mejor que te marches.
– Bien – exclamó y se levantó de la cama acercándose a la puerta – no me importa que pienses en otra, es más, si quieres imagínate a Rachel McAdams, pero hazme el amor – agregó acorralándome contra la pared.
– No, date a respetar, no puedo hacerte el amor porque eso involucra sentimientos y, perdóname por ser tan sincero, no los tengo por ti y no voy a tomarte solamente por capricho tuyo, créeme que no soy el hombre de tus fantasías – expliqué tomándola de las manos y alejándola de mí.
– Si no fuera virgen, ¿sería diferente?
– No, ya te lo dije, eres amiga de mi hermano y estamos en casa de mis papás.
– Está bien, tú te lo pierdes – dijo molesta.
– Buenas noches, descansa.
Me corrió con enfado la mirada, le abrí la puerta y salió de la habitación. Cerré y me quedé recargado ahí, ¿qué me estaba pasando?, no era la primera vez que rechazaba a alguien, tenía que reconocerlo, pero habían sido otros los motivos, no porque estuviera pensando en alguien más, eso jamás lo había hecho, me concentraba en la persona con la que estaba, ¿qué rayos me estaba haciendo él? Quizá debía evitar volver a verlo, era la primera vez que no estaba seguro de poder cumplir las reglas y si las rompía, no habría vuelta atrás.
Moví la cabeza, le puse seguro a mi puerta y regresé a la cama. Me acosté boca arriba, debía reconocer que Joowon había logrado encenderme, así que cerré los ojos y me concentré en el hermoso desconocido, su imagen vino fácilmente a mi cabeza, su hermosa sonrisa rectangular, su tierno lunar en la nariz, su olor, su sabor, su voz grave y profunda, sus gemidos, su rostro retorcido, la textura de su piel bronceada, todo lo tenía bien grabado en mi mente.
Mi mano bajó a mi miembro, sacándolo del pantalón y empecé a acariciarlo pensando en él, deseando que fuera su mano en lugar de la mía, reviví los momentos vividos con él y la sensación de placer aumentaba al recordar sus besos y sus caricias. Miré mi movil, su voz me ayudaría bastante, pero recordé que ahí no tenía su número y el otro celular lo había dejado en mi departamento de Daegu. Seguí concentrándome en él y a los pocos minutos llegué al orgasmo.
Era lunes por la noche y me encontraba en mi departamento de Daegu. Cuando escuché mi móvil sonar, tuve una gran sonrisa al saber de quien se trataba.
– Hola – respondí haciendo mi voz sexy.
– ¿Estás libre esta noche? – Pregunto con un tono bastante sensual que me hacía enloquecer.
– Sí, misma hora, mismo lugar.
– Bien, ahí te veo.
Sonreí ahora él fue el primero en colgar, eso me gustó.
Fui a mi cuarto para darme un baño, vestirme y arreglarme un poco. Estuve listo y salí del departamento.
Iba a quitarle el seguro del auto cuando recordé que se me olvidaron la llaves en el departamento, fui corriendo porque ya se estaba haciendo tarde, faltaban cinco minutos para la hora que acordamos, tarde en buscar las llaves, no recordaba donde las había dejado cuando llegue del viaje. Salí del departamento y ahora si pude subir al auto, iba llegando al hotel cuando veía que el chico lindo se dirigía hacia la salida.
– Disculpa la tardanza, tuve un contratiempo.
– Entiendo – Me sorprendió que él contestara muy cortante.
Nos dirigimos a la habitación y una vez más maldije a las cámaras de seguridad del ascensor, si no estuvieran, en ese mismo instante lo detendría y lo haría mío, era una de mis fantasías que aún no cumplía.
Al entrar a la habitación él se fue directo a la mesa para dejar su mochila, me acerqué y lo abracé por la cintura acercándolo a mí, su exquisito aroma me inundó y mi cuerpo empezó a reaccionar, comencé a besarle el cuello mientras masajeaba su miembro por encima del pantalón, después le quité su abrigo y lo giré para besarlo desesperadamente acariciando sus nalgas, me enloquecía su sabor, sentir como se iba excitando, me pegue más a él para poder frotar nuestros sexos.
Después volví a besar su cuello hasta llegar a su oreja, le mordisqué el lóbulo y lo escuché gemir, entonces una idea cruzó por mi mente, quería saber si había hecho lo mismo que yo cuando estuve en Gwangju. Le pregunté si había seguido mi sugerencia y, para mi sorpresa, respondió que sí, así que le pedí que me lo mostrara y me miró desconcertado.
– Quiero que te acaricies para mí – le pedí rozando su boca, él me miraba sin dar crédito a lo que le solicitaba – Anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – insistí en tanto deslizaba mi dedo pulgar por sus labios.
Quise tentarlo para ver hasta donde era capaz de llegar por complacerme y me encantó su disposición y, sobre todo, ver como se deshacía de la timidez que mostraba en público y se convertía en el hombre más sexy.
Me senté en el borde de la cama y fui testigo del más espectacular y seductor striptease que había presenciado jamás. En algún momento liberé mi miembro y lo acaricié mientras lo veía autosatisfacerse hasta que ya no aguante más y me acerqué a él, me miró sorprendido, tomé sus dedos y los lamí disfrutando de su sabor, después de colocarme el condón me introduje en él y comencé a gemir en tanto me movía ávidamente haciéndolo mío, luego de un rato me detuvo, provocando que me desconcertara y me fascinó escuchar su respuesta cuando le pregunte qué era lo que hacía.
– Lo que me pediste, complacerte – musitó en mi oído con su voz retorcida y sensual
Hizo que me sentara y se montó en mí, puse mis manos en su cintura y me las tomó para entrelazarlas con las suyas, después las puso a los lados de mi cabeza mientras subía y bajaba con rapidez, lamió mi cuello y gimió en mi oído, haciendo que la sensación de placer se incrementara al igual que sus movimientos, instantes después llegamos juntos al orgasmo, se dejó caer sobre mí y luego se sentó a mi lado emitiendo otro gemido delicioso que provocó que me riera, me encantaba ser yo el responsable de esos gemidos.
De pronto, se escuchó el rugir de su estómago y le propuse cenar, él estaba a punto de contarme algo personal, pero el subconsciente me traicionó y levanté una ceja, así que omitió la información y sólo dijo que no había tenido tiempo para comer. Me levanté del sillón para tomar el teléfono y le sugerí las hamburguesas, que eran mis favoritas, se me hizo extraño que pidiera las papas en un plato por separado, sí que era diferente en todos los aspectos.
Me tumbé en la cama y encendí el televisor, necesitaba una distracción antes de que le cuestionara sobre su fin de semana y con eso romper por completo las reglas, aún no estaba del todo seguro de querer hacer eso.
Él se metió al baño. Entonces, me reí de mí mismo, las reglas las estaba rompiendo de a poco, sobre todo la tercera, ¿a quién quería engañar?, jamás me había tomado la molestia de verlos dormir como en mi primer encuentro con él, aunque hayan sido escasos segundos; tampoco había explicado que estaría ausente como lo hice la segunda vez y mucho menos había compartido otra cosa que no fuera sexo como ahora que cenaríamos juntos, no tenía muy claro porque lo estaba haciendo, pero me inquietaba verlo en otras circunstancias, conocerlo en otros aspectos.
Me levanté para retirarme el condón y después me puse una bata que saqué del clóset. Minutos más tarde tocaron la puerta, la abrí y me entregaron la bandeja con la comida, la puse sobre la mesa y él salió del baño envuelto en una toalla.
Se sentó frente a mí y empezamos a cenar en silencio y de nuevo se me ocurrió tentarlo, así que empecé a seducirlo acariciándole su pierna por debajo de la mesa y su respuesta fue exquisita, tomó una larga papa y la metió a su boca de una forma demasiado sexual, evidentemente haciendo alusión al miembro masculino, me mordí el labio ante la insinuación, en verdad moría porque me hiciera eso, ¿a qué hombre no le gusta?, sin embargo, no me atrevía a proponérselo, no lo obligaría a hacer algo que no quisiera.
Continuamos comiendo de la manera más increíblemente sensual que pudiera existir, definitivamente ya no podría comer una hamburguesa y unas papas sin evitar recordar este momento.
Cuando terminamos de cenar me levanté para ponerme otro condón y volví a hacerlo mío, esta vez en la mesa, me agradaba sobre manera que se dejara llevar y permitiera experimentar otras formas de tener sexo. En esta ocasión terminé segundos antes que él, después me levanté y fui al baño, me quité el condón y me lavé las manos para quitar el olor de la hamburguesa y las papas, cuando salí lo vi vistiéndose.
– ¿Qué haces? – pregunté contrariado, no podía irse tan rápido.
– Vistiéndome.
– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir? – dije desconcertado.
– No, es sólo que... bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.
– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – exclamé tajante.
A veces no podía dominar mis emociones, sobre todo la ira, la incertidumbre y la preocupación, reaccionaba irasciblemente. Me acerqué a él y lamí sus delicados labios, incitándolo poco a poco hasta que metí mi lengua en su boca buscando el roce con la suya, lo besaba con mucha más frecuencia que a los demás, aparte de su sabor me gustaba su forma de besar, apasionado, sí, pero a la vez suave con un toque de ternura, nadie me había besado de esa manera. Terminé por quitarle las pocas prendas que se había puesto y mientras seguíamos besándonos caminamos hacia la cama para volver a hacerlo.
Fui por el último condón que tenía y me subí en él, besé sus pezones mientras él enterraba sus manos en mis cabellos y gemía una vez más a causa de mis caricias, fui subiendo dándole besos cortos hasta su cuello que mordisqué ligeramente, no quería dejarle marcas, entonces, él tomó el control de la situación y me hizo girarme, ahora fue él el que besó y lamió mi cuello, oh sí, que diferente se sentía que lo hiciera él, me quitó el condón de la mano y se hincó para colocármelo en tanto sus dedos largos y delgados rozaban mi miembro y empecé a jadear, se montó sobre mí y fue moviéndose lentamente en círculos con mi miembro dentro de su trasero, era una sensación deliciosamente placentera y mis jadeos aumentaron.
– Oh sí, así – exclamé entre gemidos sin poder evitarlo.
– ¿Te gusta? – preguntó en un tono apenas audible.
– Sí, sigue, no te detengas.
Me estaba volviendo loco y llevándome al extremo, sus movimientos seguían lentos, provocando un roce de lo más exquisito, empezó a subir y bajar mientras llevaba sus manos a sus cabellos acariciándolos sensualmente, yo puse mis manos sobre su cadera y se la apretaba al compás de su ritmo, de pronto se detuvo y entonces lo hice acostarse, era mi turno de llevar el control y lo embestí con fuerza en tanto nuestros labios se rozaban y sentía su tibio aliento inundar mi boca y llegar hasta la garganta. Seguí haciéndolo mío sin quitarnos la vista de encima, como disfrutaba de su rostro retorcido por el placer que yo le proporcionaba. Abrazó mi espalda con sus piernas y los movimientos se volvieron aún más intensos al igual que sus gritos y volvimos a llegar juntos al orgasmo, me dejé caer sobre su cuerpo aspirando el olor de su sudor y del sexo mismo que flotaba en al aire.
– Eres fantástico – dije en voz baja en su oído.
– Y tú eres único – exclamó aún con la voz retorcida de placer.
Esas palabras me encantaron, me daba cuenta como gozaba, pero que me lo hiciera saber con palabras era grandioso. Me acosté a su lado, no tenía prisa por irme, no como en otras ocasiones, exhalé fuertemente y de reojo lo vi sonreír satisfecho, sabía perfectamente que él era el causante de esas exhalaciones a causa del magnífico sexo que compartíamos
Cerré los ojos unos instantes mientras mi respiración volvía a su ritmo normal y me quedé dormido unos minutos. Cuando desperté me di cuenta que él también dormía, así que me levanté, me quité el condón y me vestí. Salí de la habitación tratando de no hacer ruido para evitar que se despertara, mientras caminaba por el pasillo se me ocurrió hacerle saber lo estupenda que había estado la noche así que me dirigí a la oficina del gerente, no quería escribirle la nota a mano. Toqué la puerta y en seguida me abrió.
– Buenas noches Joseph, necesito hacer algo en el ordenador, ¿me permites?
– Por supuesto JiMin, faltaba más, mientras voy a la recepción.
Tenía abierto Word, así que di click en nuevo documento y escribí en letras grandes: "Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo". Lo mandé imprimir y al leerlo me percaté que había escrito mi nombre, dudé, pero finalmente se lo quité y lo imprimí otra vez, luego cerré el documento sin guardarlo. Subí nuevamente a la habitación y dejé la nota sobre la mesa, me acerqué unos instantes a mirarlo, estaba acostado de lado.
– No te vayas – dijo entre sueños.
¿Acaso estaba soñando conmigo?, ¿sería posible que pensara en mí durante el día? Moví la cabeza y salí otra vez silenciosamente y me fui directo a mi departamento con una sonrisita en la cara. Me bañé y después me acosté, inmediatamente me quedé dormido.
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