
7. Hermoso
Tomé el sobre y bajé al estacionamiento para guardarlo en mi auto, faltaban cinco minutos para las ocho, me puse un poco de loción y subí de nueva cuenta, pero por las escaleras. Lo vi recargado en la pared, ¿tenía los ojos cerrados?, sí que era intrigante su forma de comportarse, otra vez estaba nervioso, ¿por mí? ¿o sólo por la situación? Me miró, esta vez iba un poco más arreglado que la otra noche, traía su cabello peinado y de nuevo vestía su abrigo, pero en esta ocasión cerrado.
– Buenas noches – saludé admirándolo, que hermoso se veía.
– Buenas noches – respondió mientras me sonreía y mostrando esa preciosa sonrisa rectangular.
Entramos al ascensor, me gustaba ver la expresión de su rostro cuando me miraba, era una mezcla de fascinación, deseos, nervios, ansias, de muchas emociones, que francamente alimentaban mi ego. Percibí un ligero movimiento de su parte, acercándose a mí, malditas cámaras de seguridad, yo también ardía en deseos por besarlo, pero tenía que advertirle antes de tener que rechazarlo y que se lo tomará a mal. Pero, ¿por qué me importaba eso?, ya lo había hecho con otras personas sin tomar en cuenta que se molestaran o se sintieran ofendidos.
– En este hotel hay cámaras en los ascensores, por seguridad – la señalé con los ojos.
– Entiendo, pero no iba a intentar nada extraño – respondió avergonzado.
No pude evitar que una sonrisa se me escapara, sabía que estaba tan ansioso como yo, sus ojos eran ventanas abiertas, ¿acaso no veía el deseo en los míos? cómo iba a verlo si prefería mirar el suelo.
Salimos del ascensor y caminamos unos metros para llegar a la habitación, me sorprendió gratamente cuando al entrar y encender la luz él tomó la iniciativa y me acorraló contra la puerta para besarme desesperado, le respondí de igual manera, mi lengua se entrelazaba con la de él en una lucha sin tregua, frotándose, sintiéndose, en tanto mis manos desabrochaban el estorboso abrigo que dejé caer al suelo segundos después, lo separé un poco para mirarlo y me quedé perplejo, traía unos pantalones apretados que acentuaban su hermosa y esbelta figura y mi excitación aumentó, él se había arreglado para mí.
– Wow... esos pantalones sí que te quedan bien, muy bien.
– ¿De verdad? – preguntó y se dio una vuelta coquetamente
– Por supuesto, aunque a decir verdad, se verán mejor en el suelo.
Me gustaba esa combinación en él, de niño tímido y hombre sexy. Me complacía ser yo quien sacara en él esa parte sensual que no mostraba en público, no se hubiera puesto el abrigo si lo hiciera.
Lo tomé por la cintura y mi lengua recorrió su oreja exhalando en ella, sentí como se doblaba su cuerpo y me sujetaba por los codos, fui lamiendo hasta llegar a su cuello que besé en tanto bajaba mis dedos sobre los botones de su camisa y la abrí, después besé su clavícula hasta besar sus pezones y empecé a jugar con ellos.
Luego él tomó mi cara y me besó frenético, deslicé una de mis manos por dentro de su pantalón y masajeé sus nalgas. Después de romper el beso lamió mi cuello.
– Quiero sentirte dentro de mí – musitó en mi oído acariciando mi miembro ya erecto y después desabrochó con rapidez mi pantalón y liberó mi erección.
Mientras me ponía el condón, él se tumbó en la cama y se deshizo de su ropa interior, al tiempo que yo lo hacía de mi pantalón, me coloqué encima suyo para entrar en él que gritó al sentirme, comencé con el movimiento haciéndolo mío, haciéndolo vibrar en tanto él me quitaba la camisa y acariciaba mi pecho.
Gemí en su oreja, quería que estuviera seguro de lo que me hacía sentir, de cómo disfrutaba tenerlo entre mis brazos e inundar su cuerpo con el mío, sentí como deslizaba sus manos por mi espalda hasta mis nalgas que empujaba para que llegara más profundo en él, volví a besarlo y mordí sus labios, quería comérmelo.
El rompió el intenso beso y gritó de manera deliciosa mientras llegaba al orgasmo y su cuerpo se estremecía, no puede evitar reírme, me llenaba de un gozo incomparable de ser yo el responsable de ese grito.
– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dije sobre sus labios abiertos.
– Y lo estás haciendo... de placer – respondió mirándome a los ojos.
Me senté en la cama, recargado en la cabecera en tanto él se hincaba, revelándome la desnudez de su cuerpo perfecto, se sentó sobre mí, rozando exquisitamente su sexo con el mío, lamiendo y mordisqueando mi oreja en tanto presionaba mis pezones con sus dedos.
Lo levanté un poco, a pesar de estar disfrutando del roce de nuestros sexos, quería estar de nuevo dentro de él. Me encantó que tomara la iniciativa y fuera él quien se lo introducía, comenzó a moverse lentamente, gimiendo, subí mis manos hacía su pecho y él puso sus manos entre sus cabellos, una forma tan increíblemente sensual mientras yo le acariciaba sus pezones y él se movía a su ritmo, poniendo sus manos sobre mis hombros.
Nos miramos a los ojos y eso fue el aliciente que me faltaba para alcanzar el orgasmo en tanto le apretaba sus nalgas y gritaba por la intensa sensación. Calló mi grito besándome mientras él terminaba también llenado mi abdomen con su semen. Suspiró y lo miré confundido, no sé porque pero quería saber lo que pensaba en ese momento, me inquietaba su actitud.
Me cuestionó si ya me marchaba y cuando le dije que no, me comentó que quería hacerme una pregunta, el rubor inundó sus mejillas, ¿cómo podía darle vergüenza hacerme una simple pregunta, cualquiera que fuera después de haberme entregado su cuerpo?
No pude evitar reírme cuando finalmente me hizo saber lo que le inquietaba de mí, ¿cómo era posible que pensara que me prostituía?. Entonces terminé por comprender que él ignoraba toda la cuestión de la sociedad, simplemente alguien le había dado mi teléfono sin darle ninguna explicación y rompiendo la cuarta regla.
– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo – le expliqué levantándome de la cama para buscar otro condón.
Me quité el que traía y lo tiré a la basura, quería hacerlo mío una vez más esa noche, no sabía cuándo volvería a verlo y deseaba sentirlo otra vez temblando entre mis brazos.
Me subí a la cama y dejé el condón en la almohada, lo hice acostarse nuevamente, fui deslizando con suavidad mis dedos por la piel tersa de sus piernas, acariciando desde el talón y subiendo de a poco, me entretuve en sus rodillas mientras veía como su pecho subía y bajaba cada vez más aprisa porque su respiración se estaba elevando. Al llegar a sus muslos besé y lamí su ombligo, otro gemido se dejó escuchar, así que subí a sus pezones y comencé a comerme uno de ellos mientras mis dedos pasaban a su agujero frotándolo por fuera y me comí el otro pezón.
Instintivamente abrió las piernas y le introduje mi dedo mientras lo besaba apasionadamente, tratando de sincronizar los movimientos de mi lengua y de mi dedo, me pasó el condón y me lo puse de inmediato. Vi como cerraba los ojos cuando volvió a sentirme dentro de su cuerpo. Comencé a moverme lentamente en tanto le besaba el cuello y le apretaba delicadamente sus nalgas. Sus gemidos me encantaban, sin embargo, disfrutaba más de su sabor así que lo besé frenéticamente. Él se aferró a mi espalda y enrolló sus piernas en mi cintura apretándome para sentir más como lo llenaba.
Rompí el beso para gruñir, los movimientos de ambos se intensificaron, puse mis manos sobre la cama para levantarme un poco y mirar su rostro, me excitaba más ver su expresión retorcida. Deslizó sus manos a mi torso y lo acarició, se mordía los labios. Embestí con más fuerza, quería que termináramos juntos y a mí me faltaba poco, él me suplicó por más, estaba a punto de llegar también e instantes después ambos lo logramos. Abrió su boca y su grito se mezcló con el mío, era el éxtasis total, la gloria.
Me dejé caer sobre su cuerpo, en tanto nuestras respiraciones trataban de volver a la normalidad, segundos después me acosté a su lado y cuando estaba completamente recuperado me levanté a vestirme, él no dijo nada, ya había comprendido las reglas.
Estaba por retirarme cuando recordé que a la mañana siguiente viajaría, así que me detuve antes de abrir la puerta y me giré.
– No estaré disponible hasta el lunes por la noche – aclaré para evitar que me llamara y encontrara el celular fuera de servicio.
– Entiendo – respondió serio.
– Claro que siempre hay otras opciones... puedes acariciarte pensando en mí – sugerí pícaramente.
– Hasta luego.
Y salí de la habitación, no entendía porque me tomaba tantas molestias con él, no tenía por qué haberle aclarado que no estaría disponible, eso rompía en parte las reglas, no sería la primera vez que apagaría ese movil, pero ese desconocido estaba ejerciendo en mí algo extraño y me pregunté nuevamente cómo es que había dado conmigo y por qué se había atrevido a llamarme sin saber nada de mí.
Llegué a la casa de mis padres a mediodía, no había nadie, sólo la servidumbre, subí a mi habitación y desempaqué mi maleta. Me tiré en la cama a ver televisión y me quedé dormido no sé cuánto tiempo.
La ruidosa llegada de HyoJong y Hyuna me despertó, moví mi cabeza, no importaba que él tuviera 29 años ni que estuviera casado, siempre sería como un niño.
Así que baje y los saludé, a los pocos minutos llegaron mis padres, que me abrazaron dándome la bienvenida. Más tarde llegó Jungkook con unos amigos y poco después, Jin que la abrazó efusivamente.
Cenamos y estuvimos platicando largo rato, mi pequeño hermano estaba más que emocionado porque al día siguiente haría oficial su compromiso con SeokJin. Me fui a acostar, pero no tenía sueño, entonces me puse a leer mientras escuchaba música.
Obviamente no oí cuando abrieron la puerta, me di cuenta que había alguien en mi habitación cuando me quitaron el libro de las manos. Era JooWo , una amiga de mi hermano, de la cual yo sabía plenamente que sentía algo por mí, me miraba seductora, traía puesto un short y una polera de tirantes ceñida al cuerpo, se mordió un dedo y vi el deseo en sus ojos, estaba determinada a seducirme esa noche y yo sonreí.
vivan los nobioooooooos
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