2. Buscando caricias
La alarma incesante de mi celular me despertó. Abrí los ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recamara y entonces recordé que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme como un niño que había hecho una travesura.
Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota.
Regla número tres: no lazos afectivos
Recordé lo que había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y salí de la habitación, esperaba llegar a tiempo a la oficina.
Al dar un paso fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana, pero extrañamente lo sentí diferente está vez, hasta cerré los ojos unos momentos para disfrutarlo, algo había cambiado en mi después de esa noche.
Eran las nueve y media cuando entre a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando aquí. De inmediato ví un enorme adorno floral que estaba sobre mi escritorio que dejaba por debajo el ramo de rosas que había recibido ayer. Sentí que el corazón se me aceleraba al saber de quién podría ser.
En cuanto Hwasa me vio vio entrar, me siguió corriendo y cerro la puerta detrás de mí.
Yo tomaba la nota que tenía el arreglo "Mi amor en verdad perdóname no había podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños, aún no sé exactamente cuando pero consideralo un hecho. Con todo mi amor, NamJoon.
Claro, ¿quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio?, no sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche.
"no nombres, nada que pueda dar un indicio de quienes somos en realidad".
Recordé las reglas y tenía que recordarlas a menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso iba a volver a llamarlo? sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.
- A ver amigo, cuéntamelo todo, con lujo de detalles, sabes que soy una morbosa - exclamó hwasa ansiosa oliendo las flores.
- ¿Qué quieres que te cuente? - pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a él.
- ¡Dios!, ¿y todavía lo preguntas?, llegas media hora tarde, te llega este hermosísimo arreglo floral y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto, la celebración de tu cumpleaños debió ser memorable, NamJoon debió lucirse y recompensarte en grande, así que quiero los detalles ahora mismo - dijo más y se sentó recargando su cabeza en ambas emocionado manos mirándome.
Y sin saber, mi amiga le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración, realmente había sido memorable, pero, ignoraba que NamJoon no tuvo nada que ver con ello. HyeJin era además de mi compañera de trabajo, mi mejor amiga, a los pocos días de conocerme, me contó cómo había huido el papá de su hija después de saber que estaba embarazada y, de ahí, una gran confianza surgió entre los dos, pero a pesar de eso, dudé si era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños, ella sentía gran simpatía por NamJoon y siempre me decía que éramos la pareja perfecta.
No, definitivamente aquella aventura era mejor mantenerla en secreto.
- Pues, temo desilusionarte porque no hubo tal celebración, el arreglo se debe a que, precisamente, NamJoon no pudo llegar para llevarme a cenar.
- Él siempre tan detallista - dijo sacando una orquídea del arreglo.
- Bueno, de alguna manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado.
- Sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro y en algún futuro casarse contigo y darte todo lo que mereces.
- Eso lo sé muy bien, no tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es y por eso lo amo y acepto que trabaje tanto para poder estar juntos algún día y para siempre.
- Sí... pero, no luces nada enfadado porque tu novio te dejo plantado justo el día de tu cumpleaños, por el contrario, luces radiante, ¿ Qué fue lo que hiciste anoche?
- Nada, sólo ver televisión y terminarme yo solo media botella de vodka - en ese momento recordé lo perceptiva que es mi amiga y lo malo que soy para las mentiras.
- Sí, claro y yo rezo el rosario todas las tardes llegando del trabajo, eso ni tú te lo creíste.
- Te juro que así fue, sabes que no tengo amigos más que tú y HoSeok y que jamás iría solo a ningún lado que no sea el supermercado.
- Es que de verdad te ves distinto, hay algo diferente en tus ojos.
- Sólo un año más de edad, y ya déjame ver que tengo de pendientes antes de que venga el jefe y nos regañe - dije encendiendo la computadora.
- Está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento, algo te traes y me lo tendrás que decir tarde o temprano.
- Ok, fui y me acosté con un completo desconocido, ¿satisfecha?
- Jajaja, ay Taehyung, tampoco te tienes que ir al otro extremo, ambos sabemos que no harías una cosa así - dijo saliendo y cerrando la puerta
Y tenía toda la razón, por algo me llamaba "el siempre correcto Taehyung", no supe que me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero el recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de mi propio nombre.
Suspiré y miré mi móvil que había dejado al lado del teclado del ordenador, ¿Habría alguna restricción en cuánto al horario?, volví a recordar las reglas y no mencionó nada al respecto.
Llevé las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas, pero, ¿qué me ocurría? aún no habían pasado ni doce horas de haberlo hecho con él y yo ya ansiaba que volviera a pasar.
"Y te aseguro que te dejara sin sentido"
Recordé las palabras de la chico que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón y no sólo por el magnífico sexo que habíamos tenido, sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo.
El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe. Afortunadamente, para mi salud mental, ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque de repente me reía yo solo porque algún recuerdo me venía a la mente hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba haciendo.
Eran las 7:30 pm cuando terminé la campaña publicitaria en la que estuve trabajando todo el día, apagué la computadora y saqué mi mochila de una de los sillones, tomé mi móvil y lo miré fijamente
¿Sería demasiado desesperado de mi parte volver a llamarlo hoy?, ¿Ni siquiera dejar pasar un día o dos para volver a buscarlo?
Pero el solo hecho de volver a recordar sus caricias me excitaba por completo, era la primera vez que algo así me sucedía y no es que el sexo con NamJoon fuera malo, escaso sí, pero cuando lo hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche.
Teníamos ya cinco años de novios y era el único hombre que había conocido en la intimidad, antes de ir a enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mí mismo completamente diferente. Entonces vi que el móvil se encendía anunciando una llamada de él, precisamente.
-Hola amor, ¿cómo estás? - dije mientras tomaba mi
mochila y salía de la oficina.
- Bien cariño, ¿y tú?, ¿te gustaron las flores?
- Claro, son hermosas.
- Te dije que te recompensaría, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.
- Ok, te veo en cinco minutos, ya voy de salida. Colgué y apreté el botón del ascensor.
Al salir del edificio vi el flamante coche negro de mi novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y él me abrazó, en ese momento, sentí todo el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación su falta de tiempo.
Cuando nos separamos, me entregó un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un hermoso reloj de oro, la culpa se incremento y la sentí en mi espalda como si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzado, no sólo lo había engañado anoche con un desconocido sino todo el día con el pensamiento.
Fuimos a un lindo restaurante de comida italiana y nos sentamos al fondo, ordenamos una botella de vino tinto, ensalada y pasta, brindamos por mi cumpleaños y por el cierre de otro exitoso negocio que él concretaba.
Fue una linda velada que me hizo olvidar todos los pensamientos lujuriosos que había tenido durante el día, estaba frente a un hombre real, del cual conocía todo y que además amaba y me amaba.
Pagó la cuenta y salimos tomados de la mano del restaurante, nos besamos mientras nos llevaban el coche, que diferentes eran sus besos a los de aquel extraño, el amor debía ser la diferencia, pensé tratando de borrar aquellos recuerdos.
Llegamos a mi departamento y lo invité a subir, necesitaba apagar el fuego que me había estado consumiendo todo el día.
Entramos tomados de la mano y cuando subimos al ascensor no pude contenerme y lo besé desesperadamente mientras acariciaba su pecho por encima de la camisa, al llegar al piso de mi departamento NamJoon me miró de forma extraña.
- Pero Taehyung, nunca antes me habías besado de esa
- Te necesito - respondí con voz de niño pequeño -- y te extraño.
Entramos a mi departamento y volví a besarlo frenéticamente mientras hacía que se sentara sobre el sillón y yo me senté encima de él y comencé a desabrochar su camisa con urgencia, NamJoon me acariciaba la espalda, comencé a besar su cuello, en tanto llegaba al último botón de la camisa, cuando su móvil sonó.
- No contestes - supliqué con la voz entrecortada.
- Puede ser importante - replicó tratando de alcanzar el celular en su pantalón.
- Si es importante volverán a llamar - insistí exasperado.
- Perdóname cariño, pero sabes que es mi deber contestar el móvil sin importar la hora que sea.
Entonces, me senté molesto a su lado mientras recuperaba el compás de mi respiración y el latido normal de mi corazón. Me di cuenta que era Jaebum , su jefe, para recordarle de la importante junta que tenían al día siguiente a las ocho de la mañana.
En cuanto colgó vi que abrochaba su camisa, yo me llevé una mano al cabello y lo hice para atrás.
- Perdóname mi amor, tengo que irme, mañana tengo que madrugar, la junta es en Gangnam y ya sabes cómo se pone el tráfico para allá.
- Dijiste que me recompensarías - exclamé furioso cruzándome de brazos.
- Y lo haré, te lo prometo, Jaebum va a darme un par de días libres como recompensa al negocio que ayer cerré y viajaremos adonde quieras.
- Eso has venido diciéndome por los últimos seis meses y sigo esperando.
- Te prometo que ahora sí se hará realidad, tú sabes que trabajo por los dos.
- Lo sé, lo sé, es sólo que... ¿hace cuánto hicimos el amor?, ¿tres meses?, ya ni siquiera lo recuerdo - agregué frustrado, cuando íbamos en la universidad lo habíamos hecho más veces en una semana que las que lo habíamos hecho en el último año.
- Mi amor, te juro que yo también te extraño y te necesito en ese aspecto, pero tienes que comprender que de este trabajo tendremos todo lo necesario para casarnos y poder mudarnos de Corea.
- Lo sé y lo comprendo- dije resignado - que descanses y suerte en tu junta.
- Recuerda que te amo Taehyung, por favor, eso nunca lo dudes - dijo tomando mi rostro entre sus manos.
- Yo también te amo - respondí.
Me dio un ligero beso en los labios y se fue. Yo me quede ahí, sentado en el sillón, resoplando, a pesar de que me sentía frustrado por el rechazo de mi novio, que prefería sus negocios antes de complacer a su novio aunque fuera por cinco minutos, lo que me tenía en realidad mal era el saber a quien era verdaderamente al que necesitaba y deseaba en esos momentos, así que me levanté.
Saqué el móvil de mi bolso y decidido marqué su número, me importaba un reverendo pepino si pensaba que era un urgido que no podía conseguir una pareja de forma normal, mi cuerpo entero estaba reclamando, ansiando y deseando esos besos y esas caricias que me volvían loco por completo.
"El número que usted marco se encuentra apagado o fuera de cobertura".
- ¡Maldición! Grité aventando el móvil al sillón lleno de rabia pensando que esas caricias y esos besos que tanto necesitaba estaban siendo entregados a otra perfecta desconocida. Frustrado y resignado me metí a darme una ducha de agua fría.
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