Si bien, al llegar a la casa Muichiro recibió un gran sermón de Yuichiro, sentía que iba hacer torturado por horribles cosas o tal vez...

— ¡¿Por qué?! — gritó con los ojos cristalinos.

— Sabes el porqué — respondió seco.

Mientras más se alejaban Yuichiro, más rápido lo acorralaba Muichiro. Sabía que su hermano se había vuelto enojón pero no tanto.

— ¡Pero solo fue un acidente! ¡T-Tanjirou no tiene nada que ver! ¡Fue mi culpa! — lloriqueando se aferró a una pierna de su gemelo.

— Odio ese sujeto.

— ¡Yui-chan!

— ¡Cállate! — movió brusco a su hermano menor tirando lo por completó —. Tengo que irme a trabajar.

Inflando sus mejillas y apretando los puños comenzó hacer un berrinche como un niño pequeño. Yuichiro solamente rodó los ojos, agarró sus cosas para salir. En el último momento en que miró a su hermano con enfado cerró de golpe la puerta.

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Él no pensaba que su día fuera muy llamativo. Ya que toda la escuela le empezó hablar de la nada. Hubo preguntas incómodas como: “¿Eres un chico? ¡No puedo creer que no sea una chica!”. No podía culpar a su hermano o sus amigos, si no a él, por sus actos.

Pero de un momento a otro un chico de cabellos rosado pálido lo acorraló.

— Y-Yo...

Muichiro aguantaba la respiración al tener cerca a Sabito, apartando la mirada sentía que no solo sus manos sudaban si no que su cara igual. Era la primera vez en que alguien le hablaba y lo tenía de esa manera.

— ¿Te sientes presionado? — preguntándole tocó su hombro, provocando que lo volteará a verlo.

— N-no... yo no sé que decir... yo.

— Está bien. Solo quería preguntarte si querías hacer equipo conmigo para el proyecto de artes. — al decir eso Muichiro asintió repentinamente, Sabito sonriendo le dió palmadas en el hombro —. Nos vemos en la salida.

— S-SÍ.

...

Y Justo como su compañero había dicho: en la salida Sabito lo agarró desprevenido de los hombros.

— ¿Y bien Muichiro-kun? — preguntando emocionado lo zarandeo un poco.

— ¿Ah? — nervioso bajo la mirada —. ¿Te gustaría ir a a comer? — preguntó tímido.

— ¿A dónde?

— Es un lugar especial.

— ¿Especial? — dudando miró al cielo tratando de pensar algo le miró de nuevo —. Está bien.

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Muichiro tenía cara de poker al ver cómo Tanjirou y Sabito se saludaban llamativamente.

«¡¿Tienen un saludo secreto?!»

Impresionado, Tanjirou rió al verlo y solo le acarició la cabeza de costumbre. Sabito tomo asiento aguantando la risa por la expresión de Muichiro.

— No sabía que Muichiro era tú amigo — comentó Tanjirou mirando al ojimenta.

— La verdad somos aún compañeros pero... si Muichiro-kun decide llamarme amigo no tengo ningún problema — rió bajito juntó a Tanjirou.

— Bueno... ¿Qué van a pedir? — preguntando su mirada fue hacia Muichiro quien estaba con un puchero, sacando discretamente una menta de su bolsillo la dejó aún lado de su mano.

— ¿El especial de hoy? — bromeando miró al pelinegro quien asentía nervioso.

— ¿Seguros?

— S-Sí — respondió Muichiro.

Con esa respuesta Tanjirou de retiro. Muichiro algo ansioso comió aquella mente que le dejó (sin antes quitarle el plástico). Teniéndolo en la boca podía sentir sus ojos picar al igual que el interior de si boca, sentía felicidad al recibir las mentas de Tanjirou, pero  aún que no eran sus favoritas las disfrutaba; Sabito le miró impresionado por su reacción.

— ¿Estás llorando Muichiro-kun? ¿Hice algo malo? — preguntando algo alterado por verlo llorar, con unas servilletas limpió su rostro.

Con aquella acción tan amable, hizo que se sintiera avergonzado por lo que comenzó a sudar —. N-No... es que... las mentas me hacen sentir e-extraño — dijo tartamudeando un poco mientras bajaba la mirada pero Sabito no lo dejaba.

— Oh... pensé que tal vez había hecho algo malo, no quiero hacerte sentir mal o incómodo — sacando un broche de flor hizo un lado el flequillo de Muichiro para poder limpiar mejor su cara de sudor —. Si algo te incómoda o te hace sentir mal solo dime y te ayudaré ha sentirte mejor.

— N-no estoy tan acostumbrado ha hablar con más personas que no sea mi hermano y Tanjirou — explicó sosteniendo las manos de pelirosado —. Gracias por a-ayudarme Sabito-kun.

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Pasando el tiempo en comer y planear el proyecto ambos chicos comenzaron a hablar un poco más... esto hizo que Tanjirou se pusiera algo celoso por tanta interacción de ambos menores. Pero al final comprendió que era lo mejor para Muichiro.

En cuanto paso el tiempo de lo que planeaba Sabito, un jalón de orejas lo agarró desprevenido e asustó a Muichiro. La persona de aquella acción fue Tomioka Makomo quien mostraba en su rostro una expresión tranquila pero su aura daba lo contrario.

— Dijiste que vendrías a recoger al salir de clases — dijo con una voz amable.

— Perdón, no ví la hora Makomo-chan — se excuso.

Soltando un suspiro frustradro Makomo se sentó aún lado del pelirosado —. Eres un problema Sabito. — mirando a Muichiro quien estaba sorprendido, Makomo extendió su mano que fue estrechada por ojimenta —. Es un gusto verte en persona Muichiro-kun, gracias por cuidar de este hombrecito — aquello último lo dijo con un tono gracioso presionando las mejillas del ojilavanda —. ¿Qué hicieron? ¿Robaron autos? ¿Nadaron con vagabundos? — haciendo preguntas graciosos hizo menos tensó el hambiente.

Muichiro no pudo evitar la risa por lo que claramente ocultó su cara para que no vieran su expresión raramente tierna. Ahora que no tenía su cabello largo era vergonzoso no tapar la mitad de su cara con el.

— Creó que Muichiro-kun y yo bañamos algunos monos en la tienda de mascotas ¿Heh? — bromeado pellizco las mejillas de la ojiazul.

— Oh entonces me perdí de algo divertido — sería miró a Sabito quien ponía una sonrisa boba.

— ¿Comiste algo antes de venir aquí o pido algo para llevará Mako-chii?

«¡¿Mako-chii?!» pensando eso miró el lenguaje corporal de esos dos bromistas.

— La verdad comí Takoyaki con Nezuko.

— Ya veo...

Ambos chicos se ponían cada vez más dulces con cada broma fuera de contexto. Muichiro sentía su cara enrojecerse por ver aquellos dos, eso le recordó a Nezuko y Genya, pero ellos eran más de darse mimos; claramente podía sentir envidia por tener tanta cercanía pero al chocar la mirada con la persona que le hacía revolotear su corazón le hizo sentir un disparo profundo en el pecho.