Capítulo 1
Se me hizo tarde y todo era culpa de Friedhelm. Oh, ese maldito. Nunca debí confiar en él cuando dijo que solo serían unos minutos.
Me dijo: —Vamos, lánzame un rayo.
Y yo respondí: —No puedo hacer eso.
Cabe resaltar que eso sucedió en medio de la madrugada cuando me despertó picandome un ojo.
—¿Eres un mago? —preguntó.
—Friedhelm, por todos los dioses. Vete a dormir.
—No quiero dormir, vamos a los campos —insistió como el idiota que era.
—Tengo reunión con Schilling por la mañana, sabes que ese cabrón me va a joder toda la existencia si no llego temprano —respondí dándome la vuelta en mi cama.
—¿Schilling va a venir? —preguntó, porque era un idiota.
—Sí —murmuré con los ojos cerrados.
—¿No se supone que sólo se presenta para las graduaciones?
—Se supone —dije sentándome en el colchón—, que tú deberías estar dormido a esta hora.
—Vamos, Arven —suplicó—. Solo serán unos minutos, Kai ya nos está esperando ahí afuera. Entrenaremos los tres.
—¿Ustedes dos quieren matarme? —pregunté entrecerrando los ojos.
—No, te queremos demasiado como para decidir acabar con tu vida. No importa que a veces seas un verdadero pendejo.
—Ah... ¿Gracias? —dije.
—Levantate —repitió—. Volverás a dormir en unos minutos.
Así que me levanté de mi cómoda y cálida cama a las tres de la madrugada para ir a entrenar con Friedhelm y Kai al campo de entrenamiento.
Friedhelm era el príncipe de Fhrianew y Kai era su primo, mientras que yo nací con el don de la magia, así que me convertí en aprendiz de mago y mi mentor era Hansel Roy, el mago del rey. Había otros cuatro aprendices, y ellos eran unos pendejos, tenían mentores fuera del castillo, eran grandes magos, pero ninguno de ellos era tan poderoso como Hansel. Y mañana tendríamos que reunirnos los cinco aprendices y nuestros correspondientes mentores con Schilling para tratar un asunto "urgente".
Bajamos las escaleras, el castillo estaba silencioso por la hora y todo estaba a oscuras, sobreviviendo únicamente con la iluminación de la luna.
Cruzamos el amplio vestíbulo y salimos por la puerta trasera. Al poco tiempo llegamos a los campos y casi de inmediato escuchamos una maldición. Había luna llena, por lo que Kai debió distinguir nuestras siluetas antes de que llegáramos a él.
—Justo cuando decidí que si no llegaban en un minuto, volvería a mi alcoba y me dormiría —murmuró cuando nos acercamos más—. Quedaban cinco segundos.
En realidad parecía un lamento, y si su expresión cansada significaba algo, entonces estaba hablando en serio.
Miré a Friedhelm.
—Entonces —dije—. Nos despertaste en medio de la noche para entrenar —él asintió—. Amigo, ¿Quién hace eso?
—Yo —respondió.
Por supuesto.
—Eres raro —dijo Kai—. Ni siquiera imaginas cuánto.
—Es la única hora en la que se me permite entrenar con un mago —dijo haciendo puchero y casi, sólo casi, me derretí.
—Un aprendiz de mago —corrigió Kai, porque era aún más idiota que Friedhelm o yo—. Y no intentes manipularnos así, Arven tiene reunión con Schilling y su respectivo club de fans por la mañana.
El club de fans eran los demás aprendices.
—Lo sé, me lo gritó cuando lo desperté —contestó.
—¡No te grité! —grité.
—Estás gritando justo ahora —dijo Kai.
—Bueno, mejor vayamos a entrenar o lo que sea que íbamos a hacer —dije resignado.
•••
Kai no sabía pelear.
Era bueno con la espada, si, pero era un completo asco con los puños.
—¡La defensa, Kai, la defensa! —le repitió Friedhelm.
—¡Me rindo! —gritó dramáticamente en respuesta—. Esto no es lo mío.
—Y las quejas vienen en tres...dos...
—Ademas —prosiguió mi amigo—, ¿Para qué sirve aprender a golpear? No es cómo que cuando tenga que enfrentar a un villano, me diga algo cómo: "no puedes usar ese golpe, es falta" o "nada de golpes bajos".
—Villano —se burló Friedhelm—. Porque tú enfrentas muchos villanos.
—Además —agregué—, fuiste tú quién lo propuso.
—¿De verdad? —preguntó—. No recuerdo eso.
Yo estaba tirado en el césped porque, al parecer, no podía usar magia para pelear, a pesar de que Friedhelm dijo que podría. Y ellos dos eran más fuertes físicamente que yo.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunté mirando el cielo estrellado.
—Dos horas, más o menos —contestó Friedhelm.
—¡¿Dos horas?! —grité levantándome de golpe—. Dioses, Friedhelm. ¡Dijiste que sólo serían unos minutos!
—Cielos, Arven —se burló—, ¿No tienes noción del tiempo?
—¡Schilling querrá matarme!
—Schilling siempre te quiere matar —mencionó Kai.
—Tal vez me mate —dije—. Si lo hace, quedará en sus memorias ¡Ustedes serán los culpables! —grité esto último mientras me alejaba corriendo por la dirrección en que llegamos.
—¡Te haremos un altar! —gritó Friedhelm en respuesta y ambos estallaron en risas.
Idiotas.
Tuve que ir a dormir de nuevo, ellos también se van a desvelar pero tienen menos dificultades para despertar y a ellos Schilling no los iba a mandar al Pozo De La Mierda por llegar tarde.
•••
Así que, ahí estaba yo, corriendo para llegar más rápido a la reunión, porque me quedé dormido después del arranque nocturno de Friedhelm.
Aún cuando sabía que ya estaba en la lista de Personas Odiadas y Posiblemente Asesinadas de Schilling —en mayúsculas para hacerlo real— yo estaba tan jodido.
El guardia de la sala me miró con pena y negó con la cabeza. Probablemente pensaba, o escuchó, a Schilling decir que usaría esto cómo una razón suficientemente fuerte para mandarme al Pozo De La Mierda —también con mayúsculas— cuando fueran las graduaciones. Dioses, él me iba a arruinar.
Tomé una respiración antes de abrir la puerta.
Solo era Schilling, me dije.
¿Qué es lo peor que podía pasar?
Pero yo era Arven Kendell Wailing. —Todos sabían que yo odiaba que me llamarán por mi segundo nombre— Conmigo todo siempre podía empeorar.
Por esa razón, me caí de bruces apenas crucé la puerta.
—Lo dioses me odian —decidí.
Había diez miradas sobre mí, esperaba. Levanté el rostro.
Uh, no. Eran catorce. Bueno, mierda.
—Puntual. Como siempre, Wailing —retumbó la profunda voz de Schilling.
Estaban aquí los otros aprendices, los magos Qüila, Farni, Fontaner, Xian y Hansel, el Rey, la Reina, Friedhelm, Kai, y, por supuesto, el gran mago Schilling.
Me levanté rápidamente e hice una reverencia a mis reyes.
—Mis más sinceras disculpas por mi tardanza —dije.
Alguien resoplo. Miré en su dirección.
Smeru, la aprendiz de Xian. Ella y yo teníamos una especie de conflicto, honestamente no sé el porque, solo sé que un día alguien lanzó un comentario grosero al otro —seguramente fue ella, porque era una maleducada—, y el otro respondió con algo más grosero pero refinado, porque yo tenia clase y ella para nada.
Perra, casi dije.
—Arven —dijo Hansel—, siéntate.
Obedecí y me senté a su derecha, a la izquierda de Smeru.
—Ahora —dijo Schilling—, ya que llegó el imprescindible mago Kendell, podemos dar inicio a la reunión.
—Aprendiz —murmuró Kai, ese bastardo no conocía el miedo, o probablemente tenía un deseo de morir.
Todos lo ignoraron.
Excepto el rey, la reina y Schilling. Quienes compartieron una mirada.
—Tal vez deberíamos ponernos una soga directamente al cuello —dijo Schilling, porque le encantaba aumentar nuestra incertidumbre—. Eso sería más rápido y menos complejo.
El rey suspiró.
—Solo diles —ordenó.
—Smeru, Arven, Gil, Owen y Marissa —nos llamó— tienen un trabajo que determinará su futuro, y el siguiente mago del rey será elegido después de esto.
Smeru golpeó mi muslo.
—Fui nombrada primero que tú —presumió—. Eso significa que soy más hábil.
—Ustedes dos —llamó Schilling—, ¿Pueden poner atención y dejar su coqueteo para otro día?
Kai sonaba como si se estuviera ahogando. Esperaba que estuviera bien.
Todos lo ignoraron.
Yo estaba asqueado y Smeru lucía disgustada.
Friedhelm estaba extrañamente serio, lo que era preocupante, agradable en su mayoría porque no le hacía segunda a Kai, pero preocupante.
—Armas Mitológicas —dijo Schilling—. Estoy seguro de que están al tanto de su historia y si no lo están, es porque son unos vagos e inútiles y seguramente deberían ser humanos comunes sin magia porque no sirven para nada y no hacen sus deberes...
—Las Armas Mitológicas de Fhrianew —le recordó el Rey.
—Claro —carraspeó el mago—. El Arco De Sangre, la Espada de Fuego y el Escudo De Hueso. Uno de ustedes tendrá que encontrarlas.
La confusión invadió la sala, exceptuando a los reyes, el Mago y el príncipe, quien se veía tenso.
—Mitológicas —mencionó Kai, está vez nadie lo ignoró—. Mitos, su existencia no es algo seguro.
—Exacto —dijo el Rey—. Pero tampoco es seguro que sean sólo un mito.
—¿Entonces enviarán a los chicos a una aventura peligrosa sin la certeza de la existencia de dichas armas? —preguntó la maga Xian.
—Solo iría uno de ellos —agregó la reina—. Pero no será el único.
—Creo que tendrán que explicarlo mejor —dijo Hansel.
—Schilling ha confirmado los rumores que llegaron hace unos meses—habló Friedhelm—. De la oscuridad se ha levantado un mago, más poderoso que cualquiera que haya existido antes. Lo llaman el Gran Mago De La Oscuridad, y está buscando las armas mitológicas.
—Pero el mito es que sólo pueden ser portadas por alguien digno —dijo Smeru.
—Ese mago es digno —dijo Schilling—. Y sólo uno de ustedes es digno también. Se trata de poder, uno de ustedes es tan poderoso cómo el mago oscuro.
—¿Cómo sabremos quién es? —preguntó Fontaner.
—Pelearan entre sí —respondió Hansel después de un suspiro—. Los cinco son muy fuertes, pero uno debe sobresalir. Así que no se detengan, peleen cómo se les ha enseñado y sean implacables. Nosotros nos aseguraremos de que no muera nadie.
—¿Y si ninguno de nosotros es lo suficientemente fuerte? —me aventuré.
Nadie respondió, en su lugar se instaló un tenso silencio en la estancia.
—Esperemos que eso se quede como un y si —dijo el rey—. Porque si ninguno de ustedes es digno, entonces el mago oscuro tomará el poder.
—Y si el mago oscuro toma el poder —agregó la reina—, traerá la oscuridad a Fhrianew.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro