4_El último cliente
Era una noche nublada. El frío viento barría las calles de la periferia.Los panfletos eran arrastrados contra los maltratados edificios,que mostraban garabatos en sus fachadas mojadas por la lluvia que hace poco había cesado. El mojado pavimento reflejaba la luz dorada del mísero alumbrado publico. El letrero del bar parpadeaba causando un zumbido que a ratos parecía más un murmullo. El lugar estaba casi vacío aquella noche de jueves. Una vieja canción sonaba medio cortada producto del deteriorado estéreo,tras la barra en que una mujer limpiaba los vasos con un trapo blanco,como esa blusa sobre la que llevaba un corset underbust de color violeta. Un color suave que contrastaba con aquel sitio oscuro, saturado de olor a tabaco como de licor. La mesa de billar estaba sola y desordenada,las mesas sucias,los pisos húmedos con las huellas de decenas de zapatos de toda índole.
Siete peldaños bajaban de aquella puerta empapelada de afiches de marcas de licor.Por ellos bajó un hombre joven,que cargaba una linyera sobre el brazo izquierdo y llevaba una capucha sobre la cabeza. La mujer levanto la mirada para encontrarse con unos ojos azules que la miraron fijamente,cuando el tipo se paro delante de ella.
-¿Qué te vas a servir?-le pregunto ella y su voz clara contrastó con la de la mujer que cantaba en la radio.
-En realidad sólo me preguntaba si alguien aquí,sabría de un lugar dónde pasar la noche-le señaló con una sonrisa gentil,mientras se descubría la cabeza enseñando una cabellera azul, con un corte popular hace como veinte años.
La mujer lo examinó con ojo curiosos, luego,mirando a los dos únicos clientes de la noche, le dijo:
-Hay un motel por el camino al aeropuerto,pero no es un buen lugar. Aunque es barato.
-Pase por ahí. Estaba lleno-le señalo él, mirando las botellas detrás de la mujer,luego bajo la mirada al mesón y vio unos nombres escritos ahí.
-No hay otro sitio por aquí-le dijo la muchacha e hizo una beña a los hombres que se iban dejando dinero sobre la mesa.
La mujer dejo el vaso limpio en el mostrador,para ir a levantar las botellas y su pago. Al volver aquel sujeto le pidio una botella de cerveza,que ella destapo con un objeto con forma de llave antigua que le colgaba del bolsillo de la blusa. Le dio la bebida y subió un poco el volumen de la música. Movió la antena de la radio para sintonizar mejor la emisora,luego sacó un cigarrillo que encendió para dejar sobre el cenicero.
-¿De donde vienes?-le preguntó a aquel hombre, que tenia un animo fatigado y algo desorientado.
Él sólo levanto la cabeza y se quedó buscando que decir.
Ese oficio llevó a todo tipo de hombres a esa mujer. Había aprendido a reconocer señales que para otros pasaban desapercibidas. Huellas que le hablaban de la clase de persona que tenia en frente y ese sujeto de colores de cielo,tenia el animo de un soldado que vuelve a casa,pero que no reconoce nada. Ni siquiera su hogar. Sus ojos escondian penas y carencias del corazón,tan grandes que eran abismos abiertos en su ser cual si fueran minas. Tenia miedos que lo obligaban a ser reservado. A todas luces no quería responder la pregunta,pero era gentil y no quería ser grosero por lo que le costaba dar con las palabras adecuadas.
-Esta bien. No tiene que contestar sino quieres hacerlo-le dijo la mujer.
Él se sonrió con alivio. Ninguno tenia algo que decir. Los minutos pasaban y la botella de cerveza se iba vaciando.
La mujer limpiaba el mesón. Estaba limpio.Sólo era un hábito de su oficio el pasar ese trapo por encima de los nombres escritos en la madera.
-Personas que dejaron una buena propina-le dijo al ultimo cliente,
cuando notó que este leía uno de los nombres.
El reloj,en la pared, marcaba los segundos con un sonido incesante que supero al del radio que se silencio después de anunciar el último tema de la noche. Eran pasado la una por lo que ella fue a cerrar la puerta y voltear el cartel.
-Puedes salir por atrás-le dijo,aunque hace rato se habia dado cuenta de que él,estaba haciendo tiempo. De que no se quería ir.
El hombre asintió con la cabeza nada más y la miro soltar su cabello,antes de comenzar a limpiar las mesas.
-Este trabajo es bastante desgastante ¿Sabes? Aquí siempre le sonrió a todos y les doy una botella mientras los oigo hablar de sus penas,dolores, miedos,culpas. Soy como una suerte de Estacio-rio ella-Pero la peor parte es que vivo a las sombras. Duermo cuando todos están despiertos,a la luz del sol,viviendo sus vidas. Es solitario y frustrante a veces. Supongo que debería alegrarme cambiar de trabajo,pero en este antro me siento a gusto. Fuera de aquí es como estar perdida...
Él la escuchó con atención,después le ofreció su ayuda. Ella acepto por lo que comenzó a voltear las sillas sobre las mesas.
-Es difícil vivir en paz,cuando no se esta habituado a ella-comento aquel hombre después de un rato-Casi parece que se busca ese constante tormento...
-Si.Es raro,pero te sientes fuera de lugar...
Él la miró y sonrió de esa forma cerrada,que es más una afirmación que un gesto gentil.
-Quieres otra cerveza. Tranquilo,yo invito esta vez-le dijo la mujer y se fue tras la barra.
Una charla superficial y ese trago con el amargor y dulzor preciso,los fue envolviendo en una atmósfera agradable. La noche avanzaba lenta, como desprendiéndose de una carga muy pesada. Las luces del bar se apagaron y quedaron al amparo de una mortecina lampara sobre la barra,que teñía de ámbar los metros que alcanzaba a iluminar. Una luz de miel que dulcifico los ojos azules de ese hombre. Aquellas pupilas parecían un mar con la senda de luz ilusoria que brinda el ocaso sobre las aguas.Ese camino que te invita a seguirlo como colgando de un sueño ligero. La mujer le hizo una caricia en el rostro. Un gesto inocente con el dorso de su helada mano. No fue rechazada,pero le causo,a él,una sensación algo recelosa. Como si temiera a lo que podía suceder después. Intento huir,pero la segunda mano de esa mujer se poso en su otra mejilla,cerrando la trampa que fue tejiendo desde la primera palabra.
Él guardaba un recato que rara vez tenían los amantes de esa mujer,que estaba habituada a lo febril. A no tener antesalas antes de la alcoba. Por esto es que tuvo que contener su anhelo de ese inusual personaje. Un beso ligero le dio, apoyando el vientre sobre la barra,como una serpiente previa a brincar sobre su presa para inyectar el mortal veneno,en una mordida absoluta. Un beso. Un permiso al que él,tardo en responder.
Las manos de aquel hombre tomaron las de ella y las apartaron,pero con cuidado.
Por la ropa que llevaba puesta la piel de ese hombre quedaba completamente cubierta,sin embargo, al estar asi de cerca,ella pudo ver algunas pequeñas sicatrices sobre su pecho. Con osadía aparto el pañuelo del cuello de aquel sujeto,para ver mejor y eso si pareció molestarlo,mas guardo silencio.
La mujer se dio la vuelta para ir a pararse frente a él y regalarle otra caricia dulce antes de buscar esa boca otra vez. Poco a poco,con una cautela inusual en ella,lo fue haciendo ceder. Un beso correspondido y unos brazos entorno a ella,le dijeron que ya lo tenia en su poder. Por unos minutos no hicieron otra cosa que no fuera besarse,aumentando la intensidad hasta llegar a la sonoridad y apretarse el uno contra el otro,de una forma en que la ropa se estaba volviendo un estorbo. Fue cuando cambiaron de escenario. Arriba,en la segunda planta,estaba la habitación de aquella mujer y allí lo llevo.
Él había dejado sus cosas en el bar. Allí,lo primero que hizo fue desprenderse de su chaqueta y cuando esta cayó al suelo,un golpe pesado hizo a su compañera advertir que llevaba algo escondido ahí. Era una especie de machete o cuchillo largo,bien enfundado que se gano la atención de la mujer.
-Me hace sentir seguro. Es...
-No me tienes que dar una explicación-le dijo ella y lo calló con un beso,para comenzar a quitarle la camiseta.
Una caricia aqui y un beso allá entre los cuales la mujer le preguntó su nombre y él,casi en un suspiro le respondió:
-Trunks...Me llamo Trunks.
-En cantada de conocerte,Trunks. Soy...-le susurro su nombre en el oído, echandolo sobre la cama,bocarriba.
Se sientó a horcajadas sobre el vientre de Trunks,con sus rodillas a ambos lados de su cuerpo.Ella se inclinó hacia él, buscando su boca y la encontró esperando con cierta ansiedad. Las manos de ese hombre, sobre sus muslos,la apretaron con fuerza,por lo que en respuesta ella le mordió la lengua. Trunks no se quejó. Aquello sólo fue una forma en que ella le hizo entender como sucederían las cosas y aunque fuera algo pudoroso al admitirselo a si mismo,asi lo prefería.
Subió sus manos hasta la espalda de esa mujer,cuya abundante cabellera eclipsaba la luz de la lampara tras ella. Tropezó con el corset,pero se deshizo rapido de el para poder quitarle la blusa y el brasier, liberando esos pechos que soltaron un olor a perfume, como de fruta madura que causaban osadas ideas,tan ajenas a su cotidiano pensamiento que resultó algo abrumador para Trunks. Aun asi no pudo evitar apretárselos y acariciarlos.Ella lo miró con atención, sin hacer nada,con las manos inmóviles apoyadas en sus muslos, como calculando sus tácticas para deshacerse de la actitud circunspeccional de Trunks y que liberara sus pasiones. Pero había tiempo. Le abrió la camisa con violencia y le quito el cinturón para deshacerse de la molesta ropa. Antes de que él se diera cuenta, ya había entrado entre las húmedas y calientes de esa mujer que se dejaba caer sobre su cuerpo,aunque tuvo que recomponer, un poco, la postura para que ambos estuvieran a gusto.
En el movimiento que hacian sus pechos,al subir y bajar acompasadas con sus movimientos de cadera,tuvo casi un efecto hipnótico en Trunks,
quien comenzó a perder la compostura que retenía hasta sus gemidos,pero ella no lo dejó tomar el control esa primera vez. Tendría que esperar hasta que acabase y mientras...Mientras se entregaba por completo a una mujer. Como lo hizo siempre de una u otra manera. Los fluidos de ella fueron humedeciendole los muslos,sus nalgas impactaban con las piernas de Trunks,emitiendo un chasquido cada vez que entran en contactqueEl ritmo era perfecto y lo llevo al liberador climax.
Por la mañana Trunks dejo aquel bar con su linyera al hombro. Antes de montar su motocicleta miro a la ventana y allí vio a esa mujer que le dio una traviesa sonrisa. Posiblemente no volvería a verla. Un cartel de se vende,colgaba en el techo del edificio.
Trunks partió. Poco después,la mujer salio y antes de cerrar la puerta del bar para siempre,vio al mesón donde con una lima de uñas,escribio el nombre del ultimo cliente.
Nota: Estacio es el poeta que guía a Dante a través del purgatorio en la Divina Comedia.
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