Ese sujeto estaba ahí de nuevo. En compañía de un medico otra vez ¿Cuándo me dejaria en paz? Me pregunté.

La casa estaba descuidada,pero es porque no tenía empleados para mantenerla. Desde que Bills murió,mis finanzas se fueron disolviendo.

El grueso papel tapiz se  desprendía de las paredes grises, los pisos eran cubiertos por hojas secas además de polvo. Los manteles y cortinas habían perdido su inmaculado color blanco,los muebles eran devorados por insectos y hongos. Todo allí estaba en una ascendente decadencia.Mis atuendos no atiendan más la moda impuesta por las damas de sociedad. Mis vestidos se habían vuelto añejos,como papel arrugado y mojado, que por su extensión barrían los suelos de descoloridas cerámicas agrietadas,rotas. En los empañados espejos,mi figura era como la de un espectro en permanente lamento. Mi pálido rostro,antes rebosante de vigor, lo estaba de melancolía entonces.Es que cuando él murió,yo lo hice también. Mi alma escapo de mi cuerpo dejando un autómata errante y roto,andar a paso pausado por la desolación de esa casa.

Ya no tenía fuerzas ni para mover la puerta. Me costó bastante abrir lo suficiente para permitirle a ese sujeto, asomarse al interior. Con sus ojos violeta examinó la estancia y empujó la puerta,para ingresar mientras soltaba ese discurso de siempre.

-He estado bien-le dije por...Perdí la cuenta de las veces que le había dicho eso.

-Deja esta casa-me pidió como siempre -Te estas consumiendo en el recuerdo de su amor. Él no querría verte de esta manera.

-Y yo no querría verlo muerto-replique con brusquedad-Bills no querría muchas cosas,pero muchas cosas pueden pasar o no pasar y aquí estamos...

-Al menos deja que el doctor te revise. No me mires así. Sabes que tengo una responsabilidad contigo,querida.

De mala gana acepté y el médico entro con su maletín más esos ojos de juicio callado. Pasamos a la sala dónde todo estaba cubierto de telas blancas,que a su vez cargan una capa de tierra,hojas secas y telas de araña. Las grandes ventanas del primer piso permanecieron abiertas por años. Algunos cristales estában rotos. También había huecos en la techumbre y algunos pájaros habían entrado para hacer sus nidos entre las vigas,en los candelabros y hasta entre los libros cubiertos de moho. Sus cantos llenaron el ambiente mientras ese doctor me revisaba.

-Muestra algunos signos de anemia,pero fuera de eso esta bien-dijo al mirar mis ojos con detenimiento.

-Te lo dije-le señale a Whiss,que en el único momento en que aparto la vista de mí,fue cuando me descubrí el pecho.

Whiss solía ser el la mano derecha de Bills. Reitero,de Bills. En ese momento era sólo un tipo que escondía una intención que yo no condenaba. Después de todo yo no hacia algo útil con esa propiedad. Su semblante tranquilo y su cuerpo enfundado en ese largo abrigo granate,
contrastan tanto con ese lugar que llegaba a molestarme. Para colmo me sonreía escondiendo sus dientes. De esa forma reservada,pero que me gritaba que pronto descubrirá todo. Tampoco es que yo creyera que pudiera permanecer así,por mucho tiempo más. Menos con ese tipo yendo y viniendo de la casa.

Se fueron y yo volví a mis aposentos sin ninguna prisa.Los corredores eran oscuros,helados como el hálito de la muerte y es que parecía que me había propuesto hacer de esa casa,la morada de la parca. La última puerta me aguardaba con el último salón donde había luz cálida,dorada. Las paredes permanecían intactas,las alfombras sin polvo y los muebles pulidos. Era tarde. Cerca de las ocho y el sol de invierno iba entregandonos a la oscuridad.

Me vesti con paciencia. Me puse cremas y perfumes como hice siempre. Peine mi cabellera frente al espejo. Lo deje así,
suelto para ir a la cama donde él, me aguardaba como cada noche desde esa fatídica jornada que lo obligaba a permanecer ahí, así, inerte. Inmóvil para siempre. Con esos ojos de desierto soleado,cerrados al mundo. A mí. Con su piel insensible a mi cuerpo desnudo que se acostaba a su lado,añorando que sus manos volvieran a tocarme. Sus brazos a envolverme y su aliento a escapar de su cuerpo. Pero no pasaría. Estaba muerto,mas aun me exaltaba el toque de sus miembros embalsamados. Todavía lo amaba. Incluso con más devoción que cuando vivía,porque ya no era mío ¡No lo tenía! Y lo anhelaba con un apetito que no se saciaria en este mundo. Mi amor,tan cerca como para erizar mi piel,tan lejos que mi calor lo alcanzaba.

Toda la fortuna que tuve la gaste en preservar su cuerpo tal y como era. Sin muestra de deterioro. Busqué a los mejores embalsamadores y taxidermistas del mundo para ese trabajo que lograron de forma magistral. No podía sepultarlo. Mi corazón no toleraba la idea de dejarlo a merced de gusanos y otras alimañas. No podía abandonarlo en una fosa inmunda, desprovisto de mi amor.

Me acurrucaba a su lado cuando la puerta se abrió haciéndome cubrir por la sabana. Sorprendiendome y ultrajando mi más intimo espacio, estaba Whiss cuya expresión de triunfo se borro al verlo a él. Esperé su juicio de desprecio y horror.Sus palabras acusándome de loca. Ni Whiss,ni el mundo comprenderían jamás el porque de ese acto al borde de la demencia o la herejía. Me acusarían de practicas obscenas que ni,por desvarío, contemple. Yo sólo dormía a su lado,
soñando lo que no pudo ser más, por aquel accidente y lo que fue, cuando aun me veía. Pero en lugar de eso,aquel hombre de blanco cabello, me dijo con voz clara y tranquila:

-Este es el trato. Tú me das esta propiedad y a cambio podrás permanecer en esta habitación-después se dio la vuelta y cerro la puerta.   

Con temor me arroje sobre Bills. Imagine que Whiss me lo arrebataría,que su trato era una mentira. Que volvería con médicos del hospital siquiatrico y me encerrarían allí hasta el último de mis días,mientras Bills acabaría en la fosa común o un crematorio. Llore por horas y hasta pensé en huir con él,
pero ¿A dónde?. Desesperada fui por un combustible y luego baje a la primera planta para rociarlo,encenderlo y arder junto a mi amado, pero allí estaba Whiss,con un maletín en la mano.

-¡No me apartarás de él!-le grite.

-No pretendo hacerlo-me dijo y abrió su maletín.

Y no lo hizo. La casa y la propiedad fueron suyas. A cambio me dejo permanece ahí, junto a él. A Bills. A mi único amor.

Desde entonces estoy aquí,entre los negros velos, flotando en sueños de mortaja. Para siempre junto a su cuerpo gélido,
detenido en el tiempo, como un reloj de arena acostado. Su piel desnuda oscura,contra la mía pálida como las nieves en las regiones sin sol de las altas cumbres. Abrazados en la intimidad de un insólito mausoleo, donde por fin esos brazos vuelven a estrecharme contra su cuerpo,donde su real mirada me contempla y su olor me sosiega.Otra vez nos amamos.Ahora en la inmensidad de esa habitación,donde nuestro verdugo nos preserva en sueños de oscuridad y amor.

                            Fin