Bienvenido a mi mundo de diversión
Y A LOS CUATRO MESES, ROYAL RESUCITÓ.
La verdad este meme lo hice en la madrugada, y platicando con la Ure nos dimos cuenta de ese detalle irrelevante de que este capitulo fue publicado el domingo de resurrección.
Se me hizo chistoso pensar en eso de Royal, que estuvo muerto por varios meses, y un domingo resucitó (?
NO ME PEGUEN, MI NIVEL DE ESTUPIDEZ ES DEMASIADO GRANDE
¡HOLAAAAAAAAAA!
Ahora si, lo dicho es deuda, lo bienvenido sea.
Sé que había prometido que los capítulos iban a estar listo desde hace meses, pero sucedieron muchas cosas. Se combinó el trabajo, los estudios y ahora las prácticas y, de verdad, el tiempo para escribir murió. Además de que casi no he tenido inspiración y mis ánimos no son han sido los mejores para estos días ;v;
PERO AQUÍ ESTÁ, EL CAPITULO DE ROYAL BEBÉ, LO MÁS LARGO QUE SE HA PODIDO, CON INCREIBLE O.C, CON COMEDIA MAL ESCRITO Y UN POCO DE INFORMACIÓN QUE SERÁ IMPORTANTE PARA LA TRAMA MÁS ADELANTE.
¡Sin más preámbulo!
¡Disfruten de la lectura!
Capitulo uno
Bienvenido a mi mundo de diversión
Karmi lo observó zozobrar impaciente por la habitación, reluciendo a través de sus contoneos pequeños, su ropa elegante, la morena se cuestionaba como era posible ese actuar de su jefe. Una mirada reflejando la seriedad de su rostro servía como delator del estrés que le estaba causando, ya llevaban una hora de su tiempo perdido, si no es que era más.
Miró de reojo a su cónyuge, sentado a su lado dejando que el cigarrillo se consumiera entre inhaladas de éste, soltó un suspiro aburrida y recargó su cabeza entre las mullidas orillas del mueble, observar a su presunto líder pasearse por el recinto, desbordando la actitud de una primadona le llegaba a estresar más que otros conflictos de mafias.
Ni siquiera sus reuniones con Yama llegaban a ser tan agobiantes como ver a Royal sin decidir entre algo y otro, escuchó el chasquido de la lengua y una maldición en italiano, ella creyó que Royal también debía estar igual de fastidiado que ellos.
Los conflictos entre familias, esos se resolvían de la manera tradicional.
—¿Qué sería mejor para mi primer día de trabajo? —y con ese cuestionamiento, él simplemente ondeó ambas camisas que se perdían en tonos blancos y oscuros —Pienso que ésta es más formal, pero me gusta más ésta —y alzó la otra, logró percibir como Kyle a su lado inhalaba un poco más del cigarrillo —Es como el estilo de Royal, o sea mi estilo. —declaró, Karmi hizo una mueca y decidió tomar un poco del vino ataviado de la mesa, necesitaba paciencia infinita para este tipo de cosas —Pero Koemi no es así, Koemi es más perdedor, Koemi no tiene mi estilo.
—Llevas una hora así, te recuerdo que ni siquiera es un trabajo real.
—Al menos lo es para mí, ahora haz algo de provecho —Royal le lanzó una de las camisas hacia el sofá, ocasionando que ella hiciera una mueca por el mal trato de su jefe.
Kyle se ríe por la actitud malcriada de los dos.
—Levanta el culo y ayúdame a elegir como vestirme hoy, Koemi es un perdedor, pero no significa que yo lo sea.
Karmi podía resolver conflictos entre mafias, pero, el problema de la vestimenta de Royal podía ser un conflicto que puede llevar a los países en guerra. A su lado, la risa de Kyle le resuena tan grotesca como trompetas pequeñas, ella lo miró de reojo.
—¿De que tanto te ríes imbécil?
Royal llevó una mano a su boca fingiendo una muy mala sorpresa, mirando a Karmi como si ésta fuera la peor persona que hubiera entre los tres.
Como si uno no vendiera información, la otra no traficará armas y el último no fuera un asesino a sueldo.
—Karmi, lenguaje —reprendió Royal, la chica rodó los ojos en respuesta, Royal volvió a darle una mirada a las dos camisas, ninguna le convencía de tener el estilo torpe de Koemi —no es bueno que trates así a tu esposo...
—Ese ni siquiera es tu estilo, Royal. —Omitió la oración esposo saliendo de los labios de él —Las camisas son horribles — Dijo la morena, después de observar atentamente las camisas que su jefe había elegido, eran coloridas y se veían demasiado ...¿Nerds?
Karmi vomitaría por el mal estilo de vestimenta.
Al final, Royal decidió por la blanca, desvistiéndose tan pronto y dándole la espalda a sus ayudantes.
—Por favor —habló con una voz tímida que a Karmi le hizo vibrar el ojo, Royal deslizó la camisa hasta que quedará colgando de los codos y emergieran los tatuajes escondidos de su espalda y brazos —, me da pena que me vean. —después de eso, los dos integrantes de la sala hicieron una mueca.
Karmi evitó mirar como Royal se terminaba de vestir delante de ella.
—Soy mujer —le recordó todavía sin tener la mirada fija.
—Y yo gay —le contestó —tus pechos prominentes y tu cuerpo de diosa no me atraen lo suficiente para parármela.
La morena levantó el rostro, con una ceja arqueada.
—Te ves horrible,
—Pero si es el estilo de Koemi. —añadió orgulloso de sus horribles gustos de vestimenta, todavía no muy convencido de una camisa u otra —¿Qué tal la otra?
—Lo que sea, decídete por uno.
—¡Pero no sé cuál es peor! —berrincheó enojado de no tener el enfoque de sus compañeros, ellos simplemente suspiraron fastidiados.
Kyle le hubiese gustado perforar a balas esa horrible camisa, si no fuera porqué Royal le pagaba demasiado bien para hacerlo.
—¿Qué vas a hacer con el policía que te vendió la información de Miguel? —preguntó Kyle a su lado, mientras Karmi decidía entre irse o seguir aguantándolo.
—¿Qué tiene? —preguntó distraído, hurgando en el mueble más cercano, después, alzando lo que Kyle pudo distinguir una venda blanca y vieja.
El chico de cabello negro arqueó una ceja por la despreocupación de Royal, principalmente porqué no veía el enfoque principal del asunto.
—Te vio la cara, Hiro —escupió, el aludido inclinó la cabeza y envolviendo los finos tatuajes de su nudillo con la venda, parpadeó, Kyle decidió esclarecerse mejor —Si quieres seguir con tu cuentito del chico bueno, nadie debe saber que rostro se esconde detrás de Koemi —pausó luego de agregar —Royal es una de las identidades más buscadas, ¿por qué no mantenerlo así?
El chico rió, haciendo un suave sonido de ternura.
—¿Te preocupas que un policía imbécil haya visto mi cara? —preguntó, sin evitar el sonido de emoción que resbalaba con la burla.
—Me preocupo porqué tú eres quién me paga.
—Pero Kyle, puedes irte con cualquiera que te pagué mejor, eres libre de elegir si quieres traicionarme —detalló Royal —después de todo, no estás conmigo por lealtad, si no por dinero.
—Pero, nadie me paga igual que tú —sonrió, aceptando las palabras filosas del mafioso —Ni siquiera Obake.
La sonrisa de Hiro se borró.
Pero, de inmediato reapareció, brillante y tranquila.
—El policía Isaac Mendez sólo es una rata —habló, atrayendo la atención de los dos chicos, en el rostro de Hiro, había un extraño brillo que hizo a los dos silenciarse —Y a las ratas sólo debemos deshacernos de ellas.
Kyle asintió.
—¿A qué estás jugando, Royal? —preguntó ella, una vez vio que el supuesto criminal terminaba de alzar su bata y colocársela.
Karmi le exigió una respuesta, mientras el asiático buscaba las gafas entre los cajones.
—Estoy aburrido.
Ella arqueó una ceja, cuestionándose ahora que era lo que estaba haciendo su jefe, cuáles eran sus próximos movimientos. Enojada por tener poco conocimiento de ésto, decidió apuntar a frialdad y cuestionar sus acciones.
—Compras información personalmente, dejas que el policía te vea tu rostro y ahora creas una identidad falsa para meterte la policía, ¿qué planeas Koemi?
—No puedo fallar a mis propias reglas—alegó, mientras encogía los hombros, sintiendo la mirada confundida de Karmi —Siempre, tendré que pagar todas mis deudas.
—¿Qué vas a hacer Royal? —los ojos curiosos de su jefe la hicieron suspirar, ella se cruzó de brazos y, también las piernas, golpeando el tacón contra el mueble.
En ese entonces, a través del dictador silencio, ella decidió romperla con un detalle más.
—Ese policía está casi pisándote los talones.
—Karmi, tú pequeño error es creer que ese detective tiene oportunidad —contestó —Hay una enorme diferencia entre él y yo.
Ella se sepultó en un silencio para permitirle al otro hablar mejor.
—Yo tengo más estilo.
—Ese detective es más listo de lo que tú crees.
Royal sacó a relucir una perfecta y sátira risa.
Por supuesto que lo sabía, de eso se trataba todo este asunto.
—De hecho, es excitante que lo sea.
-(-)-
—¡Miguel Rivera! —escuchó a lo lejos, más la última fuerza aplicada de un objeto homicida malbaratando contra su cabeza lo hizo despertar del golpe.
—¡Presente!
—¡Te vuelves a dormir en medio de una junta y lo próxima que tendrás será mi bota en tu trasero!
Escuchó el rugir de su jefa, Miguel, aún sobándose de golpe doloso atentado contra su físico, fijo su atención a más allá de lo que estaba en su escritorio. Logró deslumbrar a su alrededor, Marco se reía a carcajadas de su desgracia, Victoria se cruzaba de brazos y al final, la Sargento Imelda se encontraba delante de él, brazos cruzados, una mirada que hacía al mismo diablo temblar y le faltaba una de sus ya muy conocidas botas.
Miguel arqueó una ceja ante ese dato repentino, ¿le faltaba una bota?
Con curiosidad empezó a detonar la mirada hacia alrededor buscando el preciado objeto de Mama Imelda, y encontrándolo tirado a un lado, botado a un lado de su silla, Miguel hizo una pequeña mueca de volver a tener el dolor punzante del casquillo en su cabeza.
La Sargento Imelda era cruel, pero era muy justa.
—Disculpe Sargento Imelda —dio un bostezo, a pesar del susto y el golpe que lograron espabilarlos, eso no quito la pena de sus sentimientos —anoche no pude dormir.
—Miguel, debes descansar —habló a su lado Rosita, extendiendo una mano para colocarla en su hombro, dándole un apoyo emocional que el agradeció con esa tímida sonrisa. No podía acostumbrarse a la actitud tan cariñosa de la psiquiatra de la unidad.
—Mijo, Royal no se va a ir ningún lado, usted sí.
Miguel sonrió, Rosita era muy cálida, a veces le asfixiaba demasiado con sus abrazos y tratándolo como nieto al preguntarle si ya comió, pero, de verdad que le gustaba estar con ella.
—Lo haré, quizá descanse un poco.
Rosita le dio una sonrisa enorme, aceptando la oferta.
—Miguel, deja de perder el tiempo y continuemos —aclaró la Sargento, el menor asintió mientras se acomodaba de nuevo al arrastrar la silla al frente.
—Victoria — La sargento se volteó hacia la abogada de oficio, quién se encontraba sumergido en los legajos, ella levantó la vista, dejando a sus lentes resbalar, y retomarlo tras una severa mirada que incómodo al detective Rivera —, ¿cómo vas con las pruebas para acusar al detective Isaac?
—¿Tienen las suficientes para formular una acusación? —ella devolvió, Imelda aceptaba su respuesta.
—Están en proceso las pruebas.
Ella dio una mirada de reojo hacia Miguel, este tragó saliva, tensándose en su propio lugar. Se sintió como un niño que no había hecho la tarea y ahora la maestra lo estaba exhibiendo frente al salón.
Todo era culpa de Marco que no se la pasó.
—En proceso está la acusación al detective Isaac —ella habló, acomodándose recta para poder hablar, colocando ambas manos sobre la mesa y entrelazadas.
Su voz severa, hacían poner nervioso a Miguel, como esas tías solteronas que no te atrevías a visitar porqué sentías que te iban a regañar por no ser igual de exitosos que ella.
Miguel se preguntó, ¿la fiscal Victoria ganará bien?
—Sabemos que el policía Isaac fue el que vendió la información de la emboscada que preparaba el oficial Rivera.
Los de la junta asintieron en silencio, permitiendo a la fiscal de la unidad continuar con su suposición.
—A parte de nosotros —ella continuó en tranquilidad —él era el único que sabía dónde iba a ser una embarcación de Royal.
—Ese maldito traidor —habló Miguel, sintiendo la frustración de ver que Royal se había escapado de sus manos, y tenía el maldito descaro de dejarle una nota personal a él, Miguel la hubiera quemado de no ser una pieza clave que quizá a futuro le sirva.
—Lenguaje, detective Rivera —reprendió Imelda, a lo que Miguel constreñido por una orden de superior afirmó con la cabeza.
—¿La unidad de anticorrupción sabe de esto? Es decir, que el detective Isaac vendió información de Miguel a Royal Flush —preguntó Marco curioso, Imelda lo miró con horror —, ¿en serio quieres tenerlos dentro de este caso? —preguntó ella, Marco negó sabiendo que no podrían trabajar a gusto con los talones de Kubo cuestionándole cada movimiento.
Ni siquiera podía ir a cagar a gusto sin que el tuerto de un ojo viniera a preguntarle.
—Hay una pequeña probabilidad de que el detective Isaac haya vendido la información a la familia de Royal —mencionó Imelda, ésta cruzándose de brazos y haciendo a Miguel asentir —Entonces.
—El puede estar involucrado con Royal —declaró Miguel, ésta aceptò con un movimiento de la cabeza, dándole a entender que estaba en lo correcto.
—Hay una mínima posibilidad de que podamos estar un paso delante de él.
—No quiero que la unidad anticorrupción se meta en esto, ¿de acuerdo? —ordenó la Sargento, siendo atendida a observancia por sus demás miembros del escuadrón —Encuentren al oficial Isaac e interróguenlo, es una orden.
Marco y Miguel aceptaron aquella orden de su oficial en mando.
—Sólo hay un pequeño error —declaró Imelda con cierto recelo, odiando tener que aceptar que estaba en problemas. Su orgullo no le permitía hablar más —desapareció.
—¿Desapareció? —preguntó Miguel con curiosidad de esa información.
—Alguien no puede desaparecer.
—Por supuesto que no Marco, es obvio se lo comió la tierra.
El detective frunció el ceño.
—No me gusta pensar lo peor, pero esperemos que no se nos haya adelantado. —dijo ella con el ceño fruncido, luego miró a Miguel con cierto resentimiento —Miguel.
—¿Qué sucede Sargento?
—¿Cómo ves el progreso de Koemi?
Miguel hace una mueca por sus palabras de sólo recordar los anteojos y la sonrisa torpe del perito.
—Si te soy sincero, sargento Imelda, no confío demasiado en Koemi —declaró Miguel —sólo tiene tres semanas que se nos ha unido, no resulta un miembro fuerte, ni siquiera es clave para este caso. Podríamos sacarlo.
—Koemi es un genio dentro de su área, Miguel —cortó Imelda al ver el desprecio que emanaba de sus ojos cafés —Sé que no confías en él por ser sobrino del matrimonio Hamada y entrar por recomendaciones de ellos —mencionó, el menor de los dos se silenció, debido a la razón ofuscada de sus palabras —, pero son ordenes de tus superiores, Miguel. Koemi está dentro de este caso, te parezca o no.
—No puede confiar en alguien que entró por recomendación.
—Son ordenes de tus superiores Miguel —aclaró ella.
—¿Y qué pasa si está involucrado con Royal Flush? ¿Y si trabaja para ellos? —aclaró, sintiendo esa venenosa duda recorrer acusatoriamente en todo su cuerpo.
—¿Tienes las pruebas? —cuestionó, al ver que se quedaba en silencio, Imelda continuó —sé que el matrimonio Hamada es uno de nuestros principales sospechosos de colaborar con Royal Flush, pero, ni siquiera Marco ha juntado las pruebas suficientes para acusarlos.
—Son inocentes hasta que se pruebe lo contrario —repitió Miguel de mala gana.
—Sin pruebas no hay hecho, sin hecho no hay delito —habló Victoria —es fácil apuntar cuándo sólo estás basado en suposiciones y no motivas tus argumentaciones, Rivera.
Miguel no le quedó de otra que ceder ante las palabras ejercidas de las dos, se recargó mejor en su silla y soltó un suspiró de frustración.
—Bien debido a la falta de pruebas que tenemos por parte de la fiscalía y, que ese día durante la emboscada de Royal todo resultó una pérdida de tiempo —Habló la fiscal, voz llena de autoridad que hizo a Miguel arrugar la ceja por las palabras tan claras que la abogada estaba dando—este caso puede irse directo al archivo temporal de las unidades, será mejor que encuentren pruebas que sean solidas y no me hagan perder mi tiempo, quiero formar mis pruebas para ahogar a Royal Flush en un mínimo de quince sentencias diferentes—ordenó ella, a Miguel se le salió el chasquido de su propia lengua por la orden —Miguel, —y éste último se tensó —y si vas a buscar a Royal Flush tu solo, asegúrate de ir armado, y compañía, lo que hiciste fue muy estúpido.
—Victoria ...—el detective no supo que decir, vio a la severa fiscal recogiendo su portafolio y una mirada de hielo que congelaba a un apenado a Miguel —, realmente pensé que si iba atrapar a Royal esta vez.
—No importa Miguel —ella mencionó, sonando tan comprensiva contrario a su pinta original —, sólo que no tienes que disculparte conmigo —le recordó— Discúlpate con alguien más, está enojada porque pudiste haber corrido peligro durante esa emboscada, con permiso, necesito ir formulando las demás carpetas de investigación —y con eso, dejó las palabras resonando en la cabeza del policía junto a la punta de sus tacones.
Entonces, Miguel recordó la presencia mamá Imelda aquí o como mejor era conocida el diablo blanco.
Miguel estaba a punto de escabullirse de la sala, huir por el ruido de la bota que venía directo a él, escuchar ese llamado como rugido de león hambriento, le hizo rezar a todos sus dioses mexicanos y a la virgencita de su devoción para no escuchar algo más.
—Miguel Rivera —la voz de la Sargenta Imelda rugió en toda la sala de juntas.
Miguel casi pensó que él era el criminal y no el detective a cargo de este caso. El Rivera quedó congelado, titubeando en si abrir la boca o no, quedando un niño con balbuceos como cuándo es descubierto en medio de una travesura. Imelda apareció frente a él y sin darle tiempo a replicar, Miguel fue golpeado con uno de los oficios del caso.
—¡Hey!
Otro.
—¡Sargento Imelda!
Otro en la cara por hablar.
—¡Ya pare!
Y con este último, seguramente le iba a dejar un tumor cerebral.
—¡No fue mi culpa! —se quejó de nuevo, pero Mamá Imelda, hecha una feria levantó de nuevo el folder dispuesto a golpearlo por abrir la boca —, ¡Ya no me pegué por favor!
Porqué Miguel podría ser un detective de alto rango con cuatro años en su profesión, pero todavía le temía a la fuerza inquebrantable de diablo blanco, más cuándo se enojaba con él por sus pocos resultados.
—¡Exijo una explicación! —le gritó entre constantes golpes a su cabeza que hacían eco en la Miguel —, ¿Fuiste sin ninguna orden de tus superiores a buscar a Royal?
—¡Así es! —declaró, recibiendo otro golpe mortífero que sacudió su cerebro.
—¿Y sin protección?
—¡Por supuesto que no! ¿Me cree capaz de no hacerlo? —pareció ofendido —llevaba mi pistola y todas las ganas de chingarme al pendejo ese.
—Pues fue la decisión más idiota, Miguel —aclaro, dándole otro grupo —, ¡necesitas una orden para algo así! —volvió a regañarlo.
—¡Pero esas ordenes se tardan bastante! ¡Era ese día o Royal se podía escapar!—argumentó enojado, Imelda soltó otro gruñido molesto por sus palabras
—¡De todos modos escapó!
—Sì, pero no fue mi culpa —otro trompazo lo hizo silenciarse, Miguel quería quitarle el arma blanca de no ser que por su insolencia recibiría otros diez más —,¡Basta me duele!
—Sus razones tendrán —Miguel pareció calmarse un poco y llevo su mano a la base trasera de su cuello, sobándose con la misma frustración que Mamá Imelda —, esas pruebas son claves, acordamos detenerlo, pero todo en orden para que en un futuro no desechen las pruebas a Victoria—bajó los hombros abatidos, cuándo por fin podía tener alguna prueba en contra de ellos.
—Cómo quiera, el detective Isaac me vendió
Miguel quería patear la mesa por la furia, y lo haría si no fuera porqué lo multarían por aquello.
—¿El detective Isaac mostró algún indició extraño últimamente? —preguntó Imelda.
—No, ni siquiera Royal ha aparecido en estos días, lo cual me sorprende.
Mamá Imelda guardó un silencio oportuno que tensó al Rivera junto a los pocos que quedaban en ese lugar, ya era hora de irla desalojando.
—Entonces averigua que está pasando —le ordenó, Miguel saludó formalmente como hacían los soldados hacia sus sargentos —quizá algo pasó.
Miguel temió lo peor.
—Miguel.
Este posó sus ojos en ella.
—Llévate a Koemi contigo —Miguel hizo un gesto torcido con los labios —Es hora de que vaya dejando de ser el chico de los mandados y se integre más al caso.
Miguel hizo una mueca al pensar en las gafas, el cabello negro y él chico que se tropezaba hasta con una pluma en el suelo. Negó ante la idea rápidamente, lo que provocó el ceño fruncido de Imelda. Miguel sentía que Koemi sólo lo atrasaría en lo que iba de este caso.
—Creo que mejor me llevo a Marco...El también estaba involucrando en el caso.
—Creo que mejor te llevas a Koemi —habló con ese tono que no esperaba represalias.
—Me parece una excelente idea llevarme a Koemi.
Imelda asintió y por fin deshabitó la sala de audiencia, mientras Rivera se palmaba la cabeza con frustración.
Koemi, mierda, ¿por qué de todos tenía que trabajar con Koemi?
-(-)-
Miguel frustrado pateó el escritorio, odiando desde el último de su rincón de consciencia la sensación de frustración que le ahogaba. Llevaban días buscando, y no ha parecido nada de información del detective Isaac.
Desde que llegó la denuncia de desaparición de él, Miguel y la unidad, pusieron todas sus alarmas encendidas. El oficial interrogó a personas cercanas, personas de la unidad y hasta su compañero de trabajo. Ninguno. Había salido de trabajar un día y ya no volvió, era la misma coartada que le decían.
Desde la venta de información de él, era como si la tierra se hubiese tragado al maldito oficial.
Llevaba días dentro de la investigación de la desaparición y aún no había señales. Y él sabía quién era el culpable.
"Bienvenido a mi mundo de diversión"
Miguel, lanzó la pequeña nota ordenada hacia el lado contrario, viendo el volar de ésta y como caía al suelo junto a sus plumas y una taza de porcelana que fueron víctimas de su brusco movimiento de mano. Se agarró el cabello y en un estirón dejo salir ese grito ansiado que llevaba guardando desde hace días.
—Deberías controlar mejor tus impulsos. —El detective ante la oración, miró de mala manera al chico de los anteojos, éste traía la taza que hace rato había aventado. Koemi volvió a colocar el objeto en el escritorio y miró al policía.
Sus ojos avellana le incomodaban y no le agradaban.
—¿No has podido encontrar al oficial Mendez?
Le preguntó, Miguel desvió el rostro de nuevo a su computadora, perdiéndose entre los informes y el brillo de su pantalla. Sintió el tacto suave de algo sobre sus manos, y por inercia, la movió, pero el agarre de Koemi tuvo más delicadeza de lo normal.
—Se te está comiendo la cabeza, detective, ¿qué es lo que pasa?
—No he podido encontrar nada de él.
—Mmm...—El chico retiró la mano para colocarla en su barbilla, Miguel se sintió mal del perder el cálido consuelo del perito —Mi hermano solía decir que vieras las cosas desde un ángulo diferente —recomendó.
—¿Tu hermano?
—Sí
—¿Cómo era tu hermano?
La curiosidad de Miguel vibró, mientras sonreía, rara vez estaba con Koemi en una plática amena. No podía evitar sentir curiosidad por éste, desde que llegó solo han sido explosiones, apagones de luz y conversaciones secas.
Quizá hasta un solido intercambio de buenos días.
—Mi hermano...era demasiado bueno —aclaró, un pequeño sonido de nostalgia resbaló por él mientras sonreía —lástima que ya no está.
—¿Murió?
Koemi asintió.
—Mi hermano fue uno de mis errores —dijo, tranquilo, Miguel todavía andaba pendiente de las palabras del perito, arqueando una ceja.
—¿Qué sucedió?
—Mi hermano fue atrapado por la mafia de Yama, y bueno, ya sabe que ocurre en ese tipo de situaciones. Un secuestro que salió mal —la tristeza emergió, y Miguel al notarlo quiso cambiar las palabras y el sentido de la oración.
—¿Tu hermano es la razón por la que estás aquí?
Koemi negó, atrayendo la atención del mayor.
—Tengo deudas personales que debo pagar.
Miguel no mencionó que eso último le causó una cierta intriga. Y sus sospechas se elevaron un poco más.
—¿Necesita ayuda? —Koemi se acomodó los anteojos que estaban resbalando por su náriz, vio a tráves del cristal que el detective hacía una negación de su cabeza —, creo que puede ayudarle, es más divertido si lo hacemos juntos.
Miguel negó de nuevo, sin sentir la plena confianza de que el detective mirará más allá de lo que esos lentes de botella pudieran ver. Aunque Miguel no se cuestionaba que tanto miraban, seguramente con esos anteojos de aumento él creía que podía ver hasta el futuro.
No es que detestará a Koemi es que simplemente, Miguel no le tenía confianza, observándolo de reojo, ¿cómo tenerle confianza con tan horribles fachas?
Camisa horrible, anteojos que le abarcaban la mitad de su cara, corbata desaliñada, y la mitad de su mano vendada.
—¿Otro accidente? —preguntó Miguel apuntando a su extremidad lacerada, Koemi respondió rascándose su mejilla.
—Me lastimé la mano bajando unas cajas de la lacena.
—¿Por qué no pediste ayuda?
—Creí que podía hacerlo yo solo, descuide, ya no duele como el accidente de la semana pasada.
Ahora que lo pensaba, él siempre que lo veía traía esa venda, cada día justificada por algún accidente, ya podía recordarlo, Koemi era un cumulo de desastre, él podría tropezarse hasta con la propia alfombra si se lo pidieran.
—¿La semana pasada que te hiciste? —preguntó Miguel con genuina curiosidad y Koemi sonrió.
—Recuerde que me quemé un poco cuándo mi bata se prendió fuego.
Ah sí, como olvidarlo, a él todavía le dolían los botazos que mamá Imelda le dio por su falta descuido hacia su compañero.
—¿En serio no necesita ayuda? —preguntó de nuevo el perito, Miguel iba a negar debido a que no veía la necesidad del mayor.
Claro, hasta que las palabras de la Sargenta Imelda llegaron con èl, talándole y ordenándole que involucrará más en el caso con Koemi.
—Siempre es bueno recibir advertencias u observaciones —rió el agente de forma tranquila, regresando a su vista con el mapa que había de conexiones y Royal flush. —¿Qué opinas? —preguntó, curioso de tener el interés del genio de las computadoras.
—Es un mapa de conexiones con Royal Flush, ¿no es así? —preguntó, admirándolo desde sus lentes, sintiendo un extraño interés por esto.
—Todos los movimientos que ha estado haciendo Royal hasta la fecha, sus conexiones, las personas involucradas, cada cosa que ha hecho, está en este mapa detallado.
Los ojos de Koemi se agrandaron ante ellos, líneas rojas, fotografías, nombres, lugares, acusaciones y suposiciones. Era como ver un álbum de sus mejores movimientos, de alguna manera, ese detalle lo elogió.
—Wow, detective...Esto es...
—¿Impresionante? —agregó con orgullo el mexicano. Inflándose solo el ego de ver el rostro impresionando del chico de anteojos.
Miguel esperó muchas alabanzas por esto.
—Se nota la falta de vida social que usted posee.
Que rápidamente se desinflaron.
—Nadie puede construir algo así de detallado y decir que ha tenido sexo con alguien—habló, el ceño fruncido de Miguel lo hizo arrepentirse de sus impulsivas palabras —Seguro que todavía es virgen ...—susurró para èl mismo —¡Ah! Quiero decir...No es eso, es que ...Debió tomarle semanas armar este mapa.
—Desde que estoy dentro de este caso inicié con el mapa —respondió Miguel —, estoy desde hace tiempo con el caso de Royal Flush, y no he podido parar.
—Estoy sorprendido de su valía, detective.
Koemi soltó una expresión de sorpresa, No pensaba que Miguel tuviera un mapa con todos sus movimientos y lo tuviera en estado de analización, si lo decía, se sentía ligeramente halagado porque el detective lo tuviera tan presente.
El perito se acercó con él, inspeccionando también las líneas rojas y azules que formaban telarañas de conectores y estrategias. Puso su mano bajo su barbilla y quedo estancado en la enorme pizarra por unos minutos.
—Realmente es un buen mapa de Roya flush —le felicitó luego de ver la extensa gama de posibilidades.
—No lo suficiente —suspiró decepcionado de sí mismo que por más detalles que pusiera jamás eran suficientes para las escurridizas garras de ese tramposo —, ese cabrón es muy listo. —una mano se posa sobre el último movimiento de Royal, que llevaba a la conexión de Isaac Mendez —Y el maldito se me escapó.
—Casi un genio, ¿no? —se burló suavemente.
Miguel negó.
—De genios te tengo a ti —y esa sonrisa aliviada fue la causa de que el azabache inflará su pecho con orgullo. —Recomendado directo —alardeó, tratando de tragarse el sabor amargo que le causaba esas palabras.
No obstante, Koemi pareció no percibir el toque de sus palabras, y al contrario asintió animado.
—¡Por supuesto que lo ayudaré! —habló emocionado, una sensación burbujeante que crecía —¡Royal flush estará detrás de las rejas! —apoyó.
—Por supuesto que sí —, y, en eso, el mexicano lo miró un poco más convencido.
Quizá debía empezar a llevarse bien con el perito, han pasado tres semanas y si no han tenido avances dentro de sus relaciones familiares quizá él tenga que ver debido a su actitud arisca con él.
—¿Chocamos el puño detective? —preguntó el perito, con el puño en el aire —eso hacen los compañeros en el trabajo, ¿no?
Miguel cuestiono mucho de eso, y entre ellas fue el hecho de que le pidiera chocar los puños entre los dos. Koemi parpadeó confundido, sin poder comprender completamente que era lo que estaba pasando. Quedaron así, con el puño al aire, el genio intentando mirar más allá de eso y Miguel haciendo un ligero puchero.
—No gracias, no quiero chocar el puño por ahora...
—No me dejes así —le miró con el labio exaltado — con el puño en la mano solo —Miguel aún no entendió —, no me dejes hablando solo.
Y Miguel no pudo percibir la mirada incómoda que le mandó el perito. Hiro rió de forma sincera y el oficial le acompañó hasta que la risa fue muriendo en un suspiro decepcionado.
—Maldito cabrón —soltó enojado, el perito parpadeó —, pero estoy seguro que lo atraparé, ese maldito bastardo debe estar en alguna parte.
Koemi volvería a reír de la ironía si pudiera, y , eso le dio un escalofrío al Hamada que alertó todos sus sentidos.
—¿Quieres atraparlo?
Royal se emocionó por lo último, las promesas y la insistencia de ese detective.
—Sí.
—¿No descansarás? ¿No dormirás? ¿No estarás en paz?
Miguel no entendió, pero asintió y la sonrisa gatuna y elegante del perito fue lo que recibió.
Royal sonrió, queriendo ver sus próximos movimientos.
—Si tan sólo el maldito de Isaac no hubiera vendido la información, él ahora mismo estaría bajo las rejas. Pero ya no volveré a cometer el mismo error —desahogó con él, volviendo a apretar los puños, causando la intriga en los ojos avellana de Koemi.
A Royal le hubiera gustado ver esa contienda, pero lamentablemente tenía más asuntos importantes que hacer. No obstante, el decidió que sería justo aumentar las posibilidades del juego, un poco de ayuda para ese detective no le haría mal.
—Atraparé a Royal como sea.
—Permítame darle un pequeño consejo.
Hiro llevó las manos hacia las bolsitas de su bata, todo bajo la atenta mirada de él y esa sonrisa traviesa que escondía algo, Miguel de alguna manera sospechó de eso y sus manos fueron a la pistola que estaba en su funda, no obstante, un caramelo sacado del bolsillo y un suspiro aliviado de él fue lo que recibió.
—Detective, usted tranquilo—le habló, acercándose al escritorio del Rivera para depositar una de sus manos sobre la caoba —no tiene que precipitarse, se puede matar a cualquiera, se puede atrapar a cualquiera, sólo es de que vigile un poco más alrededor —Hiro volteó, esa sonrisa tranquila que hacía a Miguel preguntándose de que hablaba —, quién sabe, quizá el siguiente movimiento de Royal a lo mejor está delante de usted y no se ha dado cuenta.
Miguel quedó en silencio y el continuó.
—Quizá Royal este aquí, quizá no lo esté, no hay que pensar como detectives, oficial, hay que pensar como él —deleitándose con esa mirada confundida que le obsequió el otro, comentó, prometiéndole sutilmente —yo le ayudaré a pensar de ese modo, detective. Después de todo, ¿no hay que ver las cosas desde otro ángulo? —soltó, extendiéndole la mano al oficial frente al suyo.
Miguel, todavía sin comprender mucho de aquello, aceptó la oferta, no obstante, dejo al chico con la mano tendida.
El Rivera aceptaba su ayuda, más no aceptaba del todo al chico como su compañero.
—Estoy a tus servicios, Koemi.
—¡Genial porque tengo que mostrarle mi siguiente invento!
Y ante lo último, el chico del perito corrió hacia el centro de la habitación, atrayendo una silla y con ella su computadora. Todo tras una sonrisa triunfante que ocasionaba una cierta intriga en el detective de mas estatura.
—Koemi, ¿qué estás haciendo? —cuestionó al verlo entrar de nuevo a su computadora, por supuesto, temiendo lo peor de que pudiera suceder.
—¿Recuerdan el caso del policía Mendez?
—Así es.
—Estoy pensando en solucionar eso ahora mismo.
Miguel de inmediato se asustó por aquello y se levantó para intentar detener al perito de una de sus locas ideas que tuviese cruzando por la mente, Miguel ya se estaba viendo de nuevo siendo regañado otra vez por su falta de pericia y atención hacia el detective.
—Ay, no, por favor dime que...
—¡Ya no más mentiras en este escuadrón! —aclaró, alzando su computadora como si ésta tuviera la resolución a todos sus problemas.
El detective Rivera ya sabía que estaba pasando.
—Koemi...
—¡Bueno! Él estuvo aquí, estuvo platicado y se fue de nuestro lado. —empezó, Miguel simplemente dejó escapar un pequeño suspiro —Es una lástima que haya vendido la información de las tácticas a Royal flush, pero no se preocupen ya voy a solucionar el problema de la confianza a partir de ahora.
—Lo ha estado haciendo toda la tarde, no creo que funcione. —aclaró Marco desde el otro lado, riendo al ver el espectáculo de su oficina favorita.
Koemi y sus aventuras, con Miguel intentando decirle que efectivamente no era buena idea.
—¡Estas son cámaras para escanear! —dicho ello, apuntó a cada una ubicada estratégicamente en los alrededores de la oficina —Una vez que alguien entre por esa oficina y tenga una mentira, llevará un código a mi cámara, lo que me permitirá saber si está mintiendo o dice la verdad. —alegró mientras sabía que estaba lleno de curiosidad.
—¿Algo así como un detector de mentiras?
—¡Mejor!
—Lo llamo...¡La cámara de la verdad! Sólo falta conectarla a mi computadora y estará listo. Por fin, podremos saber en quién confiar o no. —aclaró Koemi, Miguel estaba rezando por dentro para que esto funcionará y no causará una explosión el oficina.
—¿Tienes toda la tarde intentándolo?
—Así es —empezó, sin entender de que iba.
—¿Crees que funcionará?
—Por supuesto que sí.
—Koemi ...—Miguel lo observó de puntas en su escritorio todavía jugando con las cámaras que él había puesto —No estoy seguro de esto.
—¡Tonterías detective! —exclamó, estirando un poco más las puntas, Miguel contaba los segundos para que el equilibrio de Koemi le fallará y al final cayera con el suelo —¡Esto funcionará! ¡Confíe por completo en mí!
Marco soltó una risa por la necedad del chico y como todavía jugaba con las nuevas cámaras.
—¿A qué se va a caer sobre sus preciadas cámaras?
—Marco... —le regañó.
—¡No me caeré! ¡Todo esta fríamente calculado! —exclamó emocionado de solo pensar que sus inventos traerían algo nuevo a la unidad.
Miguel se cruzó de brazos, Marco sólo espero paciente comiendo paciente unas gomitas de la máquina expendedora. Ambos juzgaban silenciosamente las proezas de su nuevo compañero. Tres semanas y Koemi todavía insistía en mejor tecnológicamente la oficina, no es que a Miguel no le molestará o fuera cerrado ante la idea de la innovación, el problema es que cada semana era algo desastroso que llamaba la atención de Mamá Imelda.
Koemi era inteligente, pero todavía era un fiasco para sus propios experimentos. Prueba de ello era las vendas en sus brazos, cada semana estas eran el resultado de lesiones culposas a los que le atribuían sus experimentos. Miguel al principio se preocupó, pero conforme los días pasaron se dio cuenta que nada bueno iba a pasar.
El foco de la oficina empezó a parpadear y Miguel se preocupó, Koemi todavía con esa sonrisa enorme que indicaba la felicidad. Miguel se tentaba un poco el corazón para arrebatarle la felicidad, sin embargo, el segundo parpadeó de los focos, le indicó que sería mejor antes de que los daños se agravaran.
—Koemi detente.
—¡Es por nuestra seguridad! —gritó, un poco frunciendo el ceño —¿Quiere que oficiales nos vuelvan a engañar? ¿Quiere perder pistas de Royal flush otra vez? ¿Una emboscada fallida?
Miguel silenció, y apretó los puños con frustración de sólo recordar la ira de ver la habitación vacía en el puerto y el pequeño mensaje del mafioso. La nota que Royal le dejóese día, todavía le quemaba en la mente.
—¡Detective no me arriesgaré! —le prometió, Miguel por segundos, cedió ante la insistente mirada de Koemi. Pensando que, si al final estaban los dos sobre el mismo barco, mínimo tenía que ayudarle a remar.
Y Miguel se acercó, sin embargo, retrocedió cuando la fuerza de los pies de Koemi ya no pudieron rendir. Entonces, el perito perdió el equilibrio de inmediato, Koemi reaccionó, agarrándose de uno de los cables que colgaban, sin obtener un resultado, el cable no resistió y también fue arrancado, efecto ocasionado con el resultado de ahora, aun Koemi en el suelo, sobándose un poco la espalda adolorida, Miguel todavía estaba procesado que demonios había sucedido.
Miguel iba a preguntar por su bienestar, de no ser por el hecho de que la luz parpadeo, llamando la atención del presento, parpadeó otra vez, y ahora, una pequeña explosión desde el fondo de la cámara y por fin la luz se había ido de ese lado de la oficina.
El policía se cruzó de brazos, todavía mirando al inventor que seguía en el suelo.
—Koemi...—empezó a Miguel.
—Creo que no conecté bien las cámaras.
—Genial, Koemi ahora estamos sin luz —platicó Marco con una sonrisa divertida.
—¡N-No se preocupe Sargento! —llamó todavía desde el suelo —¡Lo arreglaré! —prometió.
—Vamos Koemi, ¿a dónde vamos? —la curiosidad del perito fue mayor, agazapado en el suelo, entrecerrando sus ojos hacia la figura del Rivera.
Miguel inhaló aire, Koemi le caía bien, era un genio en su área y una prodigiosa mente que le ayudaba demasiado. Sólo que a veces le obstruía mucho como su compañero.
—Koemi...
—No sé porqué están perdiendo el tiempo.
Y, la luz había regresado de inmediato.
Ambos chicos se quedaron estáticos en su lugar al ver a la Sargento Imelda delante de ellos. Emergiendo junto a la luz, Koemi saltó, rápidamente escondiendo los rastros de sus experimentos al empujarlos al otro lado del escritorio, y Miguel saludó tímidamente.
—¡Sargento Imelda! —Miguel soltó —...Esto...verá...esto tiene su explicación...la razón por la que no teníamos luz es que ...
—No tenemos tiempo para sus tonterías.
Koemi se cruzó de brazos al ver que llamaba de manera agresiva a su experimento.
—Hay una nueva actualización para el caso de Isaac Mendez —ambos chicos se levantaron del lugar de dónde estaban, dando un brinco estrepitoso del suelo.
Miguel Rivera se sacudió la ropa que le quedaba, para ver fijamente a la detective.
—¿Qué sucede? —preguntó, siendo seguido por el perito que igualmente se quedó atrás.
—Durante la tarde llegó este mensaje —la sargento alzó aquel trozo de papel, Miguel retomó el pedazo para abrirlo.
—¿Reconoces el estilo? —preguntó ella con seriedad.
—¿Qué sucede? —Koemi pregunto lleno de intriga, sin poder muy bien debido a sus gafas y su visión.
—Sí, es el estilo de Royal —declaró a su sargento, arrugando un poco la letra entre sus manos y ocasionando un sentimiento inigualable al leer el mensaje personal que el mafioso les había dejado a los dos.
ISAAC, ARE YOU OKAY?
—Isaac fue secuestrado por la familia de Royal.
Notas finales.
DE NUEVO HOLAAAAA (?
Las personas encargadas de investigar los delitos dentro del sistema penal acusatorio, se llaman ministerios públicos y cada uno se encuentra dentro de sus unidades de investigación que varían según la gravedad del delito xd. Ahora, las unidades de investigación (En el derecho mexicano) suelen dividirse, Miguel se encuentra dentro de la unidad de investigación que se encarga de la delincuencia organizada, como se presenta al principio Victoria en el prólogo.
La unidad de Anticorrupción también es parte de ella, pero se encarga de los actos de las autoridades y más bien del personal que hay dentro de éste mismo. Que en ella se encuentra Kubo, huehuehue
Tengo que aclarar que antes de que se inicié un proceso de acusación, es necesario llevar una investigación previa en dónde se reformulé los hechos y se consideré todo para poder formular de modo correcto la imputación, primero se realiza una denuncia previa, para que luego se haga una dichosa carpeta de investigación que servirá mucho mejor.
En la historia se estaba formulando una carpeta de investigación para el detective Isaac y así poder acusarlo, no sé si eso estaba aclarado. Igual me gustaría decir que será una rara combinación de ambos sistemas, como el derecho anglosajón y el mexicano.
Todo esto lo hago basándome en las regularizaciones de nuestro sistema de derecho porqué es dónde tengo un poco más de fuerte debido a mi carrera, no obstante, como no es mi área fuerte (A mi me mama derecho de propiedad intelectual), estoy dispuesta a escuchar dudas o aclaraciones, a veces los códigos no me ayudan del todo y me confundo xD.
Necesito hacer unas pequeñas aclaraciones, este capitulo ahora da inicio de la historia al conectarse con el comic de Ureshi, pero nos ubicamos un tiempo después de que ocurrieron los acontecimientos que se presentan en la historia de mi esposa.
Les reto a adivina quién es el policía con el que se liga Royal al vender información.
Hay gente que pensaba que Koemi y Royal eran diferentes personas, y no, en realidad son los mismo, solo que Koemi es una simple identidad que Royal decide utilizar para infiltrarse a la policia, ¿por qué lo hace? Esas respuestas se las daría, pero luego me pegan :c
Me siento muy feliz de haber publicado este capítulo, le contaba a mi esposa Ure que me hubiese gustado hacerlo antes de mi cumpleaños (Mi cumple es el 23) y estoy muy feliz de que se haya podido realizar.
Espero que este capítulo haya revelado un poco de Koemi, que veo que algunos todavía tenían sus dudas de quién era el personaje en sí.
NUEVAMENTE.
¡CUALQUIER DUDA, O ACLARACIÓN QUE NECESITEN CON MUCHO GUSTO ESTOY AQUÍ PARA RESPONDERLAS! Espero poder ayudarles a la compresión mejor de esto, por favor, si tienen dudas, no duden en decirlas ;v;
¡Espero les haya gustado el capítulo de hoy! Hay información que será importante para el desarrollo de la trama más adelante.
Besitos en la cola.
Dentro de tres años (?
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