Con desafío puedo tomar pluma y escribir.
Desafío incluso para separar los parpados.
Desafío para que el oxígeno pueda fluir.
Desafío para desafiar a mis demonios amados.

Desafilo la cuchilla del shinigami de la rutina.
Desfilo empapado en la sangre de Dionisio.
Destino trazado en líneas finas de cocaína
Deshilo miedoso, el manto malvado del vicio.

Paso mis noches entre poemas y tequila.
Quiero alejarme de esta locura asesina,
que repite tranquila; vigila, afila, fusila.
Si, aniquila otra chica, repite la adrenalina. 

Solamente muy ebrio o muy drogado
logró poner bozal a su tenaz palabreo,
pero cada vez el efecto llega más rezagado.
Algo más fuerte es mi fuerte deseo. 

Soy el empleado ideal en las jornadas laborales.
La locura se marcha mientras estoy trabajando.
Creo le enfada ver cómo me voy desgastado.
Diez horas repletas de actos ejemplares.

Obrero del mes con perfectos modales. 
Nadie sospecha de mis problemas mentales.
Soy ejemplo para los nuevos chavales.
Héroe sin capa para todos sus males.
Mente demente que no muestra señales. 

Pero llegando a casa la voz no se calla.
Solo la ebriedad me ayuda a ignorarla,
pero sigue ahí, nunca logro que se vaya.
Lucha incansable para no creer su patraña.

Intenta envolverme en envenenante charla. 
Intento copiar a van Gogh para no escucharla,
pero repite y repite matar ya, matar ya.
Lucho con mi poca voluntad hecha metralla.

Empiezo a creer imposible ganar esta batalla.