#20
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Han pasado 2 semanas, la vida aquí es tranquila, alegre y como solía ser. Los recuerdos se reviven al igual que mi alma, me siento completo.
Recorremos el bosque con mis hermanos y primos, vamos al río y nos bañamos allí, hacemos comidas al aire libre, fogatas, y tocamos la guitarra acompañada de un baile exótico.
Tan raro, tan extraño. Y pasó todo radicalmente, no pensaba regresar tan temprano sino que ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Pero lo haría sin duda alguna en algún tiempo. A eso me refiero con lo raro, no me arrepiento en lo absoluto.
Todo pesa menos, se siente increíble. Lo familiar me rodea, mi hogar...
También el cambio de apariencia que tomé fue una decisión loca, lo admito. Aunque a todos aquí les gusta, y prometen pintarselo así algún día.
Cada vez que me levanto, tengo expectativas para el nuevo día, metas y decisiones. Le sonrio al sol en el día y a la luna, respectivamente en la noche. Mis pensamientos son claros, me siento mucho mejor. Recibo abrazos y cumplidos cada día, cosa que no obtenía cuando vivía allá, solo en Primrose Hill's.
Mi padre me enseña tiro con el arco, defensiva y pelea. Es como volverse un Joanu pequeño, si así se llama. Es gracioso, un nombre bastante peculiar.
Pero mi padre resulta que es un buen tipo y promete enseñarme todo lo que sabe y lo que no hizó cuando debía. Me había tratado muy suave de niño, cumpliendo caprichos y eso creo que no me sirvió de mucho.
—¡Holaaa!.–exclama Luther entrando en mi cabaña—¿Cómo esta el mango loco?.
Lo miro atentamente, viste una camisa y pantalones ajados de trapo, es tan alto casi como si no cabiera por la puerta en la que acaba de entrar.
—Estoy bien, analizando mi estancia aquí. Resulta todo tan perfecto que me da miedo, de repente estoy tan felíz como nunca lo estuve antes–le respondo nostálgico con una sonrisa de oreja a oreja. Miro el suelo de la cabaña, el cual es de tierra dura.
—Me alegro, supuse que dirías algo así,–musita acercándose y situandose justo a mi lado—Es agradable tenerte aquí de vuelta.
Me palmea el hombro derecho y se queda quieto como pensando en algo muy importante.
—Mjh– le digo—¿Desde cuándo estás tan alto?, ¿Hay alguna chica por ahí de la que no sepa?.
Le pregunto porque muero de curiosidad, debería de tener alguna aventura por ahí, además siento que no hablamos mucho y ahora que estamos más grandes y somos casi hombres ya, supongo que hablar de estos temas es muy común. Somos una familia particularmente de bien, cada uno tiene su encanto.
Su mirada es de total espasmo. Lo tomo por sorpresa y se nota.
Se ríe aún, nervioso.
—Este..de hecho ahora que lo preguntas, si hay una chica,– alega avergonzado—Es tan hermosa como un amanecer dorado, es hermosa te lo aseguro. Nos habíamos conocido en un carnaval de artesanías, llevaba un vestido escarlata hermoso con volados.
Lo escucho con atención porque parece bastante excitado con el recuerdo, en el buen sentido. Asiento con la cabeza formando una pequeña curvatura en mis labios.
—Aquel día fue tan... especial. Ella se acercó a mí tomando la iniciativa, y estuvimos charlando mientras recorríamos el lugar, también me sacó a bailar. ¡Yo no sé bailar por supuesto!, pero con ella me solté, no sé cómo, hasta se impresionó. Luego se acercó y me besó en los labios, fue tan lindo y...
Se interrumpe, y se queda callado. Mirándome con ojos muy abiertos,yo me río y lo codeo.
—¿Y qué más?.
—Este..casi hacemos eso, casi.
Me río de nuevo y está vez lo codeo más fuerte.
—¡Vayaaa, no sé que decirte!–,le respondo con sinceridad—¡Te felicito!.
Él sonríe formanosele un hoyuelo prominente en la mejilla izquierda. Desde cuándo es que me alegro de conversar sobre el amor y sus referentes, es que no sé del tema, no sé absolutamente nada y sin embargo me alegro tanto por él.
Me hace feliz, realmente. Jamás creí hablar de esto pero es porque antes no lo había hecho, es la primera vez. Y se siente especial. Le doy un fuerte abrazo y luego se despide deseándome buenas noches.
Le digo que igual y me acuesto a dormir luego de un largo día. Se supone que haríamos una plantación de zapallos y cosecha de zanahorias.
Entra una brisa liviana por la ventana entreabierta, cierro los ojos y me duermo.
Alguien golpea la puerta, porque oigo entre sueños un par de golpes nítidos en la madera. Me incorporo prendiendo la lámpara de aceite. Volviéndose la brisa más densa de repente.
—¿Quién está ahí?–pregunto.
No oigo respuesta, es más, no sé oye absolutamente nada. El silencio es de ultratumba. Una risa malévola suena desde el otro lado de la puerta.
Y me hago con un asada que encuentro posada justo al lado de la cama. El picaporte se gira lentamente, y una figura alta y delgada se contrarresta contra la oscuridad de la noche.
Grito al ver su cara y me abalanzo contra él.
—¡¿Qué es lo que quieres?!.
Le encesto un golpe en el tórax y una patada en el abdomen, derribandolo.
Sonríe ampliamente escupiendo al suelo a su costado.
—Veo que te has hecho un hombrecito–susurra tranquilamente.
No hago más que levantar la mano con el asada, y su mirada se pasea de mi a ella. Alza las cejas en un gesto impresionado.
Respiro agitado y lo observo con el ceño fruncido a la espera de un ataque o un movimiento por su parte.
—Eso ha estado bastante bien, ¡Te felicito chiquillo!.–y acto seguido aplaude repetidas veces, lo que hace que me salga un tic en el ojo.
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