#14
Archie.
Estoy sentado en una mullida y cómoda silla. Las tijeras me hacen cosquillas en la nuca y en los costados, mechones de pelo caen como si fueran plumas sobre el piso. Cierro los ojos, y me dejo llevar. Me miro en el espejo, tengo el cuero cabelludo bañado de tinta anaranjada, y me siento cómodo y felíz. La chica trabaja con rapidez y concentración.
No soy capaz de decir una palabra. Me quedo callado admirando su trabajo. Y ya estoy listo, para lo que sea. Me ah rebajado el pelo en algunas partes, no en gran cantidad, pero solo un poco y lo suficiente. Me lava el cabello haciendo que incliné el cuello en una posición accesible y el agua es tibia. Agradable. Hace espuma con un shampoo de aroma varonil, me dejo llevar y me encuentro pensando en algo felíz, cuando ese pensamiento se esfuma como humo oscuro y se deja entrever entre este, una sonrisa ancha y torcida de la forma más cruel posible.
Cierro los ojos con fuerza, disipandolo y atrayendo recuerdos de mi niñez.
—¡Ya está listo, puedes sentarte cómodo!–, exclama la chica estilista limpiándose la frente de sudor.
Asiento y me reincorporo. Estuve a punto de levantarme pero el proceso ah finalizado. Me seca el cabello con una pequeña toalla y con un secador me hecha aire caliente. Es agradable.
Una vez en el mostrador, le regalo una sonrisa y un rubor le surca las mejillas.
—Serán 3 monedas de plata, por el descuento semanal–, añade nerviosa meciendose en la silla, al parecer sin darse cuenta.
Revuelvo en mi bolsillo y le pago con las monedas en la mano. Sonríe y me guiña un ojo.
—¡Muchas gracias!–, digo y me vuelvo resueltamente para marcharme.
Pero oigo a mis espaldas:
—¡Te ah quedado muy chulo!.
Y suelto una risita saliendo del local.
Aspiro el aire fresco de la calle y el viento me revuelve el nuevo corte de pelo, estoy como nuevo por dentro y por fuera. Me aliso el traje y me acomodo la correa del bolso.
Termino de comerme el pan y me sampo un pastelillo.
¿Qué pensaran mis primos al verme de nuevo?. La abuela, mis tíos, mi padre.
Los había dejado atrás para comenzar una nueva vida y ahora estoy de regreso. Así estaría sino fuera porque mi cabello ahora es anaranjado:
Suelto un silbido por lo bajo, me sueno la columna vertebral y me encamino hacía mi antiguo hogar. Estoy algo nervioso y, algo se remueve en mi interior constantemente.
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