XXXIV
— Gracias por la cita. — Le dije a Steve cuando las puertas del elevador se abrieron.
El omega me llevó a un parque cercano a la torre y aunque fue una cita sencilla la disfruté. Era visible la química que teníamos, pues aunque no nos conocíamos tanto como me gustaría la conversación fluía con normalidad y los silencios no eran incómodos, más bien predominaba la calma. El destino no se había equivocado, éramos dos almas afines que disfrutaban de la compañía contraria y estaba agradecida por eso.
— ¿Estas cansada?
— Jamás me cansaría de estar contigo.
Creí que nos quedaríamos en la sala para seguir disfrutando de la tarde, ya que me tomé la tarde libre, pero la mano de Steve me guío hacía nuestra habitación. Ya podía decir que era nuestra otra vez, porque el rubio se aparecía en mi puerta cada noche, incluso habían varios objetos que el mismo llevó. Quería que todo fuera al tiempo del omega y me gustaba que él lo hiciera poco a poco, como hacían las parejas normales.
Hasta que Steve le colocó el seguro a la puerta de la habitación capté sus intenciones, por lo que lo esperé en la cama. No tardó mucho en juntar sus labios con los míos.
La ansiedad por estar juntos de esa forma era palpable en ambos, tenía meses de no tocarlo como quería y ahora él parecía dispuesto a que yo lo hiciera. Suavemente me empujó hasta que apoyé mi espalda en el colchón. Noté sus intenciones, así que nos hice rodar para quedar sobre él. Me metí entre sus piernas y deslicé mi mano debajo de su camisa. Steve rápidamente recuperó el peso que había perdido por su falta de apetito durante el distanciamiento del lazo. Mis manos lo disfrutaban, acaricié desde sus oblicuos hasta su pecho y apreté uno de sus pezones.
Hice que se quitará su camisa y mi boca viajó a su cuello dejando un camino de besos y leves succiones. La mano del rubio se posó sobre mí cabeza, disfrutando de la forma en que le daba atenciones.
— Toni... — Gimió cuando agarré sobre la tela el bulto que ya se había formado.
— Déjame complacerte. — Expresé poniendo una mano sobre su pecho cuando intentó levantarse.
— Yo quería hacerte disfrutar a ti. — Habló mientras le sacaba el pantalón.
— Ya estoy disfrutando.
Me despojé de mi vestido y nuevamente Steve nos hizo girar. Nuestra bocas se unieron en una danza buscando el dominio, al mismo tiempo que el rubio me despojó del sostén. Cuando magreó mis senos, perdí un poco el control del beso y lo retomé empujandolo por los hombros para hacer que nuevamente su espalda chocara contra la cama.
— ¿Trajiste condones? — Pregunté intento ubicar el pantalón que había lanzado fuera de la cama.
— No, no creí que los necesitaramos. — Respondió tímidamente haciéndome regresar mi vista hacia él.
— ¿Hablas en serio?
— Tú ya estás embarazada, no iba a pasar nada.
— Genial. — Dije quedandome de rodillas sobre el colchón. — Y yo no tengo condones.
— Podemos hacerlo como yo había pensado. — Susurró tomando mi mano.
— ¿Desde cuándo aprendiste a jugar sucio? — Le respondí divertida. — Pero, no va a funcionar, tu ya estás mojado y esto ya no tiene retroceso. — Expliqué señalando mi clítoris que ya se había extendido en su totalidad. — Buscaré en la habitación de Natasha.
Me levanté y me cubrí con una bata bajo la incrédula mirada de Steve.
— Sí se da cuenta que entraste a su habitación, te va a golpear.
— Nadie golpea embarazadas.
Encontrar un par fue fácil, cuando regresé los lancé sobre la cama y me fui a lavar las manos, no sabía lo que había en esa habitación.
No tarde mucho en hacer que Steve terminara completamente desnudo y mis dedos se desplazaron a su entrada.
— Están fríos. — Expresó el omega cuando lo palpé superficialmente.
Llevé mi dedo anular y medio a su boca para que mis dedos estuvieran más tibios cuando los usara para prepararlo, pero también disfruté de ver como Steve probaba sus propios fluidos sin ningún tipo de pudor.
Un poco después los lleve a su entrada, el rubio ya estaba bien mojado, pero me tomaría el tiempo de estirarlo lo más posible. El primer dedo se deslizó con facilidad, casi siendo absorbido por él y el jadeo de Steve no se hizo esperar. Cuando agregue un segundo dedo noté como sus manos apretaban las sábanas y deposité un beso sobre su rodilla. Comencé a embestir con mis dedos mientras dejaba salir más de mis feromonas para llevarlo al límite. Incorporé movimientos de tijera para apresurar mi cometido, pero me detuve cuando creí que era suficiente.
— Me encanta hacerte el amor. — Susurré agachandome hasta su oreja.
Steve casi estaba temblando de placer cuando me coloqué el preservativo y me ubiqué sobre él. Pero nuevamente el omega nos hizo rodar, quería bufar por las interrupciones, sin embargo, lo vi suspenderse sobre mi miembro, lo tomó con su mano para colocar la punta frente a su entrada. Por mi parte, yo gocé al ver su rostro sonrojado y sus labios entre abiertos mientras se deslizaba para recibirme.
Un suspiro salió de mis labios cuando estuve completamente en su interior, me apretó casi de forma dolorosa, amaba la estrechez de su entrada y el calor abrasador que rodeaba mi falo.
Acaricié la cintura del rubio esperando que estuviera listo para comenzar la acción, no estaba tenso, pues el se había autopenetrado a su ritmo y yo fui paciente con él, pues teníamos varios meses de no hacerlo.
Un rato después puse mis manos en cada lado de su cadera para levantar mi pelvis y comenzar a embestirlo.
— No, no te esfuerces, estás embarazada de casi cinco meses, lo haré yo. — Dijo quitando con suavidad mis manos de sus caderas y las entrelazó con las suyas.
Con lentitud fue sacando mi miembro y luego bajó con el mismo ritmo. Nuestras miradas se encontraron y no se despegaron apesar de que el aceleró los movimientos.
Solté mis manos para llevarlas a sus mejillas y acariciarlas, luego las deslicé por su cuello y delineé la marca, luego las fui bajando por su cuerpo hasta llegar a esas dos perfectas y voluminosas esferas, las apreté a mi antojo y el rubio llevó sus manos a mis pezones.
— Están más oscuros. — Expresó y se agachó para depositar un beso sobre una areola.
Debido al embarazo mis pezones habían oscurecido y estaban más sensibles, por lo que cuando el chupó unos de ellos mi cabeza automáticamente se echó hacía atrás por el golpe de placer que me invadió.
Cuando se separó siguió moviéndose con ganas sobre mi falo y yo lo tomé de la nuca para atraerlo completamente hacía mi.
— Te amo. — Susurré antes de buscar hundir mis colmillos sobre la marca anterior.
Su interior me apresó con más fuerza anunciando que mi mordida lo había llevado al orgasmo y yo no pude aguantar más, terminé corriendome en el condón.
Aún con la respiración agitada, Steve no dejó caer su peso sobre mi, cuidando a nuestra bebé. Pase mi lengua por la marca y un escalofrío recorrió al omega y aún gozando del éxtasis postorgasmico me reí suavemente, mientras lo envolvía con mis brazos.
Steve se acostó a mi lado y lo atraje a mi pecho mientras le acariciaba el cabello, adoraba mimarlo.
— ¿Quieres agua? —Consultó y yo asentí, por lo que el rápidamente se vistió con el pantalón que estaba en el suelo, pero en la parte superior sólo uso una camiseta, de las que el acostumbraba a usar debajo de sus camisas.
Cuando el omega se fue pensé que yo era la alfa, por ende, era la que debía tener ese tipo de detalles con él, así que me levanté, me deshice del condón y me cubrí con una bata para alcanzarlo en la cocina.
— Creí que me esperarías en la cama. — Manifestó el rubio que estaba de espalda a mi cuando notó mi presencia, ya había servido los dos vasos, por lo que me senté en la barra para tomar uno.
— Te ves tan sexi con el cabello revuelto y esa camiseta tan ajustada. — Dije causando que el se sonrojara mientras acomodaba un poco sus hebras rubias.
Se acercó a mi para colocar su mano sobre mi rodilla desnuda y yo fingí que su contacto no me enloquecia mientras tomaba de mi vaso.
Escuché el sonido del ascensor anunciando que el resto del equipo había vuelto, por lo que decidí jugarle una última broma a Steve. Abrí totalmente mi bata, para mostrarle que no llevaba totalmente nada cubriendo mis senos ni mis partes bajas, no me importaba mostrarle mi barriga crecida. Pero los pasos de la manada me obligaron a amarrar rápidamente los lazos de mi bata de satín, bajo la estupefacta mirada del omega.
— Creo que se divirtieron. — Habló Clint pasando por nuestro lado para sacar varias botellas con agua del refrigerador.
— Mueva marca. — Agregó Natasha que se ubicó cerca de nosotros. Al parecer no le importaba el olor a sexo que ambos desprendiamos. — Ten cuidado, con volverte loca otra vez, porque nosotros no queremos otra. — Expresó señalando a Bruce y Clint.
Sentí mis ojos picar por las lágrimas y odié las malditas hormonas del embarazo que me ponían sensible por cualquier cosa y no quedaba ni la sombra de lo altanera que solía ser.
— Podemos dejar un minuto sin hablar del pasado. — Espetó Steve al notar que yo bajé la mirada a mi vaso para que no se dieran cuenta que sus palabras me habían dolido.
— Son sus acciones, tiene que asumir que siempre estarán ahí.
— Entonces comencemos contigo, porque nunca confiaré en ti, eres una doble agente, dejaste a los que te criaron cuando viste una mejor oferta. ¿Qué nos asegura que no harás los mismo con nosotros cuando encuentres algo mejor? — Respondí cuando cambié rápidamente de humor.
— Tú no sabes la historia detrás de mis desiciones.
— En cambio, tú si conoces los detalles de mi historia.
— Deberían calmarse. — Pidió Bruce acercándose a nosotras, pues estábamos peligrosamente cerca.
— ¿Quieres golpear a una mujer embarazada? — Pregunté tajante.
— Toni... — Me llamó Steve.
— Alfred hizo galette de durazno, ¿Alguien quiere un poco? — Intentó cambiar el tema Barton.
— Quiero dos rebanadas. — Respondí. — O mejor dáselas a ella, está bastante amargada, necesita algo de dulce.
— ¿Cómo la soportas? Es tan irritante. — De quejó la pelirroja hacia el rubio.
Clint dejó un plato con el postre entre Natasha y yo, así que yo lo tomé rápido y me dirigí hacia la sala, poco a poco todos llegaron con sus respectivos platos y nos sentamos juntos.
— Para mi, la marca es algo que da seguridad. — Comentó Bruce rompiendo el silencio. — Antes de perder mi aroma a omega por los rayos Gamma, tenía miedo de que un alfa cualquiera me marcara y me usará a su antojo. Pero, ahora, qué volví a mi casta original, con una marca ese temor es casi nulo.
— Es una razón menos de que preocuparse durante las misiones. — Acotó el arquero.
— Es una mierda que los omegas tengan que estar marcados para sentirse seguros. — Expresé llevándome la cuchara a la boca. — Decimos que la sociedad a avanzado, pero todo sigue totalmente igual, los alfas marcan omegas y los vuelven sus esclavos sexuales o los violan y abandonan con sus crías.
— Todos esperamos que algún día los alfas tomen conciencia y cambien. — Manifestó Steve.
— Eso jamás pasará. — Contestó Natasha. — Es demasiado bueno para siquiera imaginarlo.
La sala nuevamente se envolvió en el silencio hasta que la voz de Jarvis inundó la sala.
— La señorita Johnson, pide hablar con usted.
— Déjala ir al piso inferior a este. — Pronuncié y coloqué el plato vacío en la mesita de centro.
— ¿Qué quiere? — Cuestionó mi pareja.
— No lo sé.
— ¿Irás así vestida? — Preguntó cuando me estaba encaminado al ascensor.
— Esto es todo tuyo. — Dije girandome con la bata abierta, pero no esperaba que las tres personas que estaban en la sala tuvieran sus ojos sobre mí, por lo que Clint y Bruce giraron inmediatamente sus cabezas y Natasha no se inmutó por lo que vio.
Entré al ascensor antes de que Steve tuviera tiempo para regañarme y rápidamente me encontré con la alfa esperando mi llegada.
— Creí que los alumnos buscaban al maestro. — Dijo con voz juguetona.
— Sinceramente había olvidado nuestras sesiones.
— Lo imaginé. Fui a buscarte a la empresa.
— Me tomé un rato libre para salir con Steve.
— Sí, lo pude oler.
Antes de responder, las puertas del ascensor se abrieron nuevamente y por ellas salió mi omega.
— Agente Johnson. — Saludó.
— Capitán. — Dijo ella poniéndose firme, pero noté el brillo de admiración en sus ojos.
El rubio deposito un beso en mi mejilla intentando marcar territorio, aunque era yo la que debía hacerlo al ver como ella recorría el cuerpo de mi amado con la vista.
— Steve y yo regresamos. — Informé tomandolo de la cintura.
— Felicidades.— Dijo y Steve se mantuvo a mi lado. — Creo que debería volver en otro momento.
— Toni y yo nos iremos a partir de mañana. — Habló Steve tomándome por sorpresa. — Serán unas vacaciones de por lo menos un año, así que no la encontrarás aquí.
— Bueno... Supongo que en algún momento los veré en S.H.I.E.L.D. — Respondió algo descolocada y yo le di una sonrisa de disculpa, rápidamente nos despedimos y ella se fue por donde vino.
— ¿Desde cuándo tomas decisiones por mi?
— Si la sigues viendo, ella se podría dar cuenta y creí que te avergonzaba que te vieran embarazada, por eso nos iríamos hasta que la bebé naciera.
— Yo no me avergüenzo.
— Una vez dijiste que era vergonzoso que una alfa tomara el papel de un omega.
— Pensé que no querías recordar el pasado. — Argumenté y él se cruzó de brazos. — No quiero que sepan de nuestra hija porque sería un blanco más fácil para mis enemigos, creí que era lógico para ti, por eso no lo especifiqué.
Nuevamente el ascensor se abrió y de este salió Natasha inspeccionado todo el lugar.
— ¿Ya se fue? — Interrogó y ambos asentimos, por lo que ella se giró para irse.
— ¿Por qué bajaste? ¿Querías protegerme?
— No a ti, Steve se moriría si te vas con una alfa.
— Acepta que querías cuidarme. — Continué molestandola mientras me metía con ella al ascensor.
— Deja de imaginarte cosas.
— Ya lo sé, estabas celosa de la atención de esa alfa. — Agregué y al parecer di justo en el clavo cuando Steve se río de forma baja cuando pasó a su lado. — Oh, es eso.
— Cierren la boca. — Demandó girandose hacía nosotros que nos apoyamos en la pared del ascensor.
Cuando la pelirroja salió Steve colocó su mano en mi espalda baja y nuestras miradas se encontraron, yo le sonreí dándole a entender que lo que dijo antes estaba olvidado.
19 de Abril 2022
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