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XXXIII

—Mis padres estaban mejor cuando estabas sola en la Torre, estaban más calmados sin todas esas crisis que te persiguen y siento que ya no pueden con una más, por eso estoy alegre de que al fin te vayas.

Las palabras de mi hermano daban vueltas y vueltas por mi cabeza. Un día después de visitar a los Vengadores, establecimos que regresarían a la Torre, intentaríamos llevarnos lo mejor posible y cuando mi embarazo se hiciera más notorio nos mudaríamos a mi mansión de Malibú para alejar a mi hijo del ojo público y de cualquier peligro en que pudiera verse envuelto por mis antiguos contratos de trabajo o enemigos de mi empresa.

Creo que había despertado a Steve pues me había levantado a mitad de la noche por alto de comer y tenía el sueño ligero cuando se quedaba en otra habitación.

— ¿No puedes dormir? — Preguntó el rubio cuando yo estaba poniéndole mantequilla de maní a una banana.

— ¿Quieres? — Le ofrecí después de quitar los restos de la cuchara con mi lengua. — En un rato estaré muriendo de acidez. — Comenté recordando que últimamente sufría de ese mal.

Steve aprovechó que yo habías dejado la cuchara sobre el plato para cortar un poco de la banana y la puso frente a mis labios, gustosamente la tomé y él continuó dándome de comer sin probar nada.

— ¿Por qué siempre eres tan dulce conmigo? — Formulé y él levantó sus hombros, pero no dijo nada más. — Creo que es un problema querer estar con una persona que daña todo lo que toca.

— Mi problema es que te recuerdo con amor a pesar de todo lo que me hiciste y no puedo sacarte de mi mente como si nunca hubieras estado en ella, no puedo decir simplemente basta.

— Es mucho peor de lo que pensé.

— Como tu dijiste hace unos días, es mi culpa si yo lo acepto.

— No debería ser así. — Reconocí cuando me dio el último trozo que quedaba.

— Toni... No necesito a alguien que me cuide, soy una persona independiente, siempre lo he sido, pero quiero a alguien con quien compartir mi vida y te he escogido a ti.

— No, nos escogimos, el destino es caprichoso. — Comenté acariciando el nombre en mi muñeca.

— Nosotros decidimos aceptarlo. — Concluyó y se fue a lavar lo que yo había ensuciado. — Estoy orgulloso de que siguieras mi consejo de arreglar las cosas con tu familia y luego ir a terapia.

— Gracias... supongo. — Expresé bajando del taburete.

— Cuando tú encuentres el camino, otros te encontrarán a ti. Al pasar por el camino serán atraídos hasta tu puerta. Y el camino que no puede oírse, resonará en tu voz. Y el camino que no puede verse, se reflejará en tus ojos. — Narró en voz baja mientras regresabamos a las habitaciones.

— Lao Tsé. — Mencioné al recordar que yo le había regalado un libro con pensamientos de ese hombre.

El omega abrió la puerta de la habitación y se adentro conmigo, ambos nos metimos a la cama, sólo para descansar con nuestros aromas mezclados.

●●●

Desde que todos regresamos a la torre Toni se había comportado de forma bastante callada, una actitud poco común en ella y me esquivaba siempre que podía. Creí que al volver usariamos las mismas habitaciones y que yo regresaría a la de ella, pero no fue así, a mi me envió al final del pasillo junto con los demás y un grupo de habitaciones vacías nos separaban. Natasha había fingido que no le molestaba, pues dijo que Toni era ruidosa cuando regresaba de su taller por la noche, sin embargo, sabía que no le gustaba esa decisión.

Me encontraba en la cocina para ayudar a Alfred con la cena, quería hacer una comida lo más saludable posible y aunque quería prepararla solo, él omega no me dejó. Terminamos hace alrededor de una hora y justo ahora estábamos calentando todo nuevamente, pues Jarvis nos notificó que la castaña venía en camino. Cada día volvía más tarde que el anterior.

— No puedo creer que estemos haciendo esto. — Se quejó Clint, que llevaba un buen rato esperando la cena que no sería servida hasta que la dueña de la torre apareciera.

— Al menos falta poco. — Manifestó Natasha que también estaba aburrida de esperar.

Los platos, cubiertos y vasos ya estaban en la mesa, por lo que solo faltaba colocar la comida para que cada uno se sirviera y lo hicimos cuando la IA nos aviso que Toni había subido al ascensor.

— Hola, Toni. — Saludé cuando las puertas se abrieron al momento que colocaba el último recipiente en la mesa.

— Buenas noches. — Respondió intentando pasar de lejos.

— ¿Nos acompañas a cenar?

— No tengo hambre.

— No puedes irte a la cama sin cenar, perjudicaras al bebé. — Establecí haciendo que ella se detuviera antes de desaparecer por el pasillo.

— ¿Puedo comer luego? — Consultó con voz cantarina, para intentar convencerme pero yo negué. — ¿Al menos puedo subir y cambiarme?

— Cuando vuelvas no habrá comida, Steve nos ha tenido esperando por una hora. — Contó Clint.

— ¿Fue por mi que cambiaron la hora de la cena?

Casi pude sentir la emoción en sus palabra y Bruce asintió como respuesta, por lo que ella regresó con una pequeña sonrisa. Colocó su cartera sobre el desayunador, pero cuando se giró su rostro perdió alegría al ver la cena. Su mirada pasó de las albóndigas de tofu a la ensalada de betabel y por último a los vegetales al vapor.

— Al menos dale una oportunidad. — Dije cuando hizo un gesto de asco.

— Debí negarme. — Susurró causando la risa el arquero que ya estaba comiendo a gusto.

— No están mal. — Comentó Bruce luego de probar las albóndigas.

El gesto de desagrado en Toni no desapareció y antes de sentarse decidió despojarse de su camisa, pero, en lugar de desabrocharla, tiró de ella por su cabeza, lo que causó que un botón se enredara en su cabello y yo inmediatamente me levanté para ayudarla. Cuando logró quitarse la blusa, retiré de su rostro el cabello que la cubría y nuestras miradas se encontraron por varios segundos, la alfa se acercó un poco, pero pareció recordar algo y se alejó.

— Gracias. — Me dijo y pasó por mi lado para sentarse. Todos en el grupo me miraban con picardía y yo me senté junto a la alfa. — Gracias por esperarme.

Toni disfrazó su agradecimiento con un tono de ironía, pues la mayoría había comenzado a comer antes de que ella se sentara, pero todos apreciamos la intención.

— ¿Y? — Formulé cuando ella probó los alimentos.

— Al menos tiene sal. — Expresó, e inconcientemente estiré mi labio inferior. — Está muy buena. — Agregó entre risas dándome un golpecito en el labio con el índice, por lo que cambié a una expresión normal. — Ya te puedes casar.

— No lo insultes así. — Respondió Natasha.

— Solo se casará con Toni, así que no hay problema. — Agregó Clint.

— Lo dudo. — Molestó la pelirroja, pero el sonido del teléfono de Toni interrumpió las bromas.

— La Señorita Potts llama... otra vez. — Anunció la IA casi pude sentir el cansancio en su voz.

— Ignorala. — Respondió centrándose en su plato y no en la curiosidad de sus compañeros.

— ¿Ocurrió algo? — Averigüé.

— Le di unas pequeñas vacaciones.

— ¿Y podrás manejar la empresa tu sola? — Objetó Natasha.

— Te sorprenderá saber que cuando tomé las riendas estaba sola y no pasó nada.

— ¿Pepper no quiere tomar sus vacaciones? — Indagó el rubio.

— No, pero las necesita.

Nadie quiso ahondar más en el tema, pero ahora comprendía la razón de sus llegadas más tarde y la mayoría del tiempo parecía frustrada, aunque sabía esconderlo bien.

El teléfono sonó varias veces más, hasta que Toni, le pidió a Jarvis que las silenciara, me parecía raro, ambas parecían llevarse dejando bien y ahora la alfa parecía no querer que la volvieran a mencionar.

— ¿Pasó algo con Virginia? — Interrogué cuando los demás se levantaron. Clint y Natasha se ofrecieron a lavar los platos, por lo que fuimos los únicos en quedarnos.

— Necesita un tiempo fuera para aclarar sus ideas.

— Siento que hay algo más.— Hablé y ella pareció dudar en responder, pero al final lo hizo.

— Ella... bloqueó tu contacto para que no pudiéramos hablar, no te estuve ignorando intencionalmente. — Agregó y se levantó para tomar su blusa y mi cartera. — Además de que tenía la loca idea de que yo podía corresponder sus sentimientos hacia mi, aunque yo nunca le di esperanza, ¿Puedes creer que le gusto?

— Todos lo sabíamos. — Reconoció Clint que al parecer escuchaba desde lejos nuestra plática.

— ¿Tú no estabas sordo? — Replicó Toni.

— Ustedes hablan muy alto.

— Tú eres un chismoso. — Lo acusó y luego se giró hacía mi. — Luego me besó y la mandé de vacaciones para que elimine esas ideas.

— ¿Te beso? — Me asombré y la seguí pues ella iba a dar el tema como finalizado.

— No le correspondí, si es lo que quieres saber. — Agregó antes de abrir la puerta. No quería parecer una persona celosa, pero me alegraba de que al fin Toni le dejara claras sus intenciones, pues para mi era obvio su enamoramiento, sin embargo la alfa podía ser bastante ciega. — ¿Quieres hablar sobre algo más? — Consultó cuando notó que yo no me iba y ella estaba a punto de cerrar.

— ¿Estás evitandome? — Pregunté sin rodeos.

— ¿Qué? No.

— Desde que estoy aquí, casi no hablamos.

— Solo... me he sentido cansada. — Confesó y abrió la puerta para dejarme pasar.

Recordé la noche que nos encontramos en la cocina. Extrañaba su contacto y pasar lo que restaba de la noche abrazado a ella renovó mis energías. Lástima que a la mañana siguiente me encontré solo en la cama, estaba aferrado a su almohada y era bastante tarde. Sin embargo, Toni no volvió a mencionar nada sobre el tema.

Tomé asiento en la cama y ella caminó hacia el closet, cuando salió ya estaba vestida para dormir, pero se sentó a mi lado.

— Tengo demasiadas cosas en la cabeza, perdón por parecer distante, te prometí que cambiaría y no estoy haciendo mucho. — Precisó con voz apagada.

— No hay problema, se que las hormonas del embarazo te tienen agotada. — Intenté consolarla pasando mi brazo sobre sus hombros y la atraje hacía mi mientras dejaba salir mis feromonas. — Si hay algo que yo pueda hacer, solo dímelo.

— ¿Te quedas un rato más?

— Me puedo quedar toda la noche.

— Eso sería demasiado pedir.

— Entonces... me puedo quedar toda la vida. — Susurré contra su oído.

— Eres tan dulce, pero quiero que hagamos las cosas bien, al ritmo que tu desees, sin apresurar nada.

— En unos meses tendremos un bebé, no veo porque deberíamos esperar más.

— No quiere presionarte como la vez anterior y obligarte a hacer cosas que no quieres.

— Si no quiero hacer algo, te lo diré.

— Intentaré no arruinarlo esta vez.

Con mi mano libre tomé la suya y la atraje hasta mis labios para depositar un beso, lo que la hizo sonreír, pero la alegría no llegó a sus ojos. Unos segundos después soltó mi mano para revisar mi marca, en la mañana la había visto, ya estaba de un color normal, como si nada hubiera pasado.

— Creo que necesita una renovación. — Comenté mientras ella la delineaba con su dedo medio, pues ya había cicatrizado.

— ¿Quién eres y que has hecho con mi dulce capitán?

— Solo dije la verdad. — Me defendí intentando tomarle la mano para evitar que se levantará.

— Mejor vamos a la sala a ver una película antes de que te tome la palabra.

9 de Abril 2022

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