XXXII
Estaba en la empresa, había regresado con toda normalidad, nadie me dijo nada por los días que falté, aunque era obvio que no lo harían, pues yo era la jefa. El día que me alejé por cuenta propia de Steve dejé de presentar fiebre y al encontrarme medianamente bien decidí quedarme en la Torre. Mi familia no estaba de acuerdo con mi decisión, pero yo extrañaba mi taller y las comidas de Alfred eran otro punto a favor.
— Estoy muriendo de hambre, Pepper, deja eso para después. — Pronuncié cuando entró a mi oficina.
Hacía un par de minutos habíamos terminado una larga reunión en la que sólo podía pensar en el snack que mi mayordomo había preparado para mi. Ahora mi cartera cargaba con por lo menos tres meriendas, antes las usaba con un accesorio para complementar mi atuendo, pero ahora eran una necesidad.
La omega decidió hojear las páginas de una carpeta que traía para mi, mientras yo deboraba mi sándwich de pan de lo lino con pollo.
— ¿Quién te deja tan hambrienta? — Cuestionó Pepper haciendo que detuviera de forma abrupta mi próxima mordida. — Estaba esperando que tu me lo dijeras. — Se regodeó al ver que había dado en el punto. — Puedo sentir un leve aroma a alfa que proviene de ti, es momentáneo, sino estuviéramos juntas todo el tiempo no lo notaría. — Continuó y maldije por lo bajo. — Se que no me lo querías contar, porque notó que te ahora hasta ocultas tu aroma, supongo que usas un jabón neutro, pero soy tu amiga y me pone contenta que tengas a alguien con quien compartir tu soledad.
Sentí que se esforzó para decir lo último y yo solo asentí, lo que decía era cierto, me bañaba con un jabón neutro para eliminar toda pizca de aroma en mi, no quería que alguien notara mi embarazo, así que tallaba vez tras vez mi cuerpo durante las mañanas para evitarlo a toda costa, pero era imposible que de vez en cuando el bebé que se comenzaba a formar soltara sus propias feromonas.
— No es algo importante, pero comparto mis cenas con Alfred.
— Dentro de poco lo será si se ven todas las noches... Quizá un día de estos decida visitarlos y encontré a tu enamorado.
— O enamorada. — Agregué pensado en la posibilidad de que fuera una niña.
La pelirroja parecía en shock por mis palabras y antes de poder negar algo mi teléfono comenzó a sonar.
— Hola, mamá. — Contesté y comencé a caminar hacia la pared de cristal.
— Hola, Toni, ¿Tienes mucho trabajo?
— Tengo trabajo suficiente para no dormir todo el año, pero, ¿Qué necesitas?
— Tu padre y yo estamos en S.H.I.E.L.D. específicamente en el ala médica y....
— ¡Oh por Dios! ¿Papá está bien? Anoche hablé con él y no me dijo nada.
— Él está bien, toda la semana hemos estado visitando está sala porque...
— ¡¿Toda la semana?! Ahora mismo voy para allá.
Sin más corté la llamada y fui hacía mi cartera, pero antes guardé mi delicioso sándwich para después. Me despedí de mi asistente e intenté no hacerme malos escenarios en la mente sobre mi padre.
No tardé mucho tiempo en llegar, perdí la cuenta de cuantos semáforos ignoré. Comencé a caminar por el lugar que dijo mi madre hasta que escuché la risa de mi padre y me guié con ella, cuando aparecí en el pasillo, divisé que estaban con Hank, un omega amigo de mis padres. Ninguno parecía enfermo, más bien parecía una salida social. Ellos eran los únicos que producían ruido.
Saludé al grupo, pero ellos estaban muy ocupados rememorando algún momento de su juventud. Hasta que el teléfono de Hank comenzó a sonar. Estaba agradecida con la tecnología que me sacaba del segundo momento incómodo del día.
— ¿Cómo estás? Crei que te encontraría en una cama. — Expresé después de abrazarlo.
— ¿Yo? — Inquirió y luego se giró hacía mi madre.
— Ella no me dejó contar nada de lo que en realidad estaba pasando. — Se defendió la alfa.
— No estoy entendiendo.
— Es tu manada la que se encuentra mal. — Explicó el omega.
— Yo no tengo manada... mejor dicho ustedes lo son.
— Tu equipo o tu manada, como lo quieras llamar. — Agregó mi madre.
— ¿La pasó algo a los Vengadores?
— Al parecer has intentado romper el lazo que los une, y aunque no lo has hecho totalmente están sufriendo los síntomas. — Manifestó mi padre con calma. Y yo guarde silencio intentando meditar en cómo hice tal cosa. — La marca que tienen duele, les hemos dado tu ropa para que se calmen con tu aroma, pero ya no tenemos y Steve está más afectado, deberías entrar.
Mi intención solo era alejarme, no quería hacer pasar a nadie por un lazo roto, esperaba que en algún momento encontraran pareja y simplemente reemplazaran mi marca con una nueva, pero las cosas no eran tan simples.
No toqué la puerta de la habitación que me señalaron, así que entré en silencio, el omega tenía los ojos cerrados, no tenía nada conectado por el momento, pero tenía abrazada una de mis chaquetas, cosa que me pareció tierna. Sus mejillas estaban sonrojadas por lo que instintivamente lleve mi mano a una de ellas y sentí el fuerte calor que provenía de ellas, sin embargo, ese color no contrastaba con sus labios pálidos y resecos, así que deduje que tenía fiebre. Sus ojos se abrieron con lentitud y nuestras miradas chocaron, detalle las ojeras bajo sus ojos.
— Toni... — Susurró haciéndome notar que sus pómulos estaban más marcados, quizá por la pérdida de peso.
Mi mirada viajó a las tres marcas que había hecho en su cuello, estaban de un feo color morado y verde, debía doler. Mis dedos se deslizaron por una de las mordidas y su rostro reflejó dolor.
— ¿Qué haces? — Consultó al ver que me despojaba de mi saco y luego de la blusa formal azul que llevaba, quedando con un bralette de encaje blanco.
— Solo... quédate quieto. — Demandé subiéndome a la cama y él acató mi orden, pude sentir como su cuerpo había perdido un poco de volumen y no pude evitar preocuparme, por lo que terminé haciendo que hundiera su rostro en mi cuello para que mi olor lo relajara un momento.
En silencio me acurruqué sobre el para cubrirlo con mis feromonas, nos quedamos así un rato, hasta que yo aspiré por última su aroma y me separé.
— Con eso bastará por un par de días. — Dije como despedida.
Posiblemente debía hacer lo mismo con los otros, o simplemente les iba a regalar la ropa que acababa de quitarme.
— ¿Te vas? ¿No hablaremos sobre lo que pasó?
— No hay nada más que decir, tu nunca vas a perdonar lo que te hice y yo no aceptó la forma que te vengaste.
— No fue una venganza, de verdad quería que funcionara.
— Yo también lo quería, pero no de esa forma, tu divulgaste nuestra intimidad.
— ¿Y no hacías tu lo mismo? Todos supieron de nuestra primera vez, no hubo ni un poco de privacidad. — Expresó y decidí no responder, preferí tomar mis cosas y abandonar el lugar en silencio. — Entonces, ¿Solo te vas?
— Nada se me da mejor que abandonar las guerras sin causa.
—Terminar no va a resolver el problema, más bien lo cargaremos hasta nuestra siguiente relación, así que, preguntate seriamente si eso es lo que quieres.
— La única relación que tendré de ahora en adelante será de madre a hija o hijo.
— Suena algo imposible para ti.
— Se nota que no me conoces.
— Lo hago más de lo que crees.
— Sí me conoces tan bien, entonces, ¿Por qué lo hiciste?
— No entiendo porqué te molesta tanto, estas embarazada, en dado momento todos lo sabrían.
— Porque yo lo acepté por amor, no como una maldita prueba, ¡Mierda! ¡Hice todo lo que querías! ¡Incluso fingí un orgasmo!
— ¿Qué? — Exclamó levantándose de la cama y noté que parecía un poco débil.
— Sabía que estabas a punto de correrte y no quería que lo recordarás como algo vergonzoso, por eso lo hice, porque a diferencia de ti, yo si te conozco, no ibas a aguantar más. Ni siquiera estaba cómoda, pero acepté por ti, porque no quería decepcionarte. — Conté y esa era una parte de mi que odiaba, cuando abría la boca, no podía parar.
— ¿Por qué me lo dices ahora?
— Porque ya no somos nada. — Concluí antes de abrir la puerta.
En el pequeño pasillo me encontré un grupo de rostro conocidos, todos veían algo en la parte alta de la pared, pero cuando yo aparecí movieron sus cabezas como si fueran de resorte.
— ¿Quién fue el idiota que se le ocurrió poner ventanas hacía los pasillos? — Formulé al ver que estaba abierta y ellos estaban escuchando perfectamente la discusión.
— Son para casos de emergencia. — Informó mi madre.
— Por lo menos deberían mantenerlas cerradas.
— No te preocupes, Steve, la mayoría de chicas no se corren la primera vez. — Intento bromear Natasha y yo entrecerré los ojos hacía ella.
Me fui hacía el omega pelinegro que estaba apoyado en el marco de la puerta que seguramente era su habitación. Lo tomé de la mano para que entrara conmigo y cerré la puerta.
— Y... ¿Cómo te encuentras?
— No soy el más grave del equipo.
— ¿Puedo ver tu marca? — Consulté cuando se sentó en su cama.
Hizo un sonido de aprobación e inclinó su cabeza hacia un lado, con cuidado moví su cabello y el bajo un poco su camisa. La mordida estaba un poco enrojecida, pero no se veía tan mal como la de Steve. Antes de decir algo más, lo atraje a mi cuerpo para empaparlo con mis feromonas y así evitar que continuaran los síntomas.
— Toni, no te vayas. — Pidió cuando me separé de él.
— Puedes venir conmigo.
— Es una oferta que deberías ofrecerle a Steve. — Estableció y yo rodé los ojos. — Tuviste que haberlo visto el día que discutieron, creí que moriría, todos en realidad, incluso te llamó y no atendiste las llamadas.
Intenté hacer memoria, pero no recordaba haberle dicho a Jarvis que ignorara sus llamadas.
— Esta vez controlaré mis emociones, no forzaré ninguno de los lazos hasta el punto de casi romperlos como hice ese día.
— Se que te quieres alejar de Steve, pero a veces no hace falta irse, sino, cambiar la manera en que te quedas. Sólo descansar un rato para volver de forma más clara y sana. Todo puede brillar otra vez. — Expresó a modo de despedida y yo dejé una caricia en su mejilla.
Cuando salí en el pasillo ya no había nadie, por lo que entré a la habitación de al lado, era la del arquero, le dejé mi saco que un rato antes me había quitado y él lo agradeció, sin mucho más que decir pasé a la parte más difícil.
— Al fin te dignas a venir. — Fue el recibimiento.
La pelirroja estaba frente al ventanal, yo caminé en silencio hasta su espalda y coloqué mi camisa de botones sobre sus hombros. El bralette que usaba funcionaba como un bonito top, así que no había problema de salir sin la ropa que anteriormente llevaba.
— ¿Estás... — Dejó la pregunta en el aire al olfatearme mejor, al parecer Steve se había callado una parte.
— Olvidaste darle a Steve el connsejo más importante
— ¿Esa es la verdadera razón de sus discusiones?
Lo medité unos segundos, pero, si tenía que repartir culpables uno de ellos era yo, pues aún teniendo experiencia, lo olvidé.
— Es porque fue un plan suyo, no de él.
— ¿Nunca se te acercó un alfa en busca de consejos para cortejar a tus amigos omegas?
En un par de ocasiones algunos alfas habían tenido las agallas para preguntar por Rhodey y Pepper, sin embargo, a los que me cayeron bien, no les di detalles íntimos.
— Nunca les orquesté citas de sexo, esa es una decisión propia.
— ¿Lo puedes culpar por tenerte miedo y aun así querer demostrar que cambiaste?
— Pudieron encontrar mil cosas para probar que el nuevo extremis no me cambió.
— La vez anterior, el extremis no actuó por si solo, fue a causa de tus miedos, traumas e ideales. — Declaró colocándose frente a mi, como intentando intimidarme. — Ambas sabemos que eres de las alfas que les gusta el sexo para demostrar el control que tiene sobre los omegas, vi algunos de esos vídeos tuyos que andan por la red y me quedó más que claro, estar abajo para ti sería una humillación, por eso le di la idea a Steve.
— El sexo con él es más que eso, es cuestión de placer... pero ya demostré que haría lo que sea por él, ¿Ahora qué?
— ¿Quieres que diga que ahora tienen mi bendición? Porque no pasará.
— Me da igual, ya nos separamos.
— ¿Continuarán así ahora que ya dejé los puntos claros?
— Falta algo, en mi tiempo libre lo pude ver, después de esa noche él desapareció, no me buscó, no me llamó, no hubo ni la más mínima intención de su parte por saber como estaba y cuando apareció fue por mi padre así que llegué a la conclusión de que Steve dijo que se quedaría por responsabilidad, no porque sintiera algo por mi. Siempre poniendo sus modales de caballero adelante, de modo que yo no seré su carga.
— Eres tan ciega — Se exasperó. — Llamó a tu oficina y a tu casa porque tu teléfono desviaba sus llamadas, en ambos lugares le respondieron que tú no querías volver a saber nada de él.
— ¿Quiénes? — Indagué mientras revisaba que mi teléfono recibiera llamadas.
— Pepper y Arno.
Efectivamente, mi teléfono tenía bloqueado el número de Steve y no tenía como saber quién de los dos lo había hecho.
— ¿Lo comprobaste? — Indagó cuando maldije por lo bajo.
— No prueba nada.
— Está sufriendo por ti.
— Lo que él está sufriendo ahora no es por amor, es culpa de el lazo. — Concluí antes de irme.
Entré a la habitación de Steve y él no estaba ahí, por lo que aproveché para revisar su teléfono y me sorprendí cuando me encontré con que el único número que se repetía durante todo el mes era el mío. Lo dejé en su lugar cuando escuché la puerta del baño abrirse y el rubio se extraño por mi presencia.
— Acepto, Steve, yo tengo mi personalidad y aún así tu quieres estar conmigo y digo lo mismo de mi para ti, y si al final no congeniamos, está bien, porque así lo quisimos nosotros, es nuestra culpa.
— ¿A qué se debe el cambió?
— Natasha.
— Sabes que...— Comenzó, pero decidió que era mejor hablar desde la comodidad de su cama. —Perfectamente dos personas pueden amarse, pero lo difícil es mantener el compromiso, porque a veces interviene la madurez y otros factores, por lo que se necesita estar centrado, pues hay varias etapas en el amor y cuando estás se acaban, algunos creen que ya no hay nada más y buscan otra pareja, pero se puede tomar conciencia y encontrar una nueva fuente de amor.
— Intentaré continuar cambiando para mejor. — Establecí antes de acercarme a él para abrazarlo.
4 de Abril 2022
Me apresuré a terminar el capítulo por el cumpleaños de Robert Downey Jr. 💕💕
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