XXX
Unos toques en la puerta alejaron la posibilidad de que me quedara dormida y esta se abrió sin esperar mi respuesta, imaginé que era alguien del servicio revisando si ya había desayunado para llevarse los platos sucios.
— ¿Puedes llamar a mi padre? — Solicité al reconocer la persona que había entrado.
— Toni, debes comer o le harás daño a mi nieto. — Manifestó mientras iba a mi tocador y sacaba una de las vitaminas que había comprado para mi. Me parecía divertido que hace unas semanas yo hice lo mismo para Steve, pero los papeles se habían invertido. — Espero que cuando llegue tu padre esté desayuno vaya a la mitad. — Dijo luego de dejar el medicamento en la bandeja para la comida.
Ella simplemente había decidido que yo tendría al bebé y tal vez necesitaba su determinación para aceptarlo. Además, le había prometido a mi terapeuta que no mataría a nadie más, así que no le daría otro dolor de cabeza.
— No abras las puertas. — Pedí, cuando vi sus intenciones al abrir las cortinas del balcón de par en par. — Tengo frío. — Me quejé cuando quitó el seguro y me cubrí totalmente. Afortunamente se compadeció de mi.
Mi padre llegó un par de minutos después y yo me giré hacía él.
— Peggy dijo que hay un bebé que debe ser alimentado, pero yo creo que aquí hay dos. — Bromeó mientras se dirigía a la bandeja para ponerla en el lado libre de la cama. — Vamos, te ayudo. — Propuso incitandome a sentarme.
— Comeré, después de que me abraces.
Él no dudo en hacerlo y yo me apreté a él disfrutando de su calor, pero su mano se posó en mi frente.
— Toni, tienes fiebre. — Declaró y yo negué frotando mi mejilla contra su pecho. — Ahora mismo llamaré a un doctor. — Dijo y me obligó a soltarlo.
Ayer había pensado en ese posiblidad, pero finalmente creí que se debía al cambio de sábanas, pues mi madre había hecho que reemplazaran las mías por unas más sedosas, específicamente de las que usaban los omegas.
Unos minutos después entró una omega con unos paños y un recipiente de agua. Antes de que saliera de mi habitación llegó mi padre con un vaso.
— Tienes que hidratarte. — Manifestó y me tendió el vaso. Lo tomé todo aunque no tenía sed, ya que no quería enfurecerlo, pues veía su comportamiento maternal.
Me obligó a quitarme las sábanas y puso un paño húmedo sobre mi frente. Repentinamente me sentía como una niña, pero mentiría si dijera que no me gustaban las atenciones de mi padre.
Mi apetito de había ido, pero probé algunas cucharadas del yogurt con fruta que me estaba en la bandeja. El omega revisó mi temperatura un rato después, sin embargo esta continuaba igual.
— ¿Desde cuando te sientes mal?
— No me siento mal. — Le resté importancia, pero su mirada me hizo hablar. — Ayer, antes de la cena comenzó el frío.
— Hace varios días he notado que te abrigas más.
Me quedé callada, pues tenía razón, no sabía lo que provocaba eso, era como si el frío saliera de mi interior y por más que me cubriera, no se iba. Sin embargo, anoche había empeorado.
Mi padre cambió los paños un par de veces mientras el doctor llegaba y luego nos dejó solos. Hizo varias preguntas de rutina, revisó el nombre en mi muñeca, pareció levemente sorprendido cuando le dije el tiempo que llevábamos separados, comparado a la brillantez en la pintura. De primera mano sabía que la tinta se opacaba cuando se estaba distante en la relación. Así que mencioné que posiblemente mi embarazo lo mantuviera así. Según el doctor eso fue lo primero que debí decir. Y para finalizar dijo que me haría un examen de sangre, cosa que negué. Si estaba realmente mal me haría uno en el laboratorio de mi padre.
— El doctor dijo que esto posiblemente bajaría la fiebre. — Dijo mientras me daba un vaso con agua.
— No voy a tomar ningún medicamento.
— No causarán problemas a tu embarazo.
— No me voy a arriesgar a que mi bebé nazca con tres piernas o algo peor. — Respondí e instintivamente me lleve las manos al vientre.
— Me alegra que decidieras tenerlo. — Comunicó el omega, sus ojos parecían brillar por la emoción, creí que era obvio para el que lo tendría. — Pero podrías causarle un daño si la fiebre no baja. — Concluyó y dejó el fármaco en la mesa más cercana a mi junto con el vaso de cristal.
— Dijiste posiblemente, ¿por qué?
— El médico cree que tu cuerpo está experimentando los síntomas del alejamiento de tu soulmate, en tu estado es primordial que estén juntos y la fiebre es el primer signo de alarma.
— ¿Cuáles son los demás?
— Tristeza que lleva a la depresión, mareos perdida del apetito, palidez, perdida de peso, debilidad y en algunos casos...
— ¿Es como un lazo roto?
— Así es.
— Genial, Steve me convirtió en omega.
— Deberías llamarlo.
— No lo haré.
— No lo hagas por ti, piensa en tu bebé y en mí, me mataría ver todo el dolor que estas atravesando
Solo asentí como muestra de que lo pensaría y el pareció más tranquilo, por lo que se fue. Mi vista se quedó unos segundos en el comprimido blanco, pero pasé de él, preferí beber solamente el agua. Y me acomodé boca abajo, puse el paño sobre mi nuca, además de cubrirme con las suaves sábanas de color beige. No sabía si ese cansancio se debía a que ya estaba sufriendo los estragos de ese estúpido distanciamiento o era cansancio por el desastre hormonal que ocurría en mi interior al estar formando una vida.
Lo único de lo que estaba consciente es que tendría que volver a la empresa pronto, antes de que mi barriga se notara y tuviera que tomar unas vacaciones obligatorias. Con ese pensamiento me quedé dormida.
Unos persistentes toques en la puerta me despertaron, inmediatamente tiré las sábanas al suelo, no quería mi padre me regañara por estar cubierta y sin haber tomado la pastilla.
— Pase. — Grite tomando el paño que ahora estaba seco al lado de mi almohada. La bandeja ya no estaba en la cama, así que supuse que estaba cerca la hora del almuerzo. — ¡¿Qué haces aquí?! — Subí la voz cuando vi una cabellera rubia pasar a mi habitación.
Con urgencia me levanté de la cama, pero fue mala idea, mi visión se volvió oscura durante unos segundos, en los cuales Steve se acercó.
— Toni... creo que te debo una explicación.
— ¡No te me acerques!
— Howard dijo que querías verme. — Se extraño el omega.
— No quiero volverte a ver en mi vida. — Gruñí y caminé hacia el balcón.
— ¿A dónde vas?
— Lo más lejos de ti. — Contesté cerrando las puertas, me quedaría afuera si era necesario.
— Toni, deja de ser tan cerrada, ni siquiera entiendo tu actitud.
— Déjame. — Me moleste pues el había agarrado los pomos de la puerta para evitar que las cerrara y no me sentía con suficiente fuerza para ganar.
— Regresé ayer. — Informó cuando yo resoplé molesta y solté los pomos de afuera, pero él no abrió más, esperaba que yo me calmara.
— ¿De dónde?— Consulté, pero el silencio terminó de endurecerme. — Mejor no hubieras venido.
— Quiero aclarar todo.
— No aclares más, porque lo oscureces. — alegé caminado hacía las barandas del balcón.
— Está bien, te diré todo, pero no te sientes ahí. — Aceptó con cierto nerviosismo por la forma en que balanceada mis pies descalzos mientras estaba al borde del segundo piso.
— No hay nada que temer, abajo está la... — Girarme sin agarrarme de las varillas de metal fue una mala idea, pues mi cuerpo estaba débil y antes de poder decir algo más, me precipité al agua con una pequeño grito.
Nadé hacía la superficie y justo cuando tomé una bocanada de aire una ola de agua me cubrió debido al peso que había caído a mi lado.
— ¡Quieres matarme! — Le grité cuando salí nuevamente.
— ¡Tú casi me matas! — Me gritó igual de eufórico. — Creí que habías caído de espalda contra el cemento.
— ¡Por mucho son cuatro metros, me he caído de lugares más altos!
— ¡Eres tan irresponsable!
— ¡Tu casi me ahogas con tu genial plan de lanzarte a salvarme! — Me giré furiosa y comencé a nadar hacía la orilla contraria, pero, cuando estaba por llegar recordé que las gradas estaban al otro lado.
— No necesitaba ayuda. — Gruñí cuando el se agachó en el agua para tomarme las piernas y sacarme del agua. No sabía si verlo había provocado que mis extremidades se debilitaran, también podía atribuirlo al susto de caer por el aire durante unos segundos y tener que esforzarme para nadar cuando no estaba acostumbrada o simplemente era la fiebre.
Steve salió del agua como si fuera un actor de película, los músculos de sus brazos se marcaron exageradamente al impulsar su peso fuera del agua y yo giré hacía las ventanas de la cocina, a lo que varios empleados corrieron a esconderse, les habíamos dado un espectáculo genial.
— ¡Toni! — Llamó mi madre con esa voz, estaba segura de que Steve y yo nos habíamos estremecido al escucharla. — ¿Cómo puedes actuar de forma tan temeraria sabiendo que cargas con mi nieto? — Espetó mientras yo me levantaba y un temblor recorrió mi cuerpo a lo que ella colocó su mano sobre mi frente. — Aún tienes fiebre. — Reveló sus ojos viajaron hacía el rubio que seguía en el suelo. — Vayan a la casa de invitados, no quiero que mojen el suelo, pediré que les lleven lo necesario.
— Claro, ofreceme en bandeja de plata. — Murmuré.
— Es por tu bien. — Susurró de vuelta y yo rodé los ojos.
— El agua no estaba tan fría como para que se te congelara el cerebro por segunda vez. — Manifesté cuando noté que Steve no me estaba siguiendo. — ¿Te vas a quedar ahí?
— ¿Cargas a su nieto?
— No, es mi hijo o hija.
— ¿Tú?
— Oh, Dios mío. Espero mi hijo herede mi inteligencia o al menos no sea tan lento. — Expresé y decidí irme, mientras Steve aprendía a hacer uso de sus neuronas nuevamente.
— ¿De verdad estás embarazada? — Consultó desde la puerta del baño, que yo debe abierta.
— No, Steve, todo lo que dije es mentira. — ironicé y noté que el rubio estaba más desorientado que yo en una clase de cocina. — Estoy esperando un bebé. Al parecer tu estabas tan desesperado por meterla que olvídaste el preservativo.
— Estadísticamente esto no es posible.
— Eres un super soldado y yo tengo extremis en mi cuerpo, era obvio que las posibilidades de fallar eran pocas. — Contesté y me quité la camisa mojada por lo que el se giró. — Creo que ya viste todo.
Sin verme camino hasta mi para pasarme una bata que estaba a su alcance y cuando me cubrí se ubicó tras de mi para secar mi cabello con otra toalla. Me sentía rara ya que yo siempre tomaba la iniciativa, así que me liberé de él para ir a la sala en busca de la ropa que mi madre debía haber enviado.
— Creo que ya te puedes ir. — Dije cuando salió del baño seco y vestido.
— Me voy a quedar contigo. — Declaró y entendí el contexto al que se refería.
— No, no quiero eso... quiero que quieras quedarte.
— Es mi mayor deseo.
Tuve que fingir que no estaba emocionada cuando lo dijo. Fue como si todo el enojo quedara olvidado, la decepción de estar sola ese día fue reemplazada por cariño hacia el omega.
— Entonces, ¿Por qué me dejaste como a una prostituta?
— Te dejé una nota e ignoraste la comida que dejé para ti.
— Yo no vi nada.
— La deje en mi lado de la cama y la encontré debajo de ella.
— ¿Cómo se te ocurre dejarla en la cama? ¿Sabes lo inquieta que soy cuando duermo? Seguramente la tiré de la cama. — Manifesté uniendo los puntos. — ¿Y qué decía?
— Que volvería en una hora, que había comida en una bolsa sobre el escritorio....
— ¿Solo eso? — Cuestioné al sentir que agregaría algo más.
— Sí. — Respondió y se acercó a mi. — Aún tienes fiebre. — Dijo tocando mi mejilla.
— Se supone que se irá ahora que estoy contigo. — Comenté y decidí irme a una habitación. — No podemos estar distanciados mientras yo esté así, pues comienzo a sentirme como los omegas cuando tienen un lazo roto.
— Me quedaré.
— ¿Te metes conmigo a la cama? — Consulté, pero no era necesario, sabía que lo haría.
21 de Marzo 2022
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro