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XXVII

La siguiente reunión de equipo fue dos semanas después, esperaba está vez hubiera un avance importante, pues no me avisaron con mucha antelación, apenas en la mañana me llamó la agente Hill y fue excesivamente cortante, sin darme tiempo a preguntar nada.

Estaba en el umbral de la puerta cuando vi a Steve sentado en la cabecera de una gran mesa, iba a levantar la mano para saludarlo, pero él me dirigió una mirada de pesar, lo que me confundió momentáneamente. Hasta que un golpe llegó a mi pómulo haciendo caer, desde el suelo ubiqué a Natasha con una mirada furiosa.

— Que violenta. — Renegué llevándome la mano sintiendo que la zona palpitaba. — ¿Estamos a mano? — Dije extendiéndo la mano para hacer las paces, pero me dejó con ella tendida. Me levanté sin ayuda y abrí los brazos hacía la pelirroja. — Vamos, Natasha, ya no podrás vivir sin mi. — Mis palabras parecieron provocarla por su condición ante mi y antes de poder evitarlo recibí otro puñetazo en la nariz lo que me hizo jadear de dolor.

— Tal vez ahora estemos a mano.

El líquido caliente se deslizó de mi nariz, llevé mi mano a la zona, a penas rocé la zona lo que me hizo soltar un quejido, dolía demasiado, parecía que me había quebrado la nariz. Mis ojos estaban empañados de lágrimas, no quería llorar, pero Natasha si que sabía cómo dar un golpe. Mi cabello suelto fue apartado de mi rostro y segundos después alguien me tendió un pañuelo, sonreí al sentir su aroma y saber quién era el único que cargaba esas cosas en el bolsillo.

— Lo echaré a perder. — Susurré sintiendo que la sangre se escurría a mis dedos.

— No te preocupes. — Respondió sonriéndome y yo intente devolver el gesto, pero me debía ver patética.

— Fury no podrá... ¡Joder! ¿Qué pasó aquí? — Habló Hill que venía entrando.

— Unas pequeñas diferencias. — Respondió Clint, me giré hacía la esquina, pues no me había percatado de su presencia.

— Si esas son diferencias, no quiero ver peleas. — Expresó la alfa.

— Deberías ir a la enfermería. — Sugirió Bruce y hasta ese momento lo noté en el lado opuesto de la sala. Genial había hecho ridículo frente a todo el equipo.

— Te acompaño. — Decidió Steve y puso su mano en mi espalda baja para empujarme hacía la salida, ya que iba a negarme, no quería que más agentes me vieran así, pero pude hacer nada para convencerlo.

●●

Habíamos encontrado nueva información sobre La Sociedad de la Injusticia, tuvimos que recabar mucho para conseguirla, pero finalmente sabíamos que se movían por túneles que se habían construido en la Segunda Guerra Mundial. Junto con Natasha intentamos encontrar los planos, pero fue casi imposible, hasta que lo hablamos con Toni y nos comentó que su padre conservaba unas copias, así que justo hoy los traería. Por eso en este momento me dirigía a la sala en la que nos reuníamos.

Estaba por entrar a la sala cuando escuché la voz de Toni, se encontraba hablando con alguien así que decidí esperar que terminaran.

— De verdad lo lamento, ahora intento cambiar.

— Sabes, está bien tener traumas, todos en el equipo los tenemos, pero hacemos todo lo posible por no lastimar al proyectarlos en los que queremos, porque sabemos cuando duelen.— Expresó Natasha.

— Haría lo que fuera por no haber bajado nuevamente a esa planta de Roxxon.

— Tienes complejo de salvadora, lo sé, todos lo vimos cuando desviaste el misil hacía el agujero de gusano, pero no es excusa. — Lo último lo dijo de forma más dura. — Mira lo que tengo que ocultar.— Dijo seguramente mostrándole la marca.

— Me avergonzaré de mis acciones por el resto de mi vida.

— ¡Yo me avergonzaré de ser una Delta!

Me acerqué a la puerta abierta para verificar lo que pasaba cuando escuché silencio y vi a la pelirroja dándole golpes en el pecho y cerca de los hombros, después de algunos, la intensidad fue bajando, por lo que Toni tomó sus puños entre sus manos y la obligó a rodearla, a lo que ella cedió a las lágrimas cuando la abrazo completamente. La alfa la consolaba acariciando su espalda y Natasha estaba firmemente agarrada al cuerpo de la castaña.

En dado momento la alfa se giró hacía la entrada y notó mi presencia, así que me hizo un gesto para que me uniera. Antes de poder pensarlo bien mis pies ya se estaban moviendo hacía ellas. La pelirroja se sorprendió unos segundos cuando sintió otro par de brazos, pero rápidamente me aceptó.

Sus aromas eran tan relajantes, se sentían como estar en casa, ninguna preocupación me agobiaría, sentía la calidez de su olor. Mi razón quería repudiar el aroma de Toni, pero mi omega estaba encantado con la cercanía de la que fue mi alfa y la calidez de la que fue parte de mi manada.

Natasha estaba en medio de ambos, sin embargo unos brazos nuevos se metieron entre los míos y los de Toni, reconocí la cabellera rubia de Clint y le hicimos espacio.

— No pueden excluirme del abrazo de manada. — Se quejó el omega cuando se encontró cómodo.

— Vamos, Bruce, únete tu también. — Pidió la alfa y noté que el omega nos veía desde lejos.

Con una sonrisa nerviosa el pelinegro se unió por el lado de Toni y ella depositó un ruidoso beso sobre su mejilla, provocando que el galeno se sonrojará. Una rara sensación en mi interior se hizo presente, y cuando la reconocí la empujé lejos. No había razón para sentirla, Toni y yo no éramos nada. Pero cuando un brazo de Natasha me apretó un poco más quedó olvidada, pues otra vez se hizo presente el aroma familiar, uno que ansiaba, el calor de una manada, aunque no lo fuéramos. Podría olvidarme unos momentos de mi soledad.

●●●

— Toni, seré clara, no es tu culpa que no les agrades, pero tampoco es culpa de ellos, están en su derecho y ninguno de los dos está mal, así que deja de preocuparte por lo que piensen de ti. A ti nunca te han importado esas cosas.  — Declaró Pepper después de escucharme durante horas quejarme por los entrenamientos grupales que teníamos, aunque eran una vez a la semana todos aprovechaban para golpearme hasta el cansancio, como si me odiaran a muerte.

Creí que sólo era práctica, pero no, era una lucha verdadera. Debido a eso decidí que necesitaba un entrenador personal y no Happy, porque él me dejaba ganar, tenía que ser algo serio, alguien que me hiciera ser tan bueno como Barton y sin burlarse de mi poco avance. Pues, apenas comenzaban las rondas yo terminaba en con mi oponente sobre mi y yo de cara o de espalda al suelo. Eso debía terminar lo más pronto posible, pues mis compañeros se sentaban para verme quedar en ridículo mientras se reían. Quizás me lo merecía, pero ayer fue la cuarta semana, mi compañera había sido Natasha y aprovecho para hacerme recordar los golpes incluso hoy. Lo más vergonzoso de todo es que incluso de Bruce, el menos intimidante del grupo había recibido unos buenos golpes y eso era un duro golpe para mi ego, aunque estaba segura de que la pelirroja se lo había enseñado para dejarme mal parada, y no es que fuera mala perdedora, lo aceptaba de Steve, pero no de él.

Así que aquí estaba, en mi oficina, con mi labio partido, mis empleados preguntándose en que cosas me metía para llegar semanalmente en ese estado y Pepper soportandome. Desde el primer entrenamiento en que Steve no tuvo compasión de mi había meditado en clases personalizadas y en primera instancia pensé Jessica mi antigua empleada, ella si que sabía de lucha, por eso la había contratado para cuidar a Steve. Pero unos días después conocí a Daisy, una alfa que había sido entrenada exclusivamente por S.H.I.E.L.D. nos dirigimos un par de palabras y congeniamos, así que no tendría problema en ser su alumna.

Luego de cumplir con varias obligaciones de la empresa, me dirigí a las instalaciones de S.H.I.E.L.D. en dónde me encontré con Clint. Me comentó sobre cómo las flechas que diseñé para él lo ayudaron en una misión y mi corazón se sintió alegre de poder apoyar a la distancia al omega. Entre pláticas terminamos en la cafetería, en donde comenzamos a hablar sobre sus problemas de audición y me ofrecí a buscar la manera de hacer un aparato que no se cayera nunca, ya que peleando ya le había sucedido.

— Hola Steve. — Saludo Barton al omega, supuse que estaba detrás de mi.

— Steve. — Dije con cariño y el rubio hizo un movimiento de cabeza, el mismo que le hizo al otro omega.

— ¿Interrumpí algo?— Consultó Steve al ver que Clint y yo no retomamos la plática, pero fue debido a que el omega no le contaba a nadie sus problemas, ni siquiera sabía cómo terminó confiandomelos a mi.

— No, yo ya me iba. — Expresó Clint. — Iré a hacerle compañía a Bruce, en donde sea que esté.

— ¿Pasó algo con Clint? — Consultó cuando el arquero se fue.

— Nada malo. — Contesté, pero para Steve no parecía ser suficiente. — Estaba pensando que podíamos ir al cine... así no tienes que hablar conmigo.

— ¿Qué caso tiene salir si no hablaremos?

— Me gusta sentirte cerca. — Me sinceré. — Steve, se que me pediste tiempo, pero debemos aceptar que la vida tiene nuestros caminos entrelazados, no importa a donde vayamos, terminaremos juntos, aunque no lo queramos, somos soulmates, solo queda asumirlo.

— Lo sé, pero a veces me gusta pensar que tengo opción.

— Si es una obligación para ti será mejor dejarlo para más adelante. — Ofrecí y el rubio solamente asintió.

Nos quedamos en silencio, era raro para mi, siempre tenía algo que decir, pero no quería molestar a Steve, aunque parecía que simplemente con mi presencia lo irritaba, pues pude sentir su aroma cambiar cuando saludé a Daisy que estaba a un par de mesas de distancia. La alfa me sonrió mostrándome su blanca sonrisa y yo se la devolví. Me hizo un gesto para que me sentara con ella y yo me dirigí hacia ella.

— Que bueno que el capitán no tiene su escudo, o ya me lo hubiera lanzado para cortarme el cuello. — Dijo la alfa cuando me senté frente a ella.

— ¿Steve? — Formulé y me giré, sus brazos estaban cruzados, resaltando más su pecho, pero su mirada estaba en un punto más alejado que en dónde nosotras nos encontrabamos. — Imposible, acaba de rechazar mi invitación. — Dije volviendo a mi antigua posición.

— Algo me dice que sí le preguntas otra vez aceptará.

— No lo voy a presionar. — Manifesté robandole la última papa que quedaba en su plato, a lo que ella se quejó. — Entonces, Johnson, ¿Cuándo comenzamos?

— Hoy tengo la tarde libre.

— Genial, te llevo. — Afirmé y ella asintió. — ¿Nos vamos? — Pregunté y ella de forma decidida se levantó.

— La Viuda Negra y el Capitán nos siguen con la mirada. — Informó Daisy, se sentía como una celebridad.

— Natasha vigila a todos, aunque no se den cuenta. — Expresé dándole una mirada rápida a lo que la chica aprovecho para llamarme con un gesto.

— Justo estaba hablando de ti arañita.

— Espero que sean cosas buenas.

— Para una bella dama como tu, lo mejor. — Contesté sacándole una sonrisa.

— No me distraigas. — Dijo cuando le sonreí de vuelta. — Aquí está Steve, que muere por salir contigo, invitalo.

— Natasha, si quieres salir conmigo no te ocultes entre tus amigos, pero lastimosamente tendré que declinar u invitación, pues esa bella alfa me apartó durante toda la tarde. — Informé girandome hacía Daisy y ella saludó con la mano a los tres pares de ojos que se posaron sobre ella. — Podemos quedar mañana. — Ofrecí.

— ¿Quieres salir mañana con Toni? — Le preguntó a Steve y este negó varias veces.

— Me voy, al parecer sólo quieren hacerme perder el tiempo. — Espeté al percatarme de las estúpidas bromas de Natasha.

11 de Marzo 2022

Daisy Johnson en el multimedia.

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