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XVI.

— ¡No irás a ninguna parte y menos a ver a ese hombre! — Exclamó Toni cuando le dije a donde me dirigía.

— ¡No puedes prohibirme nada!

— ¡Te he dicho que no subas la voz! — Gritó dejando salir gran cantidad de sus feromonas, lo que inmediatamente me amedrentó.

— Solamente quiero verificar su estado de salud.

— ¿Por qué te importa tanto?

— Tú lo mandaste a una cama de hospital por mi culpa.

— Si quieres saber cómo está dile a Jarvis que se cuele en el sistema de S.H.I.E.L.D.

— ¿Por qué no quieres que vaya?

— Ese tipo te besó a la fuerza, no confío en él.

— No te sientas insegura, él no me interesa.

— No vuelvas a insinuar eso. — Habló con firmeza. — Y no vas, punto. — Decretó y yo me crucé de brazos. — Es un mal alfa, no quiero que te haga algo malo, así que no lo vuelvas a mencionar.

Hacía varias semanas había tenido esa discusión con Toni sobre Rumlow. Había escuchado a diversos agentes hablar sobre lo mal que se veía su aspecto y yo quería ir a presentar mis disculpas de parte de la castaña, pues ella no había recibido ninguna reprimenda por lo que había hecho y era gracias a su padre, el fundador y uno de los directos, por el se había salvado, pero no era justo para el otro alfa.

Hoy decidí ir a comprobar que no tuviera más problemas permanentes por los golpes que había recibido. Ya que Toni siempre estaba ocupada en la empresa, no notaría que yo no estaba, pues regresaba tarde y se iba temprano, casi no hablábamos y creo que lo prefería así, pues de esa forma no terminabamos peleando como la mayoría del tiempo.

Estaba parado frente a la dirección que me habían proporcionado en S.H.I.E.L.D. dude un momento de lo que debía hacer, pero percibí una conocida esencia.

— ¿Steve? — Preguntó sorprendido el alfa.

— Rumlow. — Saludé girandome a la voz y tuve que hacer un gran esfuerzo por no mostrarme sorprendido cuando vi su nueva apariencia, tenía varias cicatrices en el rostro y no pude evitar sentirme culpable por ello.

— Creí que no te volvería a ver.

— Yo también, escuché que ya no perteneces a...

— Me expulsaron, ella es la que me golpea, pero yo soy quien paga.

— Lo lamento.

— No es tu culpa. — Le restó importancia y noté que varías personas se estaban molestando porque estábamos obstaculizando el paso. — ¿Quieres pasar?

— Yo... sólo quería ver que estuvieras bien.

— Vamos, Steve, pasa, no te esperaba aquí.

No quise ser maleducado, así que lo seguí hasta el interior, mi conciencia me recordó la prohibición de Toni, pero inmediatamente deseché la idea, ella no tenía derecho a decirme lo que debía hacer.

— Pasa, ponte cómodo, iré a dejar esto a mi habitación y te sirvo algo. — Dijo mostrándome una bolsa.

Cuando salió tenía una sospechosa sonrisa y al volver se sentó demasiado cerca de mí.

— Entonces, ¿Te cansaste de la niña mimada y ahora buscas un alfa de verdad? — Formuló aproximándose más.

Quise alejarme, pero mis sentidos se sintieron nublados, era como si una fuerza invisible me tuviera bloqueado. Las órdenes que enviaba desde mi cerebro no llegaban a mi cuerpo y recordé que me pasó lo mismo el día que me besó a la fuerza. A mi mente también llegó la investigación que estábamos llevando a cabo con Natasha, era sobre omegas que fueron violados y no pudieron hacer nada para oponerse pues sentían que algo les imposibilitaba el movimiento.

— ¿Te mojaste aquella vez con el beso? Porque ahora haré que lo hagas nuevamente.

Se levantó y se colocó frente a mi. Mis extremidades se sentían pesadas y con un gran esfuerzo logré poner mis manos en su pecho cuando comenzó a besarme, está vez no fue tanta la sopresa como en aquel momento, así que pude reaccionar de mejor forma. Lo empujé con todas mis fuerzas y cayó sobre la mesa de centro haciendo que está se rompiera. Apenas lo tuve lejos sentí como todo mi cuerpo volvía a la normalidad.

— Me gusta que los omegas se resistan. — Habló mientras se levantaba hacía mi que estaba a punto de abrir la puerta.

Cuando estuvo otra vez cerca de mi espacio personal mis fuerzas se vieron ausentes. Gruñí cuando me empujó al suelo y no pude hacer nada para detenerlo, pero un repentino estruendo quitó su atención de mi y aproveché para levantar mi rodilla y golpear sus partes bajas.

— Alejate de mi omega. — La conocida voz de Toni se hizo escuchar y apuntó con su repulsor al alfa que se retorcia de dolor en el piso a unos pasos de mi. — ¿Estás bien? — Preguntó abriendo la careta y extendiendo su mano. Con algo de lentitud la tomé y ella notó que algo no andaba bien. Me tomó de la cintura cuando me levantaba y me ubico detrás de ella. — Si me entero que le hiciste algo a Steve, volveré.

— No hice nada que el no pidiera. — Mintió mientras se ponia de pie y noté que descolocó a Toni.

— No te permito que insinues nada sobre él.

— Abre los ojos, él vino a buscarme, sabía lo que iba a pasar. — Habló y noté el poder que tenían sus palabras sobre ella.

Tan solo terminó de hablar cuando Toni lo tomo del cuello de la camisa para suspenderlo contra la pared.

— Te prohibió que te vuelvas a acercar a él.

— No haré nada si es el quién se acerca.

La rabia de Toni era palpable en el ambiente y yo evité acercarme pues algo en el alfa provocaba que yo me doblegara.

— Toni... — La llamé.

— No vale la pena golpearte, pero si me entero de que Steve tiene un daño, no dudaré en hacerlo. — Lo amenazó y lo soltó. Yo salí primero del apartamento y noté el gran agujero que había en la ventana del pasillo.— Happy te espera abajo.

— ¿No regresarás conmigo?

— Estoy demasiado furiosa para continuar hablando. — Dijo caminando en dirección contraria.

— No pasó nada. — Hablé cuando estaba a punto de lanzarse por la ventana.

— No tienes que decírmelo.

— Quiero explicar lo que pasó.

— No tendrías que explicar nada si siguieras mis consejos.— Dijo girandose, afortunamente su casco estaba cerrado, pero podía imaginarme su mirada.

— No me diste un consejo, me pusiste una prohibición.

— Por tu bien.

— ¡Lo que quieres hacer es tenerme controlado!

— Deja de subir la voz o tu amante nos escuchará.

— No es mi amante.

— Ya no me interesa. — Exclamó y nuevamente caminó  hacia la ventana. — Te espero en la torre.

— ¡Toni, no me dejes hablando solo!

— ¡Presta atención a lo que te digo!

— ¡Toni! — La llamé nuevamente, no podía sentir sus feromonas, así que no me importaba nada.

— Acabas de terminar con mi último gramo de calma. — Informó y camino hacia mí, de un segundo a otro estaba sobre su hombro.

— ¡Toni! ¡Bajame! ¡No pienso ir a esa torre! ¡No volveré nunca! ¡Olvídate de mi! — Grité al mismo tiempo que pataleaba, de repente llegó una fuerte nalgada a mi trasero que por poco me hace gritar y justo al mismo tiempo el sonido de una puerta siendo abierta me hizo guardar silencio.

— Comportate. — Susurró Toni. — Lamentamos el ruido, ya nos vamos. — Habló la alfa girandose hacía la persona que nos veía en el pasillo, no supe quien era, estaba demasiado avergonzado como para levantar la mirada.

Toni saltó por la ventana y pude ver como nos aproximabamos a la acera, muchas personas se giraron a apreciar a Iron Woman y mis mejillas se calentaron ante los murmuros que escuché.

— Se el tiempo exacto en el que debes llegar, así que si algo anda mal, inmediatamente saldré a buscarte. — Habló cerca de mi oreja y noté que el hizo señas a alguien. — Ella es tu guardaespalda. — Presentó a la alfa que se paró a su lado. — Asegúrate de que este caprichoso suba al ascensor. — Le dijo mientras su chofer me abría la puerta del vehículo y no me quedo de otra que subir pues había varias personas tomándonos fotos.

La pelinegra se subió en el asiento de adelante, bajó la visera para el sol y comenzó a vigilarme con el espejo de esta.

— No necesito un guardaespalda, no soy como los demás omegas.

— Y yo no soy como los demás alfas.

— ¿Desde cuándo me sigues?

— No tengo permitido compartir esa información.

Resoplé fastidiado y me centré en la ventana, viendo las tiendas, los autos y los edificios pasar. Cuando llegué a la Torre la alfa se bajo rápido para tocar el botón del ascensor y al entrar me sonrió, lo que se veía raro en su rostro dado a su expresión siempre sería.

— Jarvis, ¿En dónde está Toni?

— En su habitación.

Preferí ir a la mía, pues no quería lidiar con la castaña. Pero en la cama me encontré cuatro grupos de fotografías, de dos cada uno. Me acerqué para verlos y me di cuenta que eran fotos sacadas de contexto. En la primera Natasha y yo nos sonreimos con complicidad, en la otra nos reíamos a carcajadas, no recuerdo la razón. En el segundo grupo teníamos diferente ropa, haciéndome saber que cada par era de días distintos, en ellas simplemente estábamos almorzando, y en la otra la alfa me mostraba algo en su teléfono mientras ella veía mi expresión. En el tercer par, estábamos tomados de la mano, la pelirroja lo hizo para señalarme disimuladamente el punto que seguíamos y en la otra Natasha me abrazaba por la cintura. El cuarto grupo fue el peor de todos, pues en ella fingimos ser pareja frente a un mesero y en otra nos estábamos besando. No podía imaginar la reacción de Toni cuando las vio.

— Tengo otras. — Expresó la alfa que acababa de abrir la puerta y lanzó las fotografías a la cama.

En la primera Rumlow me sonreía frente a su edificio de apartamentos y en la otra caminábamos hacia la entrada, pero la fotografía captaba perfectamente la forma morbosa en la que me veía al ir  unos pasos delante de él.

— He intentado tener paciencia, cuando llegan las fotografías del día, me decía, están trabajando de encubierto, no te preocupes, no es nada, pero eso que hiciste hoy no es una misión.

— Pero, encontré una pista...

— No te he dado permiso para hablar.

Ahí estaba nuevamente ese color en sus ojos, sabía que la ira estaba comenzando a crecer en su interior y comenzó a sacar grandes cantidades de sus feromonas, sabiendo que eso me volvía más maleable ante ella.

Quítate la ropa. — Demando usando la voz y ni siquiera pude preguntar la razón. — Quedate con los calcetines. — Agregó mientras recogía las fotografías y luego se sentó en la cama. — De rodillas. — Dijo cuando ya no tenía ninguna prenda encima. — Sabes lo que haré, ¿verdad? — Preguntó y no respondí. — Se dice: Sí, alfa.

— Puedo explicar lo que pasó. — Susurré con la mirada en el suelo.

— No quiero explicaciones y la última vez dijimos que te castigaría si algo así volvía a ocurrir, recuerda que estuviste de acuerdo.

— Toni... — Intenté quejarme.

— Ven aquí. — Me cortó mientras se acomodaba para recibirme. — No me hagas repetirlo. — Agregó cuando no hice caso, pues me avergonzada estar desnudo sobre su regazo y finalmente me recosté sobre sus piernas. — Dime que te mereces unos azotes.

— Me merezco unos azotes. — Dije entredientes odiando el poder de esa voz.

— Adoro cuando me obedeces. — Habló acariciando mi espalda. — ¿Cuántos crees que te mereces?

— No lo sé.

— Será dependiendo de tus faltas, tú las diras, porque yo tengo demasiadas en mente, con todas esas fotografías. — Informó y escuché un sonido metálico. — Comienza.

— Por ir a la casa de Rumlow. — Inicié e inmediatamente llegó el primer golpe, que me hizo respingar, pues no era la mano de Toni lo que me había golpeado, era el guante de su armadura, lo que era mucho más doloroso.

— Noté que reacciones mejor con esto. — Declaró mientras me acariciaba con el frío metal. — Continúa.

— Por besar a Nat. — Dije y apreté los puños ante el dolor en la misma área que la anterior.

— Y por no contarmelo. — Agregó dando un tercer azote sobre el mismo lugar, haciendo que el calor se extendiera sobre la piel de mi nalga derecha. — Sigue.

— Por... — No sabía que más decir, sin embargo recibí un azote en mi nalga izquierda.

— Demasiado lento, comenzaré a contar. — Manifestó. — Por desobeder — Añadió y me dio otra nalgada en el lado izquierdo. — A tu alfa. — Dijo y volvió a golpearme. — Pudo violarte. — Esta vez golpeó en el centro y abajo, en mi zona más sensible. — O peor, marcarte hasta reemplazar nuestro lazo. — Apuntó al mismo lugar y me removí por el escozor que estaba propagando por todo mi trasero. — De ahora en adelante me obedeces. — Decretó y me dio dos palmadas seguidas, se habían vuelto más dolorosas debido a todos los azotes que ya había recibido. — Se besaron, ¿Verdad? — No espero a que respondiera, simplemente palmeó en cada lado. — Aprende a respetar las órdenes directas, ¿No recuerdas que casi muero porque desacataste mi orden?

Intenté levantarme ante la siguiente bofetada, la piel me ardía. Los azotes con una mano de metal dolían más. Mi piel ya estaba magullada y Toni aún no sé detenía.

Quédate quieto, aún no terminamos. — Sentenció y me azotó otra vez.

—Agh — No pude continuar en silencio, mi labio ardía porque lo mantenía aprisionado con mis dientes para evitar hacer ruido. — Me duele.

— Es un castigo, te tiene que doler. — Respondió y de ahí en adelante no me importaron los sonidos que salían de mi boca, ni las lágrimas que se cayeron de mis ojos, termine poniendo mis manos sobre mis nalgas cuando sentí que era demasiado, pero ella tomó mis muñecas con una de sus manos y las dejó sobre mi espalda. — Tu tienes el poder de terminar esto. — Precisó cuando comencé a patalear y sollozar y fue como encendió la luz en mi mente.

— Perdón, no volveré a desobedecer, prometo no volverlo a hacer.

Su mano soltó mis muñecas y escuché el metal del guante retraerse. Y comenzó a acariciar mi maltratada piel, sentía como si esa zona estuviera hirviendo.

— Levantate. — Pidió suavemente. — Arrodillate frente a la cama y apoya tu pecho en el colchón. — Agregó cuando me levanté y limpié mis lágrimas bajo su mirada.—Te ves lindo cuando lloras. — Expresó y limpió cerca de mi lagrimal con su pulgar. No preste mucha atención a lo que hacía, sólo hice lo que me dijo, ya no me importaba estar desnudo frente a ella. Se sentó a mi lado y una de sus manos se posó sobre mi trasero, me estaba poniendo crema. — Levanta un poco. — Dijo y arqueé la espalda para que me colocara más fácilmente la crema. Cuando terminó sentí que mi piel se refrescaba. — En un rato se te quitará lo rojo. — Concluyó y se fue sin decir nada más.

28 de Enero 2021

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