XV
Despertar con Steve era una de los mayores placeres de la vida, ¿Quién no desearía hacerlo? Yo mataría a cualquiera que me lo quisiera arrebatar, no permitiría que nadie lo viera de esa manera. Mi frío reactor se calentaba con tener su rostro apoyado en mi pecho. Su carita angelical y tan pacífica me daba calma.
Repentinamente su rostro comenzó a cambiar, parecía estar asustado y acaricié su mejilla para tranquilizarlo, pero eso pareció empeorarlo, ahora se removía con más intensidad y de su boca salieron quejidos bajos, por lo que decidí moverlo un poco para despertarlo de su pesadilla. Sus asustados ojos se posaron en los míos y eso pareció apaciguarlo un poco, pero no lo suficiente.
— ¿Estás bien?
— ... Si — Respondió con aire meditabundo y mi mirada lo animo a continuar hablando. — Solo... son pesadillas tontas.
— ¿Cosas de la guerra?
— No, son asuntos sin importancia. — Finalizó y se iba a levantar cuando cayó en cuenta de que no llevaba ropa, así que se cubrió con la sábana que usábamos y se fue al closet.
Me hizo gracia que Steve se cubriera con tanto recelo si yo lo había visto completamente desnudo, pero no dije nada. Decidí recoger la ropa tirada y ponerme una bata mientras lo esperaba. El rubio salió con una muda de ropa en la mano y se dirigió al baño, así que yo lo seguí.
— Toni, no vamos a hacer nada — Expresó con firmeza girandose hacía mi.
— ¿Nada? ¿No vamos a ducharnos?
— Sabes a lo que me refiero.
— No, no sé. — Respondí abriendo mi bata y dejandola caer por mi hombros.
— Entonces iré a ducharme en mi habitación.
— No, no lo hagas. — Repliqué cuando lo vi dispuesto a irse. — Está bien, tu ganas, me portaré bien.
Lo miré con duda al verlo sonreír triunfante. Él sabía lo que hacía. Dejó caer la sábana y abrió la ducha, sin esperar que está calentara, entró al agua y me hizo una seña para que lo acompañara, ¿Steve me estaba provocando?
Entré al agua que ya estaba tibia y busqué el contacto de Steve, pero el se alejó para colocarse shampoo. Ambos podíamos jugar ese juego, me dije tomando el gel corporal, puse un poco en mis manos y las froté para ir colocándome la espuma en el cuerpo de forma sugestiva.
Steve cerró los ojos sintiéndose a gusto por los masajes que el hacía en su cuero cabelludo y mi control se fue al carajo cuando hizo soniditos de placer.
Una de mis manos aprisionó su nuca para poder tomar posesión de su boca y mi otra mano se detuvo en su cintura, las suyas me tomaron por los hombros y lo empuje hasta chocar contra la pared de cerámica.
—Tienes demasiado autocontrol para ser un omega.— Hablé cuando él logro separarse de mi.
— Tú no tienes ni una pizca fuerza de voluntad. — Manifestó y abrió la llave para quitarse la espuma el cabello.
— Ni siquiera me empalmé. — Le dije mientras señalaba mi entrepierna.
— No uses ese lenguaje tan vulgar. — Replicó mientras se lavaba el cuerpo.
Mientras yo me lavaba el cabello Steve salió del baño y yo me tomé mi tiempo, cuando finalmente terminé escuché la puerta de la habitación cerrarse, lo que indicaba que el omega se había ido a preparar el desayuno ya que hoy era día libre para Alfred.
Salí del baño y me paré frente al espejo, aún me sentía rara al ver nuevamente mi pezón. Todavía recuerdo la mentira que inventaba a cada una de mis conquistas de una noche. Les decía que después de una semana de fiesta un piercing se había infectado, así que había perdido el pezón. Afortunamente ninguna de esas personas era muy inteligente, de modo que simplemente habían aceptado mis palabras. Luego de un tiempo dejaron de preguntar, supongo que la información se hizo pública y ya todos lo sabían, pero nadie habló más al respecto. Anoche Steve fue la primera persona a parte de mi que me tocó y se había sentido bien, como si aquel incidente no hubiera pasado y mi vida siempre hubiera sido normal.
Coloqué una toalla en mi cabello, ya que el agua se estaba escurriendo por mi cuerpo hasta el suelo. Ahí mismo me coloqué crema hidratante y luego fui a mi closet a vestirme con ropa cómoda. Desenredé mi cabello y dejé que se secara naturalmente.
Entré a la cocina y encontré a Natasha riendo junto a Steve, evité prestarles atención y cuando escuché más altas sus carcajadas me retiré al comedor.
Ya no habrá desayuno romántico, pensé al ver a la alfa colocar tres platos y desafortunadamente Steve se sentó en medio de ambas. Después de un rato, coloqué mi mano en su rodilla y él intento comportarse con normalidad, fui deslizando mi mano por su pierna hasta que mi mano llegó a su entrepierna y apreté sin ninguna vergüenza, lo que hizo respingar a Steve.
— Toni, ¿Podrías dejar tranquilo a Steve por un minuto? — Se hizo escuchar la alfa.
— ¿Qué te hice para que siempre estés en mi contra?
— ¿Quieres que te haga una lista?
— Me da lo mismo. — Respondí regresando mi mano a mi regazo. — De igual forma, si a él le molestara me lo diría, ¿No es así, Steve?
— Te tiene miedo, no te lo dirá.
— Steve no le tiene miedo a nada.
— Señorita Stark, tiene una llamada del Joven Stark. — Interrumpió mi IA.
— Solo ignoralo.
— Está insistiendo.
— Inventa algo, estoy dormida o tengo Sarampión.
— No me cree ninguna excusa.
— Pregúntale que quiere.
— Necesita hablar con usted en persona, pide que se vean en casa de sus padres.
— ¿Por qué no me pide ir al infierno? — Formulé con sarcasmo y suspiré. — Dile que iré después de acurrucarme un rato con Steve.
— Puedes ir ahora, ayer pasamos toda la tarde y noche juntos.
— ¿Ya no quieres pasar más tiempo conmigo?
— No dije eso.
— Está bien, me iré ahora y volveré contigo lo más rápido que pueda.
No me sentía mentalmente preparada para hablar con él, quien había creado este desastre por ese estúpido capricho de ayudar a los demás.
Me subí a mi auto favorito y me dirigí a la mansión de mis padres, hacía años no iba ahí. La última vez que pise ese sitio fue la mañana antes de mi secuestro. Luego de eso no pude volver, no después de saber que Jarvis había muerto con la noticia, no podía ver ese lugar sin recordarlo. Aún me sentía culpable por su pronta partida. Y no me sentía capaz de vivir ahí después de todo lo que me había pasado, en esa casa ya no estaría la única persona capaz de consolarme.
— Su hermano la espera en el sótano de su padre. — Me informó el omega que abrió la puerta, noté que había otra persona limpiando las repisas y a medida fui avanzando por la casa encontré a más personas. ¿Cómo mis padres soportaban a tanta gente en su espacio? Cuando yo vivía ahí sólo estaba Jarvis, su esposa un par de ayudantes más, pero ahora la casa parecía un mercado.
— Desea algo para tomar o...
— Solo es una visita rápida. — Corté a la beta que se me acercó.
Finalmente llegué al lugar que mi padre inventaba y guardaba sus creaciones. Mi madre no soportaba que sus cosas estuvieran en otro lugar pues algunas cosas que hacía terminaban mal así que ahí él era libre de tener cualquier accidente.
— Hola, peque. — Saludé mientras lo veía revisar algo en el microscopio.
— Hola. — Respondió más seco de lo que esperé.
— ¿Cómo estás? — Consulté, pero no hubo respuesta, simplemente me ignoró. — ¿Qué haces?
— Intento replicar el suero que te presté, pues misteriosamente desaparecieron los archivos de mi ordenador.
— Que raro.
— Si, tu debes saber algo.
— ¿Yo?
— Un día después de que me dijeras que olvidara mi investigación todo fue borrado de mi computadora.
— Yo lo hubiera hecho un minuto después.
— Toni...
— No necesito tus archivos, puedo descifrar la fórmula en un par de minutos, el problema es eliminarla de un cuerpo y volverla a implantar.
— ¿Por qué querrías eliminarla? — Cuestionó y yo me encogí de hombros.
— ¿Para qué me llamaste?— Pregunté intentando cambiar de tema.
— Se que algo no está bien, ¿Por qué no quieres que te ayude? — Consultó siguiendo el tono de voz.
— ¿Ayuda justo ahora? Nunca nadie ha estado ahí para ayudarme y justo ahora que intentas hacerlo, lo arruinas y me vuelves... Esto.
— ¿Esto?— Replicó confundió y no respondí. — Lo que dices es muy injusto.
— No, lo que digo es la verdad.
— No quería perderte, pero por lo que dices, debí dejarte morir.
— Hubiera sido lo mejor.
— Creo que ya debes irte. — Manifestó girandose hacía la mesa para evitar verme. — Para que sepas, nuestros padres te iban a desconectar... se rindieron, pero yo no iba a hacerlo, jamás me rendiría con mi mejor amiga y hermana mayor. — Agregó cuando estaba por salir del laboratorio.
— ¡Y ahora soy una maniática!
— ¿A qué te refieres?
— Solo mira. — Expresé caminando hacia la pantalla táctil que tenía en mi padre y accedí a mis archivos. Abrí el vídeo de la cámara de seguridad y Arno se acercó justo para verme cercenar mi brazo izquierdo el que llevaba tatuado el nombre de Steve. — Su nombre parece que se está borrando desde ese día y ya no lo puedo sentir, no he tenido el valor para preguntarle si puede percibirme.
— Entonces tu lo...
— Sí, yo maté a Killian, pero no recuerdo la mayor parte y sigo teniendo esos lapsos de pérdida de memoria, lo sé porque cuando llega la mañana estoy recostada sobre la mesa de mi taller y no tengo la menor idea de lo que hice.
— ¿Las cámaras?
— Las desactivo.
— ¿Y Jarvis?
— Dice que tengo periodos de agresividad, pero...
— Toni, creo que no deberías irte, yo te voy a supervisar.
— No, no puedo dejar a Steve.
— Puedes lastimalo.
— No, yo jamás lo haría.
— ¿Cómo estás tan segura?
— Porque yo no soy así.
— Toni, ya mataste a alguien, ¿Cómo estás tan segura de que no lo volverás a hacer?
— ¡No lo digas! — Le grité sintiendo nuevamente esa conocida furia. — ¡No debí decírtelo! ¡Esto es tú culpa! ¡Ahora soy un monstruo! ¡Y es porque tú lo quisiste!
Su expresión herida me hizo detener mis palabras, pero ya era tarde, intenté acercarme pero el dio un paso hacia atrás.
— Fue un error, no debí llamarte. Ve, con tu omega.
Abrí la boca para disculparme, pero de ella no salió nada, así que me fui en silencio.
— ¿Toni? — Habló mi madre cuando estaba a punto de llegar a la puerta principal. — No sabía que estabas aquí, ¿Quieres quedarte hasta el almuerzo?
— No, yo... tengo algo que hacer.
— Hija, ¿De qué huyes? — Formuló cuando abrí la puerta.
— De todo. — Susurré antes de cerrar.
25 de Enero 2021
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