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XII.

— ¡Toni! ¡Dentente! Por favor. —Le pedí cuando salí del shock al ver que ella no pensaba detenerse y mis últimas palabras parecieron surtir efecto.

— La próxima vez que toques a mi omega, no me detendré. — Escupió con odio y se levantó con elegancia.

Su mirada pasó por todos los que trabajaban en esa área, algunos se veían asustados y otros molestos, finalmente le sonrió a uno que cargaba un arma para disparar tranquilizantes a los alfas que perdían el control.

Me vi arrastrado como un niño hacía la salida, ella me llevaba de la muñeca y no hice nada por oponerme pues no quería hacer otro escándalo.

Podía oler la rabia desprendiendose del cuerpo de Toni y no pude evitar sentir miedo hacía ella. Casi a diario me enfrentaba a alfas que se comportaban de la misma manera, pero con ella era diferente, lograba intimidarme y no podía evitar sentir que debía someterme a sus deseos.

No esperé que Toni me dijera que subiera al auto, lo hice sin rechistar. Cuando entré sus feromonas ya estaban impregnadas en todo el auto, haciéndome sentir aún peor y el silencio sólo hacía que me quisiera desmayar, así que intentaría calmarla.

— Toni...

— Colocate el cinturón de seguridad. — Dijo mientras salía del estacionamiento.

— Yo...

— No quiero escuchar nada sobre ti ahora. — Me interrumpió con frialdad. Sólo pude hundirme más en mi asiento e intenté serenar mis instintos de omega o me pondría a llorar ahí mismo.

Gracias al cielo Toni se compareció de mi y bajo los vidrios de su auto, así pude reducir un poco mis nervios hasta que llegamos a la Torre. Pero todo fue diferente cuando entramos al ascensor, esa presión en mi volvió.

— Toni, yo no quería, te...

— ¿Qué parte de no quiero escucharte no entendiste? — Formuló con ese tono que me hacía sentir tan miserable.

— ¡El me besó y no pude separarme! — Grité cuando ella salió del ascensor casi huyendo de mi.

— ¡Silencio! — Gritó de vuelta girandose hacía mi.

— ¡¿Por qué no me crees?!

— ¡Deja de gritarme!

— ¡Entonces respondeme! — Respondí cuando ella creyó que yo me quedaría callado.

— ¡A tu habitación!

— ¡No me iré hasta que respondas!

A tu habitación. — Demando usando ese tono e inmediatamente sentí mis músculos luchar por acatar la orden, pero mi razón se negaba a hacerlo.

— Toni, no creo que deberías tratarlo así... — Habló Bruce apareciendo en mi defensa.

— Con todo el respeto, no te metas. — Respondió la alfa bajando un poco la voz. — Y tú, sube ahora mismo.

No pude resistirme al segundo llamado. Desde que tenía el suero en mi sangre me había vuelto inmune a la voz, pero Toni siempre lograba sorprenderme.

Azoté la puerta furioso cuando llegué a mi cuarto, no podía creer que había cumplido con su maldita orden, tenía ganas de gritar de frustración, pero la puerta se abrió.

— ¿Así esperas a tu alfa? — Cuestionó cuando cerró la puerta. — De rodillas.

Su orden fue tan contundente que no tuve tiempo para oponerme, mi cuerpo la acató en seguida. Mis rodillas aterrizaron sobre la alfombra, amortiguando el sonido que pudieron hacer al chocar contra el suelo, mis manos fueron hacía atrás de mi espada y automáticamente mi cabeza se agachó. En ese momento odie más que nunca mi naturaleza, nunca había sido tan dócil ante ningún alfa. La castaña pasó por mi lado y se sentó sobre la cama, escuché como remangaba su camisa de manga larga y sentí su fuerte mirada sobre mi aunque no la veía.

— Ven aquí. — Dijo y yo levanté levemente la mirada para ver que se palmeaba el regazo, pero yo no hice nada. — Entre más rápido comience el castigo, más rápido terminaremos.

No podía creer lo que Toni estaba pidiendo, me quería pegar, como si todavía estuviéramos en la época en que nací, los alfas les daban azotes a sus omegas y algunas alfas también los recibían de parte de alfas. Y ella quería hacerme lo mismo.

— Eres mujer. — Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera meditar en lo que decía. Afortunamente no hice contacto visual con ella, porque sus ojos ahora debían estar más atemorizantes.

— Antes de ser mujer soy alfa — Contestó ligeramente más tranquila de lo que pensé y recordé esas palabras, yo las había usado al referirme a ella. — Ahora ven aquí. — Pidió, pero yo no me estaba moviendo y ella suspiró ante mi desobediencia. — ¿Quieres que llamé a Rumlow? El es alfa, como al parecer prefieres, estoy seguro de que estaría encantado de tenerte encima y tú no dudarías en correr a hacer lo que pide. ¿Eso escoges?

— No...

— Puedo llamar a cualquier alfa, no me importa hacerlo por ti, hasta podría contactar a Fury, estoy seguro de que no sería tan benevolente como yo, pero si es lo que quieres...

— Toni... Por favor.

— De ahora en adelante quiero que me llames alfa, para que no lo olvides. — Dijo cruzando los brazos en una pose muy arrogante. — Jarv...

— No lo hagas. — Susurré cuando la vi dispuesta a hacer una idiotez.

— Entonces di que quieres que te castigue. — Dictaminó y el aire se quedó atorado en mis pulmones, no podía aceptar lo que me pedía. Jamás diría algo tan humillante. — De pie y ven aquí. — Ordenó y nuevamente no pude resistirme a la voz.

Me paré frente a ella, comenzó a quitarme el cinturón y lo puso a su lado, seguidamente abrió el botón de mi pantalón, pero no lo bajo, luego hizo un ademán para que me inclinaba sobre su regazo y con toda la vergüenza del mundo lo terminé haciendo, si me negaba usaría la voz, así que no tenía escapatoria.

— Te merecias un castigo de mi parte desde que te conocí. — Declaró cuando yo me recosté sobre sus piernas, se sentía incómodo y mi cara ya debía haber pasado a la máxima tonalidad de rojo. — ¿Por qué voy a hacer esto, Steve?

— Porque te gusta sentirte superior sometiendome. — Contesté molesto dejando salir mi aroma, para que supiera lo mucho que detestaba ese trato.

— Deberías pensar mejor tus respuestas, cariño o voy a ser más fuerte de lo que pensaba.

De un tirón bajo mi pantalón y yo me removí incómodo por verme expuesto. Me quitó los zapatos para poder sacarme totalmente el pantalón y apoyé la cara sobre la cama. Debía ser una imagen estúpida, si me viera como un omega normal quizá no sería tan ridículo, pero yo tenía más musculatura que Toni, si fuera una lucha justa podría irme, pero ella me detendría con la voz de mando.

La primera nalgada llegó, no me dolió, aunque yo pensaba que sí, pero había sufrido peores dolores en mi vida, así que todo era soportable. Sobre el mismo lugar llegó una siguiente palmada con un ardor casi nulo. Acarició la zona por sobre la tela y pensé en si Toni lo estaba haciendo sólo para hacerme sentir la autoridad que siente sobre mi. El nivel de sus feromonas ya había bajado a uno normal y las mías también se habían calmado.

Dos golpes seguidos llegaron a mi nalga izquierda, esta vez fueron un poco más fuertes, pero yo era un soldado, podía aguantar cualquier cosa en silencio y sin quejarme. Aunque la siguiente cayó en la unión de mis nalgas, ligeramente abajo y me tomó de imprevisto, estuve a punto de quejarme, sin embargo tomé mi labio entre mis dientes para continuar con mi mutismo. La escuché reír por lo bajo, al parecer había notado que estuve a punto de hacer ruido.

— Solo estamos comenzado, Steve, puede llorar si quieres.

Me negué a darle el gusto al sentir un azoté mucho más fuerte justo en el mismo punto que el anterior un poco más arriba del comienzo de los muslos, ella ya había notado que ese punto era más sensible para mi e intenté relajarme lo más posible esperando que terminara el castigo.

— El análisis de su sangre terminó. — Anunció Jarvis y Toni dejó de acariciarme.

— ¿Es la primera vez que te dan nalgadas? — Cuestionó y yo asentí, mi madre jamás había hecho eso, pues yo nunca le había dado razones para hacerlo, era bien portado cuando era niño, casi nunca me castigaba. — Solo por eso lo dejaré hasta aquí, pero la próxima vez no será con mi mano.

Algo confundido me levanté y antes de que pudiera reaccionar dejó un rápido beso en mis labios para salir de mi dormitorio. Me sentía degradado ahora que se había ido, ¿Era únicamente eso? Un ser que tiene que aceptar todo lo que diga su alfa a pesar de que no le guste.

Tomé el pantalón que estaba en el suelo para colocarmelo nuevamente, era tonto que me quedara sin el en de mi cuarto. Ni siquiera sabía que hacer, aún estaba aturdido con todo lo que acababa de pasar, no tenía idea de si debía irme, quedarme en mi habitación o simplemente dar vueltas por todo el piso.

Obviamente ella no sabía el descontrol que generaba en mi, aún desde antes de que me marcara vivía en mi mente y ahora quería desordenarla aún más.

Contra toda decisión razonable, me quedé en mi cuarto, específicamente en mi cama, entre mis suaves mantas, disfrutando de la paz que estas me transmitían. Ahí estaba más seguro y el cansancio emocional que sentía se iría durmiendo.

●●

— Steve, levantate, ya es tarde para almorzar. — Escuché la voz de Toni mientras me removía de un lado a otro para despertarme.

— Déjame. — Le pedí alejándome de su toque y me tape la cabeza con las sábanas.

— Alfred hizo sorrentinos. — Informó abrazandome a pesar de que yo estaba cubierto.

— Quiero estar sólo. — Dije intentado empujarla.

— ¿Estás enojado?

— ¿En serio lo preguntas?

— Yo debería estar enojada.

— Me castigas y ahora dices que tu deberías estar enojada.

— Te besaste con un alfa y me gritaste. — Habló quitándome la sábana y sentándose a horcajadas sobre mí.

— No me dejaste explicarme. — Contesté intentando quitarmela de encima, pero ella puso mis manos sobre mi cabeza con increíble facilidad, dejándome expuesto.

— Puedo quitarte el enojo con algo que te encantará.

— No. — Repliqué intentando liberarme de su agarre y logré soltar mis muñecas.

— ¿Por qué? ¿Te duele? — Cuestionó metiendo sus manos debajo de mi para tocarme el trasero.

— Si y deja de tocarme. — Mentí para que me dejara en paz.

— Serias un exagerado si dijeras que sí... ¿Espera? ¿Te duele? Si apenas te toqué. — Expresó levantándose de encima mío. — Pero, puedo darte un masaje.

— Solo quiero que me dejes en paz. — Dije con frustración y ella se quedó viéndome varios segundos, como analizandome.

— ¿Qué es lo que te molesta? — Preguntó al fin sentándose a mi lado en la cama.

— ¿Qué me molesta? Llegaste a mi vida a desordenar todo lo que me costó construir desde que desperté en este siglo, me dijeron que en esta época todo es diferente, pero no porque vienes  y me obligas a obedecerte con esa voz, además de que ni siquiera te disculpaste por marcarme sin consultarme y hoy... hoy me humillas así, y ahora regresas como si nada pasara, no te comprendo.

— Estaba furiosa, sentía que perdía el control, por eso quería alejarme, pero tu me detuviste, en pocas palabras, te buscaste esas nalgadas, ahora pensarás dos veces cuando un alfa te coquetee

— No me coqueteó, él sólo llegó y me beso, no pude alejarme.

— ¿Esperas que crea que un alfa cualquiera logró someter al invencible Capitán América sin usar mi voz?

— Tienes que creerme, fue como si algo me paralizará.

— Se llama deseo y es algo instintivo, no te culpo por reaccionar como un omega lo habría hecho.

— No, no fue eso.

— Ahora sabes que a los alfas debes detenerlos antes de que sea demasiado tarde o el deseo te va a doblegar.

En otras circunstancias habría aceptado el consejo, sonaba bien intencionado, pero yo estaba seguro de que había algo raro ahí, yo jamás besaría a Rumlow, no lo soportaba.

— Él hizo algo, yo no soy así. — Declaré viéndola a los ojos y parecieron suavisarse ante mi sinceridad.

— Está bien, te creo. — Me concedió al fin y entrelazó su mano con la mía. — Que quede claro que no te comparto y si algo así vuelve a pasar...

— Si, me vas a castigar, pero eso no volverá a pasar.

—Eso espero, ahora vamos a comer.

14 de Enero 2021

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