Después de la cena tendría que pedirle a Jarvis hacerme un análisis, yo no era de ese tipo de alfas que acepta un desafío de rango por pequeñeces, pero hacía un rato estuve a punto de aceptarlo, tuve que luchar fuertemente contra algo que nunca había sentido para poder dar un paso atrás ante el potencial enfrentamiento y aunque no dejé que mi exterior mostrará la pelea interior que tenía, aún sentía una fuerza en mi cuerpo que deseaba demostrarle a Natasha quien mandaba. Pero, en parte ella era la culpable, quién se creía para retarme de esa forma y en mi territorio, si no hubiese sido por las feromonas de Steve, no hubiera dudado en clavar mis colmillos en su cuello, hasta romper la yugular y quedar bañada con su sangre. Agité mi cabeza ante esa línea de pensamientos.

Es mi amiga. Es mi amiga. Es mi amiga. Me respetí como un mantra mientras se vestía con un pantalón cómodo y un top blanco.

Me tomé mi tiempo para desmaquillarme antes de tomar el baño, así que ya deberían haber terminado de ver la película, pensé cuando terminé de aplicarme crema en el rostro y pasé a secar mi cabello.

Cuando me encontré totalmente relajada, bajé a la sala, no había nadie, así que pasé al comedor, en donde escuché risas, pero apenas entre todo ruido se silencio. Todos ya tenían sus platos servidos, así que espere lo mismo para mi sin decir nada, hasta que Alfred lo hizo y se fue.

— Solía ser el alma de la fiesta, así que no se detengan. — Expresé probando el raclette, pero nadie rompió el silencio. — Sí, es mío. — Dije moviendo mi brazo al notar que Natasha estudiaba con la vista la extremidad que anteriormente estaba apoyada en mi regazo.

— En S.H.I.E.L.D. rumorean que es un prótesis.

— No lo es. — Respondí pellizcandome un poco lo que causó que la piel adquiriera un tono rosado. — Se que se mueren por saber lo que pasó, pueden preguntar lo que quieran.

— No hay nada en los servidores de S.H.I.E.L.D. — Informó la pelirroja.

— La respuesta solo la conoce mi familia.

— ¿Cómo es que te curaste tan rápido? — Cuestionó Bruce.

— Mi hermano es un genio. — Contesté y tomé un poco de papa, me di tiempo para masticar mientras creaba expectación. — Oh, ¿Querían que continuara? — ironicé al ver que todos estaban esperando mi explicación. — Bueno, todo comenzó con la tesis de Arno, estaba intentando hacer algo que regenerara los tejidos amputados, aún vivíamos todos juntos para ese entonces. —  Agregué y le di un sorbo a mi copa de vino. — Un día vi la fórmula que tenía, la arreglé, pero no la terminé. Luego de un tiempo, presentó su tesis y el proyecto se hizo conocido, después un laboratorio lo financió para terminarlo, pero no logró encontrar la fórmula correcta. Me pidió ayuda, pero yo estaba muy ocupada, papá me acababa de dejar a cargo de Industrias Stark y no podía desperdiciar mi tiempo. Así que terminamos peleando, luego él se fue a Francia, yo me vine acá y finalmente el perfeccionó el Extremis, lo que me inyectó y salvó mi vida.

— ¿Cómo estás tan segura de que es la fórmula correcta? — Inquirió Natasha.

— Es mi hermano quien la creo y estoy viva, esa es prueba suficiente.

— ¿Entonces fuiste la primera persona a la que se lo administraron? —Consultó preocupado Bruce.

— Sí. — Contesté y el pareció no estar de acuerdo. — Steve también fue el primero con el suero y míralo, está perfecto.

— No fui el primero, él falló.— Reveló el omega.

— No me estar ayudando, Steve.

— ¿Comprobaste todo hoy?— Preguntó Bruce.

— No.

— Por Dios, Toni, no puedo creer que te descuides así. — Me regañó Natasha.

— ¿Cómo puedo pensar en mi salud cuando perdí el control de Industrias Stark? — Me alteré sin poder detener lo que me estuvo atormentado durante todo el día.

— ¿Cómo es eso posible? Es tu empresa. — Dijo Clint.

—Toni Stark no tenía justificación para fallar casi dos semanas a la empresa, así que los socios mayoritarios decidieron que yo no era lo suficientemente responsable, mañana harán una votación para escoger al nuevo presidente. — Conté intentando sonar como si no me importara. — Puede que mi padre no me vuelva a hablar a partir de mañana y tiene toda la razón, Yo tampoco le dirigiría la palabra a persona que perdió lo que pasó décadas formando.

— Lo siento. —Susurró Steve que estaba a mi lado.

— No importa y tengo un bonus para mi padre, perdí todos sus inventos y los míos. — Agregué poniéndome de pie. — Solo vean. — Hablé poniendo la mano sobre una panel en la pared .

— Usuario no identificado. — Se hizo oír Jarvis.

— ¿Por qué? — Se confundió Steve.

— Imagínate el ridículo que hice cuando no podía entrar a mi propia empresa. — Expuse caminando hacia la cocina. — Tuve que ir con mis padres para encontrar respuestas y resulta que perdí mi mano derecha. No puedo creer que me vieron ayer por la tarde y hoy por la mañana, pero no me lo dijeron. — Continué mientras caminaba a la barra con un cuchillo. — El Extremis me devolvió mi brazo, pero reescribió mis huellas digitales, así que no puedo entrar a la bóveda de todos mis inventos, no puedo acceder a ningún lugar mío, es como si volviera a existir. Pero a cambio de todo eso, tengo esto. — Les dije mientras cortaba mi meñique sin ninguna contemplación.

— ¡Toni!— Grito Steve, pero ya era muy tarde. Sonreí al ver las gotas de color rojo brillante deslizándose, pero rápidamente se detuvieron y comenzó a surgir mi dedo nuevamente. — ¿Ya lo habías hecho? — Inquirió tomando mi mano que estaba en alto, para examinarla.

— No, pero lo supuse.

— Toni, no vuelvas a hacer eso. — Pidió Steve.

— ¿Y no puedes usar la otra mano? — Curioseo Clint.

— No ingresé al sistema mi mano izquierda.

— ¿Por qué?

— No lo sé, Barton, no creí que fuera a perder mi mano derecha.

— ¿Y las huellas de tu padre?

— Cuando quedé al mando las borré para dejar la mía como la única que pueda manejar todo.

— Eso fue un poco egoísta.

— No quería que alguien rebuscara entre los restos de mi padre y luego robara sus inventos.

— Me estás diciendo que pensaste en que alguien podría abrir la tumba de tu padre, llevar su mano e ingresar a los secretos de tu empresa, pero no pensaste que podrías perder tu mano. — Manifestó Natasha.

— Mierda, no, nunca me hice la idea de que podrían cortarme la pierna y un brazo.

— ¿Y si te cortan a la mitad? ¿Desde qué parte te regenerarías? — Preguntó Clint.

— Podemos averiguarlo.

— No, Toni, podrías morir. — Estableció Steve.

— Es tan lindo que te preocupes por mi. — Me alegré y le besé la mejilla. — Pero no me importaría morir, mi padre me va a matar cuando me vuelva a ver.

— Toni... — Se iba a quejar el rubio.

— Dame un beso de bienvenida y no lo volveré a decir. — Propuse inclinadome hacía él y como no se separó lo atraje a mi.

Mis manos se deslizaron a su trasero y poco a poco su manos se aferraron a mis codos con timidez.

— Me quitaron el hambre. — Escuché decir a Clint cuando nos separamos y yo continúe depositando besos por su rostro hasta su oreja.

— Subamos a mi habitación— Decidí y me lo lleve de la mano. — Ponte tu pijama y regresa a mi habitación. — Dije dejándolo frente a su habitación.

Mientras Steve se cambiaba, me hice una trenza para dormir sin que se enredara mi cabello y subí a mi cama, las sábanas de satin hoy eran rojas. A Alfred le gustaba jugar con mis emociones, me dije al pensar en cómo se vería la piel desnuda del rubio sobre ese color tan vivo.

— ¿Estás adolorido? — Pregunté apenas entró y sonreí al ver su rostro sonrojarse fuertemente, él negó y yo me alegré. — Le diré a Alfred que pase tu ropa a mi closet.

— No es...

— No lo haras tú, eres mi omega, de ahora en adelante no es necesario que hagas nada. — Expresé y palmeé la cama para que se recostara a mi lado.

— Estaba pensando que... podría quedarme en mi habitación.— Dijo sentándose en la orilla más alejada de la cama.

— Claro que no, Steve, eres mi omega, tu trabajo es quedarte a mi lado.

— Es que fue demasiado rápido que tu me marcaras. — Dijo y me gustó el tono tímido con el que me hablaba.

— No podía permitir que los demás alfas pensarán que estabas disponibles.

— Le deje en claro a todos que no buscaba una relación.

— Y luego te fuiste a toquetear con Rumlow.

— Él me abrazó.

Sus feromonas me alertaron que estaba molesto y yo lo único que quería era hacerle el amor, no hacerlo enfadar.

— Steve, no peleemos, ven aquí. — Lo llamé y el se giró un poco. — Solo quiero sentirte cerca.

Lentamente se deslizó por la cama hasta ubicarse a mi lado, y yo pasé mi mano por detrás de su espalda para acariciar su cintura.

— Te extrañé.  — Murmuró acercándose un poco más a mi.

— Yo también. — Confesé al recordar que todo el día había pensado en él, besé su sien y subí mi mano para acariciar su cabello, cuando repentinamente lo escuché sollozar y lo atraje a mi pecho preocupada. — ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? — Cuestioné y el negó. —¿Dije algo malo? — Otra vez negó y sentí mi camisa empapada por las lágrimas. Lleve mi mano a su marca mientras el se abrazaba a mi y lo acaricié mientras esperaba que me contara la razón de su llanto. — Mi padre lloró toda la noche el día que se casó con mi madre, ella me lo contó, creo que es normal que te sientas así, son demasiadas emociones y es un gran paso. — Hablé intentando consolarlo.

— Creí que morirías y... sería por mi culpa. — Logró decir aún entre lágrimas.

— Steve, fue mi decisión, si algo pasaba sería solo mi culpa. — Aclaré levantado su rostro. Sus ojos estaban brillantes por las lágrimas, no pude evitar pensar que resaltaban más su belleza, pero los limpie con mis pulgares. — No te martirices con eso, estoy bien, eso es lo importante. — Expresé y lo hice acostarse a mi lado.

— ¿Qué fue lo que dijiste de Howard? — Preguntó medio risueño el rubio cuando se calmó.

No pude evitar reir al pensar que mi padre se enfadaría si se enteraba de lo que me había contado mi madre y ese enojo crecería aún más si se daba cuenta de que yo se lo conté a alguien más, y ya que Steve parecía más alegre, se lo diría todo.

9 de Enero 2021

Alfred es una referencia a el mayordomo de Bruce Wayne