Capítulo 8
Pov's Lucifer.
-Vez lo que provocas- Le dije. La tomé en mis brazos y la sujete fuertemente antes de que cayera como un pollo. Se había desmayado, la tomé de la piernas y la lleve a la habitación, Katrina me siguió.
-¡Annia!- Exclamó su molesta amiga que la esperaba en la habitación, la puse suavemente en la camilla- ¿Quién es usted, qué le hizo?- Preguntó.
-No le hice nada- La regañé- Me cortaría las venas antes de hacerle daño o permitir que se lo hagan. Por favor, vaya llamé al doctor- Ella me miró recelosa, pero se fue y al salir la miré más de cerca, corrí algunos cabellos en su rostro y la admire- Mi amor- Susurré- Te juro que encontraré quién te está haciendo esto, te juro por mi padre que no te dejaré morir- Miré a Katrinia de mala manera, la tomé del brazo y la arrastré hacia la otra habitación antes de que llegarán los doctores y nos vieran- Me desobedeciste- Le reclamé de nuevo tirándola contra la pared- ¿Qué le hiciste Katrinia?¡QUE LE HICISTE!- Exclamé, ella me miró con terror puro en sus ojos, era una maldita manipuladora de primera.
-NO LE HICE NADA- gritó- Nada le hice- La tomé del cabello, la lancé contra la camilla haciendo que se quedará en el suelo- Te lo juro que no le hice nada, no me miré así, por favor señor- Mis ojos estaban negros, completamente negros, ella empezó a llorar.
-¡LUCIFER!- exclamó Aradia, me tiro hacia un lado con su telequinesis y corrió hacia Katrinia para ayudarla a poner de pie- ¿Qué mierda te pasa, porque la maltratas?.
-¿Qué te dijo?- Le pregunté, ella me miró sin comprender- Katrinia es el arcángel de la muerte, el que se me escapo del infierno- Ella frunció el ceño y la miró- Sí hermana, te manipuló de la peor manera. Ella no es un ángel del cielo y que coincidencia que justo después que ella se escapa Annia se enferma.
-Yo no le hice nada, se lo juro. Tenía curiosidad, quería conocerla. Quería conocer el mundo humano y usted no me ha permitido- Ella no me miraba a los ojos, solo estaba con la mirada en el suelo- Yo también me sorprendí, hoy tuve una visión con ella, va a morir muy pronto si no la curan- Mi rabia subió al punto que quería matarla.
Aradia estaba sorprendida completamente, claro, Katrina le había mentido. La tomé del antebrazo y la arrastré conmigo fuera de la habitación y bajamos por el ascensor. La llevaría de vuelta al infierno, era un ángel de la muerte, todo lo que tocaba se moría. Katrina era el arcángel más joven del infierno, la había creado hace aproximadamente dos mil años y la más celosa de todos, al punto de herir a quieres se me acercaban. Por eso, al verla cerca de Annia temí por ella, pero le creía, ella jamás me mentía y si decía que no tenía nada que ver le creía. Ella nació a partir de un rayo de luz del infierno, dos amapolas marchitas y una pluma de las alas que tuve en el cielo. Conservé algunas antes de que mi padre me las arrancará de la espalda. Nació con cabellos negros como la oscuridad y ojos claros como el día por eso la nombre el ángel de la muerte. Nos introducimos en el auto y lo prendí. Me miré por el espejo y mis ojos estaban completamente normales, mi hermana venía atrás, quizá procesando la información. La Katrina la forme con un poco del carácter de Aradia. Así que era igual de manipuladora a ella, le era muy fácil hacerle creer a las personas que era un ángel del cielo. Su obsesión siempre fue salir del infierno, en una ocasión ella misma se arrancó una de sus plumas, pero no soporto tanto dolor. En esta ocasión antes de que cruzará la línea tuvimos un enfrentamiento y yo le arranque un ala. Pero teniendo a una bruja cerca, era muy fácil disimular el dolor. Mi hermana quizá le estuviera dando alguna medicina. Para un ser celestial su origen divino procede de sus grandes y hermosas alas, sin ellas, sería un humano común y corriente. Pero para un ser como Katrina, su procedencia demoníaca se origina en el cuerpo y las alas, son solamente portales para viajar al infierno cuando le plazca, sin ellas, se quedaría atrapada en la tierra. Mi intención era frenarla para que no pudiera cruzar, pero termine por herirle un ala y cayó bruscamente al mundo mortal. Nos detuvimos en la casa de Aradia y decidimos entrar. Katrina me miró algo temerosa, al llegar a la sala decidí sentarla en una silla, la amarré fuertemente y mi hermana la sujetó con algo de magia. Le devolvería el ala, aunque era una procedimiento ciertamente doloroso, por eso debía sujetarla a algo, no sabía cuál fuera su reacción. Me posicioné detrás de ella y le corté la blusa dejando ver la cicatriz que le había dejado. Ella sacó su única ala al descubierto, era grande, con plumas de color blanco como la nieve. Cerré los ojos y me concentré, hablé una palabras en enoquiano y entonces, ella empezó a gritar desesperadamente, se sacudió fuertemente mientras sus lágrimas caían por las mejillas. Se removía como cual lombriz y trate de hacerlo rápido. No me gustaba verla sufrir y después de unos minutos de dolor agonizante, su otra ala apareció. Me detuve y ella también, sudaba. Su aparecía todo la verdadera forma. Sus cabellos blancos se tiñeron de negros azabache, sus ojos verdes se volvieron azules. Sus alas con plumas blancas, se volvieron filosas y del mismo color que su cabello. Camine hasta estar frente a ella, respiraba con dificultad.
-Aradia déjame solo con ella- Le pedí.
-Sólo si prometes no maltratarla- Contestó, la miré con una ceja arqueada.
-Lo prometo- le dije, ella asintió y se fue- Te voy a desatar, pero no intentes escapar- Ella asintió, le quite la cuerda, ella me miró- ¿Por qué subiste?.
-Por que quería conocerla, quería saber quién era, qué de especial tenía. Pero le juro señor que jamás intente hacerle daño. Me pareció una humana fascinante por eso me acerque a ella- La miré- Señor, quería saber que era eso tan especial que tiene que logró enamorar al ser más frío de todos- Me senté frente a ella y le acaricié el rostro.
-No es por eso y lo sabes- Ella soltó un suspiro.
-¿Qué tiene ella que no tenga yo? dígame señor- Me partía el alma escucharla culparse de algo que no tenía la culpa.
-Yo te cree Katrinia, saliste de una de mis plumas. Eres como mi hija.
-Pero no lo soy, no lo soy. Dígame porque Annia sí y yo no.
-Por que ella es humana, por que tiene un alma, por que siente, por que amá.
-Yo también puedo.
-No, no puedes Katrinia, tú no tienes alma. Lo que sientes por mí es apego hacia tu creador, porque soy tu rey, tu señor. Te cree para que me obedecieras, no para que me amarás.
Pov's Annia.
Sus alas eran realmente hermosas y muy diferentes a las que yo creía serían las de un ángel. Se puso detrás de mi, me paso sus brazos por debajo de los míos y dio un aleteo tan potente que nos elevamos unos centímetros del suelo, cerré mis ojos para controlar el vértigo que ahora invadía mi estómago, mientras poco a poco nos alejamos más del suelo, los centímetros se volvieron metros. Entonces... Sentí una turbulencia, como cuando el avión se sacude en medio de una tempestad. Un grito agudo salió desde la garganta del Arcángel y empezamos a ascender cayendo en picada al suelo. Cerré mis ojos de forma inconsciente y deje salir un grito de terror, mi cuerpo chocó contra un techo de cristal puro, me quedé aturdida por el golpe y sentí que algo bajaba por mis nariz. Escuche el crujido del cristal rompiéndose y la plataforma donde me encontraba se rompió dejándome caer de nuevo al vacío. Me estrelle de nuevo contra el pavimento, caí encima de todos los fragmentos de vidrio y algunos se incrustaron en mi espalda, me di la vuelta aun en el suelo, veía borroso, la sangre se esparcía en el suelo, me había lastimado la cabeza, la nariz y roto alguna costilla, en ese mismo instante estaba muy aturdida como para darme cuenta de lo que pasaba. A lo lejos, vi a Aradia, sus gritos llegaba a mi como el peor de los sonidos y es que en ellos cualquiera podría darse cuenta el dolor que estaba sufriendo. Me puse de pie, mareada, tratando de coordinar mis movimientos, me acerque a ella que estaba en el suelo, aún con sus alas afuera estas estaban manchadas del abundante líquido carmesí. Desperté de un momento otro, por una pesadilla, mi cuerpo sudaba frío y me dieron unas terribles ganas de vomitar. Sólo necesitaba que el mundo dejará de darme vueltas para poder ponerme de pie. Lo último que recordaba era que estaba frente a un hombre, el hombre que recurrentemente dibujaba y aparecía en mis sueños. Me baje de la camilla y caminé al baño dejando todo lo que había comido en el retrete, era esa baba negra y maloliente. Quería irme a mi casa rápido, quería no seguir en este espantoso hospital. Me senté en la tapa y me quedé allí pensando, él existía, no era parte de mi imaginación, realmente tenía vida y Katrina lo conocía. Me miré al espejo, estaba muy delgada, quizá anémica, tenía ojeras y mi cabello estaba completamente reseco y se me había empezado a caer. Salí del baño y decidí acostarme de nuevo, me sentía muy débil para estar de pie. Poco a poco me fui quedando dormida y realmente no sé cuánto estuve inconsciente. Solo sé que abrí mis ojos porque sentí un pequeño cosquilleo en la mejilla izquierda. Entonces lo ví, abrió sus ojos al verme despierta y quiso salir corriendo. Lo vi cruzar la puerta así que fui detrás de él, necesitaba saber quién era.
-¡Espera, por favor!- Exclamé, él se detuvo dándome la espalda- No huyas te ví.
-No estoy huyendo- Contestó, se giró para encararme. Era igual a como solía dibujarlo- No deberías estar aquí.
-Te he dibujado por años- Le dije- ¿Quién eres? ¿nos conocíamos antes?- Pregunté. él se acercó a mí.
-¿No lo sabes?- Me devolvió la pregunta.
-Lo olvidé- Le confesé. Él acarició mi mejilla.
-¿Y que te dice tú corazón?- Me preguntó mientras señalaba mi pecho, derramó una lágrima y está rodó por su mejilla.
-Que sí.
-Ahí tienes tu respuesta. Te he amado con vehemente locura por toda una vida y te amaría mil vidas más- Fruncí el ceño- Perdón.
-¿Por qué?- Pregunté.
-Por no poder encontrar una manera de salvarte que no implique abandonarte. Por que hoy después de cinco años te tengo cerca y lo vas a olvidar.
-¿Qué?- Sentí un pequeño viento, estaba desorientada. No sabía que estaba haciendo afuera de mi habitación a tan altas horas de la noche. Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral.
-Disculpe señorita, ¿qué hace fuera de su habitación?- Me preguntó la enfermera de turno.
-Ah... Eh... Yo no lo sé. Ya me voy a dormir- Ella asintió.
Pov's Lucifer.
-Me da tanta tristeza verte así, hermano- Susurró Aradia- Debes hacerla recordar.
-No, claro que no- Contesté- No mientras esté en peligro. Ella y yo fuimos un pedazo de instante que quiso ser eterno- La vi caminar hasta su habitación con sus pijama de rayas- Katrinia tuvo una visión, ella morirá pronto si no encontramos una cura- Miré el papel con mi retrato pintado y le di un beso. Ella jamás me había olvidado, aún me amaba. Llegamos al ascensor y bajamos en el aparato, salimos del hospital y por primera vez saque mis alas de demonio.
-Hermano, tus alas- Me dijo, ella frunció el ceño.
- Lo sé. Fueron las que me dieron cuando fui expulsado del cielo. Iré con Miguel.
-Nunca habías sacado tus alas.
-Por que me avergonzaba de ellas, ya no- Di un aleteo y empecé a volar por los aires. Me iba a reunir con Miguel.
Aradia me siguió el vuelo, me desplacé por los edificios con destreza. Hace mucho tiempo no lo hacía, siempre que estaba en el mundo terrenal venía en forma humana. Jamás me había atrevido a volar con mis alas de demonio. Me avergonzaba de ellas, me recordaba mis fallas en el cielo, era una sentencia que siempre debía llevar. Ahora no me sentía avergonzado, me recordaban mi liberación, mi salto a la libertad. Me detuve en lo alto de uno de los rascacielos y observé hacia abajo. Sólo se veía algunos autos y ni una sola alma en pena. Todo era paz y la luna estaba en su mejor esplendor, cerré mis ojos y deje que el viento soplará. Por primera vez si tenía miedo de que muriera, jamás la había visto tan cerca a la muerte, al peligro. Katrina jamás se equivocaba y eso era lo que más miedo me daba, sus predicciones siempre eran acertadas y muy precisas. Volví a retomar vuelo después de unos minutos mirando a la nada. Quedamos de encontrarnos en la punta de la catedral. Lo que me extrañaba era la hora. El simple hecho de que quisiera hablar conmigo para aclarar la situación demostraba su completa inocencia. Él jamás accedería a hablar conmigo. El amanecer estaba próximo. Según mi padre yo había nacido de la primera luz venida de la aurora, por eso me había puesto como nombre Luzbel, la estrella de la mañana. Me detuve y Miguel no había llegado, Aradia se detuvo detrás de mí. Lo vi descender desde las primeras nubes visibles. Ahí estaba él, con sus enormes alas blancas como la nieve y traía su traje de guerra. Eso me preocupaba un poco. Atrás de él venía alguien más, una mujer que no conocía. Mi hermana y yo nos miramos frunciendo el ceño. Ambos se detuvieron frente a nosotros. Abrí mis ojos de par en par, me asombre con el gran parecido que tenía con Aradia. Lo único quizá, en lo que se diferenciaban era en el color de sus alas y sus ojos. Fruncí el ceño sin entenderlo. No fui el primero que hablo, realmente no sabía que decir, tanto yo como ella estábamos completamente confundidos. Él se quedó mirando el amanecer, sin decir nada, solo en silenció contemplado la nada.
-Estaba contemplando el amanecer, papá nos contaba historias de tu nacimiento- Habló de un momento a otro, lo miré a los ojos.
-Tú naciste en el ocaso, con la última luz del atardecer- Contesté, él asintió.
-Quiero presentarte a Anaciel- Señaló a la chica- El remplazo de Aradia. Padre la creo poco después de que ella se fue- Aradia frunció el ceño y me miró abriendo brevemente la boca- Que gustó verte hermana.
-¿Padre la creo?- Preguntó mi hermana.
-Nací cuando padre me esculpió en arcilla y me puso una de tus costillas- Contestó Anaciel- Somos como mellizas, poseemos el mismo poder o quizá, yo sea un poco más fuerte. Eso no lo sé- Mi hermana estaba destrozada, no lo demostró, pero lo sabía.
-Me gustaría quedarme hablando de su encuentro con nuestra hermana Anaciel, pero no puedo- Dijo Miguel- Yo no le he hecho nada a la mortal y para probarlo te ayudaré a encontrar quién se lo está provocando y cuando lo encuentre yo lo mataré con mis manos. Yo he mantenido mi promesa de no acercarme a ella, así como tú lo has hecho, no quiero que ensucien mi nombre y sea quien sea el que hace esto, quiere que ambos peleemos. Así que llevaré el juego en paz mientras tanto- Asentí.
-Te lo agradezco hermano- Contesté, quise acercarme a Anaciel, pero ella retrocedió.
-No me toques. Por fin tengo el placer de conocer al traidor y no quiero nada que ver contigo- Habló por primera vez, incluso sus voces eran caso igual.
-Identica a ti, no Miguel- Agregó mi hermana. Anaciel la miró.
-En cambio a ti si deseaba conocerte, hermana Aradia- Aradia la ignoró por completo, solo extendió sus alas y simplemente se echó a volar.
-Parece que a nuestra hermana Aradia ya no le gustó ser la única mujer- Agrego Miguel.
-¿Cómo padre fue capaz de reemplazar a Aradia?- Pregunté.
-Por que ella decidió irse junto a ti. Fue más el amor por su hermano mayor que por su padre- Puse los ojos en blanco, extendí mi alas y salí volando.
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