Capítulo 28
-Quédate aquí- Pidió Lucifer. Me miró a los ojos y me acaricio el rostro- Esto termina aquí, hoy- Me dio un beso en la frente- Te amo- Susurró y se fue.
Debía admitirlo estaba sorprendida. Gabriel había dicho que Aradia estaba muerta que él la había asesinado, pero luego estaba allí, al frente de nosotros. Él voló conmigo hasta tocar tierra firme y me dejo allí. Vi como se alejaba mostrando sus alas grandes y negras, tenía un mal presentimiento. Desde abajo vi como Anaciel salía tratando de huir de Aradia, pero ella fue detrás. En el cielo paso algo raro, los colores iban y venía, los rayos caían de forma extraña y las nubes eran de un color naranjozo y grisáceo. En lo alto se veían a las dos arcángeles con sus alas extendidas, fruncí el ceño, por un momento maldije no entender como funcionaba la magia de Aradia, los hechizos o sus poderes, era muy frustrante ver desde lo lejos y no poder hacer nada. En ese preciso instante recordé a Katrina, después de la explosión no la había vuelto a ver. Ella estaba muy mal herida, había perdido mucha sangre y debía recuperarse. Gabriel se había ensañado con ella de una forma tan brutal y despiadada, que me costaba trabajo creer que seguía con vida, más que nada por sus alas. Lucifer estaba ocupado, sabía que no tenía cabeza para pensar en ella, la quería, pero su prioridad era encontrarlo a él. Me había pedido que me quedará aquí, donde estaba más a salvo, pero tampoco podía quedarme sin saber nada de ella. Tomé valentía de donde no la tenía y empecé a correr hacía el edificio. Todo estaba muy oscuro, así que empecé a subir escaleras arriba, no sabía con exactitud donde estaba ella, pero si sabía que inicialmente nosotros estábamos en el último piso, que al Lucifer soltarnos habíamos descendido unos 7 pisos y la explosión había hecho que cayéramos dos más, así que ella debía estar entre el piso 20 y 30. Aún así, en cada piso que iba avanzando no perdía oportunidad para llamarla. Al llegar al número que estaba buscando empecé a buscar en silencio por todo el lugar. No sabía que podría estar sucediendo, pero no quería arriesgarme a que me vieran y ponerme en un riesgo innecesario. Las manos me temblaban de una forma exagerada, mi pecho subía y bajaba frenéticamente y mi respiración estaba muy acelerada. Katrina no estaba en ningún lado. Un ruido se escucho a lo lejos, un estruendo fuerte, como un golpe seco. Me asomé a una de las ventanas y abajo, en el suelo se encontraba Anaciel, había caído formando un cráter. Ignoré el hecho de haber subido sola y que hace un buen rato no veía a Gabriel por ningún lado. ¿Y si había planeado esto y yo había subido directo a su trampa? Esa idea no me dejaba en paz, me planteé volver a bajar, pero tampoco me dejaba la idea de abandonar a Katrina. Ella ya había sufrido demasiado, ya la habían abandonado muchas personas, merecía a alguien que también se sacrificará por ella. Subí otro piso y me di cuenta que era el lugar donde había explotado la mini bomba. A lo lejos, debajo de los escombros de cemento, tierra y restos de concreto estaba ella, aún más golpeada de lo que ya estaba. Fui hasta ella, me arrodillé junto a su cuerpo intentando mover todo lo que tenía encima, pero antes de poder ayudarla, sentí un empujón de mi cabello que hizo que cayera al suelo. Al frente de mi se encontraba Gabriel, se abalanzó hacía mi con un cuchillo, rodé por el suelo, le di una patada en el estomago, pero el fue más rápido. Se me hizo muy extraño, yo había visto como Lucifer lo había golpeado, pero no tenía un solo rasguño. Me tomó de la garganta y me tiro contra la pared, sentí como mi espalda chocaba con una de las columnas, en el suelo me tomó unos segundos poder ubicarme. Sentí una patada en mi abdomen que me hizo quedar sin respiración, lo vi borroso y por un momento me arrepentí de haber subido. Lo vi de nuevo alzando el cuchillo casi sobre mi pecho. Pero alguien lo golpeó por detrás. Era Katrina, que como podía se mantenía de pie, su respiración estaba acelerada, sentía mucho dolor como para poder levantarme.
-Aléjate de ella, maldito cobarde de mierda, eres un animal- Le escupió Katrina- No volverás jamás a ponerme un dedo en encima- Gabriel levantó su mano para golpearla pero algo lo detuvo.
-No te atrevas- Habló Aradia, frenándolo con la telequinesis- Me encargaré que jamás vuelvas a ver la luz del día, Gabriel.
-Yo te mate, ¿Cómo es posible?- Preguntó más que sorprendido.
-No morí realmente, me recuperé, fue doloroso no lo voy a negar, casi logras tu prometido. Pero ambos sabemos que Padre no lo permitiría y está más que cabreado por lo que haz hecho.
-Padre no lo entendería- Detrás de ella, aparecieron Lucifer y Miguel.
-Me costo unos minutos darme cuenta que era un señuelo con quién estaba peleando Lucifer- Dijo Aradia- Que astuto, hacer dos de ti mismo.
Pov's Lucifer.
-Que linda reunión familiar- Agregó Gabriel- No olvido que hace 5 años hicimos lo mismo, pero en ese momento en circunstancias diferentes a esta- Todos estábamos a la expectativa de lo que pudiera hacer- Mírate Miguel, la magnificencia personificada, el mismísimo Zeus bajando del olimpo a convivir con los mortales. El guerrero que desterró al demonio de la tierra de Adan. El arcángel que se postro a la diestra de Dios padre y de rodillas le ofreció pelear por el paraíso. Mírate Rafael, el ángel de la ciencia, el cerebrito de la familia, doblegado ante nuestros hermanos y tú bruja insípida, repudiada por los humanos, desterrada del cielo por pecadora, enredándote con cuanta mujer se te cruzaba en el camino. Por eso padre te detesta, de los tres , tú eres a quien menos quieres ver, yendo en contra de nuestras reglas sagradas, de nuestros textos bíblicos.
-Si Gabriel, es cierto. He amado tanto hombres como a mujeres y no me arrepiento, no cambiaría jamás lo que soy, en lo que me convertí viviendo estos años en la tierra, no cambiaría la delicadeza de una mujer o la pasión de un hombre por vivir en la ciudad de Adán, no cambiaría mis experiencias, mis recuerdos o vivencias. Aprendí amar a los humanos, me costo tiempo entender que hay personas malas, pero son más los buenos y si por eso padre no me quiere ver, si por amar a mis iguales seré repudiada del cielo, entonces que pena, por que yo no los perdí a ellos, ellos me perdieron a mí. Lucifer ha sido siempre mi familia y lo seguirá siendo hasta fin de nuestra eternidad- Miré a mi hermana y jamás en mi vida sentí tanto orgullo como en este momento, le sonreí.
-Yo no soy peor que ustedes, ambos quisieron asesinarla, ambos estuvieron en contra de su amor, no entendiendo porqué ahora es diferente.
-Fue diferente, Gabriel. Hay líneas que no se cruzan, que por honor se dejan quietas. Asesinaste a muchas personas por está obsesión enfermiza que tienes- Contestó Miguel.
-A pelear- Sentenció.
Gabriel tomó una mala decisión, debía hacerse cargo de sus acciones. Jamás había sentido tanta unión por parte de Miguel, Rafael y Aradia. Sabíamos que sería doloroso, pero debíamos hacerlo, Gabriel debía morir si queríamos que Annia viviera su vida tranquila. Él saco sus alas y se fue, los tres asentimos he intentamos perseguirlo. Las deje allí, sabía que Katrina estaba herida y debía ser atendida, era fuerte así que podía resistir un poco más mientras atrapábamos a Gabriel. Nos detuvimos en el suelo. Los cuatro lo rodeábamos, el ataco primeramente a Rafael. Los cinco empezamos a pelear, en una sincronización casi perfecta que me recordaba a la epoca en la que entrenábamos, quiso golpear a Aradia, pero la tomé del antebrazo y la empuje para que el golpe no la alcanzará, le di una patada en el abdomen. Miguel lo tomó del cuello pero él, saco una espada que tenía camuflada entre su ropa he hizo que lo soltará. Los cuatro nos detuvimos, Gabriel se dedico a atacarnos, ahora solo lo esquivábamos ya que con un arma era más difícil lastimarlo. Sentí que algo me atacaba por la espalda, no tanto un dolor en un lugar en específico del cuerpo, no, era un dolor que se extendía por todo el cuerpo. Anaciel estaba usando su magia conmigo. No entendía cuál era su odio hacía mí, jamás le había hecho nada, al contrario en muchas ocasiones quise acercarme a ella, querer entenderla, pero jamás lo permitió. Aradia a tomó desprevenida y le dio un golpe. Ambas brujas empezaron una batalla cuerpo a cuerpo, un poco más recuperado, me concentré en él. Miguel hizo que Gabriel soltará el arma y así, era más fácil. Gabriel era muy fuerte, debía admitirlo, era uno de los mejores guerreros del cielo, sin embargo, no era eso lo que lo había vuelto más poderoso, había sido Anaciel, le había compartido de su magia. Llego un momento en el que estábamos comenzando a cansarnos de la situación, empecé a pelear por frustración. Nuestra hermana estaba débil por lo que había sucedido, la pelea de las dos arcángeles había sido mortal para Anaciel, ya no era tan fuerte como antes. Aún así, antes de que Aradia la sometiera ella alzó las raíces de los arboles para amarrar a Miguel y Rafael. Aradia la maldijo mientras intentaba deshacer el hechizo que había lanzado. Gabriel y yo quedamos frente a frente y quizá, esto era lo que más habíamos deseado este tiempo, me dio una patada en el pecho alzándome por los aires y haciendo que cayera. Me puse de pie rápidamente y le devolví el golpe. Ambos nos golpeábamos brutalmente, su rostro ya estaba muy mallugado, sangraba de la nariz y un ojo lo tenía inflamado, posiblemente que hubiera roto una o dos costillas, mi nariz también sangraba, había perdido mucha sangre por la herida de la espalda. El cielo empezaba a aclararse, el amanecer se asomaba en el horizonte, debía darle su alma a Annia, sino, el sol la quemaría. Él saco de nuevo sus alas para escapar, pero yo no se lo permití. Tomé la espada con la que nos había atacado inicialmente y se la enterré en una de ellas. Sus gritos era aterradores, lo tome de los brazos, saqué mis alas y me eche a volar, lo cargue hasta lo más alto y luego lo deje caer en picada, cayó en el piso donde había amarrado a Katrina y Annia, me acerqué a él y justo antes de atravesarlo con mi espada, me detuvo.
-¡NO!- Exclamó Annia.
Pov's Annia.
-Katrina- La llamé cuando cayó desmayada, su cuerpo la vedad si pesaba. Me sobresalte cuando escuche un fuerte golpe de nuevo en el piso de arriba del rascacielos. Me daba miedo dejarla sola, pero necesitaba saber qué estaba ocurriendo. Subí las escaleras y allí estaban los dos, Lucifer estaba a punto de matarlo- ¡NO!- Exclamé- No lo hagas Lucifer, no lo hagas- Él se detuvo a la mitad del acto.
-HAZLO- Lo incitó Gabriel- Asesíname por que te juro que me escaparé, no habrá lugar seguro para ella, asesíname por que te juró que yo no vacilaré cuando tenga la oportunidad.
-Es mentira- Le dije- Él no escapará a la ira de Dios, no lo asesines. Eso es lo que él quiere, quiere probar que sigues siendo despiadado, que disfrutarías matándolo y ambos sabemos que tu no eres el villano de está historia. Lucifer tú no eres un monstruo. Katrina te necesita, ella está muy mal. Tú eres mi ángel y yo te amo- Sollocé, me miró directo a los ojos. Aradia, Miguel y Rafael. Rafael toco una trompeta que hicieron aparecer del cielo dos arcángeles, ambos con lanzas y vestidos de manera extraña, quizá para que escoltarán a los dos psicópatas que teníamos al frente. Miguel se acerco a Gabriel y lo esposo, Anaciel a parte de esposas, tenía una especie de bozal.
-San Arcángel Gabriel, el tercero de los primeros cinco, mensajero de Dios y de los humanos, quedas arrestado bajo el poder que me otorga el Dios todopoderoso y el conclave de Arcanos del cielo. Te llevaremos a juicio por tus crímenes y te enfrentarás a la ira del antiguo testamente- Dijo Migel- Y tú Anaciel, acompañarás a nuestro hermano a juicio y esperemos que padre sea más piadoso contigo de lo que fue con Luzbel. Annia siento muchísimo lo que tuviste que pasar, pero yo mantuve mi promesa y la seguiré manteniendo mientras Lucifer mantenga la suya- Asentí, aunque sentía una punzada en el corazón.
-Ven- Me llamó Lucifer, me tomó de la mano y me llevó un poco lejos del resto. Justo al frente del amanecer y me dio un pequeño frasco del tamaño del pulgar- Es tu alma y el amanecer se aproxima- Le quité el corcho- Lo logramos, vivirás- Las lágrimas se acumularon en mis ojos, lo miré a los ojos.
-Sin ti- Contesté. Tomé el contenido del pequeño frasco.
-Lo sé, vida mía- Rafael, Miguel y los otros ángeles se marcharon y yo sabía que el fin había llegado
-Es muy injusto- Dije llorando.
-El mejor regalo que me puedes dar en este momento es seguir tu vida con normalidad- Acaricio mi mejilla con su pulgar, sus ojos intensos de color azul me miraban con una tristeza profunda, una que yo comprendía perfectamente.
-No, no podré. No me pidas eso por favor- Una lágrima se deslizo por mi mejilla, no estaba lista para despedirnos. No ahora y quizá nunca.
-Sí, si podrás. Ese será mi regalo, el mejor que podrías darme en este momento, seguir con tu vida, graduarte, enamorarte de nuevo, casarte y porqué no, tener un par de hijos. Cuando nuestras almas destinadas a estar juntas, se vuelvan a encontrar, ambos sabremos que el sacrificio valió la pena.
-Jamás volveré amar, habrán otros quizá, pero ninguno como tu- Sollocé, me dio un beso en la frente y sentí sus lágrimas.
-Te amo Annia Wilson- Se acercó a mí y me beso. Un tierno beso donde nos estábamos entregando alma y cuerpo, sabíamos que jamás volveríamos a encontrarnos, al separarnos nos abrazamos, nos abrazamos tan fuerte que por un momento sentí que todas las piezas de mi corazón roto se unían- Siempre te cuidaré, lo haré desde lejos como siempre En está vida, amor mío, nos quedo pendientes una vida juntos. Te llevaré en mi alma, por que en mi vida no puedo.
-Hasta la próxima vida, mi ángel- Tomó mis manos y beso mis nudillos, no dejaba de llorar, me estaba doliendo demasiado, lo amaba muchísimo, tenía mucho que agradecerle, no sabía como iba a seguir, sabiendo que lo habíamos sido todo y al final, nos habíamos convertido en nada. El amanecer salió de manera absoluta, la mañana era hermosa y allí, daba la ilusión de alcanzarlo con las manos. Se sentía maravilloso poder sentir el calor del sol en mis mejillas.
-Lucifer, ven- Lo llamó Aradia, lo observe desde donde estaba, quise más tiempo, más tiempo, más tiempo para amarlo. Sentí una pequeña punzada en el pecho, esa punzada de cuando te entierra una aguja, pero fue muy extraño, por que el dolor se extendió por todo mi cuerpo. Aradia levanto su mirada hacia mí frunciendo el ceño. Lo vi todo en cámara lente y por unos segundos no pude comprender lo que sucedía. Baje mi mirada y ahogué un sollozó, una flecha me atravesaba de extremo a extremo, justo en el corazón. La sangre salía de mi pecho, todos se quedaron ahí sin comprender lo que había sucedido. Mire sus ojos por última vez, le sonreí, cerré mis parpados y caí al vació, a mi muerte.
3 Capítulos para el final.
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