Capítulo 27
-Para esto, Gabriel- Le dijo Lucifer. Yo estaba sentada en una plataforma en medio del abismo, mis brazos mantenían sujetos por una cadena y ya no los sentía del todo. Katrina y yo estábamos sujetas a la misma cadena, haciendo que de ambas, dependiera nuestro equilibrio, si Lucifer me salvaba, ella caería y al no tener sus alas, moriría.
Me dolía un poco el rostro, Gabriel me había golpeado, aunque sabía que mi dolor no era ni la mitad de lo que pudiera estar sufriendo Katrina. Me sobresalté al ver como Gabriel se le abalanzaba encima a Lucifer, forcejearon un poco, golpes iban y venían, tenía un susto horrible de moverme un milímetro, sentía que si lo hacia me iba a caer. La noche fría y el viento gélido me hacía temblar de una manera horrible. Gabriel tomó a su hermano del cuello y le dio un golpe en el rostro, haciendo que Lucifer cayera al suelo, no sé de dónde saco un cuchillo, trato de enterrarselo, pero antes de hacerlo Lucifer rodó en el suelo haciendo que el cuchillo quedará enterrado en el suelo. Ambos se golpeaban con brusquedad y sin compasión. Lucifer sabía que debía derrotarlo si quería salvarnos a ambas, Gabriel no iba a seder por ningún motivo, estaba completa y absolutamente decidido a matarlo si de eso se trataba, incluso, llegar a matarme si con eso conseguía qué en su mente trastornada y retorcida, se hiciera realidad el sueño de estar conmigo. Ambos extendieron sus alas y volaron lejos, por más que intente ya no los vi, la oscuridad no me dejaba, quería creer que estaban peleando en otro lado, la soledad y el silencio que reinaban era de sepulcro. No sabía en qué momento había ocurrido esto, jamás me vi tan cerca de él como para hacerlo creer que podría enamorarme. Mi cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento podría caer, peor aún podría hacer caer en Katrina. Ella mantenía inconsciente por los golpes que había recibido y la sangre que había perdido, me dolía verla así porque al final, era una niña inexperta, inocente, que dependía de Lucifer. Aradia quiso protegerla y ahora Lucifer debía decidir en salvarla a ella o a mí, esperaba que no llegara a estas alturas, pero sabía perfectamente bien a quién iba a escoger si no lograba salvarnos. Era una triste realidad y su muerte, (si llegaba a suceder) Quedaría en mi conciencia, no podría soportar que alguien muriera por encima de mi vida. Un pequeño grito salió de mi garganta al ver como Gabriel desde lo alto de los cielos, dejaba caer a Lucifer y este caía de manera brusca al suelo, lo veía herido, si esta pelea seguía podrían matarse los dos, el causante de todo esto se detuvo frente a nosotras. Nos miro con tanto odio que por un instante puede ver el vacío, la miseria y el rencor que tenían ellos. Temí por lo que podría sucedernos. Lucifer estaba muy malherido, estaba casi inconsciente, soltó la cadena que nos sostenía a ambas y la sostuvo en sus manos. El vértigo invadió mi estómago al ver la altura en la que estábamos. Miré a Gabriel con terror, sabía qué nos iba a soltar. Un aullido de miedo salió de mi boca, cuando el vacío en mis pies se hizo más pequeño, mis brazos quedaron suspendidos en el aire, mi cuerpo también y al otro lado veía la Katrina. Lucifer se encontraba encima de nosotras, con ambos brazos sostenía las cadenas y estaba dispuesto a no dejarnos caer a ninguno de las dos, mire hacia arriba, sus ojos me gritaban miedo absoluto mi respiración estaba acelerada. La cadena se deslizo y allí estaba yo, ambas suspendidas en el aire con todas las posibilidades de morir, una lágrima se deslizo por mi mejilla, en este momento era presa del miedo.
-Basta de juegos, Lucifer. Toma una decisión- Le dijo Gabriel, en su rostro veía la fuerza que hacía para no dejarnos caer- ¿A quién dejarás caer?- Preguntó- ¿A tu leal y más pura creación o a la bella he inocente Annia?- Solté un sollozó. Él se puso de pie encima de las muñecas de Lucifer, haciendo que soltará un grito de dolor puro, su resistencia era de admirar, aún así, no estaba dispuesto a soltarnos.
-Anni- Me llamó- Te amo- Su mirada era la de un simple mortal, con miedo a perderlo todo. Mis lágrimas cayeron.
-Escúchame, estaré bien- Hablé en sollozos- Estaré bien- Susurré- Te amo- Le dije, soltó una lágrima que rodó por su mejilla.
-Basta de juegos, morirán las dos- Le enterró un cuchillo a Lucifer en la espalda y por más que quiso, está vez sus fuerzas lo abandonaron y nos soltó. Cerré los ojos, al soltarme y dejarme caer, un desgarrador grito de terror salió de mi garganta. Mi corazón palpitaba tan rápido que sentía qué se detendría en cualquier, en ese momento el vértigo se sintió de una manera tan horrible, que no podría describirlo y cuando creí que mi vida terminaría, en ese momento, unos brazos me sujetaron fuerte. Me aferré a él, de una manera en la que jamás en mi vida me había aferrado, no podía dejar de llorar. Abrí mis párpados y me encontré con un hombre, que aunque me era vagamente familiar, no lo podía reconocer. Era un ángel de eso estaba segura, sus alas blancas extendidas en su magnificencia y sus fuertes brazos me sujetaban, me llevo cargada unos cuantos pisos abajo y al dejarme suavemente en el suelo, también apareció Lucifer con Katrina en sus brazos.
-Annia- Me llamó, corrí hasta él y lo abracé con desesperación, no pude controlar mis lágrimas, vi su herida en la espalda, estaba sangrando- Escúchame, escúchame. No te dejaría caer jamás, lo tenía controlado. Te amo, te amo- Susurró. Tomé su rostro y lo bese con desesperación, sus labios danzaba con los míos, por unos momentos fue como si solo estuviéramos nosotros dos.
-Te amo- Le dije, él sonrió.
-¿Rafael?- Habló Lucifer. El hombre se encogió de hombros.
-Andaba por el vecindario- Contestó, en ese momento me volvió un flasback. Él era el otro hermano de Lucifer, que por cierto, también había intentado matarme.
-Gracias, Rafael- Le agradeció.
-Cuando Miguel dijo lo que estaba sucediendo con Gabriel, juro que no lo creí. Ya viene la ayuda, tenemos que detenerlo- Asintió, algo cayó a nuestro lado, algo esférico- ¡BOMBA!- Gritó Rafael. Lucifer me abrazó, con sus alas me cubrió por completo el cuerpo y espalda, yo estaba acurrucada en su pecho. La explosión había sido horrible, el suelo se desplomó haciendo que cayeramos tres pisos abajo, yo estaba encima de él, sus alas cubrían todo el impacto que yo pudiese recibir. Cerré los ojos apreté los párpados, escuché la explosión en mis oídos.
-¡Hey, hey, mírame!- Me sostenía fuerte y sus brazos me protegían- ¿Estás bien?- Preguntó. Había caído encima de él.
-Lucifer... Sácame de aquí- Sollocé, estaba empezando a temer en serio, por mi vida. Él asintió, hizo una mueca de dolor, estaba muy lastimado.
-En un momento nos vamos de aquí- Contestó. Se giró y al mismo tiempo también lo hice yo. Se puso de pie como pudo sosteniéndose un lado de sus costillas- Creó que me rompí una costilla- Algo empezó a sonar, era una especie de grito y alarido, era muy fuerte. Lucifer corrió a mí, me abrazó fuerte, ambos caímos al suelo, se posicionó encima de mi cuerpo y con sus manos me cubrió los oídos. Anaciel nos estaba gritando directamente a nosotros, sus frecuencias sonoras provocaban un golpe brusco de hondas magnéticas y aunque, Lucifer estaba tratando de cubrirme por completo, yo lo podía sentir. Era horrible, mis tímpanos no iban a soportarlo mucho tiempo. De un momento a otro no se escuchó nada, veía muy borroso, en mis oídos solo escuchaba un pitido más que espantoso, nada, no escuchaba nada. Arriba de nosotros estaban los pisos que se habían derribado, los escombros de cemento. Él ya no estaba encima de mí, me giré intentando poder escuchar o por lo menos ver algo mejor. La cabeza se me iba a estallar. El ruido volvió de un momento a otro, como una ola que me golpeó salvaje mente. Me tuve que tomar varios minutos para procesarlo y poder volver a la realidad. Allí estaba ella, de pie al frente de nosotros.
-¿Aradia?-Preguntamos al unísono.
Pov's Aradia.
-ALÉJATE DE ELLOS- Le grité a Anaciel, me acerqué a ella y le di un golpe en la cara- ¡Sacala de aquí!- Exclamé a Lucifer. Él frunció el ceño, le sonreí.
-¿Cómo es posible?- Preguntó Lucifer.
-Sacala de aquí, después hablamos- Contesté. Me giré hacia Anaciel y allí estaba ella. Su mirada llena de ira- Tienes algo que es mío.
-Gabriel te asesinó, ¿Cómo sobreviviste a su espada?- Preguntó.
-Nada muere realmente Anaciel, eso deberías saberlo. Recuperada y lista, nuestra pelea será más justa. Devuelve lo que robaste del cielo, te estas metiendo con fuerzas mayores a tu capacidad. El libro te está consumiendo el cerebro.
-Ese libro me libero de años enteros de esclavitud, tu tienes el Το βιβλίο των νεκρών, ¿por qué yo no puedo tener el Necronomicón? Te mataré maldita bruja.
-La primera vez que me llamé "bruja" fue el momento más mágico de mi vida, eso jamás lo vas a entender, Anaciel. La brujería es la magia de la Tierra misma. Es la esencia que puede unir la vida, es una búsqueda intelectual, que resulta en una reacción espiritual y física.
-Basta de sermones, hermana, a pelear- Anaciel se abalanzó a mí, me dio un matada la cual esquive rápidamente.
Le di un puñetazo en la cara, ella me devolvió el golpe dándome un codazo en el abdomen, me hizo caer de espaldas con su pie, quizá ponerse encima de mí, rodé en el suelo evitando su golpe. Sucedieron dos cosas cuando Gabriel me hirió, me atravesó de lado a lado con su espada, sentí que cada fibra de mi cuerpo se destrozaba completamente. Miguel me llevó al cielo y me recuperé, fue un proceso doloroso, yo estaba muy débil por la pérdida de sangre y magia. Aunque estaba enojada con ella por lo que había hecho, tampoco iba a perder el control y dejar que la sed de rabia y venganza me consumiera, yo era mejor que eso. En el cielo, me enteré de muchas cosas. Anaciel había huido con Gabriel, pero con ella se había llevado también el Necronomicón, el primer libro de hechicería del mundo y el más antiguo, la verdadera biblia negra, creada por los primeros 5 Arcángeles del cielo. Miguel, Luzbel, Gabriel, Rafael y por supuesto yo. El único libro hecho por ángeles. Tomé su base para formar el Το βιβλίο των νεκρών, sin embargo, aunque mi libro era poderoso, había adquirido magia negativa en los eones de años que llevaba rodando en el mundo, había sido alterado en muchas ocasiones. A diferencia del Necronomicón que solo poseía magia celestial, en sus página se encontraba toda clase de secretos, hechizos y habilidades que por supuesto, en las manos codiciosas y avariciosas de los humanos podría crear una catástrofe universal. Una de las razones por las cuales Dios había decidido esconder y escondernos de ellos, es porque necesitan dudas de su existencia para avanzar en sociedad, no nos escondió para que los pudiéramos proteger mejor, sino, para que tuvieran dudas de su misma existencia, del Dios todo poderoso. El libro, era tan puro y mágico que en las manos correctas podía hacer maravillas, pero en las incorrectas podría contaminar su mente aún más. El Necronomicón estaba carcomiendo la mente de Anaciel, la estaba acabando desde adentro. Cómo bruja, ella debía saber que no podía con tanto poder a menos que lo canalizará, la magia que me había robado, lo que había acumulado del libro y lo que ella misma tenía, la estaba acabando. Le di un patada en el estómago, otra en el rostro, me puse de pie rápidamente, me impulse con el cuerpo. Tomé su antebrazo y se lo coloque en la espalda, la puse contra la pared, mientras la sujetaban del cabello. Ella hizo una mueca de dolor. Tomé las esposas que tenían grabadas runas de retención para llevarla al cielo a su juicio, saco sus alas sin previo aviso y me tiro de un lado. Se echo a volar para tratar de huir de mí, el amanecer de aproximaba, fui tras ella hasta llegar a lo más alto, entre las nubes que estaban grises, los rayos iban y venían, se acercaba una tormenta. Ambas estábamos en lo más alto, Anaciel sabía que no había vuelta atrás, alrededor de nosotras se forma un círculo rojo, sus ojos que era casi el único distintivo que nos diferencia se pusieron amarillos completamente, los míos por supuesto rojos. Ella quería toda mi magia, así que se la iba a dar. Mi estrategia era llenarla hasta que ya no pudiera controlarlo más. Nuestra esencia se mezclo formando una especia de bruja naranja, que iba y venía. Ambas estábamos entrando en un estado de conexión como la que hice con Miguel y Lucifer, la única diferencia es que era un poder ilimitado. Sus gritos eran de dolor absoluto, me acerqué más a ella intento alejarse, pero no fue posible, le tomé el brazo y enrede su muñeca alrededor de mi garganta. Se debilitaba con forma iba pasando los segundos, sus gritos eran más fuertes, sentía dolor. Cuando era una joven bruja, yo experimenté lo mismo, cuando no pude controlarlo, sentía como un millón de agujas que taladraban mi cerebro y llegaban a mi consciente, las emociones se identificaban y Anaciel, debía estar sintiendo un culpa extrema por lo todo lo que había hecho, en el fondo, tampoco había sido su culpa, Gabriel había sabido que botón pulsar.
-Querías toda mi magia, tómala- Le dije. Todo se detuvo, nuestra esencia desapareció, sus ojos verdes volvieron a ser los mismo. Su debilidad era más que obvia, se desmayo en el aire. Ella descendió toda velocidad y cayó el suelo formando un cráter. Me pare frente a ella que aún estaba dormida y le puse las esposas, no podría escapar está vez.
-¿Por qué no la atrapaste?- Preguntó Rafael.
-Por poco me mata, se lo merecía- Contesté.
-Eres muy rencorosa, hermana- Dijo Rafael, lo miré de mala manera.
-Tú no me hables- Contesté- No olvido que por poco tú también me matas.
4 Capítulos para el gran final, ufff que emoción.
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