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Capítulo 22

No sé en qué momento no me di cuenta de lo que sucedía, no sé por qué no sospeche de su respiración acelerada, la sangre en su camisa o del hecho que jamás volvió. No sé por qué no sospeché de sus malas intenciones, de la falta de cortinas en el lugar o que Lucifer jamás viniera conmigo. Hasta ahora venía a caer en cuenta que si hubiera sido Lucifer jamás me habría puesto en una cabaña a mitad del bosque, me sentí en ese momento, una completa y absoluta estúpida. Debí haberlo notado. No me di cuenta hasta que estuvimos de nuevo en la cabaña, en ese momento me sentía tan impotente y cansada que no sabía cómo reaccionar. Debí haber notado hasta el más mínimo detalle. Lo que no entendía era la razón del por qué lo hacía. Me amarró a penas llegamos, me ató de brazos y piernas y me amordazó la boca, luego se se fue dejándome ahí, en completa oscuridad. Yo realmente estaba muy cansada así que, solo me desperté cuando ya era de noche de nuevo. La cabeza me dolía mucho y me costaba demasiado adaptarme a toda la penumbra, tenía hambre y sed, aunque también tenía ganas de vomitar. Los raspones de mi cuerpo estaba cicatrizando y la sangre seca empezaba a oler mal, trate de soltarme la mordaza que me cubría los labios y al mismo tiempo, solo podía pensar en que debía escapar para contarle la verdad Lucifer antes de que se enfrentará a Miguel. Ellos tenían una pelea casada desde hacía muchos años, conocía perfectamente a Luzbel y él no se iba a detener a preguntarle a Miguel nada, simplemente iba a iniciar una guerra en la que muchos iban a padecer. Solo podía llorar del susto que tenía en ese momento, de los nervios, incluso lloraba de tristeza A lo lejos en el suelo visualice el cuchillo que le había clavado a Gabriel y al parecer él no había notado que estaba allí cuando se marcho, me arrastre por el suelo y rodea hasta poder tomarlo y aunque me corté en el intento, pude agarrarlo. En ese momento se escucharon pasos afuera de la cabaña, el pomo de la puerta giro, guarde el arma debajo de mi justo antes de que Gabriel abriera la puerta, su aspecto era la de un completamente demente, su cabello perfectamente bien peinado, estaba alborotada y desordenados, tenía los ojos rojos, como si estuviera drogado, tenía los labios resecos. Encendió las luces y de inmediato toda la iluminación cegó mis ojos, tuve que parpadear varias veces para que mis ojos se acostumbrará. Me miró un segundo, luego empezó a caminar de allá para acá, en lo que pareció un ataque de rabia tiro todas las cosas que estaban encima de la barra de desayuno en la cocina, me sobresalte por la impresión. Seguía caminando desesperado agitando su cabello con frustración, tenía la respiración acelerada y cada cierto tiempo me da una mirada fugaz. Lo único que podía hacer era mirarlo con terror y miedo, no sabía que iba a ser, que me iba a hacer, no sabía si su repentino ataque de rabia iba a durar o en cualquier momento se iba a detener, Gabriel había resultado casi impredecible. Vino hasta mí, se puso en cunclillas y me quitó de la boca el trapo que me impedía hablar, aún así no me desató, su rostro estaba muy cerca del mío.

-Nuestros planes fracasaron, cariño- Habló con una voz que me dió escalofríos- Aradia me descubrió, nos descubrió. Ella se lo dirá a Lucifer, él no querrá separar.

-Gabriel- Mi voz sonaba más débil de lo normal- No existe un “Nosotros”- Le dije- ¿Por qué haces esto? Me vas a terminar matarando- Sollocé, lo único que podía hacer era llorar.

-No, no mi cielo yo no quiero matarte, pero tampoco soporto la idea de verte con él ¿Entiendes Annia?- Escuchaba sus palabras y mi cerebro no podía procesar lo que oía, se arrodilló junto a mí y acarició mi rostro- Te lastimaste el rostro cuando escapaste de nuestra casa, te voy a curar para que no te queden esas horrible cicatrices.

-Gabriel... Escúchame, esto está mal, desátame, déjame ir. Yo no te amo, no existe esta relación, no existe el “nosotros”, yo amo a Lucifer- Su mirada llena de dulzura, cambio radical mente, sus ojos reflejaron tanta rabia que me arrepentí de haberle dicho eso al instante, alzó la palma de su mano y me abofeteo tan fuerte que me hizo caer de lado, solté un sollozó, la mejilla me dolía

-No soporto que su nombre salga de tu boca- me tomó de los hombros, me limpio las lágrimas con sus pulgares, y me puso de nuevo la mordaza en la boca- No sé que haré contigo- Lo miré muy atenta- No puedo sacarte de aquí por qué Lucifer te sentiría. Todo va a estar bien, mi amor. Tú no te preocupes por nada.

...

Gabriel estaba dormido en el sillón de la sala de la cabaña, yo estaba en el mismo lugar donde me había dejado, pues de ahí no había podido moverme. Tenía la boca cubierta, los brazos amarrados y también las piernas. Tenía mucho miedo, a la misma vez había una adrenalina y un sentimiento indescriptible en mi ser que me decía que era ahora o nunca, de aquí no iba a salir con vida. Gabriel había resultado estar tan trastornado, obsesionado y psicótico, qué a cómo estaban en este momento las cosas no sabía quién era peor él o Miguel. Al menos el segundo había demostrado un cambio radical en su comportamiento y sus ideales, a Gabriel jamás lo hemos conocido, ni siquiera sus propios hermanos, esto era  algo que ninguno nos esperábamos. El simple hecho de que él hubiera robado mi alma, de atacarme, de poner en una pelea a Lucifer y a Miguel al punto de casi provocar una guerra y ahora, secuestrarme y amenazarme con matar. Esto era otro nivel de maldad y perversidad, de una persona que parecía inofensiva. Aún no me terminaba de explicar como un arcángel, qué supone que esté lleno de luz, amor y bondad, era capaz de corromperse de esa manera, no solo corromperse así mismo, sino provocar tanto daño su alrededor. Decían que los seres humanos fueron hechos a la imagen y semejanza de Dios y quizá esta faceta que ahora estaba mostrando Gabriel era la verdadera divinidad del cielo. Cómo pude tome el cuchillo en mis manos y aunque su filo me cortaba, intenté con la mayor precisión del mundo empezar a cortar la soga, la oscuridad era casi absoluta y sabía que era de noche porque yo no había podido dormir esperando que se durmiera y inhale un poco de aire, de los nervios me tenía no era capaz de desatarme y cuando por fin pude ser libre me levanté, las rodillas las tenía un poco entumecidas porque había estado sentada durante todo el día básicamente. Caminé cojeando lentamente, todavía me dolía muchísimo el pie, pase por su lado, escuchaba su respiración. Llegué a la puerta, giré el pomo, cerré los ojos y apreté los párpados, la puerta hizo un chirrido un poco alto. Lo miré de nuevo, trague saliva, en ese momento tomé valentía de dónde no sabía que la tenía y empecé a correr en dirección contraria a la que había ido está mañana. Me dolía el cuerpo y el cansancio era constante, pero también sabía que no podía detenerme, si lo hacía no sobreviviría para contarlo. Realmente no sabía si me estaba siguiendo, si mi cerebro jugaba conmigo, pero podía escuchar pisada fuertes detrás de mí. Y en ese momento me di cuenta que el cielo empezaba tornarse de un color más claro de lo que estaba al principio, el amanecer. Me detuve en seco y respiré con dificultad, sentía que me iba a desmayar y todo lo veía borroso. Caí en cuenta que estaba a unos metros lejos de una carretera, se escuchaba el motor de un auto a lo lejos, corrí huyendo del sol que asomaba en el horizonte y con la esperanza de alcanzar el vehículo que se aproximaba. El sol salió completamente iluminado por completo del crepúsculo y sentí como cada fibra de mi piel se quemaba, solté un grito de dolor y sólo me desmayé.

Pov's Lucifer.

-¿CÓMO PUDISTE HACERLO?- Pregunté enojado, le di una patada en el abdomen y lo tiré al otro lado de la terraza- Yo cumplí el trato, yo fui quien le borró la memoria.

-¡MALDITA SEA, LUCIFER, NO HE SIDO YO!- Exclamó, mis ojos estaban completamente negros, saque mi lanza y lo golpeé con ella haciendo que quedará postrado en el suelo.

-¡LUCIFER BASTA!- Exclamó Aradia atravesandose en medio de Miguel y yo. La punta de la espada estaba en su cuello.

-Aradia muévete- Contesté con frialdad.

-No- Dijo llorando- No voy a dejar que mates a mi hermano- Fruncí el ceño- Tendrás que matarme a mí.

-No digas idioteces, muévete o te juro que lo hago yo- Mi ojos estaban negros completamente y si Aradia no se movía sería capaz de lo peor.

-Tú no eres un monstruo, escúchame- Ella alzó sus brazos en señal de rendición- Nunca me enfrentaré a ti hermano, te amo y lo sabes- Ella se arrodilló frente a mí- No fue Miguel, nunca lo ha sido. Si no le crees a él, créeme a mí. Gabriel planeó todo esto, él tiene a Annia y prefiere verla muerta antes de verla contigo. Él lo hizo todo, todo- Lo que decía no podía procesarlo bien, fruncí el ceño.

-Levantate hermana, no te arrodilles frente a él, ni frente a nadie, eres una reina, la bruja más poderosa del mundo- Le dijo Miguel.

-¿Qué?- Pregunté.

-Gabriel está trastornado, se obsesiono con ella- Retiré mi arma- Siempre fue él, Miguel nunca le ayudó- Se giró para mirar a Miguel y ayudarlo a levantar- Yo lo descubrí, él lo hizo- Mi hermano vino hasta mí y me dió un puñetazo en el rostro.

-¡TE DIJE QUE NO HABIA SIDO YO, MALDITO TARADO!- Exclamó Miguel. No iba a decir absolutamente nada por él tenía razón y yo había sido un idiota- No tenía por que hacerle daño a Annia, mi odio por ti no me nubla el juicio- Escupí la sangre.

-Hay más, Anaciel lo sabe y lo está ayudando- Agrego Aradia.

-¿Qué?- Preguntamos al unísono.

-Gabriel no podía actuar solo, Anaciel acabo de enfrentarse a mí, ambos se fueron. Por ahora, lo importante es encontrar a Annia. A manos de ese psicópata cualquier cosa puede sucederle.

-¿Cómo es posible que Anaciel lo ayude?- Pregunté.

-Quiero creer que Anaciel fue corrompida por Gabriel- Respondió Miguel.

...

Estábamos en la casa, en la mansión buscando todo tipo de libros, información y textos que nos ayudarán con lo que había ocurrido. La verdad todo esto me había tomado por sorpresa, estaba completa y absolutamente convencido de qué había sido Miguel, es que todas las evidencias apuntaban a él, nunca llegué a imaginar que Gabriel fuera alguien tan perverso y sádico. Pensé que entre todos los hermanos, él había sido el que más me habría apoyado, pensé que de verdad estaba de nuestro lado, que en serio quería protegerla y  juro que creí que todo lo que me decía, que todo lo que hacía, era verdad. Cómo podía haber jugado con mi mente de esa manera, cómo podía haberme manipulado, yo que era el rey de la mentira y la manipulación. Los retornados, salvarla del risco, ganarse su confianza, él la consolaba mientras yo no estaba. Si no hubiera sido por Aradia aún seguiría convencido de que Gabriel era completamente inocente, lo que más me enojaba era que todo el tiempo había estado frente a nuestros ojos, le había confiado su vida y por poco provocaba una guerra, si no hubiera sido por la intervención de nuestra hermana alguno de los dos habría terminado muerto. Y sin embargo, no le importó llevarse a personas inocentes por delante. Miguel estaba completamente convencido de que Anaciel había sido corrompida, dijo que era un ángel muy joven y muy fácil de manipular. Al contrario de Aradia, que no se le quitaba la idea de la cabeza de que lo estaba haciendo porque quería, la verdad a mí me da mucho susto un enfrentamiento entre Anaciel y Aradia, por un lado mi hermana era considerada la bruja más poderosa de la existencia. Yo, personalmente no conocía los alcances de Anaciel en cuanto su poder, pero ellas dos eran como Miguel y yo. La verdad no me había molestado en pedirle una disculpa a mi hermano, ese no era nuestro estilo y aunque me había equivocado con él, sabía que lo sentía y con eso es suficiente. Aradia tenía un mapa encima de la mesa, un mapa entera de la ciudad, tenía un mechón de cabello de Annia lo había tomado de su peine, y con un poco de mi sangre estaba intentando hacer un hechizo rastreo, pero por más que lo repetía una, otra y otra vez no logramos dar con su ubicación, sólo habían dos opciones para que el hechizo nos funcionar. Primero, estaba en un lugar en el que habían grabado runas de bloqueo para que no pudiera ni ser rastreada, ni comunicarse de forma astral. La segunda, que era la que nos negamos a aceptar estaba muerta. Nos habíamos pasado toda la noche en vela tratando de encontrar Anaciel y de encontrar a Gabriel, no había dado resultado. Lo único que me preocupaba era que Annia tuviera otra recaída. Mi hermana soltó un suspiro, tratando llenarse de toda la paciencia del mundo, su tercer intento de rastrearla fracasaba. Eran aproximadamente las 10 de la mañana y la verdad empezaba a darme hambre. En ese momento, en ese mismo instante la sentí, estábamos conectados y por primera vez en casi una semana la sentí, su dolor, su confusión, su tristeza, la sentía.

-Aradia haz el hechizo de nuevo- Ella me miró confundida.

-Lucifer he hecho este hechizo tres veces en lo que va de la mañana, creo que no está funcionando- Contestó soltando un suspiro.

-No, no, no, no haz el hechizo de nuevo, puedo sentirla- Ella se apresuró hacerlo de nuevo y en ese momento la sangre empezó a correr por todo el mapa, hasta llegar al hospital central, fruncí el ceño- ¿Está en el hospital?- Pregunté.

-Parece.

Pov's Annia.

-Señor por favor, no puede entrar así- Escuché un escándalo afuera, fruncí el ceño, me estaba muriendo del dolor que sentía. La puerta se abrió bruscamente y Vi a Lucifer.

-Lucifer- Susurré, me puse a llorar cuando lo ví. Se acercó a mí y me tomó del rostro, su tacto me lastimo un poco, pero fue por las quemaduras.

-Mi amor, mi cielo- Me dió un beso en la sien.

-Gabriel...

-Lo sé, lo sé- Me interrumpió, les juró que me dolía siquiera hablar- Qué te hizo esa bestia- Sus lágrimas salieron- Mi amor.

-Señor- Lo llamó el doctor.

-Es mi esposa- Lo escuché decir- Estaba desaparecida hace una semana.

-Su esposa tiene quemaduras en primer grado en todo el cuerpo señor, está deshidratada, tiene marcas de maltrato, el hematoma que tiene en la mejilla es de un golpe y se descompuso los dedos del pie izquierdo.

-¿Cómo llegaste aquí?- Me preguntó.

-Escape- Contesté somnolienta, me estaba vendiendo el sueño.

-Duerme mi vida, te prometo que no me iré, te prometo jamás volverá a tocarte- Me dió un beso pequeño en los labios- Te amo.

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